En el marco de la Teoría del Control Cultural de “lo propio y lo ajeno”, del Dr. Guillermo Bonfil, podríamos suponer que en “el espacio cultural, comunitario y familiar”, las culturas anahuacas respetan estrictamente a las autoridades y las leyes “no escritas propias”. Y en el espacio de lo ajeno, el anahuaca rechaza y corrompe a las leyes e instituciones coloniales y neo coloniales. Lo que produce una sociedad esquizofrénica y bipolar, en permanente estado de tensión y sumamente explosiva.
Una sociedad indisciplinada, corrupta, violenta, indolente e inconsciente es lo que se ha producido en estos cinco siglos de colonización, modernidad, eurocentrismo y epistemicidio. El anahuaca sabe que no le pertenece este país. Lo intuye o dolorosamente lo ha aprendido en el desolado paramo de la injusticia, en la represión, el abuso y el despojo.
6. Gran parte de los pueblos asumieron la modernidad como proyecto propio y aceptaron su rol de “colonizador-colonizado”.
A partir de 1521 las leyes, las autoridades y las instituciones impuestas por la corona española fueron de carácter “colonial”. Es decir, estaban diseñadas para la explotación de la mano de obra anahuaca y la depredación de sus recursos naturales en favor de los extranjeros y el reino de España. La Colonia no cayó como un telón después de la toma de Tenochtitlán.
La implantación del sistema colonial ha sido un proceso de cinco siglos, muy complejo, lento y profundo hasta nuestros días. No solo por la ocupación extranjera, en los tres primeros siglos por parte de los españoles y de 1821 a la fecha, en el periodo neocolonial, por europeos y emigrantes del Medio Oriente.
Sino fundamentalmente, por la “interiorización” de la cultura colonial en la mente y el corazón de los propios anahuacas. Ha sido un fenómeno de largo plazo, debido entre otras cosas a la lucha de resistencia cultural de los pueblos y culturas del Anáhuac, como también por la orografía e incomunicación que existió durante muchos siglos en diversas regiones del territorio.
El debate entre “lo propio y lo ajeno” (Guillermo Bonfil Batalla. 1991.), entre “la tradición (Toltecáyotl) y la modernidad (europeización)”, se ha ido dando desde el 13 de agosto de 1521 hasta nuestros días. La conquista prosigue y la colonia sigue lacerando. El “espíritu de Cortés-Malinche” sigue vivo en muchos mexicanos modernos que, independientemente de que sean “indígenas”, mestizos o criollos, a la menor oportunidad en el ejercicio del poder despiertan estos pavorosos espíritus malignos en pleno siglo XXI.
Desgraciadamente, en los últimos cuarenta años hemos perdido gran parte de la identidad anahuaca que mantuvieron los “jóvenes abuelos” a lo largo de 450 años de vigorosa lucha y heroica resistencia cultural.
El Anáhuac ha perdido, en las últimas cuatro décadas, mucho de su sabiduría ancestral en el campo del conocimiento culinario, de la salud, de las lenguas, de la agricultura, la arquitectura e ingeniería tradicional, “la tradición y el costumbre”; pero sobre todo, de los valores y principios de la Toltecáyotl al interior de las personas, las familias y las comunidades. Hemos perdido un universo de conocimientos, actitudes y sentimientos, que nos daban “un rostro propio y un corazón verdadero” a cada comunidad de este país desde hace miles de años.
La “modernidad” ha tomado mucha fuerza a partir de la migración a E.U., a los medios masivos de comunicación, al sistema educativo TELEVISA/SEP, a la ampliación de mercados de las empresas transnacionales que han llegado a todos los rincones del país, despertando la voracidad consumidora, la esquizofrenia cultural y la desolación social. La modernidad nos ha condenado a la auto ignorancia, la comodidad y el abandono.
Pero este cambio de tradición por modernidad comenzó desde 1519. Malinche e Ixtlilxóchitl son “los insignes modernizadores reformadores”. Los tlatoanis y los Altépetl que se pasaron al bando de Cortés, fueron los primeros “modernizadores del Anáhuac”. En el periodo colonial “lo moderno” (como ahora lo entendemos), era lo cristiano, la lengua del conquistador, los productos que se conocían como “de castilla”.
Lo “tradicional” (como ahora lo entendemos) era la permanencia a la cultura Madre basada en los principios y valores de la Toltecáyotl. Los anahuacas que vivían más cerca del círculo social de los peninsulares, criollos y mestizos, eran los que trataban de “modernizarse” para tomar mejores posiciones en la sociedad novohispana colonial. Hasta nuestros días muchos anahuacas no quieren que sus hijos aprendan su lengua Madre.
El rol de “colonizador-colonizado”, ha sido aceptado por una parte de los anahuacas, especialmente los que se asumen como “mestizos”, tanto individualmente como de manera comunitaria. En efecto, existen muchas poblaciones que “no se asumen como indígenas”. Su mestizaje está sustentado en el individualismo, el consumismo y el pragmatismo. En contra parte, las personas que se asumen como “indígenas” son “comunitarias, solidarias y tradicionales”.
El “colonizado-colonizador” desde el principio ha sido “emprendedor con aspiraciones”. Progresa y asciende en la escala social. Acepta sumisamente la explotación, la exclusión y el abuso de aquellos que él cree superiores. Pero de la misma forma, explota, oprime y abusa despiadadamente de aquellos que él piensa que son inferiores. Rechaza su fenotipo y pretende parecerse a los colonizadores, se tiñen el cabello de rubio, les ponen nombres anglosajones a sus hijos, visten “a la moda” y consumen mercancía pirata para simular marcas que no están a su alcance económico. La esquizofrenia cultural, “los empresarios-emprendedores vs. los solidarios-cooperadores, la modernidad vs. la tradición, el México imaginario vs. el México profundo.
Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado. No se puede salir del calabozo de la colonización, con las ideas y valores de los carceleros. Descolonizar es dignificas.