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Esqueleto en el Palacio de Cortés de Cuernavaca no es de un monje, sino de una tlahuica

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Esqueleto en el Palacio de Cortés de Cuernavaca no es de un monje, sino de una tlahuica

Rubicela Morelos Cruz Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 26 de enero de 2024, p. 5
Cuernavaca, Mor., Un cuerpo que durante 50 años se creyó que correspondía al de un monje del periodo colonial en realidad pertenece a una mujer tlahuica enterrada hace unos 500 años en el Palacio de Cortés de Cuernavaca.

El esqueleto corresponde a una fémina de entre 30 y 40 años, y, aunque tiene un marcado desgaste en sus dientes, no muestra señales de violencia o de enfermedad. Alrededor (de ella) se encuentran restos dispersos que parecen pertenecer a un niño, señala una leyenda pegada a un lado de este hallazgo ubicado a la derecha de la entrada principal del Palacio de Cortés.

Esqueleto en el Palacio de Cortés de Cuernavaca no es de un monje, sino de una tlahuica

Mediante un comunicado de prensa, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que este esqueleto se exhibió durante 50 años como el de un monje español, pero que un estudio reciente reveló que la osamenta corresponde al de una mujer tlahuica de la tribu mexica que se ubicaba en Cuauhnáhuac, hoy Cuernavaca.

Antes, la cédula de exhibición refería: ?Entierro encontrado in situ de un hombre con las vértebras deformadas. Tradicionalmente, se afirma que puede tratarse del monje Juan Leyva, que sirvió a la marquesa doña Juana de Zúñiga de Arellano, esposa de Hernán Cortés y residente de este palacio; sin embargo, por la postura puede tratarse de un entierro indígena?.

Esa conclusión derivó, según el comunicado, de su asociación con una jamba adornada con la flor de cuatro pétalos, indicativo de la última etapa constructiva de siglo XVI, y su localización en la portería de la Casa Vieja, donde las fuentes históricas señalan la inhumación del fraile.

Tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, que dañó el Palacio de Cortés, Pablo Neptalí Monterroso Rivas e Isabel Garza, antropólogos del Centro INAH Morelos, emprendieron una proceso de renovación que incluyó un dictamen al mencionado entierro, resultando que esa osamenta era de una mujer, porque observaron que la pelvis es claramente femenina. Esto se contrapone con el que se trate del monje Juan Leyva.

Los expertos también señalan que los restos dispersos de otros dos individuos, un infante y un subadulto, están asociados al entierro y que se observa el húmero de un cérvido adulto, el cual debió servir de herramienta, debido a que muestra huellas de tratamiento térmico.

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