Hemos comentado anteriormente, acerca de los Tollán de nuestra cultura madre anahuaca (aquellas ancestrales construcciones con pirámides). Su propósito un misterio para la ciencia y academia, que resuelven de la misma forma que ajustan la historia en otras culturas madre como la egipcia y la mesopotámica: recintos de adoración a dioses, construcciones caprichosas de emperadores, tumbas, símbolos de imposición, etc. La idea es meter en el mismo paquete del esplendor de la humanidad con la decadencia de los últimos siglos de Europa, marcados por conquistas, imposiciones, monarquías.
Explorar interpretaciones alternativas acerca de nuestros ancestros, nos ayuda a renovar la imagen de nosotros mismos, bajo la lupa de conceptos ?nuevos? para la modernidad o las ?certezas? de la antigüedad: La consciencia y Energía. El camino del conocimiento está acompañado de chispazos de suerte, serendipias que nos brindan algo de luz. Abrirse a la experiencia es quizá la única herramienta y responsabilidad del explorador. Ojos y curiosidad de niños, en este momento de la humanidad en el que creemos saberlo todo.
El Tollán de Edzná se ubica a 55 kilómetros de Campeche capital. Pertenece a la cultura Maya. Es asombroso por su tamaño y por las construcciones que reflejan el paso de distintas épocas. Se dice que el inicio de su construcción fue en el 600 a.C. hasta ser abandonado alrededor del año 850 de nuestra era, con la partida de los venerables maestros, y el final del ciclo del esplendor anahuaca.
En la entrada actual al Tollán, se encuentra una construcción redonda. Se localiza al noroeste del recinto. Tiene cuatro niveles circulares y una escalinata con 7 peldaños y a los costados de la escalera unos círculo como si fueran ?botones?. En la parte superior una pequeña cámara. Me encontraba visitando por primera vez el recinto y esta pequeña construcción circular, llamó por completo mi atención.
Siguiendo un impulso, comencé a ascender de forma espiral en el sentido de las manecillas del reloj, avanzando en cada uno de sus niveles hasta llegar a la cima. Durante el ascenso, siento ser movido por una fuerza, como si estuviera siendo guiado y empujado. Me descubro con los ojos cerrados en esta caminata, justo al estar dentro del último nivel, y al detenerme ahí, llegó a mi mente un recuerdo muy lejano de mi infancia. Lo experimenté de manera vívida, con lujo de detalle, sintiendo por completo ese recuerdo que en realidad nunca tuve presente ni conocía conscientemente. Era una situación con mi madre que experimenté como injusticia, y de algún modo, debido a la interpretación de un niño de alrededor de dos años, me había dejado una pequeña huella ?negativa? en mi lado femenino. Al verlo en ese momento con ?los ojos? de mis actuales años, logro reinterpretarlo y sanar esa experiencia.
Aún en ese extraño estado de consciencia, bajo por la escalinata, y vuelvo a realizar el ascenso de la misma manera, hasta llegar de vuelta a la cima de la edificación. De forma espontánea, brota en mi mente un recuerdo de la adolescencia, en esta ocasión, una vivencia con mi padre, que de la misma manera que con el anterior recuerdo, lo había experimentado de forma ?negativa?, pero ahora, observándolo con otra atención, a la par de que transcurría la memoria, logro reinterpretarlo y sanarlo.
Fue en ese último recuerdo que me percato de lo que había estado sucediendo, y al abrir los ojos a esta realidad, me doy cuenta de que un grupo de turistas me observaba con curiosidad, quizá como si contemplaran el comportamiento de un loco. Al bajar de la construcción, uno de ellos cuestionó con intriga sobre lo que me había ocurrido. Solo contesté que me encontraba meditando.
De algún modo, pienso que la edificación favoreció mi introspección y me llevó a ese par de situaciones que pude reinterpretar. Me asombra la lucidez con que reviví aquellas memorias. He vuelto a ese recinto, y he experimentado nuevamente, su peculiar condición energética. Edzná posee una ?máquina del tiempo?. Esto es solo una posibilidad.
elyascarlos@gmail.com