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En los muros zapatistas, la alegría por la vida es el símbolo que nos identifica

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En los muros zapatistas, la alegría por la vida es el símbolo que nos identifica

Hace 30 años, con la irrupción del EZLN, el pintor Gustavo Chávez realizó murales con las comunidades
Ángel Vargas
Periódico La Jornada
Domingo 31 de diciembre de 2023, p. 5
Los muros y el color han sido parte fundamental del movimiento zapatista desde que irrumpió hace 30 años en Los Altos de Chiapas, sostiene el pintor Gustavo Chávez Pavón, quien por más de tres lustros realizó con los pobladores de esa región alrededor de 120 murales.

Algunos se han convertido en emblemas de esa lucha, por ejemplo el que plasma a una niña que, mientras lee, tapa la mitad de su rostro, el cual está pintado en la primaria rebelde autónoma de Oventic; la imagen ha sido reproducida en otros poblados del estado y del país, e incluso en el extranjero.

En los muros zapatistas, la alegría por la vida es el símbolo que nos identifica


?Los murales zapatistas han servido para dejar rastros de colores en las montañas, delimitar territorio y ratificar al muralismo como arma de lucha. No sólo es un medio de expresión, sino una trinchera desde la cual combatimos los pueblos que nunca hemos tenido voz y que siempre hemos estado marginados de la sociedad, el arte y la cultura.

Ha sido una muy buena trinchera para agruparnos y demostrar que podemos socializar el acto creativo, quitarnos egos, ser todos artistas y que tenemos mucho por decir.

En entrevista, con motivo del 30 aniversario del alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que se cumple este primero de enero, el también activista asegura que la práctica colectiva de esa actividad en las comunidades zapatistas no sólo refrendó la dimensión social y política de esas obras, sino que impulsó su auge en el país, lo cual se percibe a la fecha en movimientos de defensa del agua y de la tierra.

Nacido en la capital mexicana en la década de los 60, la llegada de Chávez Pavón a Los Altos de Chiapas se dio en 1994 de forma natural, al comulgar con el ideario de aquel movimiento y tras haber participado en varias luchas indígenas y campesinas, entre ellas en Juchitán, Oaxaca.

Al poco tiempo fue invitado a participar en el Sistema Educativo Rebelde Autónomos Zapatista de Liberación Nacional, desde donde desarrolló durante 16 años su trabajo muralístico en diversas comunidades. Mi tarea era dar talleres de pintura y marcar territorio con productos artísticos que permitían y provocaban la participación de los colectivos en cada comunidad. Dejamos identidad y delimitamos el territorio zapatista, cuenta.

Así, la guerrilla, el movimiento zapatista, se vistió de colores, luces e ideas en un montón de muros de madera, cartón y lámina de metal o asbesto pintados y, con mucho respeto, hasta en algunos árboles.

Chávez Pavón aclara que, más que ser artista, su búsqueda ha sido tratar de cambiar el mundo, para lo cual se inspiró en la Brigada Ramona Parra, de Chile, conformada por muralistas que usaron los espacios para difundir sus mensajes en la Unidad Popular durante la época de Salvador Allende.

El muralismo que hacemos es con compromiso, militante; no busca venderse, becas ni insertarse en el sistema para desarrollarse como un oficio del cual puedan obtenerse recursos, sino ser una acción solidaria, compartir, construir sociedades, identidades, pertenencias, alrededor de un pensamiento crítico.

Una forma de ser vistos

Considera que el movimiento zapatista ha encontrado en ese medio plástico otro modo de expresarse y de verse, pero también maneras de ser visto, escuchado, entendido y sentido.

Los muros y el color han sido parte fundamental del zapatismo, remarca, y acepta que no es una práctica reciente, sino que se inserta en un movimiento de resistencia de los pueblos originarios de México de al menos 500 años.

Es una resistencia muy antigua y la hemos ejercido de mil maneras, todas válidas en aquellos tiempos y ahora: las luchas armadas, políticas y sindicales, pero también a través del arte y la cultura.

El pintor afirma que identificar una iconografía zapatista en el muralismo resulta difícil en primer momento, debido a que la lucha de los indígenas de Chiapas y, en general los de México, proviene desde la Conquista.

Sin embargo, precisa que sí la hay, que ?se basa en el paliacate, el pasamontañas, la rebeldía y las miradas de quienes no tienen rostro, pero que sí lo tienen; de los que no tienen nombre, pero que sí lo tienen, que hoy están representados en las mujeres y los niños, así como en los bordados y pinturas que hacen.

También hay una iconografía en cada comunidad, con sus animales, sus tejidos y la cosmogonía, que está siendo reciclada, porque nuestros pueblos habían sido saqueados y marginados para que no tuvieran continuidad en su cultura.

Precisa que en los murales de Los Altos de Chiapas se recuperaron ?referencias al Popol Vuh y a otras tradiciones mayas. Es parte de lo que tratamos de rescatar y resignificar: la identidad y la dignidad indígena a través de nuestras luchas por mejorar nuestro mundo?.

En estos 30 años, Chávez Pavón ha llevado con su quehacer el mensaje zapatista a otras latitudes de México y el mundo. En todas sus obras hay referencias al EZLN, en escuelas del estado de México o en muros de Cataluña, el País Vasco, Irlanda del Norte, Dinamarca, Venezuela, Argentina y Chile, así como en Palestina, donde, en 2004, arriesgó su vida pintando en el muro de la franja de Gaza.

Con el zapatismo hemos querido construir nuestro mundo mediante el arte. Era importante que nuestras comunidades se sumaran a la construcción de su futuro en los muros y que con ellos delimitáramos nuestro territorio: el de los soñadores de lo imposible, finaliza.

?Eso lo subrayamos con colores fuertes y vivos, por eso en nuestros murales no poníamos muertos ni gente sufriendo, sino alegre, sonriendo; poníamos la alegría del amor, porque es a lo que siempre hemos estado negados.

?Tratamos de que nuestros muros fueran actos festivos y que la alegría por la vida fuera el símbolo que nos identificara. Ésa es la lucha del zapatismo: la alegría por la dignidad, por luchar por la dignidad, y lo hacíamos visible para que los muros después viajaran, como hicieron, en fotos, postales y otras publicaciones.

Ha sido bien bonito ver cómo nuestro mundo de esperanza y alegría ha salido hacia otros rumbos, ese mensaje de los zapatistas de pasión por la vida, por luchar, por demostrar que los indígenas no somos los eternos vencidos, sino pueblos en resistencia.

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