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LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA. 2/7 Luz y guillermo Marín.

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<br>LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA. 2/7
<br>Luz y guillermo Marín.


Los mexicanos aún no tomamos plena conciencia del verdadero patrimonio cultural heredado de los "Viejos Abuelos". Los monumentales y asombrosos vestigios, apreciados en las zonas arqueológicas, las excelsas piezas que hoy lucen en museos nacionales y extranjeros, no son más que el reflejo material de la grandeza espiritual de nuestros antepasados.

Lamentablemente, desde la llegada de los conquistadores nunca se valoró en su justa dimensión la sabiduría y el conocimiento de los vencidos. Occidente sólo ha tenido ojos para el mundo "material", que paradójicamente es el menos importante de la civilización del Anáhuac . Con todo, la verdadera riqueza yace en la sabiduría que construyeron a lo largo de miles de años los hombres y mujeres del Cem Anáhuac .


<br>LOS GUERREROS DE LA MUERTE FLORECIDA. 2/7
<br>Luz y guillermo Marín.


Los conquistadores y colonizadores de ayer y de hoy, carecen de ojos y corazón para aquilatar la auténtica riqueza de la civilización negada. Mas, al igual que en China o la India, en lo que hoy es México, se edificó a lo largo de los siglos una sabiduría que le ha permitido sobrevivir a pesar de estar condenado a la desaparición. Lo asombroso es que, a pesar de los quinientos años de salvaje colonización, este milenario conocimiento ha resistido, camuflándose inteligentemente, mediante un sincretismo mágico, para ?integrarse? a la cultura dominante, garantizando así su supervivencia.

La herencia más valiosa que cualquier civilización pueda aportar a sus miembros reside en el conocimiento material que garantice su supervivencia y el conocimiento trascendental que los torne conscientes de sí mismos. Los mexicanos actuales contamos una pléyade de conocimientos, alimentos, tradiciones y objetos como el maíz, el amaranto, el adobe, las tortillas, las salsas, los atoles, los tamales, las cerámicas, los textiles, el pulque, los chapulines, las bebidas derivadas del cacao y del maíz, la milpa, la chinampa, los petates, los mecates, la herbolaria, el tequio, la gozona, la fajina, el sistema de cargos, el compadrazgo? que constituyen la indisoluble trama de nuestra realidad.

Sin embargo, no tomamos en cuenta otro elemento, todavía más importante en nuestro patrimonio, el espiritual o "intangible" que, paradójicamente, representa el aspecto más sólido de cualquier cultura. Si la punta del iceberg es la edificación material, la parte sumergida, infinitamente más grande, representa indiscutiblemente el aspecto espiritual que la organiza y preserva.

En efecto, la civilización del Anáhuac ha producido y preservado celosamente milenarios conocimientos sobre la vida, el ser humano y el universo, que son su verdadero fruto, su mayor riqueza, su razón de ser. Estos conocimientos se generaron entre el segundo siglo a.C. y la mitad del octavo d.C., tras lo cual inexplicablemente la civilización del Anáhuac se vino abajo en una sola generación. Los habitantes de lo que hoy se conoce como las "zonas arqueológicas", -que eran centros de investigación y sistematización del conocimiento-, primero derruyeron y quemaron los edificios casi hasta sus cimientos, cubriéndolos después de tierra para con ello, literalmente "desaparecer de la faz de la tierra". No se sabe por qué lo hicieron, ni cómo lo hicieron, ni a dónde se fueron. Dicho evento es registrado por los especialistas como, "el colapso del periodo clásico superior" y es considerado como uno de los grandes enigmas de la humanidad.

Al igual que en las otras civilizaciones "madre" (la egipcia, la mesopotámica, la india, la china y la de la zona andina), los conocimientos de la cultura anahuaca han quedado preservados de dos maneras. En un reducido y selecto grupo de personas, que celosamente los transmiten de una generación a la siguiente, en espera de su renacimiento oportuno. Así, de manera secreta y a través de escuelas y filosofías herméticas, ha ido pasando esta sabiduría humana a través de los tiempos, lo mismo en Egipto, India, que en México. La segunda manera es en el subconsciente de los individuos, en su banco genético de información cultural, en el corazón del pueblo.

Lo que una civilización ha aprendido en lo más profundo de su ser, no se pierde jamás, por más embrutecido y enajenado que se mantenga a su pueblo. Olvidamos que el mundo es mágico e insondablemente misterioso, y que por consiguiente los humanos estamos hechos de magia y misterio. Es por ello que los pueblos son portadores de conocimiento ancestral.

Educayotl AC. ?Educar para el futuro con la sabiduría del pasado?. Descolonizar es dignificar. No se puede salir del calabozo de la colonización con las ideas del carcelero. www.toltecayotl.org

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