A pocos días de que se cumpla un año de la partida del historiador, Matos Moctezuma informó que se prepara un volumen para honrarlo
Foto? El historiador Alfredo López Austin captado en el MNA, en octubre de 2018.Foto Cristina Rodríguez
Reyes Martínez Torrijos
Periódico La Jornada
Martes 11 de octubre de 2022, p. 4
La obra esencial del historiador Alfredo López Austin, fallecido el 15 de octubre de 2021, se destacó en un homenaje al querido experto en la cosmovisión mesoamericana, así como la generosidad e impulso que dio a las nuevas generaciones exhibida en su docencia, junto con el compromiso político con las culturas indígenas vivas.
El domingo pasado, en el Museo Nacional de Antropología (MNA), el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma recordó la cercanía del primer aniversario luctuoso de López Austin e informó que el Instituto de Investigaciones Históricas prepara un volumen para rendir tributo al especialista.
En la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (Filah) refirió que López Austin (Ciudad Juárez, 1936-CDMX, 2021) escribió que aprovechaba su vanidad para juzgar su obra no en páginas escritas, sino con base en las propuestas centrales que he hecho a lo largo de los años. Enseguida, comparó al historiador con el poeta Walt Whitman.
Si la vanidad lleva a estos dos autores a escribir, el primero, trabajos académicos que enriquecen de ma-nera singular el conocimiento de los pueblos antiguos y actuales de Mesoamérica y, el segundo, a elogiar su epidermis hasta el infinito, bienvenida la vanidad, consideró Matos Moctezuma.
En ambos casos, continuó, dentro de sus universos y separados por el tiempo, esos elogios a sí mismos llegan a tal grado de excelsitud que esa vanidad se trasforma en virtud al dejarnos un legado que rebasa lo simple para fijarse en todos los tiempos.
Recordó el que tal vez ?es el último libro que Alfredo preparó: Juego de tiempos, que se publicó en 2018 en la Academia Mexicana de la Lengua. Es una antología de él y nos la da como trabajos y artículos que él quizá consideraba los principales?.
Opinó que es ?un legado intelectual, en el que expresa sus diversas facetas, como él mismo dice; para ello, hace una selección minuciosa de artículos que considera sus aportes más significativos en el campo de la historia y la antropología.
Me atrevería a decir que el libro fue un pretexto para abrir su pensamiento para darnos el alfa y el omega de una vida que desea señalar el camino andado y las directrices que lo guiaron en su largo transitar hasta llegar a un punto final, donde evoca lo realizado y deja abierta la puerta del futuro para quienes deseen emprender el camino.
Poco antes de iniciar el homenaje, alumnos del reconocido intelectual intercambiaban datos y conversaban sobre la riqueza que les heredó y la admiración por el autor de Hombre-dios: Religión y política en el mundo náhuatl.
En su alocución, el poeta y activista nahua Mardonio Carballo destacó la amistad que le prodigó el gran maestro y, a pesar de su ausencia, que no esperábamos, él está todo el tiempo enseñándonos.
Pidió reconocer la importancia de la pareja de Alfredo López Austin, Martha Rosario Luján, en la obra del investigador. Ella recibió enseguida un nutrido aplauso del público, entre el que se encontraba acompañada por familiares y Diego Prieto, titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Alfredo era un sembrador de dudas (...) Para mí, puede ser el hombre más sabio, un gran maestro, pero creo que, sobre todas las cosas, era buena persona, y eso siempre se tiene que festejar en el mundo y en los ámbitos en los que se movía, en la academia, que también, aunque no se diga, tiene sus desencuentros y enemistades.
Carballo hizo hincapié en que el Premio Nacional de Artes y Literatura 2020, en historia, ciencias sociales y filosofía, otorgó la mayoría de edad a los pueblos indígenas vivos. Alfredo era una gran ceiba cuyas frondas brindaron protección a un montón de personas, que alcanzaba a los pueblos indígenas.
En un video se escuchó a López Austin explicar que todo en la vida del hombre está cambiado y que el objeto de estudio de la historia no es lo que pasó: es el movimiento mismo. En esa secuencia, sostuvo el disfrute y descanso que significaba para él la docencia.
El homenaje contó también con la participación de la arqueóloga Patricia Ledesma y los historiadores Guilhem Olivier y Norma Sánchez Merino, así como del antropólogo Leopoldo Trejo.