La Sierra Madre Oriental en el Noroeste del estado se forman las Sierras de Pápalo y Teutila, territorio de los cuicatecos. Con grandes cañadas, ríos caudalosos en tiempos de lluvia, en las partes altas de clima templado y en las partes bajas de clima tropical en la que se da la caña de azúcar, frutas, especialmente el mango. Muchas personas han perdido la lengua, pero culturalmente siguen siendo cuicatecos. La lengua en extinción pertenece al grupo Otomangue, tronco Savizaa, familia Mixteca.
En lengua Náhuatl "cuica" significa canto y seguramente que en el momento de esplendor este pueblo se debió significar por su capacidad para el canto. En efecto, en el México Antiguo el canto era una de las artes más socorridas y en el lenguaje metafórico, canto significa sabiduría.
Es decir, que en el canto se transmitían los conocimientos, toda vez que las culturas originarias eran fundamentalmente "audiovisuales", pues los códices no eran libros en el sentido occidental, más bien eran recursos nemotécnicos, para acordarse de las historias que se aprendían con "flor y canto".
Es interesante entender que los pueblos del Anáhuac los mantuvieron en "silencio" durante los trescientos años de Colonia, pues sus cantos quedaron prohibidos por la Santa inquisición, pues como todas las actividades y artes de los pueblos indígenas, estaban asociadas o relacionadas con lo sagrado y con lo divino. De modo que los cantos, según los españoles, eran advocaciones al demonio y eran cruelmente perseguidos.
Este "silencio" forzoso estalló en un inmenso coro de voces que, después de la Independencia pudieron de nuevo expresarse y es el momento en que la "canción popular" mexicana nace en el seno del cantar español y se transforma en el "corrido", que le da de nuevo la voz a los pueblos del Anáhuac.
Los cuicatecos como todos los pueblos indígenas tienen una veneración especial por los cerros o montañas. La tradición dice que en ellas se guardan "entidades o poderes" que no son humanos ni celestiales. Estos poderes en ocasiones pueden ayudar a los humanos. De hecho casi todos los pueblos antiguos poseen un "Dios Tutelar" algún cerro o montaña cercana a la población y se venera generalmente el día de "la Santa Cruz".
Es una fiesta atávica, subir el cerro tutelar una vez al año con ofrendas, comida, música y bailes (de ahí nace la fiesta de la Guelaguetza en la ciudad de Oaxaca y en los Valles). Los cuicatecos al Señor del Cerro le llaman "Sá iko" y tienen todo un sistema de creencias filosófico-religiosas que mezclan las dos culturas en un sincretismo abigarrado y mantenido en un submundo, donde es muy difícil penetrar y que se ha sabido mantener en la clandestinidad de la cultura dominante.