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MALINCHE, IXTLILXCHITL Y CHICOMECTL

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MALINCHE, IXTLILXCHITL Y CHICOMECTL
La historia ancestral y de la invasin del Anhuac, la han escrito los vencedores. Y tambin, ?la visin de los vencidos? ha sido escrita por los vencedores. Casi toda la historia ?oficial? y acadmica, est escrita con una visin hispanista, colonizadora y basada en aejas mentiras que, ao con ao, se le suman nuevas variantes de estas mentiras, escritas nacidas de un pensamiento nico y que toma a las llamadas ?fuentes histricas?, es decir, los textos escritos en el siglo XVI, tanto por filibusteros como Corts, como fanticos religiosos como Sahagn y hasta anahuacas conversos como Fernando Alva Ixtlilxchitl, que escribe como espaol para validar las solicitadas ddivas de la corona, por su supuesta ?nobleza indiana? y descendiente anahuaca aliado a Corts, como fue Ixtlilxchitl ?el joven?, quien fue el capitn en jefe de los ejrcitos anahuacas que combatieron del lado de Corts.
La idea base, que se crea con Coln, Corts y Pizarro, simblicamente, as como con Bernardino de Sahagn en el Norte y Gaspar de Carvajal en el Sur, todos ellos y muchos ms, mantuvieron histricamente en esencia, el mismo discurso, que trata de justificar la infamia de una invasin sin motivo, las grandes matanzas, los despojos y saqueos, as como el epistemicidio. En efecto, los espaoles, tanto mercenarios como religiosos, pretenden describir a los pueblos que llegaron a saquear y asesinar, como terribles y sdicos guerreros, que eran canbales y salvajes, idlatras y primitivos, que se la pasaban en guerras y matanzas entre pueblos hermanos, sometiendo y esclavizando, por lo que era urgente, preciso y cristiano civilizarlos y cristianizarlos. Con esta narrativa aumentaban sus supuestas hazaas, tanto militares como religiosas. Pero, sobre todo, justificaron el intento fallido de destruir y erradicar por completo la sabidura y el conocimiento ancestral de la civilizacin que alcanz el ms elevado nivel de desarrollo y bienestar para todos sus pueblos.

Estos escritos, que no fueron hechos con imparcialidad y honestidad, por el contrario, fueron escritos con la mentira. Escritos hechos a conveniencia de quienes los hacían, de quienes se referían y de las instituciones, fuera la corona o la iglesia, que los financiaba o servían. Un dato revelador de esta infamia, es que todos los escritos del siglo XVI, tenían que pasar por la censura del Consejo de Indias y por la Santa Inquisición, motivo por el cual, hasta ahora, no se tiene ningún texto original y esto da mucho que pensar sobre la fiabilidad de estos textos. Pero que, a pesar de lo anterior, siguen siendo usados como ?fuentes históricas?, con carácter de fidedignas y versases, lo que las lleva a ser verdaderos dogmas colonizadores. Lo sorprendente es que la academia, no ha manifestado ninguna crítica o análisis descolonizador sobre estos textos, que siguen usando para construir una y otra vez, el añejo discurso de la superioridad de la cultura Occidental, su religión, su lengua y su tecnología.
Por todo lo anterior, al acercarse la conmemoración de los cinco siglos de la invasión y ocupación del Anáhuac, se requiere ventilar, repensar y analizar con una lógica y un pensamiento crítico, no solo lo que escribieron y han escrito los historiadores hispanistas, sino lo que no se ha escrito, lo que no se ha pensado, lo que se ha ignorado por estar colonizados o por la pereza mental. Ante el fin del sistema que nació con la invasión, es decir, la colonización, el capitalismo y la modernidad, se requiere crear una nueva narrativa, que explique con una lógica y sentido común totalmente descolonizado, otros posibles escenarios de lo que sucedió durante la primera parte del siglo XVI, no solo en México, sino en todo el continente. Porque, extrañamente, todo fue muy similar.
De esta iniciativa surge la imperiosa necesidad de analizar y repensar los hechos en los que participaron tres personajes que Cortés, de manera inmoral y ruin, -cuál era su estilo-, desapareció o minimizó su participación en sus escritos, tanto en Las Cartas de Relación, como en Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, que escribió bajo el seudónimo de Bernal Díaz del Castillo, ya que por el juicio de residencia que se le estaba llevando por sus fechorías en el Anáhuac, a Cortés se le prohibió escribir sobre el tema.
Cortés, después de ordenar el asesinato de Fray Juan de Tecto, que el rey envió para conocer lo que verdaderamente sucedida en Anáhuac, fue rechazado por la corona, pero, gracias a Las Cartas de Relación, que bien dicen los que saben, que fue ?la última novela de caballería de la Edad Media? (por las mentiras) y a las riquezas que empezaban a llegar a Europa, Cortés se auto convirtió en un héroe. Recuérdese que Cortés leyó el libro escrito por Julio Cesar, Las Guerras de las Galias, y copió el estilo para ser el único héroe de la invasión, disminuyendo la importancia de la participación de Malinche rebajándola a su amante y traductora, cuando fue la fuente de información histórica, filosófica y política de Cortés, además de la interlocutora y embajadora de él. Cortés no daba un paso sin la consulta o aprobación de Malinche. Sin embargo, en su texto solo la refiere en tres ocasiones.
Cortés no era militar, ni hablaba la lengua náhuatl, no conocía los usos y costumbres militares de los ejércitos nahuas, además que no tenía el liderazgo que si tuvo Ixtlilxóchitl, quien fue el que dirigió y ganó todas las batallas a los mexicas y sus aliados. Además de que sumó el ejercito más numeroso y con más experiencia, que fue el texcocano con trescientos mil hombres, que bue la base de la fuerza que utilizó Cortés.
Chicomecátl, el Señor totonaca de Cempoala, quien fue el primer aliado de Cortés, le proporcionó ?un ejército? de cocineras, cargadores y hombres para el abasto, para darle permanentemente de comer a los españoles durante toda la campaña. De no ser por este apoyo, no se hubieran logrado objetivos mayores. Cortés llega a tal desprecio de su valioso aliado que, en las Cartas de Relación, solo lo menciona como ?el cacique gordo?.
Sin la valiosa participación de estos tres personajes anahuacas y sin la profecía del regreso de Quetzalcóatl, Cortés hubiera sido rechazado y derrotado, como le sucedió a Hernández y a Grijalva. Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado.

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