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EL PROPIO LEGADO DE CULTURA. Miguel León Portilla.

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Ahora bien, la documentación nos muestra que después de haber obtenido fray Bernardino estas noticias – o sea el parecer de los mexicas sobre sus varios vecinos- quiso proponer parecidas preguntas a los indígenas informantes en búsqueda de la imagen cultural que tenían ellos de sí mismos. Pero entonces, contra lo que pudiera esperarse, los informantes mexicas, prescindiendo en gran parte del cuestionario, se expresaron de manera más espontánea y en extremo significativa. De hecho, para referirse a sus propios orígenes y forma de vida, adujeron tradiciones que por encima de todo, pusieron al descubierto la conciencia que tenían de su legado de cultura.

 

Comenzaron los mexicas ofrecen una explicación de su propio nombre, defendiéndolo con el de su sacerdote y dios MECITLI O Mexitli. Aludieron luego a su origen y manifestaron que era el último de los grupos chichimecas que había venido de las grandes llanuras del norte. Abandonando ya el esquema de los cuestionarios de Sahagún, optaron enseguida por recordar un viejo relato, en el que son patentes las metáforas y los paralelismos de expresión característicos del narcotráfico. A través de sus palabras quisieron destacar una vinculación cultural con gentes de tiempo incluso remotos, que habían dejado honda huella y herencia valiosa la religión del altiplano y aún fuera de ella.

Los pueblos a los que aludieron los mexicas eran los más antiguos creadores de la cultura en las costas del golfo de México, con la mítica Tomanchan, en Teotihuacan, en la región Huasteca, en Cholula y en la metrópoli del sacerdote Quetzalcoatl, Tula Xicocotitlán. Según los informantes, esos fundadores de distintos señoríos, habían  alcanzado logros extraordinarios. También había conocidos periodos de crisis y a la postre ruina y abandono de sus propias creaciones. Mas, lo que en verdad importa era que a ellos se debía la raíz de una yuhcaltliliztli, “el existir de un modo determinado, con una larga serie de ofrecimientos, de carencias y muchas formas de renacer. Así habría surgido lo que, tal vez en época más cercana, llegó a conocerse como Toltecáyotl: el gran conjunto de creaciones del hombre en sociedad, artes y urbanismo, organización compleja, centros de educación, escritura, calendario, saber acerca de la divinidad y del mundo. Todo eso era herencia recibida por los mexicas y, por tanto, al hablar ahora de sí mismos, les pareció necesario recordarlo. Del texto que nos conserva sus palabras, bastante largo por cierto, citaré sólo las proporciones más significativas. Como lo dijeron los mexicas, está es  “la relación que solían pronunciar los ancianos”:

En un cierto tiempo que ya nadie puede contar, del que ya nadie puede ahora bien acordarse, quienes aquí vinieron a sembrar a los abuelos, a las abuelas, estos, se dice, llegaron, vinieron, siguiendo el camino, vinieron a barrerlo, vinieron a terminarlo, vinieron a gobernar aquí en esta tierra, que con un solo nombre era mencionada, como si se hubiera hecho esto un mundo pequeño.

Por el agua en sus barcas vinieron, en muchos grupos, y allí arribaron a la orilla del agua, a la costa del norte, y allí donde fueron quedando sus barcas, se llama Panutla, quiere decir, por donde se pasa por encima del agua, ahora se dice Pantla (Pánuco).

Enseguida siguieron la orilla del agua, iban buscando los montes, los montes blancos y los montes que humean; algunos se acercaron a Quauhtemallan.

Además no iban por su propio gusto, sino sus sacerdotes los guiaba, y les iban hablando sus dioses.

Después vinieron, allá llegaron, al lugar que se llama Tomanchan que quiere decir “nosotros buscamos nuestra casa”. Y allí permanecieron algún tiempo.

Los que allí estaban eran los sabios los llamados poseedores de los libros de pinturas, pero no permaneció mucho tiempo, los sabios luego se fueron, una vez más entraron en sus barcas y se llevaron la tinta negra y roja, los códices y las pinturas, se llevaron todas las artes, la Toltecáyotl, la música de las flautas. Y cuando estaban a punto de partir, convocaron a todos los que iban a dejar, le dijeron: dice el Señor nuestro, Tloque Nahuaque, el Dueño del cerca y del junto, el que es Noche y Viento, aquí habré de vivir, aquí os hemos venido a sembrar, esta tierra os ha dado el Señor nuestro, es vuestro merecimiento, vuestro don. Ahora lentamente se va más allá el Señor nuestro, Tloque Nahuaque.

Y ahora también nosotros nos vamos, porque lo acompañamos a donde él va, el Señor, Noche, Viento, el Señor nuestro Tloque Nahuaque, porque se va, pero habrá de volver, volver a aparecer, vendrá a visitarnos, cuando esté para terminar su camino la tierra, cuando se halla el fin de la tierra, cuando esté para acabarse, el saldrá para poner fin. Pero vosotros aquí habréis de vivir, aquí guardaréis vuestro don, nuestro favor, lo que aquí hay, lo que aquí brota, lo que se encuentra en la tierra, lo que hizo merecimiento vuestro aquel a quien habéis seguido.

Y ahora ya nos vamos, le seguimos, adonde él va.

Cuando se marcharon los sabios –los portadores de los libros de pinturas, de la música de flautas, del conjunto de todos las artes y, en una palabra, de la Toltecáyotl- grande fue, según el viejo relato, la  consternación del resto del pueblo que allí quedó y se sintió abandonado. Fue menester entonces recordar o reinventar, por primera vez, la raíz de lo que más tarde habría de conocerse como la Toltecáyotl. Según el texto, en que se  funde el mito e historia, correspondió a cuatro ancianos llevar esto a cabo. Entre ellos estuvieron Oxomoco y Cipactónal, que en otras fuentes aparecen como los progenitores de la especie humana. Así, a quienes en el pensamiento religioso se les atribuía el origen de la propia existencia, se adjudicó también el haber hecho posible el nuevo ser cultural con las cuentas del tiempo, anales, cantos y artes, crea y luz que – según afirmaron- ilumina la tierra y la comunidad de los humanos

Enseguida se fueron los portadores de los dioses, los que llevaban a cuestas los envoltorios, dicen que les iba hablando su dios. Y cuando se fueron, se dirigieron hacia el rumbo del rostro del sol, se llevaron la tinta negra y roja, los códices y las pinturas, se llevaron la Toltecáyotl, todo se lo llevaron, los libros de cantos y las flautas.

Pero se quedaron cuatro viejos sabios, el hombre hubo de uno era Oxomoco, el otro Cipactónal, los otros se llamaba Tlatetecuin y Xochicahuaca.

Y cuando había marchado los sabios, se llamaron y reunieron los cuatro ancianos y dijeron: ¿brilla en el sol, amanecerá? ¿Cómo vivirán, como se establecerán los  masehuales? Porque se ha ido, porque se han llevado la tinta negra y roja. ¿Como si serán los masehuales? ¿, permanecerá la tierra, la ciudad? Cómo habrá estabilidad? ¿Qué es lo que va a gobernarnos? ¿Qué es lo que nos guiara? ¿Quées lo que nos mostrará el camino? ¿Cuál será nuestra norma? ¿ ¿Cuál será nuestra medida? ¿Cuálserá el dechado? ¿De dónde habrá que partir? ¿Qué que podrá llegar a ser la tea y la luz?

Entonces inventaron la cuenta de los destinos, los anales y la cuenta de los años, el libro de los sueños, lo ordenaron como se ha guardado y como se ha seguido el tiempo que duró el señorío de los toltecas, el señorío de los tecpanecas, el señorío de los mexicas, y de todos los señores chichimecas. 6

Los informantes mexicas,al comunicar este relato que según ellos, “solían repetir los ancianos”, manifestaron ser conscientes de la antigüedad de no pocas instituciones y elementos sumamente apreciados y con plena vigencia en su propia cultura. Entre otras cosas afirmaron que, gracias a este remoto y primer acortamiento del calendario, las cuentas de años y destinos vinieron a ser norma permanente de ser de muchos pueblos y finalmente también en la  nación mexica. Y debemos insistir en la lejanía que, en el tiempo, asignaron a tales descubrimientos y consiguientes reivindicaciones o rescates. Al decir de los informantes todo ello había ocurrido antes de la fundación de Teotihuacan, la ciudad de los dioses, cuyos orígenes sitúan actualmente la arqueología se exilió primero de la era cristiana. Como vamos a verlo, al continuar su relato, expresaron que precisamente algunos de estos creadores de la cultura y civilización del modo de una Toltecáyotl, fueron los que más tarde dieron principio a Tollan Teotihuacan.

¿Significa esto que los mexicas, al mostrarse como herederos de quienes habían alcanzado este tan antiguo florecimiento en las costas del golfo y la mística región de Tomanchan, tuvieron al menos vaga conciencia de que su legado entroncaban en lo que – gracias a la arqueología- conocemos hoy como cultura olmeca o “cultura madre” en el ámbito de Mesoamérica? La pregunta, por atrevida que parezca, y desde luego de difícil respuesta, no carece de sentido y parece derivarse del análisis del texto que estamos comentando.

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Notas:

6 Informantes de Sahagún, op. Cit., fol. 192 r. -192 v.

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Tomado del Libro:

TOLTECAYOTL aspectos de la cultura náhuatl.

Miguel León Portilla. pp. 20 - 25.

Fondo de Cultura Económica. México, 1980.

 

 

 

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