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CLAVIJERO Y TEZCATLIPOCA. Mariano Cuevas

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Es el  mayor dios  que se adoraba en aquella tierra, escribió desde la biblioteca del Vaticano el padre Francisco Javier Clavijero en el siglo dieciocho. Su nombre significa espejo resplandeciente: “Era el Dios de la providencia, el alma del mundo, el creador del cielo y de la tierra, y el señor de todas las cosas”.


Era el dios vivo  que resucitaba, o renacía, en el mismo día y momento en que moría. Simbolizaba el acto de nacer y morir de la humanidad y de los fenómenos celestes como el día y la noche o de la agricultura como el invierno y la primavera. En la humanidad entre el ser niño o ser viejo y en la guerra el vencer y el perder. Por eso entre los aztecas, que era el contexto cultural en el que se le adoraba, la guerra era una especie de deporte. Había guerras de conquista para exigir tributo, como es común. Pero también guerras fingidas ( guerras floridas, atlachinolli o aguaquemada) para tener prisioneros y sacrificar a sus dioses.

 El modo en que Tezcatlipoca renacía  es uno de los más impresionantes sucesos   que se tenga memoria del mundo prehispánico. Un joven era investido, y vestido, hasta por el propio rey, con la más grande reverencia. Durante un año se le adoraba como el dios vivo. Se le asignaban cuatro muchachas para que vivieran con él como sus mujeres. Era el rito de la fertilidad. Exactamente un día señalado se le llevaba en una canoa a un cierto lugar  en el sureste del gran lago de México y, sin más, cuatro o seis sacerdotes de su orden “Tlamacazqui” (Tlamatzincatl era otro de sus nombres) lo ponían boca arriba y en vivo le sacaban el  corazón de un solo tajo de cuchillo de vidrio volcánico u obsidiana. Su cuerpo era llevado a la población donde se le preparaba y se le comía como un alimento sagrado. En ese mismo día y  momento en México- Tenochtitlán otro joven estaba siendo investido por el rey para ser  dios Tezcatlipoca durante el año en curso.    

Tezcatlipoca tiene al menos 35 nombres diferentes (imágenes o avatares en otros dioses) y esto guarda relación con tantos aspectos de la vida práctica, la mitología y el ritual, que abarca su sacerdocio. Clavijero habla en pasado pero de alguna manera a Tezcatlipoca sigue adorándosele en las más de cincuenta etnias que existen en México en el siglo veintiuno. El mismo mestizaje de la ciudad lo tiene vivo de manera inconsciente en una serie de prácticas diarias.  Es común escuchar algún remedio de carácter herbolario. Por ejemplo: “Mezcle usted ruda con alcohol y déjela serenar por cinco noches”. Pocos saben que  ese es el  tiempo que el remedio debe pasar bajo la luz de las estrellas.  Tezcatlipoca  Yayauhqui (Tazcatlipoca Negro) es el señor de la noche y bendice tal remedio. En el “metro” y en todas partes de la ciudad de México se venden golosinas en barras de  amaranto mezclados los granos de esta planta con miel. Y era precisamente con amaranto y miel con lo que se hacían las figuras antropomorfas de Tezcatlipoca para servir de alimento sagrado, ritualizado,a los pueblos, al menos del Valle de Mexico, que es donde se da desde la antigüedad el amaranto.

Sus elementos de identificación de Tezcatlipoca son una pierna cercenada y un espejo de obsidiana. El mes en el que de manera particular se le adoraba era en mayo, que en el calendario mexicano se llama Toxcatl. Clavijero dice que el 17 de mayo era el día que se iniciaban las festividades. Otros autores dan fechas diferentes aunque cercanas. Fray Diego Durán dice que era el 9 de mayo. Fray Bernardino de Sahagún cree que el 27 de abril.

Tezcatlipoca era el numen tutelar de los hechiceros “hijos de la oscuridad” quienes tenían la capacidad de trasformarse y agarrar la figura de ciertos animales ya fuera jaguar, coyote o zorro. Todo en la perspectiva terapéutica y no debe confundirse con la tradición nocturna patológica  procedente de Europa llena de vampiros, brujas y demonios de toda clase.

Un rito de iniciación para el joven azteca era pasar una o varias noches solo en el bosque montañoso.Era vivir envuelto  entre las sombras sagradas, benéficas, agradables,del dios Tezcatlipoca. Desde  la conquista española las sombras de la noche en el bosque están pobladas de demonios. Esa es la razón que al mexicano, sobretodo al de la ciudad,le es casi imposible pernoctar solo en la montaña.

A Tezcatlipoca se le adoraba de manera especial en pueblos a la redonda del volcán Popocatépetl. Por eso se considera, en el alpinismo mexicano, que esta alta montaña es el avatar de Tezcatlipoca. Tales son los pueblos como  Cholula (este), San Juan Tianquizmanalco (sureste), Tetela del Volcán (sur), Chalco-Amecameca (noroeste), Tlamacazcalco (norte).

En tiempos recientes se han realizado investigaciones académicas de mucha profundidad de este dios como la de Guilhem Olivier: Tezcatlipoca, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 2004.

Tomado de: http://tlamatzinco.blogspot.mx/2010/09/clavijero-y-tezcatlipoca.html

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