La ideología racial como producción del sistema-mundo capitalista moderno. (Fragmento)
University of San Francisco
Resumen:
Este artículo presenta tres trayectorias de investigación hacia la deconstrucción de la ideología capitalista en la teología cristiana. Enmarca el capitalismo como la institución central material en la historia de las Américas a través de la reflexión sobre la teoría del sistema-mundo capitalista moderno de Immanuel Wallerstein.
Luego considera la teoría de la colonialidad del poder de Aníbal Quijano, la cual hace hincapié en el papel de la racialización en la construcción de clases trabajadoras capitalistas. Por último, el artículo considera la teoría de Louis Althusser sobre la interpelación, que demuestra cómo la ideología capitalista está internalizada por los sujetos políticos. El artículo concluye que ningún tema teológico está totalmente libre de la influencia de la ideología capitalista.
Palabras claves: Ideología racial, Teoría del sistema-mundo, Teología cristiana, Capitalismo.
Acerca de Jorge A. Aquino
Jorge A. Aquino es Doctor por el Graduate Theological Union en Berkeley, California, EEUU. Actualmente es Profesor Asociado de Teología y Estudios Religiosos y de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de San Francisco, en California. Es presidente (2014-2015) de la Academia de Teólogos Católicos Hispanos de los Estados Unidos (ACHTUS), y se desempeñó como Co-Presidente del Grupo sobre Religión en América Latina y el Caribe de la Academia (Norte)Americana
de Religión (2007-2011). Ha publicado numerosos artículos sobre la teología Latina en los Estados Unidos, teología de la liberación, teoría queer y sobre la crítica a la teoría de la ideología racial
Introducción
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Este ensayo busca elaborar un pensamiento histórico, tratando de entender el tema de lo étno-racial como una construcción ideológica violenta y reificada. El racismo, con fuertes raíces en la esclavitud racial, luego reconfigurado en medio de las agitadas revueltas nacionalistas pan-americanas del siglo XIX, continúa siendo hoy en día un desconcertante complejo de estrategias para someter a las clases subalternas en una condición desfavorable, a menudo insufrible. El objetivo de este ensayo es ayudar a replantear una teología latina norteamericana, sobrina en principio, de la teología latinoamericana de la liberación. Como mínimo, buscamos que aquella teología latina norteamericana refleje el espíritu revolucionario de esta última sin recurrir simplemente a una mímica de su empresa intelectual. Sin embargo, para ello, necesitamos tener una mejor comprensión de las fuerzas sociológicas que sitúan a los latinos como sujetos diaspóricos, especialmente en la manera en que el sistema mundial capitalista de la economía política racializa a los seres humanos.
La noción de raza se enmarca en este ensayo a través de un lienzo de grandes dimensiones: una meta-historia del capitalismo que data ya de 500 años. Si entendemos el capitalismo como un sistema de transferencia de la riqueza excedente de los trabajadores que producen bienes de consumo para los capitales dueños de los medios de producción, entonces el racismo, es decir el discurso social que analiza el valor humano moral y político de acuerdo a los tipos corporales y culturales, es la ideología capitalista por excelencia. Ningún sistema de pensamiento, tal como lo es teología, que mantenga a la justicia social global como un criterio crucial puede pasar por alto la cuestión de cómo la diferencia racial se correlaciona con la pobreza masiva, tanto en los Estado-nación del tercer mundo como en los barrios tercermundistas de las metrópolis urbanas post-industriales.
De este modo, este artículo trabaja con la siguiente hipótesis: La interpretación de la teo-cultura latina en los Estados Unidos debe pasar por un análisis claro de los conceptos de raza, racismo, racialización y formaciones raciales. Este análisis debe estar formulado como una crítica al capitalismo global transnacional, y a sus representaciones culturales (hetero)patriarcales, sexistas, racistas y homofóbicas. El racismo no es simplemente un efecto secundario del capital global, como un tumor benigno o una anomalía accidental de «manzanas podridas» dentro de la cultura democrática. Por el contrario, el racismo es una condición indispensable e intrínseca que posibilita la acumulación de capitales. En otras palabras, el capitalismo actual no sería posible sin una práctica histórica racista, lo cual no es nada más ni nada menos que el proceso por el cual los «cuerpos de color» han sido delimitados como subalternos y subordinados.
Generalmente se olvida que el racismo fue el fundamento del logos ideológico del colonialismo en las Américas, un hecho que tan vívidamente ilustra el estudio sobre los debates entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda en el siglo XVI sobre la ética de la conquista.
Por lo tanto, la crítica del racismo es también una crítica tanto de la economía política como del capitalismo. Las teologías cristianas subalternas tienen un importante papel simbólico y discursivo a la hora de la crítica, especialmente mediante su participación en la energía profética y bíblica. Si una teología liberacionista latina en los Estados Unidos hiciera hincapié en el carácter socialmente conflictivo de la historia, entonces, una gramática latina de la identidad debería lidiar con la forma en que nuestra condición de sujetos racializados establece una subalternidad latina.
Para ello, hablaremos de tres tropos hacia una gramática de las relaciones entre la historia, la ideología y el poder. Presentamos estos tropos en pos de las afirmaciones por las cuales el racismo se manifiesta a sí mismo periódicamente: tanto como un fenómeno social imaginario del espacio y del tiempo «la historia» como el dominio donde diferentes agentes destacados luchan, en una suerte de guerra de todos contra todos, por las posiciones más prominentes en la constante evolución de la hegemonía mundial histórica «el poder». Estas guerras de posición, que en ocasiones evolucionan en lo que la geopolítica contemporánea llama «guerras calientes», genera ideas «la ideología» sobre la persona humana, sobre las relaciones sociales y sobre la adecuada relación entre la moralidad y la condición social.
Esas ideas se congelan en una matriz de subjetivación, un término que expresa teóricamente cómo los intereses hegemónicos moldean tanto la identidad individual y grupal como la competencia política y la consciencia.3
Como materia de la subjetivación, la ideología forma, sin determinar por completo, la mayor parte de lo que una persona puede imaginar y sentir: en particular, los ámbitos de sus opciones políticas, estados de ánimo psíquicos, prácticas sexuales, y la subjetividad religiosa. La ideología, así, proporciona a los sistemas sociales un formidable basamento discursivo que dispensa distintos destinos a las diversas clases de personas, según los intereses del status quo hegemónico en un momento dado de la historia. Además de dar forma a nuestras almas, y al «contenido de nuestro carácter»,4 las reivindicaciones ideológicas sobre la noción de raza regularmente invierten esas impugnaciones por el poder con mayor o menor confianza en su derecho de subordinar algunos de sus semejantes, o en su defecto para resistir a la subordinación, dentro del orden reificado.
Si bien a menudo somos testigos de piadosas invocaciones en torno a la justicia dentro de ese orden, tales invocaciones rara vez cambian el desequilibrio material de bienes y privilegios por el cual algunos prosperan en su bienestar mientras que otros sufren la «muerte antes de tiempo».5
Esta expresión un tanto abstracta de la experiencia histórica de racialización es lo que se busca tener en cuenta en este ensayo, lo cual sienta las bases teóricas para una comprensión sobre cómo el pensamiento racial tiene una presencia subterránea en la teología.
Creemos que los tropos de la historia y el poder en términos de lo que denominamos «la larga historia de la colonialidad», sintetizan las ideas sociológicas del «sistema-mundo moderno» con una teoría concerniente a la «colonialidad del poder», ya que estos conceptos se expresan, respectivamente, en la obra de Immanuel Wallerstein y Aníbal Quijano. Esta «larga historia» intenta brindar parte de los antecedentes materialistas a través de los cuales la noción de raza se convirtió en un instrumento indispensable para la explotación global de la división del trabajo dentro del orden del Nuevo Mundo posterior a 1492. Especificamos 1492, siguiendo no solo al filósofo latinoamericano Enrique Dussel sino también a una larga historia de consenso dentro de la conciencia política de América Latina que toma esa fecha como el «año cero» de la modernidad. A contramarcha de buena parte de la filosofía política que ha salido de Europa después de la Ilustración, la modernidad no está realmente marcada por lo que sucedió en Europa sino por lo que los europeos hicieron fuera de Europa tanto a los pueblos indígenas como a los millones de individuos trasplantados de África que fueron secuestrados y llevados a las Américas, para posteriormente hacerse cargo de la vocación miserable y mortal de ser esclavos raciales (Dussel, 1992, 1998).
Nos apresuramos a añadir que no se ofrece aquí un relato histórico acabado para englobar esta idea de la «larga historia de la colonialidad». Por el contrario, ofrecemos algo más parecido a un meta-relato, delimitando algunos hitos dentro de una extensa teoría del gran movimiento de la historia como un medio para establecer las bases materialistas que comprendan el fenómeno del racismo tanto como una de las ideologías dominantes de la modernidad como una de las ideologías que la teología debe necesariamente enfrentar.
Volveremos a considerar más concretamente la noción de raza como una construcción ideológica a través de la discusión de la obra de Louis Althusser antes de concluir con algunas reflexiones sobre cómo la «larga historia» y la ideología racial podrían informar de manera productiva la reflexión teológica latina.
Notas:
1 Agradezco a Hugo Córdova Quero por la traducción de este artículo desde su original en inglés.
2 El debate entre Las Casas y Sepúlveda en Valladolid (1550-1551) es un fundamento de la historia racial en América Latina. Véase Giménez Fernández (1984); Hanke (1974); Las Casas (1958, 1982); y Sepúlveda (1984).
3 Hablo de subjetivación en términos de la teoría de la ideología de Louis Althusser, véase infra.
4 Del discurso «I Have a Dream» [Tengo un sueño] de Martin Luther King Jr. (1991: 219).
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Tomado de:
http://www.gemrip.com.ar/wp-content/uploads/2014/12/Aquino-2015-Historia-Poder-Ideologia-1.pdf