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TEORÍAS DE LA COMPLEJIDAD Y CIENCIAS SOCIALES. Leonardo G. Rodríguez Zoya

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Nuevas Estrategias Epistemológicas y Metodológicas Universidad de Buenos Aires, CONICET

Julio Leónidas Aguirre Universidad Nacional de San Martín, Argentina

Resumen.- El estudio de la complejidad y de los sistemas complejos ha devenido, desde mediados del siglo XX, en un objeto de estudio central para la ciencia contemporánea pero también para la reflexión filosófica, ética y política. El objetivo de este trabajo es realizar una articulación crítica entre dos modos distintos y antagónicos, quizás, de entender y estudiar la complejidad: el pensamiento complejo de Edgar Morin y las así llamadas ciencias de la complejidad. El artículo explora las implicancias y desafíos epistemológicos y metodológicos que las teorías de la complejidad plantean para la investigación en ciencias sociales.

 

Palabras clave.- pensamiento complejo, ciencias de la complejidad, epistemología, metodología, modelos basados en agentes.

Introducción

El objetivo de este trabajo consiste en reflexionar sobre el concepto de complejidad organizada en un nivel epistemológico y metodológico, a la luz de los aportes de las teorías contemporáneas de la complejidad. El estudio de los problemas de complejidad organizada ha sido una de las preocupaciones centrales en diversas teorías de complejidad formuladas en el marco de diversas ciencias y disciplinas, como la sistémica, la cibernética, la biología, la termodinámica, la epistemología, la antropología y la investigación social de segundo orden, entre otras.

En el plano epistemológico, el propósito del trabajo consiste en buscar un punto de articulación y complementariedad entre dos modos de abordaje a la complejidad organizada: el pensamiento complejo y las ciencias de la complejidad. En el plano metodológico, se aborda una técnica específica de las ciencias de la complejidad: la simulación basada en agentes. En este marco, se presenta la plataforma informática SocLab, una implementación de software desarrollada sobre la base de la formalización de la sociología de la acción organizada que tiene como finalidad, la modelización y simulación de organizaciones sociales. Se examinan críticamente los resultados de una investigación empírica desarrollada en Francia, la cual empleó la metodología SocLab en el campo de la gobernanza medioambiental del agua.

Un lugar para la complejidad en el pensamiento científico contemporáneo

La ‘complejidad’ constituye una perspectiva novedosa y marginal en la ciencia contemporánea; su carácter de novedad radica en que el estudio de la complejidad implica, en buena medida, un quiebre o discontinuidad en la historia de la ciencia o, más precisamente dicho, en la racionalidad científica occidental. La complejidad introduce, en el terreno de las ciencias, una racionalidad post-clásica que habilita e incorpora problemas ignorados o vedados por el pensamiento científico moderno.

Estos problemas involucran, en un sentido no exhaustivo, cuestiones relativas al desorden, el caos, la no-linealidad, el no-equilibro, la indecibilidad, la incertidumbre, la contradicción, el azar, la temporalidad, la emergencia, la auto-organización. La complejidad puede entenderse, por lo tanto, como un paradigma científico emergente que involucra un nuevo modo de hacer y entender la ciencia, extendiendo los límites y criterios de cientificidad, más allá de las fronteras de la ciencia moderna, ancladas sobre los principios rectores del mecanicismo, el reduccionismo y el determinismo (Delgado Díaz 2004; Morin 2004b; Sotolongo y Delgado Díaz 2006; Vilar 1997).

Por otro lado, la complejidad se ubica en una zona marginal del saber científico contemporáneo, aunque sin duda sus grados de penetración, y por consiguiente de marginalidad y desconocimiento, varían de una ciencia y/o disciplina a otra. Para decirlo lisa y llanamente, las teorías y métodos asociados a ‘la complejidad’ no constituyen el mainstream en los campos científicos o disciplinares en los que se desarrollan. Esta situación de marginalidad es menor en el campo de las ciencias de la materia y de las ciencias de vida, campos en los cuales es posible rastrear la prehistoria de las ideas científicas de lo que hoy se denomina ‘teoría/s’ y/o ‘ciencias’ de la complejidad3

1. El hecho relativo a que estas ciencias hayan sido más receptivas del estudio científico de la complejidad obedece también a otro hecho no menos significativo, el cual refiere al lenguaje propio en el que se expresa el pensamiento de las ciencias físico-naturales, más proclive o sensible al empleo del lenguaje formal y matemático. Así, el estudio y dominio de la complejidad en el terreno científico (por distinción –mas no oposición- respecto del pensamiento filosófico y dellenguaje natural más comúnmente empleado en las disciplinas humanísticas y sociales) ha estado estrechamente ligado a la invención y el desarrollo de lacomputación moderna4

2. De este modo, la teoría matemática de la complejidad y las ciencias de la computación5  constituyen el andamiaje necesario, pero no exclusivo ni exhaustivo, para el abordaje de una mirada científica de la complejidad en el campo de las ciencias de la vida y de la materia en sentido amplio (física, química, biología, termodinámica, etc.).

Lo que hoy suele llamarse ‘teoría de la complejidad’ -en singular-, o en su denominación más pluralista, ‘teorías de la complejidad’ -en plural-, es en realidad el nombre de un campo con límites borrosos que abarca, en su formulación científica, a las teorías de los sistemas complejos en sentido amplio (sistemas dinámicos, sistemas no lineales, sistemas adaptativos), la teoría del caos y los fractales6  (Morin 2004a; Reynoso 2009). Lo cierto es que no existe en la actualidad, una teoría unificada de la complejidad, que sintetice y sistematice de modo explícito los aspectos fundamentales de las distintas y variadas teorías, métodos y algoritmos de complejidad elaborados en el marco de ciencias y disciplinas disímiles7

.3 Esta cartografía de los antecedentes científicos de la complejidad está aún por escribirse, pero a título indicativo y no exhaustivo, pueden enumerarse algunos hitos. La teoría de la evolución de Charles Darwin, y la termodinámica clásica -ciencia del calor- introduce el problema de la temporalidad, ausente por completo en el marco de la física newtoniana, de carácter universal y, por lo tanto, atemporal y ahistórica. Sendas teorías, introducen el problema del tiempo en el pensamiento científico en dos sentidos opuestos. Una, la teoría de la evolución, hace referencia a la emergencia y creación de nuevas estructuras más complejas a lo largo de un proceso diacrónico; la otra, la termodinámica, introduce una flecha del tiempo contraria, el paso del tiempo se asocia a la destrucción de las estructuras pre-existentes (entropía). A estas referencias cabría adicionar: (a) la revolución cuántico-relativista en la física de finales del siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX, incluyendo aquí el principio de complementariedad onda-corpúsculo de Bohr y el principio de incertidumbre de Heisenberg; (b) la formulación de las lógicas no-clásicas que intentan superar los principios de identidad, no contradicción y tercio excluso de la lógica clásica (Gödel, Tarski, Da Costa, Zaeh, entre otros).

4 Los antecedentes de la ciencia de la computación, se retrotraen a las contribuciones pioneras del británico Alan Turing, quien desarrolló uno de los primeros modelos computacionales, que se conoce como máquina de Turing. También, contribuyó a la codificación del “inviolable” código alemán Enigma, durante la Segunda Guerra Mundial. Puede considerarse como uno de los pioneros en el estudio de la emergencia por sus contribuciones en el campo de la biología matemática y la morfogénesis. En 1952 publicó un trabajo titulado Fundamentos Químicos de la Morfogénesis en donde indaga en la construcción de órdenes o patrones complejos a partir de reglas y patrones sencillos (Johnson 2001:39-40). Fue víctima de las leyes homofóbicas británicas, en 1952 fue procesado por homosexualidad y condenado a elegir entre la esterilización química o la cárcel. Se suicidó en 1954, comiendo una manzana a la cual le había inyectado cianuro. Décadas más tardes, la compañía Apple Macintosh emplearía como logo una manzana mordida, en honor a Alan Turing.

5. Sobre las matemáticas de la complejidad y su relación con las ciencias de la complejidad y las ciencias sociales, véase (Maldonado 2008, 2009).

6. No hay consenso acerca de si la geometría fractal, formulada por Benoît Mandelbrot (1987), forma o no parte de este campo. Para una discusión sobre este punto véase, Reynoso (2006).

7. Este hecho es reconocido por varios autores del campo. Carlos Reynoso se pronuncia del siguiente modo: “no existe nada que se asemeje a una teoría unificada o a un conjunto de acuerdos sustanciales, y al lado de hallazgos espectaculares subsisten fuertes dudas sobre la practicabilidad  de buena parte del proyecto” (Reynoso 2006:12). No obstante estos pronósticos, y reconociendo de hecho la heterogeneidad de formulaciones teóricas y técnicas sumamente especializadas en el estudio de fenómenos complejos, es digno de destacar el trabajo de Carlos Eduardo Maldonado, quien desde una óptica de filosofía de la ciencia, se ha atrevido a plantear el problema de una teoría general de la complejidad (Maldonado 2007:101-132). 8

 No obstante, y para ser justos con la historia, es preciso introducir una afirmación hipotética que matice la afirmación realizada. Si bien la complejidad constituye una novedad en la historia de la ciencia contemporánea, e incluso puede afirmarse que constituye ‘un nuevo tipo de ciencia’; los problemas a los que ella refiere, -y en un sentido más general, las propiedades con las que suelen caracterizarse a los sistemas complejos (evolución no lineal, auto-organización, emergencia, transiciones orden/caos, continuidad y el cambio de estructuras, entre otros)-, han sido cuestiones tematizadas bajo otras denominaciones por distintas tradiciones de las ciencias sociales (Hegel y Marx por ejemplo), y han estado presentes por centurias en la historia del pensamiento filosófico (a partir de Heráclito y Lao Tse). Incluso, algunos planteos de las ciencias de la complejidad pueden asimilarse al pensamiento de las civilizaciones pre-hispánicas de América Latina o a la filosofía oriental. En relación a este último paralelismo, cabe mencionar la obra del físico Fritjof Capra (1984) que lleva el sugerente título El Tao de la física, y que no ha estado exento de críticas. Sería erróneo, sin embargo, tratar como equivalentes a las teorías científicas de la complejidad y las líneas de pensamiento referidas. Sería también ilegítimo, buscar analogías directas y lineales entre los conceptos y términos de una y otra perspectiva. En todo caso, este señalamiento permite precisar una línea de investigación poco explorada aún, la realización de una genealogía de la idea de complejidad en la historia de la filosofía y de la ciencia. El desarrollo de esta indagación permitiría una comparación explícita con el desarrollo de las teorías contemporáneas de la complejidad. 9

 El artículo fue publicado en la revista American Scientist nº 36 en 1948. Constituye, en realidad, un extracto del capítulo1 del libro "The Scientists Speak", publicado un año antes por Boni & Gaer Inc.

Dicho libro sintetiza los resultados de una investigación llevada adelante por Weaver y financiada por la Fundación Rockefeller.

La complejidad como objeto de reflexión ha estado ausente de los grandes debates de la filosofía de la ciencia del siglo XX; de Viena a Popper, y de éstos a la filosofía post-empirista (post-kuhniana y post-popperiana), de hecho la complejidad no ha sido una cuestión pensada y debatida por los grandes referentes de la filosofía de la ciencia, como si lo ha sido, la verdad, la inducción, la racionalidad, los valores (Morin 1990). La complejidad, en tanto problema, conjunto de teorías y métodos y, en un sentido más general, como campo de estudios de la ciencia contemporánea, o mejor aún, como un paradigma científico emergente, es incluso más marginal en las ciencias sociales y humanísticas. La epistemología y metodología de las ciencias sociales, de un lado; y las teorías contemporáneas de la complejidad, del otro, son dos mundos con escasos puntos de conexión y con pocos puentes articuladores8

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Los problemas de complejidad organizada El término complejidad organizada fue acuñado por Warren Weaver (1948) en un artículo publicado bajo el emblemático título “Sience and Complexity”9 , y que puede considerarse con justicia, como una de las contribuciones fundacionales del campo, en la que se emplea por primera vez el término complejidad de modo deliberado y explícito. No es exagerado decir que con el texto de Weaver, el ‘significante’ complejidad irrumpe en el vocabulario científico, lo que permitirá, décadas más tardes, dotar de identidad, a un conjunto de teorías formuladas en distintas disciplinas y ciencias.

En dicho artículo Weaver bosqueja una tipología de problemas científicos a partir de la historia de las ciencias en los últimos tres siglos. Distingue así entre los problemas de simplicidad, los problemas de complejidad desorganizada y, finalmente, los  problemas de complejidad organizada. En primer lugar, los problemas de simplicidad corresponden a situaciones que pueden ser descriptas con pocas variables. Su formulación concierne al desarrollo de la ciencia física entre los siglos XVII y XIX, y se vincula directamente con el desarrollo de modelos mecánicos característicos de la física newtoniana. En segundo lugar, Weaver señala que hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX cobraron relevancia la teoría de la probabilidad y el desarrollo de la mecánica estadística, las cuales permitieron abordar un nuevo tipo de situaciones caracterizadas por la presencia de un alto número de variables. Si bien el valor de cada elemento / variable individual resulta desconocido o incalculable, el sistema como todo posee cierto orden y resulta analizable en términos de distribuciones promedio. Este segundo tipo de situaciones recibe el nombre de complejidad desorganizada, y resultan abordables por medio de técnicas estadísticas. Finalmente, Weaver llama la atención sobre la existencia de una ‘región media’, poco explorada por la ciencia, cuya característica esencial no tiene que ver tanto con el número de variables involucradas, sino por el modo en que éstas están relacionadas. La característica fundamental de los fenómenos de esta región media es la organización. Weaver acuña el término de complejidad organizada para referirse a aquellos fenómenos o problemas en donde intervienen un número amplio de factores o variables interrelacionados que conforman un todo orgánico. En otros términos, abordar el problema de la organización implica dar cuenta de la génesis y emergencia de totalidades complejas, que no resultan comprensibles por medio de enfoques reduccionistas-analíticos. Mientras que los problemas de simplicidad pueden ser abordados por modelos mecánicos, y los problemas de complejidad desorganizada pueden ser estudiados por medio de modelos estadísticos; los problemas de complejidad organizada son abordables por modelos sistémicos (Reynoso 2006).

 

Complejidad organizada y sistemas complejos

El estudio de los problemas de complejidad organizada ha sido abordado en el marco de campos disciplinares muy distintos, dando lugar a un conjunto de teorías, entre las que cabe destacar a: la cibernética (Wiener 1985), la cibernética de segundo orden (Foerster 1996), la epistemología genética (Piaget 1978), la teoría de la auto-organización (Ashby 1962), la teoría general de los sistemas (Bertalanffy 1968), la geometría fractal (Mandelbrot 1987), la teoría de los autómatas celulares (Neumann 1966, 1968), la termodinámica de los procesos irreversibles (Prigogine y Nicolis 1987), la teoría de la autopoiesis (Maturana y Varela 1972), la teoría de las catástrofes (Thom 1976), entre otras.

La noción de complejidad organizada como totalidad compuesta por elementos heterogéneos articulados entre sí de manera orgánica, remite a la noción de sistema. Así, el modo de abordaje sistémico que reclaman los problemas de complejidad organizada plantea la necesidad de articulación entre tres conceptos fundamentales: complejidad, organización y sistema.

(1) Complejidad y organización: La existencia de fenómenos organizados permite suponer la existencia de un principio opuesto a la dispersión. Es decir, hay organización cuando hay algo que resiste a la dispersión, a la disgregación, a la disolución. Por consiguiente, pensar en el surgimiento y mantenimiento de fenómenos organizados, implica pensar en un principio organizador que permita unir y mantener las partes o elementos de una totalidad organizada. La idea de organización remite a la vez a lo organizado (el resultado) y lo organizante (la actividad organizadora) (Morin 1977).

La relación entre complejidad y organización puede plantearse desde dosperspectivas distintas. Desde la perspectiva del pensamiento complejo, Edgar Morin propone comprender la complejidad en términos organizaciones. Se trata de pasar de una noción de objeto esencial/sustancial a una noción de objeto relacional, es decir, de totalidades organizadas compuestas por elementos heterogéneos en interacción. La idea de organización remite así la idea de una totalidad relativa, no cerrada, sino abierta, histórica y contextualizada. Morin destaca que la organización es algo común al mundo físico, biológico y antroposocial y propone pensar la idea de organización a partir de un marcoconcepto que denomina bucle tetralógico, con el cual busca dar cuenta de la relación complementaria-concurrente y antagonista entre los conceptos de orden-desorden-interacciones (encuentros)-organización: “para que haya organización es preciso que haya interacciones: para que haya interacciones es preciso que haya encuentros, para que hay encuentros, es preciso que haya desorden (agitación, turbulencia) (Morin 1977:69).

Desde la perspectiva de las ciencias de la complejidad, se plantea el problema y la necesidad de determinar el nivel de complejidad de un sistema o totalidad organizada. En otros términos, conceptualizar nuestros objetos de estudio como problemas de complejidad organizada, conlleva como corolario, la necesidad de distinguir distintos grados de complejidad de las organizaciones. ¿Qué es lo que hace a una organización más compleja qué otra? Se plantea, por lo tanto, una implicancia metodológica: la medición de la complejidad (Maldonado 2007)

(2) Organización y sistema: La distinción y vinculación entre los conceptos de sistema y organización se encuentra presente en la Teoría General de los Sistemas formulada por Bertalanffy (1968). La noción de sistema remite a la idea de totalidad, de unidad, de conjunto; la cual agrupa, reúne, contiene, a distintos elementos interrelacionados. Morin sugiere vincular la idea de totalidad e interrelación contenidas en la noción de sistema, con la de organización. Así, el sistema puede ser definido como “unidad global organizada de interrelaciones entre elementos, acciones o individuos”; y la organización, como “la disposición de relaciones entre componentes o individuos que produce una unidad compleja o sistema” (Morin 1977:124, 126). Los términos sistema y organización se implican mutuamente, y es imposible concebir uno sin el otro. Si estos así, entonces, tenemos que pensar a los sistemas en términos organizacionales y, al mismo tiempo, pensar las organizaciones en términos sistémicos.

(3) Complejidad y sistemas: La articulación entre estos dos términos es quizás la más difícil de precisar, puesto que constituye el tema con menor tratamiento en la bibliografía especializada. Los autores que se enmarcan en el pensamiento / paradigma sistémico sólo tangencialmente hacen  referencia a la complejidad. Por otro lado, los autores que trabajan en complejidad, ya sea desde la perspectiva del pensamiento complejo o las ciencias de la complejidad, si bien hacen referencia explícita a los ‘sistemas’, o más precisamente a los así llamados ‘sistemas complejos’, rara vez explicitan las diferencias con el pensamiento / paradigma sistémico. En este sentido cabe formular algunas preguntas de difícil respuesta ¿Cuáles son las similitudes y diferencias entre el paradigma sistémico y el paradigma de la complejidad; entre el pensamiento sistémico y el pensamiento complejo, en definitiva, entre la complejidad y los sistemas?

La respuesta a estos interrogantes requiere de una labor filosófica y epistemológica que excede los límites de este trabajo y que, por lo tanto, no nos podremos ocupar aquí. No obstante, el campo de sentido generado por estos interrogantes, permiten introducir unos más concretos y plausibles, a saber: ¿puede haber sistemas no complejos?, y si tal respuesta es afirmativa, ¿cuál es la diferencia entre un sistema complejo y uno no complejo? ¿Qué es lo que hace que un sistema sea más complejo que otro? ¿En qué radica la complejidad de un sistema?

La definición de sistema como totalidad organizada de elementos heterogéneos interrelacionados, no permite distinguir un sistema complejo de un sistema no complejo, lo que podríamos llamar un sistema simple. El interrogante a despejar consiste en saber, cómo es posible distinguir lo que en términos discretos podemos llamar la complejidad y la no complejidad; o lo que en términos de un continuo podemos denominar grados de complejidad de un sistema. Una respuesta posible, consiste en introducir una dimensión cuantitativa en la definición de sistema, a partir de la cual resulta factible afirmar que un sistema complejo es aquel compuesto por muchos elementos y muchas relaciones. Esta definición cuantitativa de complejidad resulta insatisfactoria, porque al asociar la complejidad a una magnitud numérica10 de elementos/variables/interacciones, se tornaría imposible el abordaje y la comprensión de esa otra complejidad, fundamental y vital, a saber: la complejidad no cuantitativa. La mayoría de los problemas fundamentales de la civilización contemporánea (hambre, pobreza, desigualdad, degradación de la biósfera, etc.)

deberían ser reconocidos como problemas complejos, aunque no tratables y reductibles a términos matemáticos/cuantitativos exclusivamente. En esta línea de reflexión, Edgar Morin propone distinguir los términos de complicación y complejidad, mientras que el primero consiste en una noción fundamentalmente cuantitativa (alto número de interacciones y variables) asociada a los problemas de complejidad desorganizada; la complejidad, por su lado, es planteada más como una noción lógica-cualitativa vinculada con la complejidad organizada (Morin 1990, 2004b). Siguiendo esta distinción podemos inferir que sería posible pensar en sistemas complicados y sistemas complejos.

Si la complejidad, como hemos visto, no depende de una magnitud cuantitativa, entonces, la complejidad de un sistema complejo depende más del tipo de relaciones que de su número. Por consiguiente, puede haber sistemas con 10 Si bien me he referido de modo laxo a esta magnitud cuantitativa en términos de “muchos”, sería posible pensar magnitudes matemáticas específicas.

comportamientos complejos que se auto-organizan a partir de reglas e interacciones relativamente simples; para ponerlo en otros términos, la complejidad es la resultante de un proceso de baja complejidad.

Una de las conceptualizaciones epistemológicamente más sólidas de sistemas complejos es la elaborada por Rolando García (2006), quien concibe a los sistemas complejos como totalidades organizadas compuestas por elementos “no separables”. El requisito de no separabilidad, conlleva una presunción antireduccionista, ya que si los elementos no son separables, entonces, no pueden ser estudiados de manera aislada. Esta distinción entre separabilidad / no separabilidad permite a su vez distinguir entre dos tipos de sistemas; por un lado, los sistemas descomponibles, por el otro los sistemas no descomponibles. En los primeros, las partes del sistema pueden ser aisladas y estudiadas de modo independiente; mientras que en los segundos, los componentes del sistema están determinados mutuamente. Esta conceptualización le permite a García introducir y precisar el término de interdefinibilidad, el cual supera el concepto de interacción o interrelación.

La interdefinibilidad exige que los componentes de un sistema sean definidos y estudiados en función del resto y, por lo tanto, no resulta posible el estudio separado de sus partes (García 2000). En suma, los sistemas complejos son sistemas no descomponibles cuyos elementos están interdefinidos.

Tomado de:http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/30/rdzzoya_aguirre.pdf

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