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"TODOS SOMOS INDIOS": MEXICO, ¿UN PAIS PREDOMINANTEMENTE “INDÍGENA”, CON UN RACISMO COLONIAL? Pablo González Casanova

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(Proyecciones históricas de población y correlaciones entre pueblos “indígenas”, marginación y hambre) 1

Para el estudio de la "historia del hambre en México" (GONZALEZ CASANOVA H. 1984), el presente ensayo pretende mostrar, con datos y métodos disponibles de la epidemiología, la demografía histórica y otras ciencias, que realizan ya estudios afines a este tema, las siguientes dos propuestas, que la experiencia diaria nos hace intuir:

a) que en todo México existe un racismo anti-“indígena” (nombre que se da a quienes conservan más atributos biológicos y culturales de América y de África), y que esto es fácil demostrarlo, mediante mapas del país que comparen la marginación, el hambre y la desnutrición, por un lado y las regiones donde se encuentra la mayor proporción de la población llamada “indígena”, por el otro. Con tal medida simple se demuestra una correlación espacial, estadísticamente significativa, todo a lo largo del territorio nacional, que seguramente implica la operación de un conjunto de relaciones sociales, económicas y políticas, que deben connotarse como racismo, las que, en buena medida, reproducen dicha situación. Empero,

 

 

b) que al mismo tiempo nuestro país es un país "indígena" o "indio", (VAN DEN BERGHE 1971; BONFIL 1988) más allá del concepto de amplio uso, de énfasis lingüístico (y "étnico"). Que el uso del término, no obstante su empleo "vulgar" predominante, refleja o expresa, solamente un ángulo, o ciertas facetas, de una percepción de manufactura colonial, de la realidad social e histórica y de la identidad definitiva del pueblo que hoy se llama "México".

 

Que lo afirmado en este inciso probablemente lo demostrarán a breve plazo la biología molecular y la genética humana –tal vez las no corporativas-, en el sentido biológico: en cuanto al continente de procedencia de los genes de nuestra población, con nuevos estudios distintos de los ya hechos (LISKER 1981; LISKER Y ARMENDARES 1981; VARGAS, SANDERS et al.1992). Tal propuesta, la de que los genes de los mexicanos proceden en su mayor parte "de América" (y por tanto de Asia, por el puente de hielo entre ambos continentes, en tiempos del Pleistoceno, llamado Beringia), y de otros continentes, por mar, en grandes balsas o naves hace 40,000 a 12,000 años; se ve como una hipótesis validada por datos demográficos e históricos -con alta probabilidad de comprobarse por aquellos bio-métodos y también por los de las propias disciplinas de la historia, la demografía y otras ciencias sociales, en el sentido matemático, sociológico e histórico.

 

1 Ponencia presentada en el III Congreso de Salud-Enfermedad: "De la Prehistoria al Siglo XX", del INAH, en el Museo Nacional de Antropología e Historia; 7 de septiembre de 1994. Se publicó como artículo en la revista CIHMECH (Centro de Investigaciones Humanísticas de Mesoamérica y del estado de Chiapas) de la UNAM, Vol. 5 (1-2), México, 1995. Actualizado en su edición-e 2006.

 

2 Actualmente investigador de la Dirección de Nutrición, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Fue director del CIHMECH-UNAM, entre 1991-1998, ahora Programa de Mesoamérica, San Cristóbal Las Casas, Chiapas.

 

Los estudios que han sido de avanzada, de la estructura de la pequeña molécula del ácido desoxirribonucleico o ADN mitocondrial, dentro de las células, permiten el seguimiento de poblaciones de varios continentes, mediante la comparación de dicha molécula, obtenida de placentas humanas. El genoma mitocondrial, ADN-m, aparentemente independiente del genoma nuclear, (por ser la mitocondria un organito de la célula, que le aporta gran energía, pero tal vez tuvo un origen en el comensalismo entre especies, con un ADN más sencillo), confiere una herencia efectivamente sólo "femenina". Esto se debe a la pérdida de las mitocondrias, que están en el cuello del espermatozoide, y por tanto del ADN mitocondrial masculino, durante la fecundación y encuentro de las dos células gametos. Sobre la dispersión continental humana (y su ADN-m), se puede leer en el trabajo que por ello se llamó "En busca de Eva" (CANN 1989: traducida de 1987)

 

Otros estudios de los años noventa, en el propio ácido desoxirribonucleico ADN-n, o gran molécula del ADN nuclear, (FERRELL, según GIBBONS 1994) asimismo hacían pensar que ya estaba cerca el momento de la búsqueda de la dispersión del genoma humano a nivel mundial. Éste de hecho se inició al menos en los noventa: ver CAVALLI SFORZA 1994 en Italia; y culminó con otros dos grupos en el Reino Unido y Estados Unidos, que publicaron la secuencia completa del ADN nuclear humano, en las revistas Nature y Science, en 2001. La búsqueda de su dispersión geográfica se había también iniciado. Esto se inicia a partir de que apareció la especie humana como tal, en el continente africano, hace unos 150 a 250,000 años, ya como Homo sapiens, conocido como: "Eva", para la ciencia moderna: la mujer actual (WILSON Y CANN 1992;

 

O' NEILL 1992, GIBBONS 1994; THORNE 1992).

Al realizarse dicha búsqueda, ya prácticamente al alcance de la ciencia tanto nacional como corporativa en México, --si pueden distinguirse-- comienzan a plantearse preguntas sobre el origen continental del genoma del mexicano, por sus posibles usos médicos, y por simple curiosidad, en primer término, y, probablemente también, por esta hipótesis de los datos censales coloniales. Sus cifras, obtenidas de censos hechos, o recopilados, por personas con inclinación a encontrar "menos indios" (debido a que imperaba una situación social de euro-racismo franco, sin duda mas obvia en la colonia que hoy) hacen pensar que se encontrará la predicción y proyección que se sugiere aquí, a partir de los censos coloniales (AGN, AGUIRRE BELTRAN 1972), según se grafican (véanse las figuras, más adelante). Puede pensarse será correcta, al demostrarse en el ADN-m, y en otros indicadores moleculares, como el ADN nuclear y el cromosoma “Y”, ya sesgado como indicador por afirmaciones no sustentadas sobre su contenido de “genoma europeo”, “exclusivo” (¿?). Pero debe ser muy difícil de distinguirlo del “africano”, por no haber dejado de tener intercambio de genes humanos ambos continentes.

 

En los últimos años, tras estudios físicos para conocer la fisonomía, “la cara del mexicano” iniciados entre el II Antropológicas-UNAM y la PGJDF “en fotografías digitalizadas de 3,000 personas adultas de todo el país, en 1993-1994, “de frente y de perfil”, de interés para “identificar delincuentes e identificar niños extraviados” y “para el FBI de EUA” para estudiar población hispana” (P LÓPEZ JUÁREZ, entrevista a C SERRRANO y M VILLANUEVA; con ROMAN y LUY 1996) se sospecha cuál será “la faz que representa al mexicano”.

 

Se han hecho ya múltiples estudios genéticos, como 1) en poblaciones tseltales encontrando un predominio del genoma “americano” (BUENTELLO, L 2003 com. personal) y bio-moleculares más, como el del gen de la “Enzima que Convierte la Angiotensina” (ACE en inglés) relacionada con la hipertensión. Se encuentra distintas frecuencias del “alelo D (de “Deleción”, o pérdida, por lo que tendrán más problema), muy alto porcentaje en pimas y ténec; y del alelo I, de “Inserción”, muy alto en nahuas (casi 96%); y muy bajo en australianos” (VARGAS ALARCÓN G 2003). Actualmente hay varios grupos estudiando el genoma de “toda” la población de México: 2) en la UEA-Instituto Nacional de Cardiología “ICH”, en 15,000 enfermos hipertensos, que se terminará a fines del 2006 (A CRUZ entrevista a M ROSAS PERALTA 2005) y será útil “contra infartos e hipertensión”, financiado por Laboratorios Astra-Séneca; 2) y el nuevo Instituto Nacional de Medicina Genómica, INMGEN y el ISSSTE, en 1,000 muestras de sangres, estará listo a fines del 2006, “útil para detectar precozmente diabetes, hipertensión y obesidad; pre-eclampsia y eclampsia en embarazadas”, incluye Ver., Gro. , Zac. Mex. Son. Gto. y es también “conocer útil para el perfil genético de los mexicanos en EUA” (A CRUZ entrevista a G JIMÉNEZ SÁNCHEZ, 2005); 3) en Veracruz, del mismo INMEGEN, con la USB-Universidad Veracruzana, incluyó ya: “70 mujeres y 70 hombres mestizos”, en los que se analizarán 500,000 marcadores genéticos (G LÓPEZ, entrevista a G JIMÉNEZ SÁNCHEZ, 2005)

 

Cuando esto se demuestre, y posiblemente a plazo relativamente corto, puede esperarse que ello tenga implicaciones para el futuro del racismo y de sus consecuencias funestas, como la elevada mortalidad infantil, la marginación, y el hambre- desnutrición. Influirá, -y no sólo- como un impacto "psicológico" y de allí sobre las políticas económicas, de salud y educación, etc. Llegará, por los medios y la educación formal, a modificar y a transformar, finalmente, las identidades y relaciones racistas, tanto en las víctimas como en los victimarios. Dichas identidades y relaciones, siendo tanto concientes como inconcientes, -las últimas "bien" o mal intencionadas-, hacen aun posible dicha situación de marginación extrema generalizada, en la población a la que se le llama "indígena". Como si la “otra” -el resto- hubiera nacido en otro país, o llegado en una carabela.

 

Ambos tipos de personas discriminan sus acciones, "educadas" por siglos mediante la violencia, sutil o abierta,, sobre la base de un criterio principalmente lingüístico (aunque también cultural, en un sentido mas amplio; “racial”, y por el aspecto físico, “no europeo”, así como económico, en una evidente discriminación y exclusión de clase social).

 

En efecto, no será lo mismo decir que México: "...Tenía en 1990 sólo 5.28 millones de indígenas y 65.32 millones de mestizos... "(INEGI 1993): deberá decirse que, en realidad, tenía 70.6 millones de personas, cuyo genoma predominante, -el de la mayoría de los mexicanos y en casi cada uno- era "indígena" (“de América, no de Europa”). Lo anterior se concluye no solo con los datos de los censos novo-hispanos, sino con los de otras fuentes coloniales, v. g. el censo del siglo XVIII en Chiapas, entonces parte de la Capitanía de Guatemala (FRAY POLANCO DEL REY 1782).

 

Se esperaría, tal vez, al reconocerse esto socialmente, (aun cuando no desapareciera la discriminación, ni se adoptara una política opuesta de impacto real) que al menos se abrirían nuevos espacios, en la vida diaria, en el trabajo, en la recreación, etc., que la población de lengua materna y costumbres "indígenas", habitualmente tiene negados, o vedados, y se reduciría su alta mortalidad, hambre y marginación.

 

Si bien el argumento biológico parece intrascendente, toda vez que las ciencias actuales reconocen ya en forma predominante un solo genoma humano básico ¿99.99% el mismo? : el “cuarto nueve”, o “segundo después del punto”, lo aprobó al preguntarle este autor, el biólogo mexicano Antonio Lascano, “pues los polimorfismos que cambian, del genoma humano total, develado como se indicó, en el año 2001, en las revistas Science y Nature, de unos 2,000,000 de genes, son sólo unos 15,000” comunicación personal, 2003). Los genes humanos son todos de origen unigénico africano, (CAVALLI SFORZA 1994; WILSON Y CANN 1992; GIBBONS 1994 obra citada; GRUPOS DE SCIENCE Y NATURE, 2001) resultaría revelador sin duda, reconocer otra historia social, y a la vez, biológica, de la que se acepta y enseña habitualmente.

 

Se reconocerían entonces los aportes, hasta sus últimas consecuencias, de los pueblos que ya había en América, de los productos y valores de todas las culturas que fueron negadas, de sus aportes inmensos a la humanidad, como las plantas que aún nos alimentan que permitieron el desarrollo de la civilización en América y sostuvieron y sostienen otras en los demás continentes, como el maíz, la papa y la yuca y gran número más; las medicinales (base de los antiparasitarios como la quina), los analgésicos, los cardio-tónicos, como la digital; los analgésicos, también abundantes; así como los hongos, base de los principales antibióticos modernos, y otras; de los centros de “Vavilov” de la “América Central” o Mesoamericano, del “Andino”, del “Amazónico”, y de varios más, de los lenguajes jeroglíficos, los números, el cero, ocho siglos anterior al de la India, y los calendarios, más exactos que los del viejo mundo (razón por la cual el Papa Gregorio cambió el juliano al que hoy rige, gregoriano, que es realmente mesoamericano, según el astrónomo Antonio Sarmiento, del Instituto de Matemáticas de la UNAM en Cuernavaca, comunicación personal, 2005; y ver su artículo en la revista ¿Cómo ves?, 2001) así como los de otros componentes humanistas negados, como el comunitarismo respetuoso del bioma: cosmocéntrico, y no antropocéntrico, como son los de África y partes de Asia de origen pre-capitalista.

 

De la llamada "tercera raíz", (¡!) es probable que se demostrará que es, biológicamente, pero también en cierto modo, culturalmente, la segunda, (en cuanto a aportes de genes del siglo XVI en adelante) según lo sugieren también fuentes censales, examinadas de nuevo, tanto con sólo el grupo clasificado por los españoles y novohispanos como "puro"; como con el "afro-mestizo" (AGUIRRE BELTRAN 1972, OP. CIT.; ARCHIVO GENERAL DE LA NACION CENSOS 1570, 1646, 1742, 1793, 1810). Se reconocerá la importancia en la lengua, la cultura popular, de los afro-mexicanos.

 

Véanse figuras 6-8. Todos los pueblos del mundo tienen 100% genes originarios de África, de hace alrededor de entre 150,000 años a 250,000 años, esto debe remarcarse.

 

Así, procedemos a "especular sobre base científica": este genoma, o material biológico génico provendría, en primer término, de África (LEAKEY 1978 y CANN 1987-1989) y luego de Asia, pero sería indígena de América al menos -tras haber llegado por un puente de tierra de deshielo y hielo conocido como "Beringia"- hace entre 40,000 y 8,000 años -fecha aun en debate- ; y tal vez varias otras vías (lo cual se revisa de nuevo también en revistas científicas como Nature, en los noventa y hoy: las grandes balsas que era bien posible fabricar y utilizar bordeando el Pacífico o incluso atravesándolo, y para qué hablar de nexos semejantes pre-coloniales, entre África y América: se han demostrado ya varios “descubridores previos a Colón (SANCHEZ MCGREGOR, J 1992), no sólo Eric el Rojo y Piri Reis el Turco, sino muchos anónimos vikingos al este de Norteamérica; y también, desde “Catai”, China, al occidente de América, por ejemplo; y ya no es fácil descartar viajes pre-coloniales desde África, sugeridos por los hallazgos de maíz de más de 500 años, marcado en la cerámica de occidental de dicho continente. En segundo lugar, habría llegado hace 502 años, y menos, de África, en los prisioneros, esclavos, cautivos escapados o cimarrones y sus descendientes, que triplican a los europeos, en casi todos los censos de la Nueva España, y también en los del Chiapas colonial (Ver figuras al final). Sólo en tercer lugar, habría llegado de Europa; si las proyecciones derivadas de los censos "raciales" se confirman (Ver figuras; AGN CENSOS DE POBLACION OP CIT; AGUIRRE BELTRAN 1972; POLANCO DEL REY 1782)

 

Todo ello tiene interés por sobre todo por sus implicaciones ideológicas, para un pueblo sujeto a una identidad imprecisa, y de hecho, falaz, por haber sido impuesta por la dominación foránea, con fines precisamente de reproducir dicha dominación. Ésta, durante 300 años, se llamó "colonial", y ahora es difícil reconocerla, por haberla "negado", formal y oficialmente, la independencia política desde 1821. Pero no hay duda de que continúa existiendo. Es hoy de hecho extraordinariamente más eficiente, para lograr la explotación y exportación de la riqueza y del trabajo, pero más velada. Y se le llama a veces o reconoce como "neo-colonial".

 

El estudio del colonialismo rebasa este artículo, baste acotar que el "nuevo" colonialismo ha pasado por varias fases pos-independientes: de guerras e invasiones de "reconquista" y de pillaje, de sustracción de medio territorio, de competencia multi-imperial, hasta un periodo mas reciente, de medio siglo, de la posguerra mundial, de creciente dependencia y dominación casi uni-nacional, aunque se hable de consorcios y compañías o empresas de estructura transnacional y de trans-nacionalización (CECEÑA 1970; GONZALEZ CASANOVA DEL V. 1979).

 

Es útil recordar la definición de la transición del colonialismo al neocolonialismo en 1960, para África:

 

"..el término (neocolonialismo) llegó a ser de uso general en África cuando se empezaron a comprender las limitaciones humillantes para la independencia formal... la Conferencia de Todos los Pueblos Africanos, llevada a cabo en el Cairo en 1961, lo define como: "la supervivencia del sistema colonial a pesar del reconocimiento formal de la independencia en países emergentes, que pasan a ser víctimas de una forma indirecta y sutil de dominación por medios políticos, económicos, sociales, militares o técnicos" (LEYS 1975).

 

Igualmente es útil recordar que el colonialismo y el neocolonialismo no podrían haberse instalado ni podrían hoy implementarse sin la eficaz ayuda de colaboradores locales en todos los niveles del poder y la riqueza, nacionales, estatales y locales (RODNEY 1972 traducido en 1982).

 

I. MEXICO, ¿UN PAIS RACISTA?

(CORRELACIONES ENTRE LA MARGINACION Y LA `INDIANIDAD').

 

La literatura médico- epidemiológica, de nutrición, y médico social en general, durante décadas ha mostrado la estrecha, importante y significativa relación que existe en México (y en el resto de América) entre la pobreza, la marginación, la desnutrición, el hambre, las enfermedades transmisibles prevenibles o curables; y la población llamada "indígena". (BONFIL 1975; PEREZ HIDALGO et al. 1975; ARROYO Y CHAVEZ 1978; RAMOS-RODRIGUEZ et al. 1986). Esto desde luego se constata mediante otras ciencias y humanidades (POZAS 1959, 1971), incluidos la literatura, el periodismo antropológico (BENITEZ 1965) y tantas más; o incluso, a menudo, simplemente viajando y observando la realidad.

 

En México, en el último medio siglo, la literatura incluye trabajos pioneros como: "Desnutrición en el Niño" (GOMEZ 1955), "Patología de la Pobreza" (CELIS Y NAVA 1970), y "Tablas de talla y peso del niño mexicano" (RAMOS GALVAN 1975, 1978), "La situación nutricional de la población rural de los Altos de Chiapas" (OP CIT PEREZ HIDALGO 1975) y con este autor también las "Encuestas Nacionales de Nutrición (CHAVEZ Y PEREZ HIDALGO 1969, 1979, 1989); as¡ como otros muchos estudios (MADRIGAL 1975, 1984; YSUNZA y AVILA 1986; LOPEZ ACUÑA 1980; GONZALEZ RICHMOND 1980; GONZALEZ CASANOVA H. 1984, 1986, 1988, 1994; etc.).

 

Se emplean métodos clínicos, antropométricos, epidemiológicos, bromatológicos: se ha venido teniendo la certeza, comprobable incluso en forma cuantitativa, y en forma explícita o implícita, de la existencia de tal relación.

 

Lo anterior adquiere bastante precisión, no solo con las estadísticas vitales (SSA, SECRETARIA DE SALUD): con las tasas de mortalidad y de morbilidad, generales, o específicas, por edad, por sexo, por categoría nosológica o de grupos de enfermedades, sino también mediante cruces con variables sociales que permiten identificar y discriminar dicho proceso, como las de "ocupación", "etnia", etc., cuando es posible disponer de dicho datos o recabarlos (GONZALEZ CASANOVA H. 1986).

 

De todos ellos, de especial interés son los datos que ofrece la antropometría nutricional, en que se efectúa la medición del peso, de la talla y de otros índices en el niño infante y preescolar. Se clasifican dichos datos en grados de obesidad, normalidad o desnutrición; se cuentan; y se calculan igualmente las tasas. Estas se calculan como porcentajes (mas que por mil o por cien mil habitantes), debido al alto número de desnutridos que se encuentra como regla, en la generalidad de los estudios, a nivel nacional. En estudios en áreas como los Altos de Chiapas, se encuentra a menudo 10, 20% más desnutrición que en el promedio estatal y nacional (GONZALEZ CASANOVA H. et al. 1985-1986).

 

Una forma tal vez mas directa de demostrar la relación entre la marginación y la población llamada “indígena”, o entre marginación e “indignidad”, en la geografía actual de México, es la de comparar, sencillamente en forma visual o mediante métodos matemáticos (como la correlación de sombreados con valores de "intensidad" asignados), los mapas de marginación, de desnutrición y de población llamada "indígena".

 

Compárese por ejemplo, respectivamente, los siguientes mapas hechos por el Seguro Social (IMSS-COPLAMAR 1982), el Instituto Nacional de la Nutrición (RAMIREZ et al. 1975; INNSZ 1989) y el Instituto Nacional Indigenista (INI 1981). Ver figuras 1 a 3.

 

Realmente no se requiere de un m‚todo estadístico de análisis de correlación de las "sombras", o de los datos absolutos y relativos, de clasificación arbitraria, de cada mapa, (algunos hechos periódicamente, como las encuestas nacionales (INNSZ OP CIT 1979,1989) del Instituto Nacional de la Nutrición), para demostrar lo que la vista confirma también. Es de hecho muy sencillo encontrar dicha relación en cada una de las mismas regiones, con el simple ejercicio de la correlación visual (inequívocamente matemática) al comparar o "superponer" los tres mapas. Esto se aprecia en la figura 4. También mediante la correlación no paramétrica, anexa.

 

Se observa una imagen casi triplicada, la que en forma gruesa se repite en prácticamente siempre en las mismas regiones, en los tres mapas. Estas incluyen: a) los tres estados más marginados, al menos desde 1900: Oaxaca, Chiapas y Guerrero; b) el rea restante del Sureste y península de Yucatán; c) la región Central de México, que en este caso (en promedio) incluye a Puebla, Tlaxcala, Querétaro, Morelos, etc., y `excluye' a las m s desarrolladas entidades del Distrito Federal y el estado de México, aunque también en promedios; y d) otras regiones en el occidente y e) noroeste del país como, respectivamente, Michoacán y Chihuahua: específicamente la sierra tarahumara (o rarámuri).

 

Los estudios "de desarrollo" hechos en las últimas décadas con diversos índices de "desarrollo", han mostrado reiterada y conspicuamente esta disparidad histórica en el avance humano de las entidades federativas de México, en las mas indígenas "de lengua" y costumbres. (GONZALEZ CASANOVA DEL VALLE 1966; APPENDINI 1978)

 

Se confirma también, en varios estudios, otra relación que es probable exista desde el siglo XVI, o los siglos consecutivos (en unas regiones más que en otras), referente a la localización de los habitantes que fueron llamados "indígenas". Su residencia modificada forzosamente, durante los últimos cinco siglos, se encuentra generalmente en las reas montañosas, de cañadas y zonas áridas e inhóspitas, selvas y pantanos, donde dicha población buscó refugio.

 

Y es en esa tierra montañosa donde los denominados "indígenas", por conservar "más" (que el promedio de la población de México y probablemente toda América, no sólo la llamada “Latina”) algunas actitudes, lenguas, ropas, fiestas y costumbres - y tal vez por ser ligeramente más "indígenas" en su genoma que el resto de la población, (no tal vez en el color de la piel, que puede ser de hecho mas genoma “africano”, llegado después del XVI) siguen arando la tierra podológica y agreste que se le dejó como parte de una "contra-reforma agraria" del tiempo colonial, y de su sistema aun vivo de dominación: el mismo casi de 1521 a 1821. En la América del Norte se cambiaría también la visión de un genocidio que no fue exterminio y queda en muchos norteamericanos, como también la cultura. También la información les permitiría combatir su racismo abierto.

 

Esta política colonial consistió en el rechazo y persecución de la población reconocida como "indígena", hacia los sitios inhóspitos referidos, en cada proceso de "pacificación". La llamada "pacificación" no fue otra cosa que el sometimiento de la población -mediante la guerra y muchas otras formas de agresión física, comercial, espiritual y de negociación-, durante los 300 años coloniales, pero también en los siguientes 202, con otros procesos de acumulación de tierra y capital, hasta las mas recientes modificaciones al artículo 27.

 

Y todo ello ha ocurrido posterior a la independencia, lo que no debería ser si se hubiera conseguido la independencia íntegra: no sólo la política, o "de bandera", como le dicen en África -que es parcial y virtual, se pierde y se gana diario-, sino la económica, la cultural, la ideológica y la mental.

 

II MEXICO, ¿UN PAIS INDIGENA? (PROYECCIONES DE CENSOS "RACIALES" COLONIALES ---AUNQUE SE SABE QUE “TODOS SOMOS UNA SOLA SANGRE” CON LA HUMANIDAD ENTERA—Y OTROS APORTES BIO-SOCIO-CULTURALES NO LINGÜÍSTICOS)

 

Es preciso aclarar aquí que este estudio se centra en la población total de México y Chiapas y no en la llamada hoy “indígena”: a ellos les llamaríamos “indígenas profundos” (BONFIL 1988). La investigación de "la historia del hambre en México" se planteó como necesidad semántica y conceptual precisamente la pregunta que durante mucho tiempo han estudiado, al menos, la historia, la sociología, la antropología, la arqueología y la filosofía, y ha descrito la literatura científica y humanística en general: ¿qué es -y qué ha sido- México? Aquí se presentan solo algunas descripciones generales, y únicamente demográficas y epidemiológicas, que se hacen en otra parte (GONZALEZ CASANOVA H 1988). Esta pregunta se desglosó “por necesidad”, entre un conjunto de preguntas anexas, que no se pretende responder aquí: ¿qué ha sido "México" en el pasado? ¿Cuánto tiempo ha existido? ¿Quiénes fueron sus primeros pobladores? ¿De dónde procedían? ¿Desde cuando? e incluso ¿cuándo descubrieron América: en trineos jalados por perros o en grandes balsas o naves de vela, asiáticas, africanas u oceánicas?", ¿Cuándo llegaron? y desde luego: ¿Qué territorio abarca el México pre-colonial? ¿Y el colonial? ¿Y el poscolonial? (Como pueblo o “mancha génica” migrando milenios en el primer caso, y luego siglos en los dos siguientes).

 

Ello "era preciso saberlo" para estudiar la relación entre las formaciones sociales creadas por los pobladores que hoy conforman México, desde el momento en que llegaron; su relación con el estado de nutrición y con las hambrunas históricas y otros procesos epidemiológicos, económico-políticos y ecológicos. Con tales interrogantes, el proyecto parte de un discernimiento o premisa que implica que México es materialmente el pueblo ancestral que habita dicho espacio, opción preferida sobre la del propio criterio de definición del territorio o espacio; o sobre la de un concepto ideológico; u otras definiciones derivadas de preceptos y “prejuicios” en algunas de las disciplinas referidas.

 

En este sentido, "México" no podía haber aparecido apenas después de 1821, ni siquiera después de 152l, sino que existe como un pueblo o conjunto humano desde al menos hace 40, o 30,000 a 20,000 años para algunos, y al menos 8,000 para otros, algo que aun se discute en las principales revistas científicas, y desde que se discutían los "Orígenes Americanos" (MARTINEZ DEL RIO 1970; RIVET 1970).

 

Se reconoce, en este estudio, como se dijo, que los verdaderos descubridores de América, cada vez con mayor certidumbre según sugieren la antropología física, la lingüística y la biología molecular, llegaron desde Asia hace entre 40,000 y 8,000 años (CANN 1987, 1989). Se infiere también, de acuerdo con las ciencias sociales, que sus formaciones socio-económicas "prehistóricas" y después "preclásicas" dieron origen a las que las siguieron, incluyendo las altas culturas "clásicas". Pero que dieron origen también, -y esto debe enfatizarse, por tratarse del mismo conjunto humano, si bien diezmado, recuperado y transformado importantemente-, a la formación social colonial novohispana y a la pos y neo-colonial, la de hoy.

 

Aceptando esto como algo más que una hipótesis, recorremos los estudios demográficos del "colapso" estimado, causado por epidemias “casi sin defensa posible” (¿?) -aunque se debate hoy la magnitud e intensidad de su dispersión e impacto (SMITH 1993)- de los virus (viruela negra, sarampión, varicela, neumonía, etc.), ricketsias (tifo epidémico y endémico), bacterias (fiebre tifoidea, peste bubónica, difteria, tosferina o pertusis, neumonía, etc.), y protozoarios (paludismo) muchos organismos no existentes entonces en América.

 

Igualmente se ponen en duda viejas aseveraciones (¿decimonónicas?) repetidas del impacto “catastrófico”, casi “apocalíptico”, de esas guerras, hambres y otros cataclismos, que redujeron la población de México “…que originalmente era, en el siglo XVI, de unos treinta o veintidós millones, a sólo tres o hasta a 1.5 millones de almas”, según autores como Cook y Borah, y otros (GERHARD 1972). Pero el par de “rigurosos autores” y también el último (¡!), mantuvieron siempre una abierta postura neo-malthusiana (a favor de la tesis errada del clérigo Robert Malthus en 1789 de que: ”…al crecer la población geométricamente, los alimentos aumentan aritméticamente, por lo que habría hambre y gran mortandad…” ---falsa afirmación pues la población produce la comida, e Inglaterra no existiría ya, como le criticaba el propio Karl Marx) por lo que sus cálculos bien pueden tener un gran sesgo. La polémica en torno a esto la resume muy bien el libro: “Hunger in History. Food Shortage, Poverty, and Deprivation” cuya editora general es: Lucile F. Newman en Blackwell Publisher, Londres, 1990, con datos sorprendentes. (Segunda edición, 1995). Ver figura 5.

 

A partir de estos últimos dos datos (documentados en los censos coloniales de 1570 y 1646), se hace el siguiente análisis, que es el que aquí nos interesa, con gráficas que comienzan en 1570 con 3.38 millones de habitantes. Como se observa en las figuras 6 y 7, tardó siglos la recuperación, ya en franco crecimiento exponencial, de los treinta millones aproximados, inicialmente, y el crecimiento de la población se volvió en efecto una curva de ascenso muy rápido a partir del siglo XVIII. Llama la atención el resultado de separar las tres "razas puras" ---como las concebían los propios organizadores españoles y novohispanos de los cinco censos (1570, 1646, 1742, 1793 y 1810) --- y en las categorías de Aguirre Beltrán, de las tres castas de "mestizos": indo, afro y euro-mestizos (en este caso por tratarse de categorías difíciles de intepretar sencillamente, por los cambios de nombre, costumbres, identidad y de condición social, etc. que la población sufrió continuamente durante siglos).

 

Se "descubre", al graficar estos datos (véase figuras 6, 7, 8 y 9) que la población reconocida como "indígena" es predominante, en todo el período entre 1570 y 1810, y que además describe una exponencial acelerada precisamente a partir de 1810, paralela y próxima a la otra exponencial, la de la población total de México (figura 6).

 

Esta población, llamada "indígena", durante los tres siglos de existencia de la "Nueva España", al igual que el resto de la población mesoamericana en dicho territorio, observamos empero que no se interrumpe o desciende más, como en el periodo que estudian Cook y Borah, ni declina, a pesar de varias guerras, hasta la de la propia independencia. Ambas, población total y población llamada "indígena", no descienden, aunque si reducen algo su velocidad de crecimiento después de 1810: o discretamente, -unos pocos años- pero solo tras dicho evento bélico, en lo que puede reflejar una pérdida real.

 

Esto ya no es posible registrarlo después del censo de 1810, dada la abolición de las castas por el dirigente de la independencia, don José María Morelos y Pavón, y sus sucesores: los censos siguientes ya no distinguen tales categorías, efectivamente estigmatizadoras, y racistas, como "saltapatrás", “tentempié”, "pardo", “lobo”, “mulato”, “mestizo” (equivalente casi a “bastardo”, pero hoy “reivindicado y sublimado oficialmente, y por intelectuales no sólo “derechistas” (¡!) decimonónicos y aún del siglo pasado, sino “progresistas”, y aún “de izquierda”, con gran insistencia, pues permite seguir negando la historia originaria o “india”, discriminándola y relegándola a un tiempo inconocible) y cerca de sesenta más, etc.

 

Restan o no pudieron eliminar, con su prohibición, las cuatro “castas” básicas (y parece que no sólo en el uso de los términos), incluidas la: "indígena" y la “mestiza”, más racista por ser escondida como elemento del poder y hegemonía del neocolonialismo. Y esto ocurrió contra la voluntad expresa en la abolición de Morelos, que declaraba que todos seríamos a partir del ella, sólo "americanos", en el caso de todos los nacidos en México, y “europeos” o “extranjeros”, los que no lo fueran. Esta voluntad la contienen sus declaraciones y el “Sentimiento de la Nación”, antecedente de la malograda Constitución de México, desde entonces.

 

A partir de los datos graficados en la figura 7, que continúa con censos poscoloniales hasta 1950, comenzando con la de los cinco censos coloniales, es posible imaginar varios modelos hipotéticos de crecimiento, que se expresan en las siguientes suposiciones, probables pero hipotéticas:

 

1.) la población llamada "indígena", que representaba sola,- sin contar las "mestizas"- el 60% de la población total, se diezmó casi en igual proporción que ésta, tras la guerra iniciada en 1810.

 

2.) la población llamada "indígena" siguió creciendo a la misma velocidad que la población total, después de 1810.

 

3.) la población llamada "indígena" entre 1810 y la actualidad fue cambiando de identidad, de nombre, apellido, lengua y muchas costumbres, aunque biológicamente -en el sentido del origen continental de sus genes- se tratara de la misma descendencia predominantemente "indígena".

 

Siguiendo la "premisa 1" se dibuja la figura 8. Esta curva hipotética, desde luego no podría haberse recabado, por el hecho de la “transformación cultural”, “aculturación” o “asimilación”, de la población llamada "indígena" a población llamada "mestiza", aun cuando tal "mestizaje", en el concepto biológico, no hubiera ocurrido en realidad:

 

a) simplemente por no existir suficiente contraparte de genoma procedente de Europa (aunque sí, varias veces mas que el de Europa, el genoma “reciente” de África: ver figura 9); o, sobre todo,

 

b) por falta de interacción con europeos o con genomas europeos en la amplia extensión total del país.

 

Se observaría entonces que la población llamada "indígena" (en la colonia) siguió creciendo al menos con la misma velocidad que la población total, pues no hay motivo para suponer que se diezmó mucho más, por representar aun en el censo previo (1793) un elevado e importante porcentaje del total.

 

Es posible suponer, en vista de que la pérdida real de población llamada "indígena", hasta la independencia, no se medró sustancialmente m s que la población total, que pronto habría alcanzado la tendencia inicial recuperándose en una exponencial paralela a la de la población total, como lo indica hipotéticamente la gráfica (figura 7).

 

También se observa, al comparar los mestizos, que predominan siempre los "euro-mestizos", pero que en todo el período de los cinco censos no se acercan a la población total ni a la indígena. Apenas en el último censo (1810) los "euro-mestizos" superan el millón de habitantes, contra 3.68 millones de "indígenas" y 6.12 de población total (figura 6).

 

Al comparar las -entonces- llamadas castas "puras", como se ha dicho, notamos que predomina la "africana", al compararla con la "europea", en proporciones de 3 a 1 y de 2 a 1, en cada censo racial, tanto en los datos de la Nueva España (AGUIRRE BELTRAN 1972), ver figura 9. Algo similar se constata en el censo del siglo XVIII con datos de los principales curatos de Chiapas (POLANCO DEL REY 1777-1782)

 

Las deducciones que se hagan desde la demografía histórica y otras ciencias, no pueden obviar el fenómeno matemático del comportamiento de tales variables, definidas por los propios colonizadores españoles con su cosmovisión "racial" y racista: no hubo otros procesos demográficos de descenso comparables, por ejemplo, al inmediato a la caída de la ciudad de Tenochtitlan. Como problema estadístico, no se abordar aquí por qué siendo estos censos muestras sesgadas, sirven empero, como muestras "relativamente malas" (?): depende para qué uso. Pero sí debe señalarse su manipulación "parcial", ideológicamente sesgada, como se indicó: verbigracia, Gerhard presenta una gráfica que no incluye el periodo mas reciente: 1810-1972, siendo éste último año en que lo publicó (GERHARD 1972). Esta gráfica da la apariencia de la casi "desaparición" del pueblo "indígena" mexicano; y agrega una línea punteada indicando "otros" (que no son los indios) que asciende rápidamente, pero que no está documentada en los censos raciales de la Nueva España (figura 5).

 

El núcleo urbano de las grandes ciudades de Tenochtitlan-Teotihuacan, durante milenios (y desde entonces también) probablemente ha sido el mas grande del mundo, y no resintió en su crecimiento nada que pudiera modificar la proyección que se adivina al ver estas gráficas. Ni las grandes epidemias y hambrunas coloniales, ni las grandes guerras de la Independencia, Reforma y Revolución, cuyas pérdidas estimadas no alcanzaron a modificar la tendencia de la población de genes "indígenas", como tampoco ocurriría para la de la población general.

 

El concepto de "mestizo" -excluido en este análisis de tendencias, por la casi imposibilidad de interpretarlo en términos de genes- es, por otra parte, además, racista, pues implica la existencia de razas "puras", concepto hace ya tiempo rechazado por la ciencia. Por ello, la idea del mexicano como "mestizo" biológico, o de "raza mestiza", "mitad español y mitad indio", prevaleciente incluso en medios académicos, científicos y literarios, se colapsa por su propio peso frente a estos datos, ya publicados y examinados para otros fines, y frente al concepto colonial de desprecio al llamado "indio".

 

Dichos conceptos y palabras aun se utilizan con frecuencia en regiones donde predomina la población llamada "indígena", por lengua y otros criterios restringidos (por haberse consumado el inmenso crimen de imponer la negación casi entera de la historia y de la cultura local de Mesoamérica y de casi toda América), para discriminarla y someterla a todas las formas imaginables de daño, de maneras tanto concientes como inconcientes, de profundo y "estructural" impacto social y humano. El racismo ibérico y su descendiente “criollo” y “mestizo” americano (y el también mestizo o mixto “africano” en las cinco ex colonias lusitanas y dos hispanas) post- independiente, era menos explícito, o mucho más escondido, pero tal vez tal bárbaro, como el anglosajón.

 

Pero también, es probable que se compruebe pronto, que el "mestizaje cultural", a pesar de hablar la lengua castellana o española, la mayoría de los habitantes de este pueblo, no es tampoco de cultura 50% española y 50% indígena. Si reconocemos que la proporción demográfica del siglo XVIII era -y debe ser aun- de 75% o por lo menos 70% de indios, de 20% a 25% de africanos y “a lo más” de 10% a 5% europeos (cuadro 3): no parece tan posible, para un grupo tan numeroso, lograr en 300 años (ni en 502) tal predominio cultural. Ello entendiendo la cultura en su acepción más amplia, como modificación íntegra de la naturaleza por el hombre, como quehacer humano.

 

Sin duda, la "cultura en fragmentos", aparece y predomina en la lengua, en gran parte; en la religión, también en gran parte; pero no en todos y en cada uno de los atributos y prácticas culturales del pueblo. Ejemplos contrarios son muy probablemente las formas de alimentación, las de recreación, de trabajo, de administración del poder, de democracia y de la justicia, etc. Esto implicar sin duda mas trabajo para las ciencias sociales, que "desentierre" el espejo verdadero de la identidad del mexicano. Deber abandonarse, finalmente en el siglo venidero, el euro-centrismo colonial, en las ciencias y en las humanidades de México y de Nuestra América, y el colonialismo mental que aun sufrimos los pobladores de México desde hace cinco siglos. El libro de Samir Amin, “El euro centrismo”, publicado por Siglo XXI Editores (1998) es una prueba viva de cómo dicha ideología ha sesgado y sigue sesgando el propio desarrollo científico, y en general el humano, no sólo de los pueblos ex, neo o ahora re- colonizados, sino el de los propios pueblos en los países metropolitanos industrializados, y por tanto de la humanidad entera. Aún las ciencias y humanidades actuales rebozan de prejuicios racistas y clasistas, corporativos cada vez más, que obnubilan su comprensión y claridad incluso que tenían. Hay ejemplos de ciencias que ya no lo son: “ciencias mentirosas”, o “ciencias explotadoras”, como la demografía malthusiana, La ecología catastrofista corporativa, la farmacología transnacional, la “ética” médica asociada, la ginecología bantú, ya fallecida casi, en Sudáfrica, y muchas más: las ciencias y la ética al servicio del dinero o del capital.

 

Llegamos al planteamiento epistemológico o causal, que el epidemiólogo y el historiador -y no sólo el filósofo- deben hacerse, tras describir el proceso mórbido en la historia de la producción, comercio, alimentación, nutrición y salud de la población de México.

 

Se plantea una interrogante que es preciso responder, o al menos “caracterizar” suficientemente: ¿por qué un país predominantemente "indígena", que aunque no lo es ya "de lengua" (figura 10 A); s¡ lo es "de estómago", “de genes” y “de historia” (milenaria, contra apenas 500 años) discrimina y mantiene en el hambre a la población que considera minoría y que es hoy llamada "indígena"?

 

Si sus fuentes de energía y proteína básicas, con muchos otros atributos culturales, los alimentos cultivados y domesticados en Mesoamérica, el maíz y el frijol, etc. son “indígenas” u orignarias” (figura 10 B); como se sugiere previamente, es muy probablemente, mayoritariamente "indígena" o americano, "de genes" (figura 10 C) y que, sin lugar a duda, por todo lo anterior, lo es "de historia" (figura 10 D), por el solo hecho de haber nacido y vivido en el país, como escribió un dirigente africano (NYERERE 1970),

 

Este problema suele rebasar el análisis del especialista de la salud pública y queda en manos de los ideólogos de la identidad nacional y de los estudiosos del mismo tema, muchos de los cuales, hasta hoy mayoritariamente destacan y enfatizan lo ibérico, lo hispánico, y lo "iberoamericano", o “lo mestizo” (escondidamente racista, pues niega lo originario continuamente) por sobre los restantes aportes culturales de la identidad del mexicano: Recuerda los “medios”, que deberían ser informativos, y en particular los medios educativos, que deberían ser “ibidem”: lo mismo: útiles.

 

Pero queda también en manos de los especialistas de las ciencias sociales, e incluso naturales, no en ninguno de los casos para antagonizar infantilmente a otros pueblos, o a la universalidad humana, pero sí para definir con precisión la verdadera naturaleza (y sobre todo la historia) humana de México, y de la colonización, y descolonización necesaria, de su economía y de su conciencia.

 

Actualmente esta historia, incluso en forma romántica y poco objetiva, “se reconoce”, o se declara reconocerla oficialmente en parte. En especial, aparece este reconocimiento de los “liberales” de cien años, dice con posterioridad a la Revolución Mexicana de 1810. Pero todo ello, particularmente de frente a la población llamada hoy "indígena", la que se reconoce está viva, pronto termina, imponiéndose la "necesidad" de volver a la ensoñación colonial. La captura de la conciencia, la de la pertenencia a la cultura llamada "occidental".

 

Una cultura que fue esclavista primero y capitalista después, que está en otro continente, y es "occidental" para "Oriente", v. g. China, etc. La de la "raza blanca" (que no existe mas que como un accidental e insignificante genoma confundido, con el melanocito o célula melanófora, en forma de neurona, que se abre y cierra, escondiendo su melanina, el pigmento que todos tenemos excepto los albinos, que da más o menos color a la piel), y la de un clero burocrático y criminal, con una religión llamada "cristiana", en realidad explotadora y necia (que Jesús no habría aprobado).

 

Una historia de importación, e injerto exitoso que lacera, daña y mata, aun hoy, a los que aún se llama "indígenas", sin ser ellos solos los "indígenas", como se ha dicho. Pero ser n tal vez, eso sí, los mas dignos, por haber resistido ante y entre la muerte, y ser n as¡ en efecto los primeros herederos de aquella historia ancestral.

 

¿Quiere esto decir entonces que "el mexicano" sufre realmente de un espejismo colonial, como una lesión que ha resarcido o aliviado con el proceso de la Independencia y después con los de la Reforma y la Revolución? Que esto habría ocurrido (en ciertos aspectos) tal vez m s visiblemente en México que en varios otros países de América Latina. Y finalmente, ¿"que el ciudadano promedio simplemente no repara en el daño" que se causa a la población llamada "indígena", todo lo cual no es sino una expresión directa del sometimiento del país a la explotación colonial y ahora además corporativa, externa e interna, y tal vez un impedimento principal hacia un país mas equitativo y libre? ¿Identificar y combatir dicho racismo sería entonces útil a un país libre?

 

III MEXICO: ¿UN PAIS COLONIAL? (CORRELACIONES ENTRE LA DOMINACION ECONOMICA Y MENTAL DE 5 SIGLOS)

 

 De nuevo, las posibilidades de este ensayo rebasan las expectativas y solo resta esbozar, una vez mas, esquemáticamente, otras imágenes y otros estudios posibles, al menos en la crítica de los conceptos que los ideólogos de nuestra nacionalidad aun repiten, procedentes de siglos pasados: las angustias de una existencia mutilada y negada: la existencia colonial. Era común y todavía lo es hoy, asegurar que "cultura" es lo mismo que "cultura europea", y ser "culto" ergo, tener dicho acervo. La acepción de cultura mas prevaleciente en México parece seguir siendo todavía un conjunto de valores etnocéntricos euro-occidentales reproducidos en muchos medios, que minimiza la historia humana -universal- fuera de Europa (sin que de ello tengan la culpa, desde luego, el pueblo o la cultura de Europa).

 

Tal tradición olvida "con intención y desconocimiento" que esa otra historia humana, es de la que esa misma Europa nació (África, Egipto), se educó (Egipto, Islam), se nutrió (Roma), copió y desarrolló ciencia y técnica (Egipto, China, Islam), se alimentó y creció (Tercer Mundo), se transplantó a Estados Unidos y alcanzó la luna y otros logros, con la riqueza y el patrimonio de toda la humanidad (RODNEY 1972; GALEANO 1977; ALVARES, 1979; JALLÉ 1979)

 

Y que esto ocurrió, al menos desde el siglo XVI, pero en si desde antes de Cristo, desde que Europa comenzó a tomar prestada y sobre todo realmente a conocer, - y también a crear, una parte- la cultura, la ciencia y la técnica, la filosofía, religión y magia universal: efectivamente de Egipto, (SHAW 1960) del resto de África, del Oriente Medio, de China y el lejano oriente, de Mesoamérica y América Andina, etc., y en última instancia: "de los cinco continentes".

 

Pero el racismo, como intolerancia mas reciente conocida por el ser humano, tiene en efecto sus orígenes -como lo conocemos hoy, o más bien sabemos de él, pues no todos lo experimentamos en México- en el colonialismo posterior al siglo XVI. Se ha señalado incluso al propio bandido Cristóbal Colón y (J SANCHEZ McGREGOR 1981) y a sus colaboradores criminales ex presidiarios, en particular, como activo promotor de esos chovinismos engendrados en el sistema colonial que en efecto representaron nuevas traiciones al género humano (LAS CASAS S XVI).

 

Este racismo, en su expresión universal confrontó al llamado "mundo civilizado", en s¡ el m s bárbaro, pues era y es el que ha realizado el pillaje más inconmensurable, y el genocidio m s inhumano- con el que llamó el mundo "primitivo", "salvaje", "indígena", "aborigen", "nativo"; aunque también, como se sabe, su proveedor de riquezas cada vez mayores desde el siglo XVI.

 

Todo esto desde luego, se explica como una necesidad del "desarrollo" o mas correctamente del crecimiento económico, del capitalismo precisamente mas "salvaje", que se fue conformando como parte vital y vertebral de la sociedad tanto metropolitana como periférica, hasta hoy (CHOMSKY 1994).

 

Dicho capitalismo colonial y dominación mental en México adoptaron formas difíciles de creer: se perdió la memoria de la propia historia, y parecía que el pueblo o la nación conocida por este nombre, apenas había aparecido después de la gesta de independencia de 1810, sin tener registro de su existencia previamente.

 

Hasta 1950 ese pueblo-nación ancestral "no tenía nombre", y de allí la gran contribución de proponer la palabra "Mesoamérica" (KIRCHHOFF 1948). Esa palabra fué, finalmente, difundida ampliamente y aceptada por el medio científico primero y luego por el medio social. Otros intentos de definición de una nación "cultural", "demográfica" e "histórica" antes que "geográfica", entendida como su pueblo, mas que por su territorio o aun su economía, fueron "Mexamérica" (JIMENEZ MORENO 1951: 1975). Está el de la "Gran Mesoamérica" (J RAYMAN 1967, según FOLAN, 1996) que era no sólo lingüística, e incluía, además de a Oasisamérica y América yuto-nahua, o yuto-azteca, que luego fue el norte de Nueva España (Desde casi Washington, Oregon, Nevada, Idaho, Utah, Montana, Wyoming, Colorado, hasta California, Arizona, Nuevo México y Texas) en el sureste actual norteamericano, las antiguas partes “francesa” y “española” del Este: Luisiana, Misisipi, Arkansas, Missouri, Illinois, Kentucky, Tenesí, Alabama, Georgia, hasta Florida y las Carolinas, dentro del actual Estados Unidos. Y hay varios intentos más, como los lingüísticos, que no se abrieron paso o no llegaron a ser ampliamente aceptados en la academia (figuras 11 y 12).

 

Este problema está aun vigente y requiere más investigación, como lo ilustra muy bien el libro "México Profundo" (BONFIL 1988).

 

La correlación que se busca en este último capítulo, entre colonización económica y mental, se haría entre factores económicos y socio-cultural-ideológicos, una vez definidos los conceptos. ¨ Se puede considerar la existencia de una colonización económica cuando el proceso de la producción, desde la inversión y la propiedad hasta los medios de producción y el propio producto, "pertenecen" a o están bajo el control de un poder económico foráneo?

 

Es posible resumir dicho control en la historia de las inversiones extranjeras en México, (que evidentemente no son "malas" en sí mismas: ello depende de su "uso") según economistas reconocidos (JL CECEÑA 1970). En dicha historia se puede inferir que se ha llegado el predominio a un solo país, pero apenas en los últimos cincuenta años, o de la posguerra mundial (figura 13). Con ello se consideraría esquematizado el colonialismo económico, al menos en una de sus vertientes.

 

¿Se puede considerar que prevalece el "colonialismo mental" cuando los valores, imágenes, conceptos considerados básicos de la identidad de un pueblo le son impuestos a partir de los de otro pueblo sin consideración por los suyos propios?

 

Este sería el caso de por ejemplo los medios televisivos, (en particular de su publicidad privada, y a menudo también pública) que parecen "escandinavos" por el aspecto físico de los personajes que en ellos aparecen, "europeos" por la filosofía que transmiten y la forma y actitud en que lo hacen, y "occidentales" o "metropolitanos" por la posición política que comunican. Y todo ello en un país (como en otros países de Indo-Latinoamérica) que es "indígena", americano y "periférico al capitalismo." Empero, la demostración cuantitativa de tal correlación rebasa en este tercer capítulo la posibilidad de realizarse.

 

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Tomado de:

http://autonomiaautogestion.unach.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=42&Itemid=45

 

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