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Los Mayas fueron los que verificaron la existencia del Gran Ciclo Cósmico. Virgilio Tovar.

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Los Olmecas, la ¨cultura Madre¨ de los Mayas, también nos dejaron información sobre el Gran Ciclo.

Los Olmecas decidieron marcar un período corto pero intenso que sucede en el punto medio del Gran Ciclo por la vasta capacidad de transformación que tiene. Para avisarnos de eso hace miles de años iniciaron una cuenta regresiva que termina en los tiempos que vivimos. Buscaban que en estos momentos tomáramos decisiones con serenidad y sabiduría, para encausar positivamente los grandes cambios que vivimos y los que se avecinan.


Los Mayas fueron los que verificaron la existencia del Gran Ciclo Cósmico.

Sin embargo fueron los Mayas los que diseñaron los más exactos calendarios de todos los tiempos con la información que obtuvieron al verificar su existencia. También nos dejaron inscripciones con los principales eventos de su historia en cientos de Estelas (piedras talladas), en la notación de la cuenta regresiva del calendario que llamaron la ¨Cuenta Larga¨. La piedra mantuvo la memoria de su pueblo y las comprensiones que obtuvieron sobre el universo, permitiendo que su información llegara hasta nosotros. Los Mayas elaboraron sus profecías a partir del conocimiento de los ciclos. Confirmaron que la realidad es cíclica, que los eventos que inducen?se repiten. Cada intervalo es único y especial, tiene algunas diferencias que lo distinguen, pero todos conservan una esencia común. Los ciclos ordenan las transformaciones dinámicas que se suceden instante tras instante en el universo para darle una secuencia lógica a nuestra vida. Permiten que nuestra mente se acomode al cambio constante y espere sin angustia el futuro inmediato. Esa regularidad también evita la aparición de situaciones bizarras y de transformaciones ilógicas y súbitas, como las que ocurren en los sueños ordinarios. Con ese conocimiento solo necesitaban saber cuándo comenzó y cuándo terminó un ciclo, qué características manifestó y qué resultado produjo, para de ahí en adelante predecir cuándo volvería a repetirse y que tipo de eventos se podía esperar que sucedieran. Ésto es lo que fundamenta sus predicciones científicas, su visión de eventos y situaciones que tienen gran probabilidad de manifestarse durante los 20 años del intervalo de transición del Gran Ciclo que, de acuerdo a su información, terminan en el año 2012 y sobre todo de la aparición de un nuevo orden en la primavera del año 2013.

El instrumento –el más maravilloso y preciso de todos con los que los sacerdotes mayas estudiaron el Sol– fue un desarrollo del principio usado en las cavernas para registrar los pasos cenitales. Construyeron los altares de sus pirámides a manera de instrumentos ópticos para el registro horizontal y secuencial de los movimientos anuales del Sol.



LAS?PIRÁMIDES?ERAN PUNTOS FOCALES PARA OBSERVAR EL SOL Y DEVELAR CÓMO SE AJUSTA EL ESPACIO A PROPORCIONES SAGRADAS

Las pirámides que construyeron eran sofisticados instrumentos científicos. Los astrónomos mayas utilizaron su Templo Máximo –la pirámide principal de sus más importantes ciudades estado– como punto focal para observar, registrar y construir a su alrededor un espacio sagrado desde el cual estudiaron el Sol. Buscaban construir un modelo mental que les permitiera comprender cómo funcionaba el Universo. Ese punto focal era el centro de varias esferas que operaban a distintas escalas. De esta manera verificaron la existencia de un orden escalar. Un patrón irregular, no simétrico, que se repetía a distintas escalas, en el que cada una de sus partes era proporcional a todas las demás y conservaba fielmente sus mismas características esenciales.

Esta información proviene de investigaciones y pruebas realizadas durante más de diez años en diferentes observatorios prehispánicos, por el ingeniero mexicano Jorge Alberto Báez. Sus pruebas le permitieron verificar que tanto olmecas, como mayas y aztecas utilizaron cavernas naturales y los altares de sus pirámides como instrumentos para medir de manera muy precisa los desplazamientos del Sol.


El altar dividido en dos partes una pública y otra secreta y cientifica donde registraban el Analema.

El Sol al desplazar cada día su punto de salida en el horizonte, desplazaba el rayo de luz y movía el punto en el que tocaba la pared, formando el Analema.

Los Altares de las pirámides cumplían simultáneamente dos funciones, una ESPIRITUAL y una científica. Construidos a considerable altura –sobre las copas de los árboles de la selva que los rodeaba–, estaban libres de obstáculos para recibir directamente los rayos del Sol. Dividieron el altar en dos espacios, ambos cubiertos por la típica bóveda maya de piedra. El primero era un espacio abierto, desde donde el Sumo sacerdote se dirigía al pueblo y a través del cual accedían al segundo espacio, un salón cerrado al cual sólo los astrónomos encargados de su funcionamiento, el Sumo sacerdote o el Rey podían entrar. La pared que separaba los dos espacios se orientaba hacia el Este. Casi siempre tenía una figura sagrada tallada en piedra y una puerta profusamente tallada en madera y adornada con un precioso dintel, que ocultaba el propósito científico de la cámara interior. Servía además para camuflar un pequeño círculo en lo alto y en su centro que tenía una lámina de cobre con un pequeño orificio en forma de T. La perforación permitía la entrada al salón en penumbra, de un rayo muy fino de luz que iluminaba con un punto redondo la superficie de la pared trasera. Los astrónomos marcaban, todos los días a la misma hora, el punto donde el rayo de luz tocaba la superficie blanca preparada en la pared. Utilizaban una clepsidra (un sencillo reloj de agua), una vasija de barro, con un orificio en la base de un tamaño adecuado para asegurar el goteo del líquido durante un intervalo de un día hacia otra vasija receptora, que a su vez goteaba hacia una tercera vasija. Esto les permitía utilizar el mismo intervalo todos los días, garantizando que siempre se registrara el rayo de Sol en el mismo momento. Como el Sol se desplazaba todos los días frente al horizonte por la órbita de la Tierra a su alrededor, el punto de luz se desplazaba cada día un poco sobre la pared. Al registrarlo de manera sistemática durante los 365 días del año, la sucesión de puntos conformaban una gráfica con la forma del signo infinito. La ciencia actual la conoce hoy como el Analema.


El Analema es una curva cerrada que describe la posición del Sol en el cielo al registrarlo todos los días del año a la misma hora y desde el mismo lugar de observación.


Hoy se puede tomar una fotografía compuesta del Analema. Se fija sobre un trípode una cámara dirigida hacia el este y se toman fotografías a intervalos fijos –cada día o cada semana– sin mover la cámara. Se puede lograr sobreimprimiendo sobre la foto anterior o tomando fotos independientes para luego unirlas en un programa de edición fotográfica como Photoshop. La foto resultante tendrá siempre la misma forma del Nº 8 que obtenían los mayas en su gráfica. La curva del Analema que representa el movimiento infinito o continuo del Sol frente al horizonte.

 

 

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