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EXISTENCIA HISTÓRICA DE UN SABER FILOSÓFICO ENTRE LOS NAHUAS. Miguel León Portilla.

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La cosmovisión mítico-religiosa de los nahuas de principios del siglo XVI nos es hoy conocida gracias a investigadores como Seler. Caso, Soustelle, Garibay y Fernández, que han logrado  reconstruirla sobre la base de las fuentes directas y desde diversos puntos de vista. Particularmente Alfonso Caso ha mostrado cuál era la estructuración interna de esa visión del mundo, en la que los  diversos mitos cósmicos y las creencias sobre un más allá giraban  alrededor del gran mito solar, que hacía específicamente de la nación azteca "el pueblo del Sol".

 

Mas, no obstante el afán de unidad y los penetrantes atisbos  presentes en la compleja cosmovisión náhuatl, hay que reconocer que si el pensamiento de sus sabios no hubiera llegado más lejos, entonces la filosofía en sentido estricto no habría aparecido entre ellos. Porque) aun cuando los mitos y creencias son la primera respuesta implícita al misterio latente del universo, en realidad filosofar es algo más que ver el mundo a través de los mitos.

Dar una definición de filosofía que sea aceptada por las varias  escuelas, es cosa difícil. Sin embargo, creemos que todos admitirán que para filosofar en sentido estricto se requiere la percepción explícita de problemas en el ser de las cosas. Es menester admirarse y dudar de las soluciones ya hechas -fruto de la tradición y la costumbre-- para poder preguntarse racionalmente sobre el origen, ser y destino del universo y del hombre. Son filósofos quienes experimentan la necesidad de explicarse el acontecer de las cosas, o se preguntan formalmente cuál es su sentido y valor) o yendo aún más lejos, inquieren sobre la verdad de la vida, el existir después de la muerte, o la posibilidad misma de conocer todo ese trasmundo -más allá de lo físico- donde los mitos y las creencias habían situado sus respuestas. Inquietarse y afanarse por esto es filosofar en sentido estricto.

 

Ahora bien ¿tenemos pruebas ciertas de que tal inquietud y afán hayan aparecido entre los nahuas? ¿Hubo entre ellos quienes empezaran a dudar de los mitos, tratando de racionalizarlos, hasta llegar a plantearse en forma abstracta y universal cuestiones como las arriba mencionadas?

Con base en la evidencia de los documentos nahuas examinados al tratar de las fuentes, nuestra respuesta es decididamente afirmativa. Los textos originales libres de toda interpretación que pudiera falsear o desviar fantásticamente su sentido, irán apareciendo a lo largo de este estudio, hablando por sí mismos. Confesamos, desde luego, que la versión castellana que de dichos textos daremos, no obstante ser escrupulosamente fiel, difícilmente alcanzará a mostrar la maravillosa concisión y lo matizado de la lengua náhuatl. Por esto, en un apéndice se ofrecerán también los textos en su lengua original, así como un "vocabulario filosófico náhuatl", en el que se analizarán varias palabras compuestas, de las que únicamente se hallan sus elementos en los diccionarios clásicos, pero no filosóficos, de Molina y Remi Simeon. y es que el náhuatl, así como el griego y el alemán, son lenguas que no oponen resistencia a la formación de largos compuestos a base e la yuxtaposición de varios radicales, de prefijos, sufijos e infijos, para expresar así una compleja relación conceptual con una sola palabra, que llega a ser con frecuencia verdadero prodigio de "ingeniería lingüística". Es pues en este sentido el idioma náhuatl un adecuado instrumento para la expresión del pensamiento filosófico que, como veremos, se refleja a veces aun en la misma estructura interna de los términos.

DESCUBRIMIENTO DE LOS PROBLEMAS

Las primeras dudas e inquietudes que agitaron al pensamiento náhuatl, y que a continuación presentamos traducidas, tomando en cuenta le anteriormente dicho, se conservan bajo la forma. de lo que hoy llamaríamos "pequeños poemas". Al lado de cantares religiosos, poemas épicos, eróticos y de circunstancia, nos encontramos en la rica Colección de Cantares Mexicanos, de la Biblioteca Nacional de México, unos pequeños trozos en los que aparecen en toda su fuerza -hasta diríamos que lírica y dramáticamente a la vez-- las más apremiantes preguntas de la filosofía de todos los tiempos. Ya hemos tratado, al presentar nuestras fuentes, de la autenticidad y antigüedad prehispánica de estos Cantares. Sólo precisaremos ahora -siguiendo en esto a Garibay- que dichos textos proceden del periodo comprendido entre 1430 y 1519. Lo cual no quiere decir que se excluyan influencias mucho más antiguas, así como ideas y tradiciones toltecas, etc. Se señalan únicamente esas fechas como puntos ciertos de referencia cronológica. No afirmamos tampoco que todos los textos aducidos, sean obra de un mismo autor. Lo que sí sostenemos es que contienen auténticos problemas descubiertos por el pensamiento náhuatl antes de la conquista. Así, el primero que vamos a presentar puede describirse como una serie de preguntas sobre el valor de lo que existe, en relación con el afán humano de encontrar satisfacción en las cofias que están sobre la tierra:

"¿Qué era lo que acaso tu mente hallaba?

¿Dónde andaba tu corazón?

Por esto das tu corazón a cada cosa,

sin rumbo lo llevas: vas destruyendo tu corazón.

Sobre la tierra, ¿acaso puedes ir en pos de algo?"

Un breve comentario de tres conceptos fundamentales expresados en este pequeño poema, nos revelará, desde luego, la hondura de pensamiento de la que estamos llamando problemática náhuatl.

El primero aparece en las dos líneas iniciales. Se pregunta en ellas qué es lo que la mente y el corazón pueden encontrar de verdaderamente valioso. Dice el texto, ¿qué era lo que tu mente y corazón hallaban? Tu corazón: moyollo. Como lo veremos más detenidamente, el complejo idiomático náhuatl mix, moyollo (tu cara, tu corazón), significa "tu persona, tu propio ser". Apareciendo aquí tan sólo la segunda parte de dicho modismo, obviamente se está aludiendo a la persona en su sentido dinámico, en cuanto busca y desea. Como comprobación de esto puede añadirse que yóllotl (corazón), es un derivado de la misma raíz que ollin (movimiento), lo que deja entrever la más primitiva concepción náhuatl de la vida: yoliliztli; y del corazón: yóllotl, como movimiento, tendencia.

Otra idea de suma importancia surge también en la tercera y cuarta líneas del poema: el hombre, es un ser sin reposo, da su corazón a cada cosa (timóyol cecenmana) y andando sin rumbo (ahuicpa), perdiendo su corazón, se pierde a sí mismo.

Apremiante aparece así la pregunta de la línea final: sobre la tierra, ¿acaso puedes ir en pos de algo? (In tlatícpac can mach ti itlatiuh?), que traducida literalmente, plantea el problema de la posibilidad de dar con algo capaz de satisfacer al corazón (al' ser todo) del hombre, aquí, "sobre la tierra" (in tlaltícpac). Término que como veremos se contrapone con frecuencia al complejo idiomático topan, mictlan, "lo (que está) sobre nosotros, en la región de los muertos", es decir, el más allá. Tlaltícpac (lo sobre la tierra) es por consiguiente lo que está aquí, lo que cambia, lo que todos vemos, lo manifiesto. Siendo prematuro querer penetrar más en el significado de este par de conceptos opuestos, sólo hacemos notar ahora cuál es el verdadero sentido .del problema descubierto por la mente náhuatl acerca del valor de las cosas en el mundo cambiante de tlaltícpac.

Un poco más abajo, en otros textos de la misma colección, ahondando aún más en la pregunta sobre la urgencia de encontrar algo verdaderamente valioso en tlaltícpac (sobre la tierra), se plantea abiertamente el problema de la finalidad de la acción humana:

"¿A dónde iremos?

Sólo a nacer venimos.

Que allá es nuestra casa:

Donde es el lugar de los descarnados.

Sufro: nunca llegó a mí alegría, dicha.

¿Aquí he venido sólo a obrar en vano?

No es ésta la región donde se hacen las cosas.

Ciertamente nada verdea aquí:

abre sus flores la desdicha."

Como lo muestran las líneas citadas, y otras semejantes que pudieran también aducirse, los pensadores nahuas se vieron impelidos a la búsqueda racional ante la realidad estrujante del sufrimiento y la urgencia de encontrar una explicación a su vida y a sus obras amenazadas de exterminio por el anunciado fin del quinto Sol, que había de poner término a todo lo existente. Y a la persuasión de que todas las cosas tendrán que perecer fatalmente se sumaba una duda profunda sobre lo que pudiera haber más allá, que hace plantearse cuestiones como éstas:

"¿Se llevan las flores a la región de la muerte?

¿Estamos allá muertos o vivimos aún?

¿Dónde está el lugar de la luz pues se oculta el que da la

vida?"

Preguntas que implican ya abiertamente una desconfianza respecto de los mitos sobre el más allá. Quienes se las plantean no ciertos de referencia cronológica. No afirmamos tampoco que todos los textos aducidos, sean obra de un mismo autor. Lo que sí sostenemos es que contienen auténticos problemas descubiertos por el pensamiento náhuatl antes de la conquista. Así, el primero que vamos a presentar puede describirse como una serie de preguntas sobre el valor de lo que existe, en relación con el afán humano de encontrar satisfacción en las cofias que están sobre la tierra:

"¿Qué era lo que acaso tu mente hallaba?

¿Dónde andaba tu corazón?

Por esto das tu corazón a cada cosa,

sin rumbo lo llevas: vas destruyendo tu corazón.

Sobre la tierra, ¿acaso puedes ir en pos de algo?"

Un breve comentario de tres conceptos fundamentales expresados en este pequeño poema, nos revelará, desde luego, la hondura de pensamiento de la que estamos llamando problemática náhuatl.

El primero aparece en las dos líneas iniciales. Se pregunta en ellas qué es lo que la mente y el corazón pueden encontrar de verdaderamente valioso. Dice el texto, ¿qué era lo que tu mente y corazón hallaban? Tu corazón: moyollo. Como lo veremos más detenidamente, el complejo idiomático náhuatl mix, moyollo (tu cara, tu corazón), significa "tu persona, tu propio ser". Apareciendo aquí tan sólo la segunda parte de dicho modismo, obviamente se está aludiendo a la persona en su sentido dinámico, en cuanto busca y desea. Como comprobación de esto puede añadirse que yóllotl (corazón), es un derivado de la misma raíz que ollin (movimiento), lo que deja entrever la más primitiva concepción náhuatl de la vida: yoliliztli; y del corazón: yóllotl, como movimiento, tendencia.

Otra idea de suma importancia surge también en la tercera y cuarta líneas del poema: el hombre, es un ser sin reposo, da su corazón a cada cosa (timóyol cecenmana) y andando sin rumbo (ahuicpa), perdiendo su corazón, se pierde a sí mismo.

Apremiante aparece así la pregunta de la línea final: sobre la tierra, ¿acaso puedes ir en pos de algo? (In tlatícpac can mach ti itlatiuh?), que traducida literalmente, plantea el problema de la posibilidad de dar con algo capaz de satisfacer al corazón (al' ser todo) del hombre, aquí, "sobre la tierra" (in tlaltícpac). Término que como veremos se contrapone con frecuencia al complejo idiomático topan, mictlan, "lo (que está) sobre nosotros, en la región de los muertos", es decir, el más allá. Tlaltícpac (lo sobre la tierra) es por consiguiente lo que está aquí, lo que cambia, lo que todos vemos, lo manifiesto. Siendo prematuro querer penetrar más en el significado de este par de conceptos opuestos, sólo hacemos notar ahora cuál es el verdadero sentido .del problema descubierto por la mente náhuatl acerca del valor de las cosas en el mundo cambiante de tlaltícpac.

Un poco más abajo, en otros textos de la misma colección, ahondando aún más en la pregunta sobre la urgencia de encontrar algo verdaderamente valioso en tlaltícpac (sobre la tierra), se plantea abiertamente el problema de la finalidad de la acción humana:

"¿A dónde iremos?

Sólo a nacer venimos.

Que allá es nuestra casa:

Donde es el lugar de los descarnados.

Sufro: nunca llegó a mí alegría, dicha.

¿Aquí he venido sólo a obrar en vano?

No es ésta la región donde se hacen las cosas.

Ciertamente nada verdea aquí:

abre sus flores la desdicha."

Como lo muestran las líneas citadas, y otras semejantes que pudieran también aducirse, los pensadores nahuas se vieron impelidos a la búsqueda racional ante la realidad estrujante del sufrimiento y la urgencia de encontrar una explicación a su vida y a sus obras amenazadas de exterminio por el anunciado fin del quinto Sol, que había de poner término a todo lo existente. Y a la persuasión de que todas las cosas tendrán que perecer fatalmente se sumaba una duda profunda sobre lo que pudiera haber más allá, que hace plantearse cuestiones como éstas:

"¿Se llevan las flores a la región de la muerte?

¿Estamos allá muertos o vivimos aún?

¿Dónde está el lugar de la luz pues se oculta el que da la vida?"

 

Tomado de: http://www.olimon.org/uan/portilla.pdf

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