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"COMBATE Y TOMA DE POTONCHAN"LA VISIÓN DEL CONQUISTADOR

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Analizaremos del texto de: Francisco López de Gómara titulado “LA CONQUISTA DE MÉXICO”, el capitulo titulado “Combate y toma de Potonchan”, página 72. Edición de José Luis de Rojas. Crónicas de América. Editorial Dastin, S.L. España.

 

 

GÓMARA, Francisco López de“La conquista de México”“Combate y toma de Potonchan”pp 72 a 75.Ed. De José Luis de Rojas. Crónicas de América.

Editorial Dastin, S. L. España.

 

 

En esta narración nos describe el autor “la épica” lucha que tuvo Cortés con los pueblos originarios. El texto nunca habla de que los pueblos indígenas fueron invadidos por saqueadores, que venían a “rescatar oro” a través de la violencia. Constituidos como una empresa y que no eran soldados de la corona, sino aventureros en busca de fortuna fácil a través del saqueo. No se contemplan los “derechos humanos” de los agredidos y se da por aceptado que es correcto que un grupo armado llegue a atacar, saquear, destruir y cambiar la forma de vida, la religión y la cultura de un pueblo pacifico que nada ha hecho al agresor.

 

 

Aceptar esta brutal agresión como “algo natural”, permite al colonizador seguir atacando e invadiendo a otros pueblos pacíficos, sea militarmente, comercialmente o culturalmente. La invasión de Europa a América, África y Asia es un atentado a la paz mundial y al derecho internacional, lo mismo en el siglo XVI que en el XXI. El problema no es que sólo se haya dado en el siglo XVI, la tragedia que en el siglo XXI se sigue realizando este tipo de agresiones con múltiples variantes, pero que en esencia tienen como objetivo explotar a los pueblos y depredar sus recursos naturales en favor del invasor.

 

 

Volviendo al texto diremos que el autor nos relata que después de dejar Isla Mujeres y con Jerónimo de Aguilar que sabía hablar maya y español, Cortés y el grupo de filibusteros llega a lo que hoy es Champoton en el estado de Campeche y después de recuperar una de sus naves que se había perdido, pero que fue encontrada en un lugar donde existía mucha caza, pesca y agua dulce, y después de abastecerse llegaron a la bocana del Río Grijalva donde vieron un asentamiento humano.

 

 

Como Cortés venía fundamentalmente a robar oro, tenía que entrar al pueblo para saquearlo, pero los indígenas los recibieron a lo lejos con amenazas y les pidieron que se fueran, pues ya había recibido la “visita” de Grijalva años antes y sabían bien a que venían los filibusteros. De manera falsa… “Cortés se adelantó haciendo señas de paz, les habló por medio de Jerónimo de Aguilar, rogándoles los recibiesen bien, pues no venían a hacerles mal, sino a tomar agua dulce y comprar de comer, como hombres que andando por el mar, tenían necesidad de ello; por tanto, que se lo diesen, que ellos se lo pagarían muy cortésmente.”

 

 

Los indígenas les llevaron comida y agua para que se fueran. Los españoles no necesitaban las provisiones, pues se acaban de abastecer, era solo un ardid para entrar al pueblo. Esto lo hizo siempre Cortés y siempre le funcionó porque para los pueblos del Anáhuac la cortesía con el viajero sigue siendo parte de su cultura. Con los aztecas cambió al decirles que él, era enviado del Rey de España y que éste era Quetzalcóatl, motivo por el cual lo recibieron como embajador a pesar que gran parte del pueblo y los dirigentes quería acabar con los invasores.

 

 

Cortés dijo que no era suficiente lo que los indígenas les regalaban… “diciendo que era inhumanidad dejarlos perecer de hambre y que si le escuchasen las razones por las que había venido allí, verían cuánto bien y provecho les reportaría. Replicaron los indios que no querían consejos de gente que no conocían, ni menos acogerlos en sus casas, porque les parecían hombres terribles y mandones, y que si querían agua, que la cogiesen del río o hiciesen pozos en al tierra, que así hacían ellos cuando la necesitaban. Entonces Cortés, viendo que las palabras estaban de más, (o que el engaño no funcionó) les dijo que de ninguna manera podía dejar de entrar en el lugar y ver aquella tierra, para tomar y dar relación de ella al mayor señor del mundo, (de nuevo el engaño, pues Cortés salió prófugo de la ley de Cuba y menos fue mandado directamente por el rey de España y no tenía ninguna misión de relatar nada, solo venían a robar) que allí le enviaba; por eso, que lo tuviesen por bueno, pues él lo deseaba hacer por las buenas, y si no, que se encomendaría a su Dios, a sus manos y a las de sus compañeros. Los indios no decían más que se fuesen, y no intentasen echar bravatas en tierras ajena, porque de ninguna manera le consentirían salir a ella ni entrar en su pueblo, antes bien le avisaban que si en seguida no se marchaban de allí, le matarían a él y a cuantos con él iban.”

 

 

La actitud invasiva de los españoles del siglo XVI, sobre un pueblo que nada les había hecho, se ha seguido repitiendo durante todos estos siglos por los países conquistadores-colonizadores: invasión militar, financiera, económica, comercial, tecnológica, religiosa, cultural. Se invade con ejércitos, se derrocan autoridades locales “hostiles”, se cambian sistemas de gobierno tradicional y se impone la “democracia de los mercaderes”, se compran bancos, se obliga a privatizar empresas estratégicas, se obliga a que los países quiten sus barreras arancelarias, se impide el desarrollo tecnológico y se les vende tecnología obsoleta y chatarra, se financia sectas religiosas para que cambien la religión de los pueblos y se invade con modelos y paradigmas culturales, tratando de que desechen sus tradiciones y copien la “modernidad” que funciona como un Caballo de Troya.

Escribe Gómara que Cortés, … “les tomó a requerir con la paz y la buena amistad, prometiéndoles buen tratamiento y libertad, y ofreciéndoles la noticia de cosas tan provechosas para sus cuerpos y almas, que se tendrían por bienaventurados después de sabidas; y que si todavía porfiaban en ni acogerle ni admitirle, los apercibía y emplazaba para la tarde entes de ponerse el Sol, porque pensaba, con ayuda de su Dios, dormir en el pueblo aquella noche, a pesar y daño de los moradores, que rehusaban su buena amistad y conversación y la paz.” Todo parecido con el discurso del Presidente Bush de Estados Unidos ante la invasión de Irak es una realidad que se ha repetido a partir de que “los mercaderes” se han apoderado del mundo a través de los salvajes y guerreros pueblos noreuropeos.

 

 

Como por supuesto los indígenas no se rindieron a las amenazas y promesas de Cortés, los españoles atacaron el pueblo por dos frentes y los indígenas se defendieron valientemente. El mismo autor señala que a pesar de que al principio los indígenas se impresionaron por las armas y caballos de los españoles, siguieron combatiendo arduamente hiriendo a veinte invasores. Finalmente los españoles lograron entrar el pueblo… “Los españoles escudriñaron las casas, (entiéndase, allanaron para saquear) y no hallaron más que maíz y gallipavos, y algunas cosas de algodón, y poco rastro de oro, (que era su objetivo y razón de invadir) pues no había dentro más que cuatrocientos hombres de guerra defendiendo el lugar. Se derramó mucha sangre de indios en la toma de ese lugar, por pelear desnudos; los heridos fueron muchos y cautivos quedaron pocos; los muertos no se contaron. Cortés se aposentó en el templo de los ídolos con todos los españoles, y cupieron muy a placer, porque tiene un patio y unas salas muy buenas y grandes. Durmieron allí aquella noche con buena guarda, como en casa de enemigos, más los indios no se atrevieron a nada. De esa manera se tomó Potonchan, que fue la primera ciudad que Hernán Cortés ganó por la fuerza en lo que descubrió y conquistó.”

 

 

Este es el inicio de lo que siguió haciendo la banda de delincuentes hasta hacer lo mismo con Tenochtitlán, y se ha venido repitiendo a lo largo de estos casi cinco siglos de invasión y colonización. La forma externa cambia con el tiempo, pero el fondo sigue siendo el mismo. Invadir a un pueblo, explotarlo y depredar sus recursos naturales a través de quitarle su cultura, su memoria histórica y su identidad.

 

 

Esto se ha logrado gracias a la colonización mental y espiritual que hemos sufrido. Que nos han impuesto y que hemos aceptado sumisamente la versión y visón del invasor-colonizador. La llegada de los europeos al Anáhuac significó una catástrofe humana. Se cometieron crímenes de lesa humanidad. De un golpe brutal se trató de amputar una civilización milenaria. Se destruyeron y persiguieron nuestras milenarias instituciones, leyes y autoridades. En su lugar se impusieron: leyes, instituciones y autoridades “COLONIALES”, que no tenían como objetivo “el desarrollo integral” de los pueblos invadidos, por el contrario, solo regulaban entre españoles la explotación de los indígenas y sus recursos naturales. Los indígenas, los vencidos, no tenían ningún derecho.

 

 

El problema es que la sociedad colonial de nuestros días sigue aceptando a “las fuentes” como la base y verdad histórica de lo que sucedió en la invasión. Esto valida la estructura colonial de las relaciones entre los venceros y vencidos que se mantiene hasta nuestros días. La verdad hace libres a los seres humanos y a los pueblos.

 

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