Cursos

Podcast

Canales Youtube

Visitantes

37,090,739

Los conjuntos astronómicos de Monte Albán. Rubén B. Morante López

Hits:1731

Los conjuntos astronómicos de Monte Albán.   Rubén B. Morante López
Foto: Rubén B. Morante López
Nos encontramos a más de 2 000 msnm, en una de las islas del archipiélago orográfico que se eleva hacia el poniente de la bella Antequera, la hoy hermosa ciudad de Oaxaca. Es una noche fresca y clara, y por momentos pensamos que nos puede suceder lo mismo que al buzo que confunde la superficie con el fondo del océano, tal es la cantidad de estrellas en la bóveda celeste y los incontables destellos eléctricos de los valles que nos rodean. A unos metros de nosotros permanecen, iluminados por las luces astrales, los eternos edificios de la milenaria Monte Albán. En noches como ésta los astrónomos zapotecos debieron permanecer atentos a los movimientos de cada constelación, de cada planeta y del satélite natural de la Tierra.

El tiempo pasa lentamente, hasta que la luz solar comienza a borrar las titilantes estrellas y los diminutos destellos de los valles. De pronto, la enorme bola de fuego del sol aparece sobre las montañas de la sierra de Cuajimolayas, sobre el sistema montañoso poblano-oaxaqueño. La luz rojiza cae sobre los templos de piedra y el día rompe el silencio de las aves.

Con su majestuosidad, Monte Albán muestra el enorme legado de uno de los pueblos más ricos del pasado de México. De todos es sabido que por más de 1 500 años este sitio fue ocupado por hombres sabios. Allí, los verdaderos precursores del calendario prehispánico labraron la piedra caliza con habilidad y maestría, para que perdurasen, en los primeros balbuceos de la escritura mesoamericana, verdaderas hazañas del intelecto humano: un ejemplo de ello son las matemáticas, donde se inventaría el sistema barra punto que posteriormente sería adoptado por pueblos como el olmeca, el maya y el xochicalca. Se trata de una de las primeras muestras de un pensamiento abstracto que, lejos de oponerse, se mezcla con el pensamiento mítico. Tanto las matemáticas como el calendario y la escritura corrieron siempre de la mano de la astronomía. y en cuanto a este aspecto poco se sabe de los alcances del pueblo zapoteco.

Los conjuntos astronómicos de Monte Albán.   Rubén B. Morante López


Foto: Rubén B. Morante López
Los registros de fechas (al lado de acontecimientos históricos y míticos) que vemos en las lápidas de Monte Albán tienen su fundamento en un calendario que se ideó con base en el movimiento de los cuerpos celestes, y aunque algunos investigadores afirman que de estos últimos estudios no hay evidencias claras, otros en cambio prefieren el camino de la especulación poco científica y editan folletos con el dinero que otros trabajos más serios requieren para su difusión.



La clave del mensaje está en la arquitectura. Muchos de nosotros hemos cruzado frente a ciertos edificios de Monte Albán sin advertir que allí están los observatorios. En esta ocasión quisiera dirigir la atención hacia el flanco oriental de la gran plaza, a los edificios que vemos a nuestra mano izquierda mientras entramos a la zona arqueológica. El primero de ellos es el Juego de Pelota; allí la bola de caucho recorría la cancha, como los astros el firmamento. Caminando hacia el sur vamos a encontrar una serie de edificios que se distinguen mediante una letra: los más importantes para nosotros son los edificios G, H, I y J, que están al centro de la plaza; el Edificio P, que está al este, y el Adoratorio del Montículo H, como le nombra Bernd Fahmel Beyer. Este autor ha reconocido en el sistema compuesto por los tres templos sobre los montículos G, H e I, un conjunto de conmemoración astronómica. Conjuntos como el indicado han sido identificados en La Venta, sitio olmeca del estado de Tabasco, así como en cuando menos una docena de sitios mayas que van desde Tikal hasta Dzibilchaltún. El astrónomo Anthony Aveni y los arqueólogos Pedro Laporte y Vilma Fialco han hecho estudios al respecto. En la Ciudadela de Teotihuacan, al parecer también hubo un complejo de este tipo que estoy estudiando actualmente.

Los conjuntos de conmemoración astronómica se reconocieron desde 1920 cuando Frans Blom reportó el del Grupo E en Uaxactún, Guatemala. Estos conjuntos funcionan cuando, desde un edificio situado al oeste de tres templos construidos sobre una plataforma, se observa salir el sol en distintas posiciones de importancia astronómica, como son los solsticios y los equinoccios. En el caso de Monte Albán, la observación se hizo en el ocaso y el punto desde donde se observaba debió de ser el Edificio P. Esta última estructura presenta además características que la hacen el centro del sistema astronómico de Monte Albán. La primera de ellas es que está relacionada con el Edificio J, una construcción sumamente peculiar, ya que tiene una orientación y una forma diferentes a las de cualquier otra construcción del sitio: tiene forma de flecha y su orientación hace que la perpendicular a su escalinata dé exactamente a un orificio situado al centro de los escalones del Edificio P. Ya Alfonso Caso en 1938 había dicho que era probable que el Edificio J se usase para hacer observaciones astronómicas. Además, en la pared del santuario de este edificio hay una lápida empotrada que nos muestra a un individuo observando las estrellas.

Aveni determinó que en la época de auge en Monte Albán, Capella, una de las estrellas más brillantes, salía en la línea que señala hacia el orificio del Montículo P, que en realidad es la salida de una chimenea como la que existe en Xochicalco, la cual constituye un complejo sistema de observación astral. Se trata entonces de instrumentos de gran precisión para detectar los movimientos solares. Un registro cuidadoso de los movimientos astrales a través de estos instrumentos permite calcular un ciclo anual más preciso que el de nuestro calendario gregoriano.

Entre el Edificio P y el Edificio H se encuentra un pequeño adoratorio con un estanque interior. Hacia las partes este y oeste de este adoratorio se abren dos subterráneos, el primero se comunica con el Edificio P y el segundo con el H. Se ha especulado que estos subterráneos se usaban en ceremonias donde el oficiante desaparecía en un punto de la plaza y aparecía en otro, sorprendiendo así a la concurrencia. Estas apariciones y desapariciones bien pudieran ser una alegoría del Sol en su viaje por el interior de la tierra, cuando desaparece hacia el occidente y reaparece al día siguiente por el oriente. En ese adoratorio fue donde se halló la máscara de mosaico de piedra verde con la imagen del dios murciélago, una de las piezas maestras del arte prehispánico que actualmente se conserva en el Museo Nacional de Antropología.

Estamos en agosto y, gracias al Anuario del Observatorio Nacional, sabemos que en este mes se da el segundo paso del sol por el cenit de Monte Albán; el primero fue en mayo. Gracias a que estuvimos allí en ese momento tuvimos oportunidad de constatar la forma en que opera la cámara de observación del Edificio P, al que penetramos por un estrecho pasadizo. Una ventana de la parte superior de la chimenea indica, al iluminarse, que pronto los rayos solares penetrarán. Una vez que el primer rayo entra, a eso de las 12:15 p.m., la luz del sol se mueve del oeste hacia el este (al revés del movimiento aparente del Sol en el firmamento). A las 12:34 momento exacto del tránsito, los rayos penetran perpendiculares al piso y poco después desaparecen sobre una lápida horizontal, especie de altar, exactamente en una muesca que dicha lápida presenta en su parte central y que para mí no es casual, sino que está hecha para marcar el último rayo solar en este importante día del calendario prehispánico. Esta muesca es como una flecha y me recuerda la forma del Edificio J.

El arqueólogo David Peterson ha realizado diferentes experimentos en esta cámara. El más interesante consiste en colocar un recipiente con mercurio bajo los rayos solares a fin de que éstos se reflejen. La perfecta horizontalidad del líquido hace que el reflejo sólo regrese sobre sí mismo dos días de cada año, al momento de los primeros tránsitos cenitales (el 8 de mayo y el 5 de agosto). Y como ese día se retrasa cada cuatro años, me indica que debo aumentar un día al calendario, o sea que se trata de un año de los que denominamos bisiestos y que posiblemente ya era conocido en Monte Albán en la época de la construcción de esta cámara (100-350 d.C.). Es muy posible que estemos ante uno de los primeros instrumentos astronómicos de la humanidad.

Día a día los secretos de la astronomía prehispánica se develan ante nuestros ojos. Conocerlos nos llena de orgullo y apreciarlos es nuestro deber. Al salir de la cámara astronómica, la luz nos ciega, el Sol ha empezado a caer frente a nosotros; se dirige al mundo de la noche, al inframundo, y nos recuerda que Monte Albán también declinó.


Abandonada, como tantas otras ciudades prehispánicas, esta magnífica ciudad quedó envuelta en el misterio siglos antes de la llegada de los europeos. Hasta sus montículos fantasmales llegaron los mixtecos a dejar a su muertos ilustres, a los cuales rodearon con las joyas de oro y piedras preciosas. Alfonso Caso habría de descubrirlas en la tumba, número 7, hasta hoy la más rica de Mesoamérica. Sin embargo, las joyas materiales quedan lejos de compararse con las joyas del intelecto que poco a poco descubrimos en el mensaje astronómico de la arquitectura.

Fuente: México desconocido No. 225 / noviembre 1995
http://www.folker-wagner-mummenthey.de/Foto/MonteAlban/Los%20conjuntos%20astron%C3%B3mico.htm

Buscar