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Del Porque El Universo Es Una Entidad Femenina//El Árbol De La Vida

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En la entrada que titule, Koatlikue, Madre de la Dualidad, Ométeotl, expuse que el Universo estaba representado en el pensamiento religioso del Sem Anawak, como una Diosa; extraño y exótico pensamiento, seguro pensaron las mentes irreflexivas al leerme; bueno, aquí explicare un poco más mi punto, partiendo del simbolismo del Árbol De La Vida, llamado en nawatl,

Tonakakuawitl, este árbol es el que utilizaban las antiguas y los antiguos, para explicar el Universo. Primeramente hay que pensar ¿Por qué los árboles eran sagrados en el Sem Anawák, hasta el punto de representar el cosmos? Se sabe, por ejemplo, que para los celtas, (pueblo antiguo europeo), un árbol era tan sagrado que si alguien talaba sin permiso alguno, se convertía en reo de muerte, o mejor dicho; el sistema legal celta lo condenaba a la penitencia máxima.

 Los árboles, para las personas sabias de antes, representaban el cosmos, ya que era un elemento natural que echaba raíces en lo profundo de la negra tierra, su tronco habitaba con el resto de la flora y la fauna, y su follaje, sus ramas, y sus hojas, parecían llegar a lo alto del cielo... Por lo tanto, los arboles debían ser imagenes de su arquetipo mayor y perfecto: el mismísimo Árbol De La Vida, Tonakakuawitl. Este Árbol comunicaba el paraíso, representado en el cielo con los árboles mundanos; con la tierra, y con el mundo de los muertos, que era representado por las capas inferiores de nuestra tierra. En una pintura mural de Teotiwakán, encontramos el frondoso Árbol De La Vida Tonakakuawitl, cuidado y nutrido por dos seres, uno masculino y otro femenino:

Estos seres, posiblemente, son los Dioses de la generación, Omesiwatl y Ometekutli; las dualidades complementarias de Ometeotl; ya supimos porque el Universo fue representado como un árbol, nos falta saber porque se le consideraba una entidad femenina, empezare exponiendo el tema desde las raíces hasta la punta de la hoja mas alta.

De las antiguas abuelas, de los antiguos abuelos, se nos dice que ellos creían que el cosmos tenía trece cielos, y contaba con nueve mundos subterráneos, pero ¿Enserio hay que creer que los avanzados toltekas tenían una visión tan pobre del Universo? ¿Es que la gente que se dedicaba a mirar el cielo por su propia supervivencia en la tierra, creían que había trece cielos? ¿Y de donde sacaban el conocimiento para asegurar que había nueve inframundos? Mi conjetura es la siguiente: Todas estas enseñanzas son de carácter simbólico e iniciático, y no literal; y se enfrentan a la cuestión ontológica del Ser, que pregunta en este caso ¿A dónde iré después de la muerte? Para eso me apoyare en la imagen siguiente, la cual utilizaremos como mapa; y le doy crédito a esta imagen a quien corresponda:

                       Los Nueve Inframundos del Miklán
El nueve fue un símbolo sagrado para el Sem Anawák, esto es producto de una conjetura mía, nueve son los meses de gestación que un feto pasa en el vientre de su madre, antes de convertirse en bebe; quiero decir, que quizá sea una consciente o inconscientemente regresión psicológica, lo que hizo las personas del Anawák hayan vinculado el estado embrionario, al mundo de las sombras. Estamos en las raíces de nuestro Árbol De La Vida Tonakakuawitl. Aquí se dice que habita la dualidad oscura, Nuestra Madre y Nuestro Padre, con un rostro mas huraño y un actitud mas severa; Miktlantekutli y Miktekasiwatl, ambos eran representados como esqueletos con máscara de calavera, múltiples dientes, gobernando una región sombría y fría.

Al morir el alma tenía que pasar por nueve regiones infernales, primero cruzar el río Shignawapan, junto con su Sholoitskuintle, a quién habían sacrificado para ayudarle a cruzar; después tenía que cruzar entre dos montañas que se juntan, posteriormente pasar por una montaña de obsidiana. En cuarto lugar el alma tenía que pasar en medio del viento helado, que le cortaba como si fuera obsidiana. En quinto lugar, por donde flotan las banderas, después, el lugar por donde se flecha, en séptimo lugar, un sitio infernal donde las fieras se comen los corazones, en octavo lugar, pasar por estrechos lugares llenos de piedras y solo para llegar al noveno lugar, el Shignauktlán, el sitio de la Dualidad Oscura; enfrentarse a Ellos, verse en el espejo, recordar su forma... Quizá solo para reencarnar, en una nueva oportunidad, en los brazos de su nueva madre en la tierra...

Los pueblos toltekas le daban una serie de herramientas al alma de los no iniciados, para librarse de las penurias del Miktlán, además del perro guía; por ejemplo, le ponían al difunto una cuenta de jade, para que la entregará en vez de que las fieras devorarán su corazón; quemaban el bulto del difunto, ponían las cenizas en una urna, junto con la cuenta de jade, también quemaban sus ropas para que no pasará el terrible frío de la región de los muertos. Es posible que los pueblos toltekas se preguntaran ¿Como podemos evitar los dolores del Miktlán? ¿Podremos acaso escapar del destino cruel que nos aguarda? En estas reflexiones, es posible que hayan inventado sus antiguos misterios en honor a Ketsalkóatl, y con una vida virtuosa, lograr entrar en presencia de Tloke Nawake. En Cantos y Crónicas del México Antiguo, de Miguel León Portilla, podemos leer la siguiente composición:

DESPIERTA...

Así se dirigían al muerto, cuando moría.
Si era hombre, le hablaban, lo invocaban como Ser Divino, con el nombre de faisán, si era mujer con el nombre de lechuza, les decían:

 Despierta, ya el cielo se enrojece, ya se presentó la aurora, ya cantan los faisanes color de llama, las golondrinas color de fuego, ya vuelan las mariposas.

Por esto decían los viejos, quien ha muerto, se ha vuelto un DIOS.
Decían: "se hizo allí DIOS, quiere decir que murió".

                                  Cipaktli, o La Tierra
Ahora les doy la bienvenida al tronco de nuestro Árbol De La Vida Tonakakuawitl. Cipaktli, La Tierra, fue representada como un gigante lagarto; que los Dioses Creadores mataron para dar vida en el mundo; es bien sabido que este monstruo era una entidad femenina, y que no sería raro que se tratará de Koatlikue, La De La Falda De Serpientes, quien también pudo ser llamada Siwakóatl, Mujer Serpiente; puesto que ambas son invocadas como Tonantsin, Nuestra Venerada Madre. Como Diosa de la tierra, Siwakóatl, era una Diosa Guerrera, y era llamada cabeza de colibrí, lo que la emparenta con Uitsiloposhtli; Ella, además; fue quién molió los huesos -el maíz- que trajo Ketsalkóatl, para crear a la humanidad. Como Diosa Madre, Siwakóatl les decía a los toltekas, sus hijitos.  

Madre del Dios del sacrificio, presenció como Mishkóatl se sacrifico en una encrucijada, la tradición nos cuenta, que funge también el papel de Mater Dolorosa, ya que regresa en la encrucijada para llorar a su hijo perdido, solo para encontrar un cuchillo de sacrificio. Ahora como Diosa de la Vida, es patrona de las parteras, y quién ayuda a que las hijas y los hijos del Sem Anawák vengan al mundo, ha sido descrita de forma juvenil, emparentandola con Soshikétsal... Por su parte, se nos dice que Koatlikue fue esposa de Mishkóatl, y si mi conjetura es cierta, fue Madre y esposa del mismo Dios.

Emparentado con lagartos y serpientes, se encuentra Ketsalkóatl,
Serpiente Preciosa, o bien, Quetzal-Serpiente, o Serpiente Emplumada; no sólo trajo los huesos de la humanidad, si no que El mismo les dio vida, cortándose el pene y bañando los huesos con su sangre, quizá alegoría del semen; nuevamente Siwualkóatl y Ketsalkóatl, están emparentados, ahora por Soshikétsal, la cual participo de "ramera" para "corromper" a Se Akatl, en la caída de Tula. Otra deidad cuyo nombre esta emparentado con la serpiente es, Shikomekóatl, Siete Serpientes; también llamada Shilonen, es la representación de la Madre que nos provee el maíz necesario para la subsistencia; como Madre Tierra a Ella se le cantaba,  así:

Siete mazorcas, ya levantate, ¡Despierta! Ah, es nuestra Madre, Ella no nos dejará huérfanos; tú ya te vas a tu casa, el Tlalokán...

Pero ¿Por qué la Tierra fue representada como un reptil, ya sea serpiente o lagarto? Posiblemente, la Madre Tierra fue concebida iconograficamente como una serpiente y no un lagarto, quizá este error se deba a una mala traducción de las fuentes, o quizá fue mal traducido deliberadamente; lo que no nos puede quedar en duda es el aspecto de serpiente de la Madre Tierra, la serpiente tenía fama de inmortal, los antiguos veían que la serpiente cambiaba de piel, por eso se corrió el rumor de que la serpiente no moría; si no que solo cambia de piel y resucitaba, a lo largo y ancho del mundo se volvió un símbolo de inmortalidad y de salud.

En el Génesis, (libro de la religión de los españoles), la serpiente aparece como una entidad malévola y envidiosa, que engaña a la humanidad para que no pueda comer del árbol de la vida, (la inmortalidad); que está, osea la serpiente, si posee. Hasta hoy, la serpiente es signo de curación, el caduceo de mercurio, que tiene dos serpientes enroscadas, es el emblema de la comunidad médica. La Tierra, igualmente parece una Deidad que se auto regenera anualmente, con el paso del tiempo; por mas duras que sean las sequías del verano, el invierno llegará con sus lluvias, y traerá consigo la primavera; es decir, resucita como la serpiente, o cambia de piel.

Los Trece Cielos: Ilwíkatl-Omeyokán, Soshitlikakán, Tamoanshan, Tlalokán...

Trece son los cielos, según las fuentes antiguas; trece es un número simbólico para el Sem Anawák, recuerdo aquí que el sacrificado al Gran Teskatlipoka, tenía que estar rodeado de doce compañeros, y que con él, formaban una trecena, por otra parte; el tonalpowali, era un calendario de trece días, de donde se extraían horóscopos y le daban el nombre a los días, este calendario empezaba con Cipaktli, la Tierra, el plano físico, y terminaba en Xóchitl, la Flor, el plano espiritual, día consagrado a Soshikétsal. El Tonalpowali, comprendía un año de solo 260 días; con veinte semanas de trece días, cada uno de estos días, a su vez; se dividía de trece horas diurnas y nueve horas nocturnas, (Nueve escalones del Miktlán).  Decir que los trece cielos o paraísos, se debe únicamente al calendario del tonalpowali, resulta insatisfactorio y muy vago; pero si volteamos a ver la Luna, y el fuerte simbolismo que tiene en el mundo del Sem Anawák, quizá encontremos la respuesta.

Sabemos que en torno al año solar, hay generalmente doce Lunas Llenas, aunque esporadicamente hay trece Lunas Llenas; esto se debe a que la Luna tarda 29,53 días solares en dar una vuelta alrededor de la tierra, y por tanto, no siempre coincide el numero
de lunas llenas cada año. Las Lunas Llenas se han utilizado desde la antigüedad, para calcular el ciclo sexual y reproductivo de las mujeres, saber sobre las mareas, o incluso medir el tiempo para las actividades agrícolas, posiblemente, antes de que se desarrollará un sofisticado calendario solar, el primer calendario fue lunar. Como feliz coincidencia, tenemos que los meses del antiguo calendario, son llamados ahora Meztli, en honor a la Diosa Luna.

Posiblemente, esta Lunas Llenas significaron un camino al paraíso para la Antigua Religión, y en la treceava Luna Llena, la Diosa que tiene un conejo, bajaba a liberar a las almas del Miktlán y llevárselas con Ella a disfrutar por siempre del Tamoanshan; la resurrección espiritual de las almas. El norte esta consagrado al Miktlantekutli, la muerte aparente, su signo es el cuchillo del sacrificio, (el mismo que encuentra la Mater Dolorosa), pero no es casualidad que el sur, (atributo del Teskatlipoka Azul), lo contrario al norte, según el pensamiento dual de los toltekas, su signo sea nada menos que el conejo de la Luna, es decir; el lugar donde reinan Soshikétsal y Sohipili. En algún códice, la Diosa Itspapalotl, aparece con una medialuna en su nariz; esta Diosa en los relatos shishimekas, es la que rige el Tamoanshan. Una antigua leyenda o narración va así:

A Ketsalkóatl, Dios grande y bueno le gustaba ver a los hombres.

Un día este bajo al mundo en su forma de hombre, y ese día camino y camino, observando la hermosa tierra, sin embargo como todos los humanos se sintió cansado y con hambre; pero aun así el continuo su camino para poder contemplar las maravillas de lo que el mismo había hecho. Y no vio descanso hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la Luna se asomó a la ventana de los cielos.

Ketsalkóatl fatigado y hambriento decidió sentarse a la orilla del camino, a tomar el aire y a observar la luna blanca que iluminaba aquella noche estrellada. Pero bajo la mirada al escuchar que unas ramas se movían, un conejo había salido a cenar sin temor del Dios disfrazado de hombre. Ketsalkóatl miro al conejo que se acerco al zacate y comenzó a comer de el.


-¿Qué estás comiendo? -le preguntó el Dios tratando de ver lo que estaba haciendo el conejo blanco.
-Estoy comiendo zacate, ¿Quieres un poco?
-Gracias, pero yo no como zacate.

El conejo se asombro y pregunto:
-¿Qué vas a hacer entonces?
-Morirme tal vez de hambre y de sed.
El conejito se sintió triste, el Dios disfrazado de hombre no podía morir de hambre, pero tampoco comer zacate, se quedo pensado por un momento y después se acercó a Ketsalkóatl.
-Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.
Entonces el Dios agradecido acarició al conejito y le dijo:
- Tú no serás más que un conejito, pero todo el mundo, para siempre, se ha de acordar de ti.
Y lo levantó alto, muy alto, hasta la Luna, donde quedó estampada la figura del conejo.
El pequeño conejo quedo asombrado al ver su sombra en un lugar tan lejano.

Después El Dios lo bajó a la tierra y le dijo:
-Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.

Y a partir de entonces y hasta nuestros días podemos ver en la Luna la sombra de un conejo que se quería sacrificar por un hombre y recibió el regalo de un DIOS.

Llegamos pues al lugar frondoso de nuestro Árbol de la vida Tonakakuawitl, en la antigua concepción de los pueblos toltekas; el paraíso era llamado el lugar de los mortales, la tierra de las flores, el sitio del néctar de la tierra o el lugar de la dualidad, lugar de las serpientes, la tierra donde todos descendemos. En el centro del paraíso se encuentra el Tonakakuawitl, El Árbol De La Vida, quién toqué las flores de este Árbol Sagrado, esta condenado a caer perdidamente enamorado. En este sitio, entre otras cosas, se invento la bebida como el pulque, y el alimento, como el maíz, del cual fue creada la humanidad. Este es un sitio lleno de árboles frutales en los cuales también se descansa bajo su sombra, es un sitio de diversión, juegos, placer y descanso, en compañía de los seres queridos por siempre, lleno de ríos y manantiales de aguas dulces, y un clima perfecto, bajo el amoroso cuidado de Nuestra Venerada Madrecita y Nuestro Venerado Padrecito. En forma de flores y colibríes, dicen los antiguos, se entonan himnos al sol.

CANTO A LA MADRE DE LOS DIOSES

Amarillas flores abrieron la corola:
Es Nuestra Madre, la del rostro con máscara
¡Tu punto de partida es Tamoanshan!
Amarillas flores son tus flores.
Es nuestra Madre, la del rostro con máscara
 ¡Tu punto de partida es Tamoanshan!
Blancas flores abrieron la corola:
Es Nuestra Madre,
la del rostro con máscara
¡Tu punto de partida es Tamoanshan!
Blancas flores son tus flores,
Es Nuestra Madre, la del rostro con máscara
 ¡Tu punto de partida es Tamoanshan!
La Diosa está sobre el redondo cacto:
Es Nuestra Madre, Mariposa de Obsidiana.
Oh, veámosla: En las Nueve Llanuras,*
se nutrió con corazones de ciervos
 ¡Es nuestra Madre, la Reina de la Tierra!
 ¡Oh, con greda nueva;
con pluma nueva está embadurnada!
 Por los cuatro rumbos
se rompieron dardos.
En Cierva estás convertida.
Sobre tierra de pedregal
vienen a verte Shiuneli y Mimish.

CANTO DE SOSHIKÉTSAL

¿De la región de lluvia y niebla,
yo Soshikétsal, de junto allá vine?
¡Aún no!
(Estoy) en la Casa de la Orilla,
en Tamoanshan.
Cómo llorabas tú,
sacerdote de la región del viento
¡Piltsintekutli...!
Buscaba a Soshiquetsali.
A la región de niebla de turquesa
en favor de nosotros irá.  

Con esto, me aventuró a decir, que el Universo fue representado por un Árbol Sagrado, en el cuál se sacrificó Shipe Toték; pero que además, el Universo fue visto como una entidad femenina, dividida en tres: la madre terrenal que nos da el ser, tras nueve meses de gestación, en las cuales nuestra alma pasará por duras pruebas; la Diosa Madre Tierra que nos alimenta y nos vivifica, y nos da la oportunidad para enmendar nuestros errores y faltas; y la Madre Espiritual representada en la Luna, que nos llevará a vivir por siempre con Ella y Su Hijo, al paraíso.  

 

en diciembre 12, 2017
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Tomado de:
http://xochiquetzalismotolteca.blogspot.mx/2017/12/del-porque-el-universo-es-una-entidad.html

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