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El Lienzo de Tlaxcala

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El Lienzo de Tlaxcala
Pintado en 80 cuadros, contiene la narración de los señores tlaxcaltecas que participaron en la Conquista como auxiliares inseparables de Cortés, de Alvarado y de Nuño de Guzman; es uno de los documentos testimoniales más objetivos con que se cuenta para descubrir la verdad acerca de los hechos que refiere, siempre del lado del conquistador. Cito, por ejemplo, los siguientes que dan versiones contrarias a las de Cortés: Las láminas de la 2 a la 8 nos dicen que los tlaxcaltecas le recibieron en son de paz y con presentes amistosos, desde que entró a territorio de Tlaxcala. La lámina 11 dice que Motecuhzoma fue hecho prisionero y encadenado el mismo día que los españoles fueron recibidos de paz al llegar a Tenochtitlan. La lámina 12 dice que Cortés partió a enfrentarse con Pánfilo de Narváez, acompañado de un ejército tlaxcalteca, que aquél no menciona.

La lámina 13 dice que el encuentro con Narváez se llevó a cabo en Uitzilapan y no en Cempoallan; no como acto de guerra, sino como cita pacífica; que los cinco o seis soldados de Narváez situados en el templo de Quetzalcóatl no pelearon, sino que, por el contrario, guardaron actitud amistosa hacia Cortés; que sólo un paje desarmado murió a lanzadas por uno de a caballo que parece ser el mismo Cortés, sin que sus compañeros, que lo rodeaban, lo defendieran y que Narváez desarmado, según los términos de la cita, fue capturado y encadenado por sorpresa fuera del teocalli, en el patio, pues al momento de tender las manos para ser saludado por un español de Cortés, tal vez Gonzalo de Sandoval, éste le puso cadenas, estando solo, y, por tanto, abandonado de los suyos que presenciaron el suceso sin inmutarse. No se consigna escena ni actitud alguna de combate.

El Lienzo de Tlaxcala




Es de notar que el río Uitzilapan, hoy ?de la Antigua?, corre al sur de Cempoallan distante 17 kilómetros en su punto más cercano, y que en ese lugar existen las ruinas arqueológicas del antiguo pueblito de Uitzilapan, junto al cual los españoles cambiaron la primera Vera Cruz, a la segunda, hoy ?La Antigua?; y en ellas, las de un templo de Quetzalcóatl situado exactamente a orillas del río. De ese lugar sería de donde ?según la versión de Cortés? partiría él, de noche con su gente para combatir a Narváez en Cempoala, en vez de decir que allí lo cogió a traición. La lámina 14 dice en cierto modo que Cortés estuvo en México, en la matanza del Templo Mayor ejecutada por Alvarado. Las láminas 27 y 28 dicen que los españoles fugitivos, después de la Noche Triste, fueron recibidos de paz y con bastimentos abundantes por los tlaxcaltecas en Xaltetelco y en Hueyotlipan, hecho que Juan Cano confirmó en su plática, tenida años después con Gonzalo Fernández de Oviedo, sobre Cortés y la Conquista, y también Bernardino Vázquez de Tapia.

Las láminas 38 y 39 indican que Cortés no estuvo presente en las conquistas de Cuauhquechollan e Itzocan, afirmación acorde con lo que al respecto dice Bernal Díaz del Castillo. La lámina 41 dice que a la entrada de Cortés con los suyos a Tezcoco previamente al sitio de Tenochtitlan, cometió actos de violencia contra la población tezcocana, no obstante que allí se ve a Ixtlilxóchitl el traidor, recibiéndolo de paz. Confirma esta noticia la versión de Muñoz Camargo y la Relación de Tezcoco de Juan Bautista Pomar. La lámina 43 dice que Xicoténcatl el joven y algún otro u otros de sus partidarios, fueron aprehendidos inermes a orillas de la laguna de Tezcoco, probablemente en el mismo Tezcoco, según lo afirman Muñoz Camargo y Juan Ventura Zapata y Mendoza, tlaxcaltecas. Cortés oculta este hecho y el de la muerte que dio al citado guerrero tlaxcalteca mandándolo ahorcar en aquella ciudad. Bernal Díaz confirma los hechos aunque cambia el lugar. La lámina 48 nos dice que (el día en que se rindió Cuauhtémoc) Cortés, vestido de gala, sentado en silla, desarmado y en actitud pacífica y acompañado por varios españoles y tlaxcaltecas, esperaba algo importante. Esto no podía ser sino la llegada de Cuauhtémoc, el día en que pacíficamente y conforme a lo pactado con Cortés, se entregó por salvar con su vida a la población indefensa. Parece concordar esta lámina, por tanto, con el dicho de las dos versiones sahaguntinas y con el Códice de 1528, todos los cuales afirman que hubo entrega voluntaria y no aprehensión del fugitivo. La interpretación está corroborada por la leyenda náhuatl que acompaña a la pintura tlaxcalteca, que, traducida al español, dice: ?con esto (entonces) sucumbieron los mexicanos?.


Este lienzo merece ser estudiado lámina por lámina, comparándolo con otras narraciones y teniendo en cuenta, primero, que representa la versión indígena de amigos y colaboradores de Cortés, a la vez que enemigos de los mexicanos, segundo, que ignoraban que el capitán español estuviera escribiendo a Carlos V y, más aún, lo que en sus cartas le dijera; tercero, que estando vivos aún los conquistadores no podían mentir a costa de ellos ni a favor de los tlaxcaltecas mismos o de los mexicanos sin agravar su propia causa, que era pedir favor al rey español por servicios prestados. Todo esto hace que se tome este documento como absolutamente veraz, salvo lo que sea propio de las involuntarias limitaciones humanas, en los detalles.

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