A Felipe Chacón
el fraterno testigo.
Durante miles de años, los pueblos y culturas del continente Abyanáhuac, desde lo que hoy es Canadá hasta la Tierra del Fuego, constituyeron una sola civilización que, por estar aislada de sus cuatro civilizaciones coetáneas del continente Euroasiáticoafricano, es decir, Egipto, Mesopotamia, India y China, pudieron mantener casi intacto, los cimientos de su conciencia de ser, como seres humanos y como una sola civilización.
Todos los pueblos y culturas, diferentes en tiempo y espacio, estaban unidos por una misma matriz de conocimiento, no solo astronómico, matemático, arquitectónico, ingenieril, alimenticio y médico, sino, lo más esencial, unidos en valores y principios humanos, que se manifestaron de muchas formas, pero siempre manteniendo la base de una misma raíz y esencia que compartieron a lo largo de miles de kilómetros y miles de años.
Por el desafío que implica el insuperable cruce por el llamado Tapón de Darién, entre lo que hoy es Panamá y Colombia, se desarrollaron dos espacios de la misma civilización. Al Norte los pueblos y culturas del Anáhuac, y al Sur, los pueblos y culturas del Tawantinsuyu enclavados en las Cordillera de los Andes. El contacto de los dos espacios civilizatorios se hacía a través del mar. En efecto, Colón en su diario de viaje, establece que en dos ocasiones encontró en altamar a cayucos mayas con más de ochenta remeros, lo que implica que los mayas eran navegantes de altamar, que viajaban de Yucatán a Cuba, luego a la Isla de Santo Domingo, Puerto Rico, hasta llegar a la isla de Trinidad y Tobago, y así, en un ?puente de islas?, hasta llegar a la parte Sur del continente a territorios de lo que hoy Venezuela.
El invasor español, era producto de la Edad Media y el oscurantismo, en su aventura no los animaba un espíritu humanista o científico, por el contrario, habían sido lanzados a esta empresa depredadora por los banqueros de Venecia y la alta jerarquía del Vaticano, los primeros en busca de la incorporación de estos vastos territorios y pueblos a la explotación y depredación; y el Vaticano, tenía como objetivo fundamental, la destrucción epistémica de una civilización que amenazaba, por el grado de sabiduría y conocimientos, al poder generado por la ignorancia impuesta durante diez siglos a los pueblos europeos por la Santa Inquisición, en donde se quemaron vivos a las personas de conocimientos, sus libros y escritos.
En los primeros tres siglos de la invasión-ocupación europea, por los dogmas de la colonización: Primero, los descubiertos no son seres humanos. Segundo, son violentos, salvajes y caníbales, y Tercero, son demoníacos e idólatras. Y las cinco estrategias de colonización implican la amputación de cinco elementos culturales: la lengua, los conocimientos, la memoria, los espacios y la espiritualidad. Hicieron que los pueblos perdieran su conciencia de ser, su responsabilidad histórica y su dignidad, todo esto, para salvar la vida. En el primer siglo de la invasión-ocupación, la destrucción demográfica fue brutal y demoledora. Se calcula de que, de los aproximadamente cien millones de personas que vivían en el continente Abyanáhuac antes de la invasión; los españoles y portugueses, exterminaron a ochenta millones de seres humanos. El exterminio se debió a enfermedades traídas por los europeos, trabajos forzados y matanzas a la menor provocación, para sembrar el terror e imponer el proceso colonial. En el nuevo orden colonial, los europeos destruyeron las instituciones, las leyes y las autoridades que se había constituido a lo largo de más de tres mil quinientos años en el Tawantinsuyu y en el Anáhuac. En su lugar se impusieron, a sangre y fuego, nuevas autoridades, instituciones y leyes, pero de carácter colonial. Es decir, no estaban diseñadas para mantener e impulsar el desarrollo de los pueblos y culturas ancestrales, sino por el contrario, para su destrucción, explotación y depredación.
En el periodo colonial, la corona española dividió el Continente Abyanáhuac en virreinatos y capitanías, fragmentando los pueblos y territorios ancestrales y adaptándolos a las necesidades y políticas internas de los invasores. Después, de las guerras de independencia política, de las élites criollas para independizarse de la corona española en el continente, los criollos crearon sus propios países, ?de ellos y para ellos?, excluyendo a los pueblos y culturas ancestrales, y atomizando, aún más, lo que quedaba de las regiones culturales ancestrales.
Por todas estas razones, los pueblos ancestrales del continente, hemos perdido la conciencia y la certeza de que somos una sola civilización, con muchos pueblos y culturas diferentes, pero todas unidas por una MATRIZ DE CONOCIMIENTO, que se formó a lo largo de 7500 años de a través de millones de personas, que tejieron una red excéntrica de conocimiento profunda, asombrosa y diversa, pero con un centro matricial de conocimiento que nace de la observación sistemática y razonada de la mecánica celeste y de La Madre Tierra (Pachamama y Tonantzin), que primeramente, en el periodo formativo, se dedicó a resolver los desafíos materiales del mantenimiento de la vida, las comunidades y las culturas, a través de los sistemas de alimentación, salud, educación y organización comunitaria. Para más adelante, en el periodo del esplendor, plantearse los desafíos de la trascendencia de la existencia en planos superiores de conciencia enfocados a los misterios y posibilidades humanas en el campo de la energía. Que representa el vértice superior de la pirámide de la plenitud armónica civilizatoria.
Esta forma de entender la existencia humana y todos los seres vivos que la acompañan, resolver sus desafíos y buscar respuestas a sus aspiraciones más elevadas, es lo que nos ha unido por miles de años a todos los pueblos y culturas del continente.
Sin embargo, hoy, después de cinco siglos de destrucción y enajenación de la conciencia comunitaria continental. Los neo colonizadores criollos y sus amos, los dueños del dinero internacional, nos tratan de hacer creer, que lo que nos une a los pueblos ancestrales y a los hijos de sus hijos, es el idioma castellano, la religión católica, el sistema de partidos políticos, la democracia del Mercado y el modelo de vida anglosajón de progreso y consumo.
Por tal, nos llaman pueblos latinoamericanos o iberoamericanos, pero esa es otra de las mentiras e imposiciones de los neo colonizadores, porque para ellos ?América?, es Estados Unidos y los americanos son sus ciudadanos. Las plutocracias criollas, que han creado élites de políticos y funcionarios ineptos, corruptos y serviles al poder extranjero, quienes han mantenido la colonización cultural a través de sus tres niveles de gobierno, las iniciativas privadas, el sistema educativo y los medios de difusión de todos los países bananeros. Borrando sistemáticamente la memoria histórica y la identidad cultural ancestral, para que los pueblos sean ajenos a sí mismos, a sus más fuertes, profundas y vitales raíces. Encerrándolos en el calabozo epistémico de la occidentalización subdesarrollada, periférica y siempre despreciada por la matriz colonial, sea Europa o E.U.
Pero, sobre todo, tratando de borrar de la conciencia de los pueblos ancestrales y sus herederos, la noción, seguridad y fortaleza, de ser un solo pueblo, una sola civilización, totalmente unida en su maravillosa y pródiga diversidad, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, desde los pueblos inuit hasta los mapuches. Esta conciencia continental de unidad, hermandad y fraternidad histórica, que se construyó a través de miles de años antes de la invasión europea, es uno de los más importantes potenciales para poder liberarnos de la colonización.
Cuando los pueblos del continente Abyanáhuac, recuperen su memoria histórica milenaria, su conciencia de ser una sola civilización, -porque esto sucederá más temprano que tarde, especialmente por el derrumbe y ocaso de la civilización occidental-, los hijos de los hijos de estas tierras prodigas y ancestrales, volverán a florecer y a dar frutos a la nueva humanidad que se reconstruirá después del cataclismo humano del fin de la civilización de muerte, que hoy arrastra a las fuerzas más oscuras de la humanidad a la destrucción planetaria.
Renacerán con mayor fuerza los valores, principios y sentimientos que impulsaron el proceso civilizatorio del continente, que es uno solo, por más diverso que se manifieste en la riqueza pluricultural, plurilingüística y pluriétnica, que nunca desaparecieron, sino que se remontaron a lo más profundo de las almas y los corazones de los guardianes de la sabiduría y la tradición, que siempre han estado allí, esperando el momento de su luminosa revelación.
Justamente ahí se encuentra el potencial para recupéranos a nosotros mismos, para despertar de esta brutal pesadilla que ha significado la colonización y la neo colonización, para volver a ser nosotros mismos, honrando a nuestras abuelas y abuelos, a nuestros pueblos que han sabido resistir la amnesia, y el dolor causado por el opresor y a las tentaciones de su proyecto de vida, moderno y depredador, cómodo y contaminador.
La unidad en la diversidad volverá a ser la liga que nos una y nos fortalezca, como personas, como pueblos y como culturas. Quedarán en el basurero de la historia, los virreinatos, las capitanías, los países y las regiones económicas. El Águila y el Cóndor volverán a volar alto y serán los guardianes de nuestras almas y corazones.
El futuro está en la concientización, la responsabilidad, el trabajo y la democracia comunitaria. La recuperación de la dignidad de nuestras personas, pueblos y culturas será la tarea que todos tendremos que iniciar. No será fácil, las inercias y las almas mezquinas y retardatarias harán lo que esté de su parte para bloquear esta demanda y necesidad. No solo por el bienestar de los pueblos, sino también de los seres vivos que nos acompañan, nuestros hermanos de vida y de nuestra Madre Querida, esta Batalla Florida tiene razón de ser y seguramente será, voluntad popular.
La unidad en la diversidad a partir de la conciencia, la responsabilidad y la dignidad.
Yahuiche, Oaxaca
12 marzo 2021