Cada una de las seis civilizaciones originarias de la humanidad tuvo una estructura de pensamiento, que no solo interpreta el mundo y la vida, sino plantea fundamentalmente la trascendencia de la existencia, tanto en el plano individual como en el de la comunidad.
Estos diferentes y supremos ?propósitos comunitarios?, poseían un arquetipo. Así fue como Akenatón, Buda, Krisna, Zoroastro o Quetzalcóatl, entre otros, construirán complejas estructuras de pensamiento a las que en general podríamos llamar ?filosofía o amor a la sabiduría?, pero que están planteadas en sus religiones ancestrales, sus milenarias tradiciones, usos y costumbres.
Para el caso de la civilización del Anáhuac, el símbolo supremo fue ?el Quetzalcóatl?, que no era un personaje toda vez que aparece con los olmecas 1500 a.C., sigue presente con los toltecas en Teotihuacán 400 d.C. y aún se mantiene con los mexicas en Tenochtitlán 1519 d.C., todo esto durante más de tres mil años. Quetzalcóatl no es un ?dios?, es en cambio el símbolo del equilibrio buscado entre la parte espiritual del ser humano representada por un quetzal y la parte material de lo humano representada por la serpiente que repta en el suelo, y nombrado en lengua náhuatl como cóatl.
De esta manera, ?el Quetzal-cóatl? es el símbolo de la búsqueda por lograr el ansiado ?equilibrio? en la vida humana entre el mundo espiritual y el mundo material. El ?equilibrio? entones ocupa un lugar fundamental en el pensamiento filosófico del México antiguo, razón por la cual lo que enseña la Toltecáyotl en esencia es lograr ?el equilibrio? en el plano cotidiano de la vida diaria.
Este ?par de opuestos complementarios? logran la unidad perfecta con ?otro par de opuestos complementarios?, formados por la parte derecha del ser humano o el tonal y la parte izquierda llamada nahual. La primera asociada al mundo masculino, el sol y sobre todo el mundo racional. La segunda asociada al mundo femenino, la luna y sobre todo asociado al mundo intuitivo. No es casual que en casi todas las filosofías ancestrales se plantee lo mismo.
El Yin y el Yang se rigen por el mismo principio de un par opuestos complementarios. Así pues, la propuesta tolteca es que el ser humano está inmerso en la búsqueda del equilibrio de su vida, tratando de ?recorrer equilibradamente? los cuatro rumbos de la existencia, simbólicamente representados por los cuatro rumbos cardinales, cuatro figuras religiosas, cuatro animales y cuatro colores. No puede y no debe darle mayor prioridad a cualquiera de los cuatro. Cada uno es una parte importante de nuestro ?ser y hacer?, pero cada uno con su medida y su proporción, sin perder el equilibrio priorizando alguno de ellos. Los Viejos Abuelos toltecas dejaron innumerable iconografía y arquitectura de este precepto. Por ejemplo: un patio rodeado de cuatro habitaciones apuntando perfectamente a los cuatro puntos cardinales. Pero tal vez, uno de los más impresionantes y estéticos que se conservan hasta nuestros días, son los llamados ?voladores de Papantla? en el que está representada esta alegoría filosófica.
Cuatro voladores apuntando a cada uno de los cuatro rumbos de la existencia, un quinto volador que está en el centro y es el encargado de mantener el equilibrio y con ?flor y canto? agradece a ?Aquél por quien se vive? la oportunidad del desafío. Los cuatro voladores dan cada uno 13 vueltas hasta llegar al tlaltípac o tierra desprendiendo su vuelo del poste que significa la ceiba que une al cielo con la tierra y sus raíces llegan al inframundo. La propuesta tolteca sigue siendo válida y vigente hasta nuestros días. Más aún en el tiempo que nos ha tocado vivir, donde TODO ES DINERO Y CONSUMO a través del culto al becerro de oro. En efecto, en la sociedad en que vivimos los ?mercaderes? tienen el poder y todo lo han convertido en un ?vil y vulgar negocio?. La alimentación, la salud, la educación, la organización, el amor, la realización humana. Todo es negocio y ?en los negocios como en el amor, TODO SE VALE?. En esto de ?hacer dinero? no existe ética, valores, respeto, dignidad, fraternidad, honradez, religión, ley, autoridad, tradición, Estado de Derecho, etc. El ?pez grande se come al chico?, el abuso, la fuerza, el cinismo, la corrupción, la impunidad es el medio que justifica el fin supremo?tener dinero a cualquier precio, por encima de todos y de todo?sin medida, tanto en el sector privado como en el público.
Para esta visión necrófila del mundo y la vida el antídoto es la sabiduría ancestral de la Toltecáyotl, que nos da un camino con un rostro propio y un corazón verdadero. Tan válida como el budismo o el hinduismo, pero diferente en tanto es la ?propia-nuestra?, nacida y desarrollada en nuestra tierra y por nuestros Viejos Abuelos hace miles de años. Tenemos que cambiar. Lo difícil no es hacerlo, sino imaginarlo.
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