I.- FLOR Y CANTO TOLTECA.
• El destino del ser humano del Anáhuac.
La conciencia del ser humano en el México Antiguo se remonta al recuerdo ancestral de cuatro eras anteriores llamadas Soles, en las cuales la humanidad intentó su desarrollo y en cada una de ellas fracasó, por lo cual se inicia un nuevo ciclo. El Quinto Sol es la era que actualmente estamos viviendo.
Se entiende que para nuestros Viejos Abuelos la vida era la oportunidad de evolucionar en lo individual y en lo colectivo. Cada Sol fue un intento por buscar la perfección, no sólo del ser humano, sino de la misma tierra. Esta era la esencia de la vida y en ello, los seres humanos compartían con los dioses, la sagrada misión de mejorar el mundo y a la vida.
En efecto, los antiguos mexicanos tenían como "propósito social", el no sólo mantener la vida de los dioses y humanizar el mundo, sino lo que representaba el desafío supremo, perfeccionar la esencia de lo humano. De hecho, todos las civilizaciones con origen autónomo llamadas "Madre", como China o la India, lo han intentado por diversos medios y caminos.
Encontrar el significado y la trascendencia de la existencia. Llegar a la esencia de la vida. Lograr la inmortalidad, la luz o la consciencia total, ha estado en la cima del desarrollo de todo gran proyecto humano.
El conocimiento logrado por nuestros Viejos Abuelos en este terreno fue indiscutiblemente de inconmensurables e increíbles alcances. Los testimonios materiales de su impresionante esfuerzo por llegar a la consciencia total o a la luz, nos siguen maravillando hasta nuestros días; hoy que solo nos quedan las ruinas materiales de las llamadas "zonas arqueológicas", nos deslumbran no sólo por la grandeza arquitectónica y las proezas técnicas, sino fundamentalmente por su magnificencia espiritual; pero al mismo tiempo, paradójicamente, sorprende el desconocimiento que actualmente tiene la sociedad mexicana sobre el tema central de la existencia de nuestros antepasados, en donde se invirtieron todos los recursos y esfuerzos de la civilización del Anahuac, especialmente en el período conocido como Clásico, que es casi desconocido.
El destino de los seres conscientes del Anahuac era la evolución y perfeccionamiento del mundo y la vida. Los dioses un día se reunieron en Teotihuacán y decidieron iniciar un nuevo intento. En la noche de los tiempos, en la obscuridad de la ignorancia, encendieron un fuego cósmico (pues se carecía de un Sol) y dijeron que era bueno y necesario crear un nuevo Sol. Dos fueron los dioses que primero se tuvieron que sacrificar para que naciera el Sol y la Luna. Después los demás dioses se tiraron al fuego cósmico para que con su sacrificio se iniciara el movimiento.
Para la filosofía del Anahuac la existencia de los seres humanos de este Quinto Sol, es producto del sacrificio de los dioses, por ello se nombrarán a los seres humanos "masehuales", que se interpreta como "merecidos" del sacrificio de los dioses. Aquí se apunta uno de los paradigmas más importantes de la filosofía del Anáhuac, "el sacrificio", como fuente de vida y conciencia.
Todo estará movido en el mundo del Anáhuac, por un sacrificio espiritual. Posteriormente en la génesis de este Quinto Sol, Quetzalcóatl, representación simbólica de la sabiduría y la energía espiritual, tendrá que "luchar" simbólicamente contra la muerte, representado en este caso con el dios Mictlantecutli.
Bajando Quetzalcóatl acompañado de su Nahual o doble al inframundo y aliándose con los insectos, que son los pequeños constructores de la naturaleza, lograran burlar al Señor de la Muerte y rescatarán las "reliquias o huesos" de los desaparecidos seres humanos del Cuarto Sol, para inmediatamente con la ayuda de la diosa madre, quien molerá los huesos hasta hacerlos polvo, para que Quetzalcóatl realice el último sacrificio de resurrección.
En efecto, más que simbólico, el Dios del Soplo Divino que le da conciencia a la materia, se sangrara su miembro viril, para derramar su sangre preciosa sobre los huesos molidos y de ahí, surja la nueva estirpe humana que vivirá en el Quinto Sol.
De esta manera los dioses se han sacrificado para que renazca el ser humano sobre la tierra. Por ello, se entiende que los seres humanos del Quinto Sol, merecidos de ese sacrificio, requieren dedicar toda su energía y su vida entera a las demandas de sus creadores.
Así vemos como los antiguos mexicanos entienden el mundo, la vida y su responsabilidad existencial. Ellos son responsables de "humanizar al mundo" y de "alimentar" con su energía espiritual a los dioses.
Porque cabe señalar en este aspecto que, casualmente todos los dioses del mundo antiguo, exigían de los seres humanos su eficiente, constante y creciente "sacrificio espiritual", ya sea a través de ritos, abstinencias, rezos o ayunos. Nuestros Viejos Abuelos no escapaban a esta interesante y sugestiva igualdad.
A diferencia de la cultura Occidental en donde en el mundo grecolatino y judeocristiano, el hombre esta llamado a "dominar, explotar y transformar" a la naturaleza para situarse por encima de todos los seres vivos, pues fue hecho a "imagen y semejanza de Dios".
La concepción del México Antiguo pretende "humanizar al mundo y alimentar espiritualmente con su sacrificio a los dioses", lo que representaba el destino de los seres humanos y el más alto "Propósito Social" en el que vivieron en el Anáhuac.
Desde épocas milenarias los antiguos mexicanos entendían que este no era su mundo, su realidad definitiva. Ellos sentían que su vida era un medio, una maravillosa oportunidad para lograr la vida eterna.
Cuando nacían los niños la partera les decía en un bello discurso que su casa estaba en otra parte y que sólo estarían por breve tiempo en la tierra. Que la vida estaba llena de privaciones y sufrimientos.
• Las instituciones educativas.
El desarrollo del proyecto social de los antiguos mexicanos, que desde la invención de la agricultura, el maíz y la milpa, aproximadamente en el sexto milenio antes de la era cristiana, hasta la consolidación de la cultura Olmeca, llamada también "Cultura Madre", alrededor del año mil quinientos antes de Cristo, pasaron alrededor de cuatro mil quinientos años. Tiempo suficiente en el que los antiguos mexicanos elaboraron las bases de la sólida matriz filosófica cultural que sostendrá todo el andamiaje cultural en el que se desarrollará el propósito social los pueblos del Anáhuac.
Es necesario llamar la atención de dos elementos fundamentales para entender el misterio y el prodigio de la civilización del Anáhuac.
La primera es que estamos frente a un proyecto social de carácter milenario, en el que intervinieron muchas generaciones. Se supone que sólo el período clásico o del llamado esplendor, duró más de mil años y el preclásico o formativo, como dijimos antes, alrededor de 6 mil años; y en conjunto toda la civilización del Anáhuac tuvo una duración de casi siete mil quinientos años.
La segunda es que estamos frente a un fenómeno de una civilización que tuvo muchas culturas diversas en tiempos y espacios diferentes, pero que siempre estuvieron unidas por un mismo propósito social a través de una matriz filosófica cultural, lo que permitió crear un mundo maravilloso saturado de diversas variantes, que representan expresiones de una misma realidad.
Para entender el milagro de Teotihuacán, Chichen Itza o Monte Alban, debemos de pensar que la civilización además de tener un proyecto perfectamente estructurado y definido, requirió necesariamente de un sólido y eficiente sistema alimentario, de un efectivo sistema de salud, de un sabio sistema social y jurídico, pero especialmente de un excelente sistema educativo en donde, no sólo se transmitieran los conocimientos, las ciencias, las artes, la filosofía y la religión; sino que, se pudiera involucrar permanentemente en el milenario propósito social a los niños y jóvenes, para de esa manera se asegurara la permanencia del proyecto social.
La construcción de cualquiera de estas ahora llamadas "zonas arqueológicas", como es el caso de Monte Alban en los valles de Oaxaca, que iniciaron su construcción en el años quinientos antes de Cristo y que se presume su abandono en el año ochocientos cincuenta o novecientos de la era cristiana, representan más de mil años de un mismo uso y de una infatigable construcción.
Producto de este impresionante desarrollo humano es el sistema educativo, que para el siglo XVI, en tiempos del período postclásico decadente, los europeos se sorprendieron de encontrar en el Anáhuac, que ningún niño estuviera sin escuela, porque esta era obligatoria y gratuita.
Probablemente el sistema educativo estaba ya en operación desde el período preclásico o formativo, el caso es que existían tres milenarias instituciones que tenían como principal objetivo, "formar rostros propios y corazones verdaderos" entre los estudiantes. Las instituciones eran: El Telpochcalli o la Casa de los Jóvenes en donde se recibían a los niños desde la temprana infancia y vivían internados.
En esta institución se les formaba como "seres humanos y ciudadanos". Adquirían los conocimientos básicos sobre su cultura, historia, lengua, costumbres, oficios, aprendían a escribir y a "leer" sus códices.
La "Palabra Antigua" era una institución y en ella se guardaban celosamente los sabios consejos que se transmitían de una generación a otra y que permitían la vida ordenada y justa.
Otra institución era el "Cuicacalli" o casa del canto, la cual era el recinto donde se les enseñaba a mujeres y hombres, a través de "flor y canto" el sentido estético de su consciencia de ser. La danza, la pintura, la declamación, la poesía y la música, eran excelentes medios por los cuales se educaba a las nuevas generaciones en el milenario propósito social de los pueblos del Anáhuac.
La educación artística era tan importante como la educación que hoy llamaríamos "formal". Los antiguos mexicanos expresaban su sentir de la vida y el mundo, con lo que ellos llamaban "flor y canto".
Todo cuanto hacían en la vida y social y privada estaba íntimamente ligado al aspecto artístico y religioso. Finalizaba este nivel de educación obligatorio a todos los jóvenes de ambos sexos hasta que se casaban y formaban una nueva familia. Sin embargo, existían jóvenes que por su gran talento, capacidad e inteligencia eran seleccionados para seguir estudios superiores.
Esta institución se llamaba el "Calmécac" o la casa de la medida. Ahí se estudiaban los jóvenes más talentosos, se les preparaba como dirigentes, administradores o sacerdotes. Los jóvenes que ingresaban a estas augustas instituciones de enseñanza superior se les nombraban "Guerreros".
La Guerra Florida y el destino de los guerreros.
La misión de humanizar al mundo y alimentar con sus sacrificios espirituales a los dioses, representó para los antiguos mexicanos las bases de la sólida matriz filosófica cultural, que sostendrá en lo esencial la estructura en la que se desarrollará el "Propósito Social" de los pueblos del Anahuac, encontrando en el impresionante sistema educativo, el instrumento que permitió darle continuidad a lo largo de por lo menos dos mil quinientos años.
Los antiguos mexicanos construyeron una compleja alegoría filosófica en torno a su "propósito social". Llena de símbolos poéticos y profundas parábolas esotéricas, encontramos a la guerra como la máxima empresa individual, social y del Estado.
Así como los dioses se sacrificaron en el fuego cósmico, que libera a la energía espiritual de grotesca materia que la contiene.
Los seres humanos, los "merecidos", los encargados de "humanizar el mundo" y de "alimentar" espiritualmente a los dioses, tendrían que librar la guerra más difícil y temeraria que un ser humano puede realizar en la vida, para lograr con plenitud su cometido existencial.
La lucha contra sí mismo, contra la inercia que condena a la materia en su caída hacia la inevitable corrupción, primero del espíritu y después del cuerpo. La batalla que se libra en lo más profundo del ser humano, la lucha contra las debilidades y las tentaciones, contra la pereza, la estupidez y la irresponsabilidad existencial, la lucha que necesariamente se da en el seno de un espíritu consciente.
Los Viejos Abuelos llamaban a este desafío "La Batalla Florida". Esta lucha se libraba con "flor y canto", entendido como sabiduría y belleza, las armas por excelencia del inmaculado guerrero del México antiguo.
De esta manera en el Calmécac se preparaban a estos "guerreros del espíritu" a través de una estricta disciplina militar, en la que sobresalía el sentido de sobriedad, austeridad y frugalidad, que marcaban junto con el estudio y la reflexión, un estilo de vida comparable sólo al de un monje tibetano.
Estos "guerreros" se preparaban para la batalla florida y en su hacer, humanizaban el mundo y alimentaban con su energía espiritual, producto de una vida de sacrificio, a los dioses tutelares. Se organizaban en dos grandes linajes; los guerreros tigres, asociados al mundo de características tangibles y los guerreros águilas, asociados al mundo de características intangibles. Las dos grandes órdenes de guerreros del México Antiguo que estaban vinculados a conocimientos herméticos del mundo y de los seres humanos.
De esta manera la "Guerra Florida" no sólo fue la razón misma del Estado, sino lo que resulta más importante, el medio por el cual una civilización lograba articular su "Propósito Social". De esta manera se puede entender la posibilidad constructiva de las "grandes obras materiales" del México antiguo y la continuidad de su Propósito Social. Desde esta perspectiva podemos imaginar la dimensión y trascendencia del pensamiento filosófico y la energía espiritual que desarrollaron los pueblos del Anáhuac.
La Guerra Florida representaban para el Estado su razón de ser y el destino del Guerrero representaba para el pueblo, la oportunidad de trascender su existencia y darle sentido a su propia vida, al vincularla directamente con las fuerzas inconmensurables que rigen el universo.
El sacrificio de los dioses por los seres humanos y el sacrificio de los seres humanos por mejorar el mundo y alimentar a los dioses, se estructuraba como una interminable cadena de acontecimientos que unían a lo humano con lo divino, al cielo con la tierra, al Quetzal con el Cóatl.
II.- LA TRANSGRESIÓN AZTECA.
El final del Quinto Sol y la ideología de Tlacaélel.
Uno de los grandes misterios de la humanidad representa el llamado "Colapso del Período Clásico Superior", en el que sin ninguna explicación lógica, los hombres y mujeres de conocimiento, la élite de la inteligencia del milenario Anáhuac, misteriosamente, ellos mismos destruyeron sus impresionantes construcciones donde desarrollaban ancestralmente sus conocimientos y las cubrieron de tierra completamente, para literalmente "desaparecer" de la faz de la tierra sin dejar rastro alguno. Esto lo hicieron más o menos al mismo tiempo en todo México y Centro América.
La memoria histórica del Anáhuac recuerda metafóricamente este hecho con la parábola de que Quetzalcóatl, dios representante de la sabiduría, un día estaba en su "palacio" de Tula, cuando su contraparte filosófica, Tescatlipoca le tiende una trampa e infiltrándose en su aposento le enseña un espejo en el que Quetzalcóatl se ve como un anciano y por ello transgrede todos sus principios, para arrepentirse al otro día y abandonado su preciosa ciudad, se dirige al Oriente para finalmente incinerarse en un fuego liberador y predecir que regresará a restaurar su dominio de armonía y sabiduría.
Entiéndase como el envejecimiento de la sabiduría tolteca, como el fin de un ciclo.
Después de esta catástrofe, los pueblos quedaron sin sus grandes maestros y guías. La conducción de los pueblos quedo solo en las manos de los administradores y sacerdotes, quienes con el tiempo corrompieron las bases y los principios que les habían enseñado los maestros, creando los Señoríos, una nobleza decadente y una teocracia corrupta, iniciándose de nuevo las guerras que durante la época del Clásico no existieron y reimplantándose los sacrificios humanos, celosamente prohibidos por Quetzalcóatl.
En esta decadencia se encontraban cuando aproximadamente trescientos años después del misterioso colapso del período clásico, llegaron al valle del Anáhuac el último pueblo bárbaro del Norte. Los Aztecas no sabían hablar náhuatl, ni tejer algodón, eran cazadores recolectores que pronto se asimilaron a la cultura del Anáhuac.
Después de una "ajetreada" búsqueda, lograron establecerse en un pequeño islote en medio del lago hacia el año 1325 d.C. fundando Tenochtitlán y en breve se convierten en el pueblo dominante del valle del Anáhuac. Empieza su esplendor y poder, amenazado por las antiguas profecías de que el Quinto Sol esta por concluir y que Quetzalcóatl regresaría en el año uno caña, fecha que se repetía cada cincuenta y dos años.
Los aztecas iniciaron una gran reforma ideológica, filosófica, política, religiosa, militar, educativa, cultural y económica, para sustentar no sólo el poder, sino el futuro de su naciente imperio. El gran reformador y creador del imperio azteca fue Tlacaélel. El Cihuacóatl o administrador del imperio, quien era un gran conocedor del antiguo pensamiento filosófico y religioso de los toltecas.
Tlacaélel refuncionalisó el pensamiento filosófico y religioso del milenario Anáhuac. Instauró el culto a la materia y desvalorizó el culto al espíritu, imponiendo a su dios tribal Huitzilopochtli, representante de la materia y la guerra de conquista, desplazando a Quetzalcóatl a un nivel inferior.
Cambió la guerra espiritual, por la guerra material. Realizó la primera reforma educativa y cambió la historia antigua, por una en la que el pueblo elegido era el azteca. Pero fundamentalmente cambió el "Propósito Social". En efecto, los aztecas se autonombraron "los sostenedores del Quinto Sol". Misión divina que les permitía conquistar y explotar a los pueblos vecinos.
Los aztecas propusieron que la guerra florida no era espiritual, sino material, que el Sol no se alimentaba del sacrificio espiritual, por el contrario, según ellos, el Sol se alimentaba del sacrificio de seres humanos, de sus corazones palpitantes y de su sangre divina que movía el mundo.
Que el Quinto Sol en el que estaba surgiendo su reciente imperio no viviría amenazado de muerte, que el pueblo azteca proveería el alimento del Sol a través de los sacrificios humanos. Por ello el guerrero azteca tenía como desafío, tomar vivo al adversario, pues la vida de este le pertenecía a sus dioses y era impropio que el guerrero la desperdiciara en el campo de batalla.
Los cautivos se apresaban a través de las guerras de conquista y las llamadas "Guerras Floridas" con sus vecinos cercanos, en las que de manera religiosa los guerreros aztecas iban en busca de prisioneros para enviarlos a la piedra de los sacrificio.
Toda la simbología religiosa/filosófica/espiritual de la sabiduría toltecas, fue brutalmente cambiada por una filosofía materialista/místico/guerrera. La "Guerra Florida" se convirtió para los aztecas en una razón de Estado, tanto en el aspecto ideológico como en el económico, porque ambas fortalecían su propósito imperial. Los guerreros encontraban la riqueza y el reconocimiento social en las continuas guerras de conquista.
El imperio se consolidaba, obtenía más poder, tierras y tributos que, le permitían financiar más campañas militares. Las escuelas milenarias del México antiguo fueron convertidas en academias militares, en donde en el Telopchcalli, los hijos del pueblo aprendían a ser tropa y en el Calmécac, que estaba reservado para los hijos de la nobleza, se preparaban a los oficiales. Los comerciantes por su parte, iniciaron un vertiginoso asenso social y crearon una nueva y poderosa clase que jamás había existido en el México antiguo.
El verdadero poderío del imperio azteca no excedió de cien años antes de la llegada de los españoles y no alcanzó los doscientos años desde la fundación a la caída de la Tenochtitlán.
El guerrero azteca, sea de la orden de los guerreros águilas o tigres, era un formidable instrumento militar. Preparado desde la muy tierna edad para vivir y morir en la guerra. Veía en ella la posibilidad de alimentar al Quinto Sol, garantizar el futuro de su naciente imperio y trascender su vida terrena. Esta "misión divina" estaba recubierta de antiguas formas espirituales y de esotéricos conocimientos toltecas, pero su fondo eminentemente estaba constituido de una filosofía grotescamente materialista y necrófila.
Es por estas razones que cuando uno lee los preceptos aztecas del "deber ser", que eran eminentemente de espíritu tolteca y luego uno conoce las prácticas guerreras o de sacrificios humanos, encuentra una grotesca discordancia, una clara contradicción, entre lo que se pretende con la palabra y lo que se realiza con los hechos.
El sacrificio azteca, entendiéndose por quitarle la vida a cualquier ser humano es inadmisible en cualquier época y lugar. El guerrero azteca del período postclásico, resulta entonces una perversión del guerrero tolteca del período clásico y una trasgresión a la milenaria corriente humanista y espiritual en la que siempre se inspiró el México Antiguo.
III.- LOS GUERREROS MODERNOS.
• La hermandad blanca y los portadores de la tradición.
La centenaria profecía se cumplió. En el año "uno caña" (1519) llegaron los españoles y fueron confundidos como los enviados de Quetzalcóatl, quienes llegaban restaurar su pensamiento filosófico y su práctica religiosa /espiritual. Los aztecas conscientes de su trasgresión (sustituir a Huichilopoztli por Quetzalcóatl (cambiar los valores espirituales por los materiales), después de muchos errores optaron por inmolarse en Tenochtitlán, muriendo realmente a manos se sus vecinos que creían estar luchando al lado de la causa del tan esperado Quetzalcóatl.
La destrucción del imperio azteca fue el inicio de la caída de la civilización del Anáhuac, porque aunque muchos pueblos no transgredieron la antigua filosofía tolteca de Quetzalcóatl; como los mayas, puerepechas, mixtecos o zapotecos entre muchos otros; la dinámica de la invasión europea se había extendido a partir de la misma lucha entre los pueblos originarios.
El nuevo proyecto civilizatorio instaurado por los españoles pretendió aniquilar y desaparecer completamente cualquier vestigio de la civilización derrotada. Destruidos todos los edificios públicos, templos y escuelas piedra sobre piedra, asesinados los dirigentes, sacerdotes y maestros; los "hombres de conocimiento", los portadores del milenario pensamiento tolteca del México Antiguo, tuvieron que iniciar su camino centenario en la "clandestinidad".
En efecto, de manera impecable el conocimiento y las prácticas de los antiguos guerreros del espíritu tolteca, se han mantenido de manera secreta y hermética en un reducido número de personas, de generación en generación en estos quinientos años. Por el estado de persecución y de clandestinidad, han modificado la forma y han perfeccionado el fondo de su sabiduría.
Esta sabiduría sigue viva, presente y vigente en muchas comunidades indígenas y campesinas del México contemporáneo. Hombres y mujeres herederos de la milenaria sabiduría del Anáhuac la practican y la perfeccionan de manera sigilosa cotidianamente. Hay "ciertas cosas" del mundo indígena que los conquistadores de ayer y hoy, jamás vieron y tocaron. El pensamiento y la sabiduría del Anáhuac siguen vivos y aunque no sean hoy del conocimiento público de la cultura dominante, existen, al igual que el pensamiento y la sabiduría de civilizaciones de la misma antigüedad que la nuestra, como la China y la India. La diferencia es que la sabiduría y el conocimiento del Anáhuac se han mantenido misteriosamente en la clandestinidad, fuera del mundo Occidental.
• El perfil del guerrero.
(Selección de textos de la obra del antropólogo Carlos Castaneda.
Don Juan Matus fue un indio yaqui, portador del conocimiento de los toltecas, quien instruyó al antropólogo en el antiguo conocimiento de la toltequidad y sus prácticas para ser guerrero).
* Un guerreo piensa en su muerte cuando las cosas pierden claridad, la idea de la muerte es lo único que templa el espíritu del guerrero.
* Primero debemos saber que nuestros actos son inútiles y luego proceder como si no lo supiéramos. A la luz de la muerte, todas las cosas son iguales y al ser iguales carecen de importancia.
* Un guerrero elige un camino con corazón y lo sigue; y luego se mira en él y se regocija y ríe; y luego "ve" (percibir la verdadera esencia de las cosas) y sabe que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos, sabe que él, así como todos los demás, no van a ninguna parte. Sabe, porque "ve", que nada es más importante que lo demás. En otras palabras, un guerrero no tiene ni honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni tierra, ni apego al poder o al dinero; sólo tiene vida que vivir, y en tal condición su única liga con sus semejantes es su desatino controlado. Así, un guerrero se esfuerza y suda y resuella en el camino con corazón, que él ha escogido, y si uno lo mira es como cualquier hombre común y corriente, excepto, que el desatino de su vida esta bajo control. Como nada le importa más que nada, un guerrero escoge cualquier acto, y lo actúa como si en verdad le importara. Su desatino controlado lo lleva a decir que lo que él hace importa y lo lleva a actuar como si le importara y sin embargo, él sabe que no importa; de modo que cuando completa sus actos se retira sin pena ni cuidado de que sus actos fueran buenos o malos, o tuvieran efecto o trascendencia.
* Para convertirse en un "hombre de conocimiento" hay que ser un guerrero, no un niño llorón. Hay que luchar sin entregarse, sin una queja, sin titubear, hasta que uno "vea", y sólo entonces puede uno darse cuenta que nada importa.
* Ver es para hombres impecables. Templa tu espíritu, llega a ser un guerrero, aprende a "ver", y entonces sabrás que no hay fin a los mundos nuevos para nuestra visión. Cuando un guerrero "ve", ya no hay detalles familiares en el mundo. Todo es nuevo, aterrador y maravilloso.
* ¡Vive como guerrero¡ . Ya te he dicho: un guerrero acepta la responsabilidad de sus actos, del más trivial de sus actos. Tu sólo actúas tus pensamientos.
*Un guerrero no se abandona a nada, ni siquiera a su muerte. Un guerrero no es un socio voluntario de cualquier pendejo que se le cruza en el camino. Un guerrero nunca esta disponible, y si se mete con algo, puedes tener la certeza de que sabe lo que está haciendo. En la vida de un guerrero no hay nada fuera de control, porque la vida para un guerrero es un ejercicio de estrategia. Un guerrero nunca esta ocioso, ni tiene prisa.
* El espíritu de un guerrero no está engranado para la entrega y la queja, ni está engranado para ganar o perder. El espíritu del guerrero sólo está engranado para la lucha y cada lucha es su última batallas del guerrero sobre la tierra. De ahí que el resultado le importe muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el guerrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras libra su batalla, sabiendo que su voluntad es impecable, el guerrero ríe y ríe.
* Aprende a reducir tus necesidades. Lo que nos hace desdichados es la necesidad. Pero si aprendemos a reducir a nada nuestras necesidades, la cosa más pequeña que recibamos en la vida, será un verdadero regalo. Ser pobre o necesitado es sólo un pensamiento; y lo mismo es odiar o tener hambre o sentir dolor. No desear nada en la vida es una verdadera hazaña y esa hazaña es poder y ese poder es lo único que tenemos para oponernos a las fuerzas que rigen nuestras vidas; sin ese poder somos basura, polvo al viento. Porque a nosotros como individuos, nos toca oponernos a las fuerzas de nuestras vidas. Esto te lo he dicho muchas veces: sólo un guerrero puede sobrevivir.
* Un guerrero sabe que espera y sabe lo que esta esperando, y mientras espera, no quiere nada y así cualquier cosita que recibe es más de lo que puede tomar. Si necesita comer halla el modo, porque el guerrero no tiene hambre. Sí algo lastima su cuerpo, halla el modo de pararlo, porque el guerrero no siente dolor. Tener hambre o sentir dolor significa que uno se ha entregado y que ya no se es guerrero. En ese momento, las fuerzas de su hambre y su dolor lo destruirán.
* Uno aprende a actuar como guerrero actuando, no hablando.
* Para ser un guerrero un hombre debe estar, antes que nada y con justa razón, terriblemente consciente de su propia muerte. Pero preocuparte por la muerte forzaría a cualquiera de nosotros a enfocar su propia persona, y eso es debilitante. De modo que lo que uno necesita para ser guerrero es el desapego. La idea de la muerte inminente, en vez de convertirse en obsesión, se convierte en indiferencia.
Sólo la idea de la muerte da al guerrero el desapego para que sea incapaz de abandonarse a nada. Sólo la idea de la muerte da al guerrero el desapego suficiente para que no pueda entregarse a nada. Por ello, un hombre de tal suerte no ansía, porque ha adquirido una lujuria callada por la vida. Sabe que su muerte lo anda cazando y que no le dará tiempo de adherirse a nada; así que prueba en este mundo, sin ansias, todo de todo.
* Un guerrero desapegado, sabiendo que no tiene posibilidad de poner vallas a su muerte, sólo tiene una cosa que le respalda: el poder de sus decisiones. Tiene que ser, por así decirlo, el amo de su elección. Debe comprender por completo que su preferencia es su responsabilidad y una vez que hace su elección, no queda tiempo para lamentos ni dudas o recriminaciones. Las decisiones de un guerrero son definitivas, simplemente porque su muerte no le da tiempo de adherirse a nada.
Con la consciencia de su muerte, con desapego y con el poder de sus decisiones, un guerrero arma su vida en forma estratégica. El conocimiento de su muerte lo guía y le da desapego y lujuria callada; el poder de sus decisiones definitivas le permite escoger sin lamentarse, y lo que él escoge es siempre estratégicamente lo mejor; así cumple con gusto y con eficiencia lujuriosa, todo cuanto tiene que hacer en la vida. Cuando un hombre se porta de esa manera puede decirse con justicia que es un guerrero y que ha adquirido paciencia. Cuando un guerrero ha adquirido paciencia, esta en camino hacia la voluntad. Sabe cómo esperar. Su muerte se sienta junto a él en su petate, son amigos. Su muerte le aconseja en formas misteriosas, cómo escoger, cómo vivir estratégicamente. ¡Y el guerrero espera¡. Yo diría que el guerrero aprende sin apuro porque sabe que está esperando su voluntad; y un día logra hacer algo que por lo común es imposible de ejecutar.
* Lo que un brujo llama voluntad es una fuerza que viene de adentro y se prende al mundo de afuera. La voluntad es algo muy claro y poderoso que dirige nuestros actos.
* La muerte es la única consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas como siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale si eso es cierto. Tu muerte te dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque. Tu muerte te dirá, te equivocas, "todavía no te he tocado".
Uno de los dos aquí tiene que cambiar, y aprisa. Uno de nosotros tiene que aprender de nuevo que la muerte es el cazador, y que siempre está a la izquierda. Uno de nosotros tiene que pedir consejo a la muerte y dejar la pinche mezquindad de los hombres que viven sus vidas como sí la muerte nunca los fuera a tocar.