Hace más de 20000 años, unos hombres tallaron una serie de muescas en un peroné de un babuino en Ishango, en el lago Eduardo, cerca del nacimiento del Nilo. Esas columnas de muescas representan cantidades que nos han intrigado desde hace mas de 50 años tras su descubrimiento. ¿Cuál es el objetivo del hueso de Ishango? ¿Era una primitiva regla de cálculo con la que nuestros ascentros medían las estaciones y el paso de los astros? ¿Y cuándo surgió la necesidad no solo de contar sino también la de registrar los resultados de los cómputos? ¿Fue una creación de las mujeres para llevar un calendario lunar relacionado con la menstruación?
Se supone que la necesidad /habilidad de contar (ovejas, miembros de la tribu, el paso del tiempo) condujo a llevar un registro: si tenemos un rebaño podemos echar una piedra en una vasija de barro por cada oveja; y al final del día podríamos comprobar si tenemos todas las ovejas en el redil contando una oveja por cada piedra que sacáramos de la vasija. Y también podríamos presionar una piedra sobre barro cocido reciente y dejar una huella; algunos dicen que así nació la escritura.
Porque son dos niveles de abstracción los que manejamos: contar y registrar lo contado. Sabemos que hay animales que tienen la capacidad de contar, así que esta habilidad debe ser parte de nuestro cerebro primordial y no solo algo adquirido (matemáticas que se descubren o se crean, el gran dilema de los matemáticos). Pero en la representación llevamos ventaja, y quizás sea una cualidad mas humana que la simplemente animal.
No siempre hemos representado las cantidades de la misma forma. De los signos cuneiformes de los babilonios a los quipus de los incas, pasando por las letras griegas o los números romanos, y llegando a los llamados números arábigos. Estos últimos, nacidos en la India y transportados a Europa por los árabes, llegan acompañados del cero y del sistema posicional decimal, dos logros humanos cuya trascendencia a veces no llegamos a apreciar. Y es en España, en el Codex Vigilanus o Codex Albeldensis, compuesto por el monje Vigila en el siglo X en la Rioja donde aparecen por primera vez los números del 9 al 1 tal y como los representamos hoy en día.
Si echamos la vista atrás recordaremos a los hombres de Ishango desaparecidos en una erupción volcánica. Ahora estamos en el mundo digital, de 0 y 1, cerrado o abierto, y pretendemos adentrarnos en el mundo cuántico. ¿Será esa la última frontera?