Vivimos una etapa oscura en el devenir cíclico del tiempo planetario. Tiempos de luz y tiempos de oscuridad. Las civilizaciones antiguas señalan en general, que vivimos ciclos de 24 mil años. Los “Señores de la Oscuridad” tienen temporalmente “casi” el control del planeta. Éste es su tiempo. Los seres oscuros se “iluminan artificiosamente” y los seres luminosos se protegen en la oscuridad de la noche. Este es un tiempo de lobos y todos ellos se disfrazan de mansos corderos. A los brujos negros les llaman “científicos” y a los hombres de conocimiento “brujos o hechiceros”. A los adoradores del becerro de oro les llaman “hombres de empresa” y a los seres humanos espirituales, les llaman “pobres tontos”.
El tiempo y el espacio sagrado del ser humano “moderno” se han perdido momentáneamente. El mundo profano ocupa todos los espacios de la vida social y todo el tiempo del canal “de las barras y las estrellas”. El ser humano ha perdido la conciencia de su verdadera misión en la vida por el embrutecimiento y enajenación en las que los han sometido los mercaderes.
Los seres humanos, ahora que nuestros dioses han sido asesinados por los mercaderes a través de la “modernidad y la ciencia”. Ahora que nuestros verdaderos líderes y maestros han sido borrados por una catarata de artistas de la farándula, el cine y la televisión. Suplidos por deportistas profesionales del espectáculo. O por los corruptos y abyectos políticos. Los seres humanos nos hemos quedado solos y desolados. Sin Dios, sin paradigmas, sin héroes, sin paladines, sin caminos.
En el mundo de la producción, el crédito y el consumo, todos los caminos nos conducen al templo del becerro de oro. La publicidad y la mercadotecnia son los corrales que usan los lobos para conducir mansamente al los corderos al matadero existencial del consumo.
La gente no tiene ningún propósito propio en la vida. No tiene ningún proyecto propio nacido de su corazón o iluminado por su espíritu. La gente vive por vivir, vive para consumir, vive para hacer lo que le dicen subliminal o brutalmente lo que tiene que hacer. Piensa, dice, hace y siente lo que le dicen los medios masivos. No tienen pensamientos propios. No tienen palabras propias, no tienen actos propios, no tienen sentimientos propios. Toman ciegamente todos los valores, principios y actitudes que ven diariamente en la televisión, la radio o los impresos.
Horas y horas de televisión y radio, días, meses y años de estar escuchando de diversas formas el mismo mensaje: “tener para ser, comprar para ahorrar, jugar para ganar, adquirir para vivir y por supuesto, aliméntate sanamente”. Mentiras disfrazadas de verdades, la maldad camuflajeada de bondad, la enajenación como fuente de diversión, la vulgaridad como entretenimiento.
Después de medio siglo de ver miles de horas de televisión, la gente ya no sabe lo que es cierto de lo verdadero, lo que es bueno y lo que es malo, lo que alimenta y lo que enferma, lo que enaltece y lo que denigra, lo que es virtuoso y lo que es vicioso, lo que es propio y lo que es ajeno. Después de presenciar miles de crímenes, después de escuchar infinidad de bajezas y vulgaridades, después de ver que siempre se pondera la violencia, el individualismo y el morbo y que se enaltece al que más dinero tiene y al que más compra. El ser humano ha quedado desheredado de su misión divina en la vida.
En ese vacío existencial, porque pueden engañar a la mente, más no al Espíritu que a pesar de todo vive en lo más profundo de cada ser humano, en esa desolación el ser humano sufre y se desgarra. En el fondo el ser humano sabe que ese mundo que nos venden los mercaderes es una porquería y una falsedad. Más se siente solo e indefenso para enfrentarlo y cierra los ojos y se deja ir en la corriente. Pero él sabe en el fondo que eso no esta bien.
Todos los seres humanos tenemos una misión sagrada en la vida. Esa es la razón de nuestra existencia. En todos y cada uno de nosotros esta depositada “la chispa divina”. Todos tenemos un pedacito de Dios en nuestro ser.
Por ello debemos encontrar nuestro PROYECTO ABSTRACTO DE VIDA.
El fin entre todos los fines. El fin supremo de nuestra existencia que le da sentido y razón de ser a todos “los medios”. Un proyecto abstracto de vida es un punto en el firmamento a donde nos dirigimos en busca de lo inconmensurable… sabiendo que es imposible llegar. Pero que nuestra lucha para llegar “allá” es lo que le da sentido a nuestra vida.
De esta manera, lo verdadero y lo real, no se ve ni se toca. El mundo material es solo un medio para que trascienda el Espíritu. La materia es el medio y el Espíritu el fin.
Los más pobres y miserables en este mundo son los ricos. Pues los pobres tenemos la esperanza y la ilusión fatua que, “cuando tenga dinero seré feliz”. Pero aquellos que ya tienen el dinero y se sientan tan vacíos y tan desolados como los pobres, pierden toda esperanza y su sufrimiento es mayor.
Tener una razón abstracta para vivir. Encontrar el sendero de nuestro corazón, saber escuchar al “ser interior”, tener un “camino con corazón”, es la enseñanza de todos los grandes maestros, desde Zoroastro, pasando por Jesús hasta Mahoma.
Amable lector, ¿tiene usted un proyecto abstracto de vida?... o cuál es la razón de su existencia.