El ser humano realiza su existencia material entre los primeros cinco puntos. Empieza a ser ?trascendente? en la medida que toma conciencia de su potencial espiritual. En ese momento nace la historia y la cultura. Si logra equilibrar el par de opuestos complementarios que surgen de la relación Norte-Sur y Oriente-Poniente en el ?centro unificador?, logrará la elevación y trascendencia. Pero si desarrolla más alguno de los opuestos complementarios, el desequilibrio lo arrastrará al abismo de la estupidez humana. De esta manera la búsqueda del ?equilibrio? resulta uno de los elementos fundamentales para entender esta filosofía y su íntima relación con el quincunce, macuilxóchitl o la cruz de Quetzalcóatl en el Norte y la Cruz Chacana en el Sur, revelaciones de una interpretación filosófica, religiosa y sagrada del Cem Anáhuac.
El ser humano fue creado por el sacrificio de ?los dioses?, entendidos como las energías del universo. Por ello se nombra ?macehual?, que significa ?merecido del sacrificio de los dioses? y en consecuencia su vida será un sacrificio espiritual permanente. El ser humano encuentra un significado a su vida, más allá de tener comida, vestido y techo. El mundo material profano es solo un medio para penetrar al mundo espiritual sagrado. Es precisamente la toma de conciencia de la sacralidad y la divinidad lo que nos hace humanos. Aquí se encuentra la base de nuestra civilización. Los dos grandes objetivos existenciales que tiene el ser humano son el de ayudar a los dioses al sostenimiento del universo y el de trascender su existencia material en el plano espiritual. Sin esta misión la vida del ser humano no tiene ningún sentido.
Del primero diremos que, a diferencia de la cultura Occidental, donde Dios ha creado a su imagen y semejanza al ser humano, y le entrega a la Tierra y todos los seres que en ella viven para su dominación, explotación y transformación. En cambio, los antiguos anahuacas interpretan a la Tierra como su ?madre querida? y se ubican como sus pequeños hijos. Tienen como obligación, no solo velar por preservarla y mantener el equilibrio original, sino también ?humanizarla? a partir de la energía espiritual que puede producir el ser humano a través de una vida virtuosa.
Este aspecto es muy importante. La humanización del mundo implica darle un sentido sagrado y divino ?a todo lo que nos rodea?. Es solo el ser humano, quien puede hacer este milagro a partir de su potencial espiritual. Este es uno de los propósitos más importantes de la civilización del Anáhuac. Una misión que rebasa con mucho a un solo individuo, a un pueblo y a muchas generaciones. El concepto de una responsabilidad histórica y colectiva, seguirá viva aún en el periodo Postclásico decadente, aunque transgredido por la cultura nahua a través de las reformas ideológicas-religiosas del cihuacóatl mexica llamado Tlacaélel. Y nos explica cabalmente cómo fue posible realizar proyectos constructivos de más de un milenio de duración, como el caso de Monte Alban, que inició su construcción en el año 500 a.C. y fue abandonado mil trescientos cincuenta años después en el 850 d.C.
El segundo objetivo civilizatorio es la búsqueda individual de la trascendencia existencial a partir de un trabajo muy decantado y difícil, que implica el dominio y conocimiento de sí mismo a partir enseñanzas muy sofisticadas de carácter hermético. En el que básicamente se toma al mundo y a los seres humanos como cargas energéticas y productores de energía.
A este segundo objetivo le llamaron los toltecas simbólicamente ?La Guerra Florida?. Los valientes que la emprendían se les llamaban ?guerreros? y según su carga energética podían ser águilas o jaguares. Sus armas eran ?flor y canto?, entendidos como belleza y sabiduría. El objetivo supremo de los guerreros de la muerte florecida era ?hacer florecer su corazón? y darse como alimento espiritual a su pueblo.
Educayotl AC. No podemos librarnos del calabozo del neocolonialismo, con las ideas de los carceleros. Se necesita recuperar la sabiduría ancestral, para crear una propia narrativa, por la vida, la libertad y la solidaridad continental. www.toltecayotl.org