Cursos

Podcast

Canales Youtube

Visitantes

37,091,475

Interpelación: efecto decolonial del neozapatismo

Hits:924

Interpelación: efecto decolonial del neozapatismo
Sofía Medellín Urquiaga, Mauricio González González. (Fragmento)

Resumen
La interpelación como acto de habla y exigencia de las condiciones materiales de reproducción de la vida de los excluidos, es un efecto decolonial que podemos situar como parte de las experiencias de comunicación indígena contemporáneas surgidas del andar de "La otra campaña" a lo largo de todo el país. La experiencia neozapatista no sólo es un referente de construcción de otros modos de hacer y hacerse mundo, sino también es portadora de otras formas de voz y escucha, donde una episteme no moderna finca raíces en poéticas y corporalidades del color de la tierra, subvirtiendo con ello las formas hegemónicas de comunicación y pensamiento.

Palabras clave: neozapatismo, interpelación, giro decolonial, comunicación indígena.
El sueño es uno de los espacios donde la experiencia abre puertas, azota ventanas, estremece a los justos, erotiza al más casto y subvierte lógicas que por condensadas no dejan de alterar, de marcar, de hacer rastro. En pueblos de tradición religiosa mesoamericana, tal como nos hace saber El Viejo Antonio, las experiencias oníricas constatan la consistencia de instancias anímicas en las que mundos Otros son fuente de vivencias primordiales, donde al menos una de ellas, "la sombra",1 viaja para encontrarse con los "Dueños", los "Patrones", "Las Madres", seres cuya jerarquía les coloca en un lugar determinante para el devenir del mundo, poseedores de saber y de verdad. El tiempo del sueño se confunde con el del mito, pues los protagonistas de los últimos interactúan con el soñante, viajante anímico, siendo su encuentro uno cuyos resultados no se reducen a una experiencia subjetiva, sino a aquella que marca el destino de la vigilia y más allá. Los sueños en el mundo mesoamericano son experiencias privilegiadas en las que territorios aparentemente paralelos se tocan sin llegar al infinito.

Interpelación: efecto decolonial del neozapatismo


Así, soñar no se conjuga en tiempo pretérito, tiene potencia de por-venir. La fuerza de muchos de los comunicados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) sostiene no sólo estas connotaciones vernáculas, sino también las experiencias emancipadoras que les han dado cuerpo, voz y posibilidad a otros modos de ser en el mundo, otros mundos inéditos a la forma hegemónica. Si bien el inventario de los efectos que ha tenido la rebelión zapatista supera la capacidad y aspiración de este escrito, habremos de detenernos en al menos uno que hemos podido constatar en las nuevas formas de comunicación indígena que subvierten la lógica de dominación de los medios de comunicación de este país. Esta consecuencia se enmarca lejos del uso práctico, instrumental, que de ello se hace, pues en sentido amplio es un modo decolonial de hacer y hacerse mundo. Dentro del contexto (y contenido) de este trabajo, situamos las experiencias de comunicación indígena surgidas a la luz del neozapatismo como experiencias de interpelación, que "involucra[n] no sólo la exigencia de participación discursiva como 'interpelación' ético-lingüística, de un posible excluido de la comunidad de comunicación, sino igualmente la exigencia material del excluido de la comunidad de reproducción de la vida" (Dussel, 2007a:344).

Hablamos de efecto decolonial no sólo por la deducción que podemos extraer del grupo de investigadores, académicos y escritores que sostienen esta apuesta geopolítica y corpo-política de construcción de conocimiento, sino porque afecta los supuestos que incluso ellos portaron algún tiempo, ampliados bajo la mirada, en acto, de los senderos zapatistas del sureste mexicano. Enrique Dussel, filósofo argentino-mexicano lo testimonia de esta manera:

La "clase" como categoría social fundamental de análisis debía articularse con otra categoría, social-antropológica y política: "la etnia". El marxismo tradicional se encontraba indefenso teóricamente. Había que pensar todo de nuevo. Esto proponía agregar al campo cultural (indígena) el aspecto racial (clasificación fundamental en la "colonialidad del poder" mostrada por Aníbal Quijano) e histórico político y religioso. Los catequistas del obispo Samuel Ruiz, en Chiapas, se transformarán en comandantes zapatistas, con plena conciencia de su dignidad, auto-determinación, originalidad cultural, religiosa, política, judicial, económica y hasta con técnicas agrícolas, educativas, sanitarias, etcétera (Dussel, 2007b:498).

Cuando hablamos de pensamiento decolonial nos referimos a la inflexión producida al situar las condiciones geopolíticas de la episteme moderna/capitalista/colonial, superadas por racionalidades no eurocéntricas que comparten en su seno la herida colonial.2 Praxis que en su despliegue muestra cómo las aspiraciones universales de Occidente son tan sólo unas particulares que han de ser provincializadas, sin obviar por ello las correlaciones de fuerza y el privilegio del que goza el centro como lugar de enunciación de la ciencia y del humanitas.3 El neozapatismo, sin proponérselo, es hoy día uno de los principales referentes decoloniales, lo cual no extraña si se pone oídos, pero sobre todo corazón,4 a sus comunicados:

[...] es necesario un poco de respeto al otro que en otro lado resiste en su ser otro, un mucho de humildad para recordar que se puede aprender todavía mucho de ese ser otro, y sabiduría para no copiar sino producir una teoría y una práctica que no incluya la soberbia en sus principios, sino que reconozca sus horizontes y las herramientas que sirven para esos horizontes (Subcomandante Insurgente Marcos, 2005 [2003]:129; cursivas nuestras).

Esta posición hace del EZLN fuente imprescindible a nivel mundial. Carlos Antonio Aguirre Rojas sitúa al zapatismo como el punto de inicio del actual ciclo de protestas en el planeta, que abarca tanto al altermundismo, como a los Foros Sociales Mundiales y las diversas protestas populares de 2011, que incluyen a indignados de varios puntos de Europa y América, destacando la furia de la hoy llamada Primavera árabe. Es el neozapatismo la insurgencia reconocida como el primer movimiento clara y orgánicamente antisistémico (Aguirre, 2013:7-8), pues no sólo se debate como anticapitalista, ya que incluye un nuevo proyecto civilizatorio de cuño indiano nutrido por diversas luchas de quienes "abajo y a la izquierda", construyen mundos donde caben muchos mundos:

Los zapatistas son usualmente presentados como el primer movimiento guerrillero posdesarrollista, posnacional y poscolonial, crítico de los movimientos guerrilleros tradicionales de la región como vías de escape a la opresión. Han desafiado el capitalismo y la colonialidad global. Han descentrado la lucha cuyo fin era la administración del Estado-nación, refocalizándola hacia una estrategia global a través de formas transnacionales de agentividad [agency], incluyendo el uso del Internet, contra las formas de explotación moderno/colonial capitalistas (Grosfoguel y Cervantes-Rodríguez, 2002: XXVI, traducción del inglés).
En un momento histórico en el que los horizontes libertarios se presentaban cabizbajos por el azote ejercido por el socialismo centralista de Estado, donde la guerra de guerrillas había sido casi aniquilada por implacables guerras sucias, muchas de éstas (sino es que todas) financiadas por agencias internacionales estadounidenses, donde las reformas de izquierda no lograban consolidar sociedades más justas y, por el contrario, eran cooptadas por la derecha y refuncionalizadas al servicio de las élites y de la conservación del incesante apetito acumulativo del gran capital, la voz de los sin voz irrumpió como utopía posible, o si se prefiere imposible, si se ciñe sólo al marco que este escenario ofrecía:

La izquierda se enfrentará a la provocación más creativa de su historia en América Latina. Ahora se podrá comprender el porqué de la crítica a la comprensión mono-étnica del Estado (todos los ciudadanos deben ser cultural y homogéneamente iguales) y a la noción monolítica de la nación o el pueblo. Esta falacia unívoca reduccionista (una nación = un Estado; un pueblo = una identidad colectiva cultural) no se encuentra sólo en la tradición política conservadora (criolla dominante), sino que igualmente es defendida por los movimientos asimilacionistas "mestizos" (ladinos) populistas y también por la mayoría de la izquierda (en especial por los antiguos partidos comunistas eurocéntricos) (Dussel, 2007b:499).
Tomado de:
https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-57952013000300002

Buscar