Para el caso de la civilización del Anáhuac, es más conveniente usar el término de ?espiritualidad?, que el de religión, dado que esta tiene una connotación judeocristiana. Los abuelos toltecas no tenían dioses y aquello que para ellos era la fuerza o conciencia inconmensurable, era invisible, innombrable e impalpable, de modo que era una completa abstracción.
La milenaria espritualidad de los pueblos del Anáhuac, sigue viva y es la que se manifiesta con una delgada patina de catolisismo y ahora, de otras sectas, pero la esencia sigue siendo lo milenario.