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“EL MITO DE LOS SACRIFICIOS HUMANOS Y LA ANTROPOFAGIA EN LOS PUEBLOS DEL ANAHUAC”

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Al analizar las fuentes históricas comparando los niveles culturales de los pueblos del México Antiguo se entrevé la mala intención de los historiadores hispanos para denigrar por medio de la mentira a nuestros abuelos minimizando así sus avances en las ciencias, en la educación y sobre todo en la moral que se fundamentaba dentro del marco de la filosofía del respeto hacia todo lo que existe.

Esa herencia debe ser la que norme la vida del mexicano moderno reavivando todo lo positivo que podamos retomar del pasado pues un pueblo sin valores es como un árbol sin raíces o como un hijo sin padres.

La base de nuestros ideales se sustenta en el principio de nuestra herencia cultural.

Respeta a tu abuelo, respeta a tu abuela, respetarlos a tu padre, a tu madre y a todos los animales y a todas las cosas, así vivirás junto (en armonía) con la vida.

Generalmente antes de tomar una decisión respecto a un hecho histórico, éste se ha analizado desde diferentes puntos de vista procedentes de numerosos trozos entresacados de las llamadas fuentes dicho sea de paso, que también han sufrido una juiciosa deliberación evolutiva y comparativa antes de tomar cómo buenos los datos consignados en ellas por diferentes historiadores. Si se interpreta tales hechos en forma aislada o con un prejuicio aceptado inconscientemente de XVI y que con el paso del tiempo ha tomado como cierto; y no sólo eso, sino que se ha tomado tan bien como base científica del análisis para las sociedades prehispánicas, solo que actualmente una nueva revisión de la literatura histórica primaria y el estudio de los testimonios arqueológicos demuestran la existencia de un mito pre-hecho y de un posible ardid empleado por los historiadores religiosos para desprestigiar a la población del continente, que ellos intentaban “salvar”.

El mito nace con el contacto de Colón y sus hombres con gentes de las islas Caribes, según el padre Las Casas a quién se le debe el haber dado a conocer parte del diario de Colón.

Al desembarcar por agua y bastimentos los marinos encontraron en un poblado en el que se evidenciaba una huida precipitada de sus moradores, grandes vasijas de barro que contenían cuerpos humanos, esto para la lógica de los incultos marinos sólo puede ser comprendido como un ritual orgiástico en el cual iban a ser cocinados y posteriormente comidos estos cuerpos.

Para los europeos, una olla o vasija solo son implementos de cocina, pero para los nativos de las islas una vasija de barro es el recipiente que simboliza a la matriz de la madre tierra, de donde todo proviene y al cual todo regresa. Así pues lo que para los caribes iba a ser un entierro, para los europeos iba a ser un festín.

El contacto de Colón con los Arawakos que fueron más amistosos con él y con sus hombres para los que sus visión del mundo incluía el odio a los caribes hizo que Colón aceptara sin más que estos últimos eran comedores de hombres.

Los Arawakos según Colón, habíanle dicho que los caribes tenían un sólo ojo y hocico como de perro y que comían hombres a los que después de degollarlos bebían su sangre. Todo esto no queda muy claro en el análisis pues ni Colón ni ninguno de sus hombres en sus primeros contactos sabían la lengua de los Arawakos, ni estos pudieron aprender castellano o portugués instantáneamente.

Posteriormente y al escribir Colón a los reyes católicos comenta, que los indígenas habían creído que él y sus hombres “eran los comedores de hombres”.

En esas cartas afirma muy vagamente que “había por allá una isla en la que comen carne viva”.
Es así como los caribes, (que posteriormente fueron exterminados junto con los arawakos de todas las islas) pasaron a la historia como sinónimos de comedores de gente. Caribales y la pésima pronunciación de los castellanos transformó el terminó por caníbal.

Todo el que llegaba de la península ibérica a cuba a probar suerte en las islas y posteriormente en el continente llamado por ellos Nuevo Mundo o las Indias, ya venían prejuiciados de que aquí habitaban comedores de hombres. Y era tal ese prejuicio, que el mismo Gran Almirante en su tercer viaje con solo ver a un nativo afirma conocer si es antropófago o no, así escribió sobre los aborígenes que vio en la costa de Honduras “otra gente halle que comían hombres: la deformidad de su gesto lo dice”. Todos estos relatos al llegar a las cortes europeas tomaban más visos fantásticos y entre más inverosímiles, con el tiempo fueron aceptados como indiscutible realidad.

Pedro Mártir de Anglería en sus Décadas del Nuevo Mundo resaltaba el canibalismo de los nativos en sus relatos llenos de fantasías. Decía que “la primera vez que esos salvajes vieron a los españoles, se les hizo agua la boca”. Dichas Décadas fueron escritas tomando lo relatado por los verdaderos viajeros, después Pedro Mártir los realizo desde la comodidad de la corte española.

Al establecer la encomienda y tener sometidos a los arawakos y caribes, estos se sublevaron varias veces y los invasores con barbarie inaudita exterminaron a toda la población aborigen de las islas; entre 1494 y 1508, en menos de 15 años, más de tres millones de arawakos y caribes murieron.

La justificación de los invasores españoles fue siempre que los nativos eran casi animales que se comían unos a otros y los colonizadores también corrían peligro pues los sublevados eran caníbales. Así también el supuesto canibalismo isleño, legitimó su propia exterminación.

Posteriormente la mano de obra arawako-caribe fue sustituida por esclavos que son ahora la mayoría étnica que puebla las islas del Caribe. De esta manera las minas y plantaciones de los castellanos siguieron produciendo para la Corona Española.

Un decreto real había hecho legítima la esclavitud en el Nuevo Mundo. En 1503 Isabel la Católica había ordenado: “...que si todavía los caníbales resistiesen... los pueden cautivar para llevarlos a las tierras e islas... y a otras partes y lugares... y para que los puedan vender y aprovecharse de ellos”.

El Padre Las Casas basándose en su propio conocimiento de los caníbales, niega terminantemente que fueran antropófagos.

El decreto real de 1503 se hizo extensivo al continente y hacia legitimo un fruto esclavizante de las gentes que en el se encontraran pues supuestamente todos podrían ser antropófagos.

Los españoles comenzaron a interesarse en la tierra firme.

Primero Juan de Grijalva, después el aventurero Hernándo Cortés montaron expediciones rumbo al continente. Cortés rechazo un ofrecimiento de tierras en Santo Domingo diciendo que él “había venido en busca de oro y no a trabajar la tierra”. Insubordinado con sus superiores y desleal con sus protectores, Cortés tomo el mando de la expedición en 1519 y partió de la Habana en el mes de abril. Desde su desembarco en la costa de CHALCHIUHKUEYAN hasta su llegada a TENOCHTITLAN los hechos abominables por él cometidos no pueden ser admirados según las pautas éticas de cualquier tipo.

En sus Cartas de Relación, Cortés se vanagloria de haber cortado manos, lenguas, quemado en la hoguera, emboscada, sitiado por hambre y tortura a mexicanos desde mazehuales hasta gentes principales para mayor gloria de Dios y de su Muy Católica Majestad.

MOCTEZUMA, representante del gobierno en el momento del choque cultural y genocida fue atrapado en las artimañas del extremeño hasta que sucumbió según algunos por una pedrada lanzada por los mexicanos, según otros por un puñal español.

El oro producía una extraña euforia en los invasores y... “cómo si fueran monos levantaban el oro como que se sentaban en ademán de gusto, como que se les iluminaba su corazón”, nos dice un informante mexicano.

Los españoles se admiraron de la Capital del Anahuac según consta en diferentes crónicas hispanas, nunca antes sus ojos habían contemplado tal armonía de trazo ni tal orden en sus habitantes según sus propios términos. Aún así, posteriormente van a aparecer estos mismos habitantes como sacrificadores y devoradores de carne humana. Según la conveniencia vigente, entra en juego aquella predisposición creada desde el contacto con los caribes.

Muerto MOCTEZUMA XOCOYOTZIN es designado CUITLAHUAC para organizar la defensa pero la viruela traída por un soldado invasor, al hacer estragos en los mexicanos se lleva también a CUITLAHUAC.

En 1521 la ciudad de México-Tenochtitlan sucumbe por la peste y el hambre ante el asedio extremeño.

Es a partir del inicio del coloniaje degradante y genocida, que varios religiosos tratan de hurgar en el pasado de los mexicanos para conocer “sus antiguallas y salvarlos de sus creencias demoniacas”.

Sahagún, Duran, Motolinía, Mendieta, Olmos, Acosta, etc, van a tratar de escudriñar en los recuerdos de los sobrevivientes para tratar de conocer y consignar en sus historias el pasado del pueblo mexicatl. Con el brutal choque cultural muy semejante a una exterminación se hizo manifiesta la típica forma de exculpación castellana diciendo que los mexicanos eran a demás de idolatras, antropófagos.

Todo esto está inscrito en las crónicas y con el paso de los siglos los sacrificios rituales y la antropofagia es un hecho indiscutible llegándose a polemizar por el número de sacrificados y comidos en los rituales.

Como Colón en el caso Caribe, Cortés es el punto de partida para el estudio de este aspecto. Sus cartas no tienen ninguna aseveración de haber presenciado un sacrificio ritual en el que la víctima fuera humano, y mucho menos una aseguración visual de algún acto de canibalismo.

Al revisar nuevamente las Crónicas escritas por religiosos se nota a primera instancia que las antigüedades de los mexicanos están realizadas en base a recuerdos de sus informantes y nunca a testimonios visuales, dichos recuerdos no los presenciaron sino que son lo que según por tradición iban guardando.

En el caso de los sacrificios rituales, toda la información queda en entredicho al tomar en cuenta que según el historiador IXTLILXOCHTL, las leyes que normaban la conducta de los habitantes de Anahuac eran muy rígidas, lo mismo asienta Andrés de Olmos, Cristóbal de las Castillo. Si alguien transgredía alguna ley y alteraba el equilibrio de su sociedad era ejecutado según su jerarquía. Esas ceremonias referentes a los sacrificios rituales que con lujo de detalle nos describen Sahagún y Durán aunque sus informantes nunca las vieron y que están relacionadas estrechamente con el calendario, son ejecuciones de los que faltaban a sus normas sociales y eran ejecuciones de los que alteraban la paz de los pueblos o los intereses comunes entre ellos.

Los cientos de prisioneros que se obtenían en las llamadas guerras floridas para ser sacrificados, nunca las vieron los relatores.

El único testimonio de sacrificio que relatan las crónicas de la conquista es el de 50 españoles y 8 caballos de los cuales vieron las cabezas clavadas en unas estacas; pero esto no demuestra que hayan sido sacrificados a ningún Dios, sino lo más lógico es que hayan sido ejecutados como prisioneros de guerra que en vida habían ocasionado ya demasiados males a los mexicanos.

Desde su llegada a TENOCHTITLAN Cortés ya traía en mente el prejuicio de la supuesta antropofagia azteca y sin más preámbulos prohíbe la “práctica de sacrificios humanos a sus ídolos”.

El mito ya venía con Cortés desde Cuba, y al resultar vencedor del pueblo azteca se tomó el privilegio de redefinir a los vencidos y apoyándose en sus mitos le resultó mucho más fácil exculparse ante la Corona Española.

Francisco de Gómara, confesor y secretario personal de Cortés, también creó mitos a favor de su “héroe”. A él se le debe el cuento tan difundido de que Cortés fue confundido con QUETZALCOATL y que por tal motivo fue temido por MOCTEZUMA; lo negativo de este dicho es que la historia oficial lo toma como un hecho sin analizar la documentación de Gómara y el llamado Juicio Sumario e inclusive las mismas Cartas de Relación de Cortés. Es risible la actitud de Gómara en la biografía del extremeño pues pretende leer la mente de los Cholultecas en uno de sus pasajes diciendo ...“cuando Cortés les pidió alguna cosa de comer sonrieron diciendo entre dientes ¿Para que quieren comer éstos, si pronto van a ser comidos ellos con chile? Si Moctezuma no los quisiera para su plato aquí ya nos los habríamos comido...”

La actitud rastrera y deformadora en favor de Cortés le redituó a Gómara quinientos ducados que recibió por proporcionar una versión deslumbrante de los hechos. Y es esa misma actitud la que enojo a Bernal Díaz del Castillo al leer la historia de Gómara desde su retiro en Guatemala, ya anciano, provocando que tratara de desmentir todas las falsedades contenidas escribiendo sus propias experiencias vividas en lo que lo que él llamaba la conquista también confiando en sus recuerdos.

Bernal Díaz también da por hecho el canibalismo azteca lo que en sus experiencias solo fueron temores, e sus recuerdos seniles ya son hechos concretos…“nos querían matar y comer nuestras carnes y ya tenían aparejadas las ollas con chile y tomates...” Asegura también que…“que cerca del Templo Mayor estaba la cocina donde cocían la carne de los tristes indios que sacrificaban”. Y en otra parte “...que al Moctezuma le solían guisar carne de muchachos de poca edad...”

Lo que Bernal llamaba el sacrificio de los españoles y los describe en forma conmovedora sin estar presente o cuando menos cerca: “con navajones de pedernal les aserraban los pecho y le sacaban los corazones bullendo”. Con estas escenas hasta el mas incrédulo cede antes esos cuadros llenos de barbarismo pero se comienza a dudar al saber que pasaron mas de 50 años de las vivencias hasta el momento de escribirlas.

La “Verdadera Historia de la Conquista de México” resulta tan falsa en ese sentido como la de Gómara que Bernal Díaz trato de desmentir.

Otro de los mitos que sostienen aún en nuestros días historiadores modernos es el que dice que con la sangre de los sacrificios alimentaban al sol para que continuara su diaria carrera. Solo los testimonios arqueológicos nos han demostrado que los aztecas manejaban un conocimiento científico milenario basado en una matemática astronómica exactísima con la cual dejaron inscripciones cíclicas que contienen movimientos astronómicos inmutables y eternos.

¿Cómo es posible que los conocedores de la Mecánica Celeste creyeran que si no le ofrecían el corazón de alguien al sol, no saldría al siguiente día?

La primera impresión de los españoles sobre los aztecas fue de gentes altamente civilizadas, solo que con el tiempo la transformación de civilizados a bárbaros fue obra de los ágiles manejos intelectuales de los frailes. Manifestaban compasión por los sufrimientos de los sobrevivientes a la par que odiaban casi todos los aspectos de su cultura pues veían en ellos manifestaciones demoniacas hasta en lo más trivial. El mismo Cortés ya en plena decadencia recuerda el aspecto y la piedad de los sabios aztecas en contraste con la brutalidad política y venal de las ordenes religiosas.

Y son estos mismos religiosos los que se dedicaron a reordenar toda la información recogida de las antiguas costumbres “con el fin de conocer la raíz de la fuente de los males” y presentarla posteriormente con una perspectiva cristiana.

Curiosamente esos mismos cronistas religiosos son utilizados hoy como fuentes dignas de confianza para estudiar a los aztecas y a los mayas y en general a los pueblos prehispánicos aún cuando ningunos otros cronistas han tenido jamás mejores razones o mayores deseos de malinterpretar intencionalmente las informaciones.

Es precisamente de ellos la poca documentación donde se mencionan con más intensidad los sacrificios rituales y el canibalismo.

Diego Durán estaba convencido que los aztecas eran una de las tribus de Israel y hace un estudio comparativo entre las normas bíblicas y las leyes aztecas. En el Salmo 105 que se refiere a “la sangre de sus hijos e hijas que sacrificaban a los ídolos de Canaán...” halló la relación del prejuicio adquirido por sus antecesores de que los aztecas eran caníbales a igual que en la Europa de esos días creían que en los ritos judaicos sacrificaban gentes para obtener la sangre necesaria para elaborar el pan judaico, y va más lejos al asegurar que las figuras que hacían de TZOALLIN en las ceremonias mexicas, además de miel le agregaban sangre de los sacrificados. En su historia, Durán deja entrever una vacilación entre el tema judaico y su más horrendo pensamiento de que los aztecas pudieran haberse convertido al cristianismo después de ser judaicos y su aislamiento en estas tierras cayeran en el paganismo.

Esas elucubraciones a la luz de el conocimiento actual resultan risibles; hasta su misma aseveración de que TOPILTZIN el gran gobernante Tolteca de grado QUETZALCOATL fuera el muy viajado apóstol Santo Tomás.

Durán nos pinta a los mexicanos con los propios traumas de que a él le aquejaban, supersticiosos e inconstantes. Y el último temor de que Durán es que en lugar de Moisés (judaísmo) y Santo Tomás (cristianismo) posiblemente el mismo Satán había enseñado a los mexicanos toda la idolatría que él como religioso pudo entender. En sus textos hay numerosas citas respecto a los sacrificios y a la antropofagia “... se los llevaban los cuerpos y los repartían entre sí y se los comían.” Pese a sus prolijos comentarios, en ninguna parte se asienta haber presenciado un sacrificio o un acto de canibalismo de ninguna índole.

Fray Bernandino de Sahagún se salva de los errores históricos en que inquiere Durán.
Sus obras son un valioso compendio de Antropología en una admirable hazaña de erudición. Al igual que Durán, Sahagún aprendió la lengua Mexicana y registró cuidadosamente numerosos aspectos de la cultura azteca tradicional.

Sahagún generalmente está por encima de todo reproche que resultara del análisis a su monumental obra, pero no deja de reflejar muchas actitudes propias de su época.

Desde su primer libro deplora los errores que por gran número de años han padecido los de esta “infelicísima y desventurada nación” refiriéndose a su supuesto paganismo.

Menciona también las figuras de TZOALLI que ahora conocemos como el popular dulce conocido como alegría, que luego eran repartidos entre los presentes y comido por todos, haciendo alusión a un canibalismo simbólico.

Describe ceremonias sacrificiales con gran lujo de detalles, respecto a las vestimentas, a los personajes, a las actitudes, sin tomar en cuenta que quizá es fantasía de sus informantes que ya cristianizados tenían otro punto de vista al que hubieran tenido en su niñez, cuando se supone que presenciaron los sucesos. Sahagún realiza su recopilación en la segunda mitad del siglo XVI, sus informantes debieron haber sido muy jóvenes sino es que niños cuando la invasión europea, y es muy discutible que si presenciaron ritos en Tenochtitlan o en Teztzcuco ¿cómo es que no perecieron?, otra de las dudas que resaltan de sus escritos es que si de verdad sus informantes tenía conocimiento a caso no pudieron darle información falsa para salvaguardar su ciencia que el mismo Sahagún por sus prejuicios religiosos no iba a comprender. Ningún de sus informantes afirma haber presencia un solo sacrificio ritual ni mucho menos la antropofagia, aunque aseguran que los que consumían carne humana eran los sacerdotes, dicen también que quizá el cuerpo de la víctima era llevado a algún CALPULLI donde era cocinado. En este aspecto Sahagún también transcribe recuerdos relatados por sus informantes de muy dudosa veracidad.

Otra referencia a gentes comidas nos la da el Códice Florentino cuando menciona a las TZITZIMEH “que bajan a comer a los hombres y a las mujeres”. Solo que en el caso de las TZITZIMEH quizá se refieran a padecimientos físicos, como enfermedades epidémicas producidas por alteración ambiental, contagio o pique de alimañas que pasara inadvertido, aunque es un texto que se refiere concretamente a las consecuencias de un eclipse.

Sahagún al referirse al mes de TLACAXIPEHUALIZTLI menciona el sacrificio ritual sobre la piedra redonda donde era atado un prisionero representando a XIPE y esto nos recuerda el caso del TLAHUICOLE el gran Yaotekatl Tlaxcalteca que causaba estragos en el ejercito mexicatl. Al ser hecho prisionero y ser ejecutado se le dio la oportunidad de defenderse luchando con cuatro guerreros y los venció y al resarcir su culpa fue puesto al frente del ejercito mexica que partió a combatir a los purepechas por las Salinas de IXTAPAN. Con esto se deduce que los personajes ejecutados en TLACAZIPEHUALIZTLI siempre eran importantes y por su jerarquía se les daba la oportunidad de expiar su culpa si salían vencedores.

De los personajes que según sus informantes eran escogidos para representar a TEZCATLIPOCA, o a HUITZILOPOCHTLI y que eran preparados desde un año antes de ser sacrificados, por la traducción del texto nahuatl se percibe un cambio en la vida del escogido después de ese siglo de preparación. Al dejar su vida mundana y dedicarse a las ciencias profundas ya es en si un gran sacrificio, puesto que la nueva vida requiere una entrega total y estos eran los TOTEC TLAMACAZTQUI y los TLALOC TLAMACAZQUI, los HUITZILOPOCHTIN, los TEZCATLIPOCA y los QUETZALCOATL. El hecho es que ninguno de los informantes presencio un solo sacrificio humano.

El último hecho a analizar es la supuesta matanza de prisioneros al “consagrar e inaugurar el Templo Mayor”.

Se habla de 20 mil sacrificados en 4 días según unos, y las cifras van creciendo de 80 mil hasta 1 millón 600 mil según consigna Clavijero en su historia Antigua de México.

Aún tomando la cifra mas pequeña resulta inadmisible que en una ceremonia de cuatro días hubieran atado 5 mil personas diarias a razón de cuatro por minuto. ¿dónde iban a contener cerca de 100 mil litros de sangre derramada y además los 20 mil cadáveres?.

Estas fantasías, verdaderas exageraciones producto de mentalidades enfermas fueron utilizadas para tratar de aminorar la culpa genocida de conquistadores y encomenderos.

El supuesto canibalismo azteca es desechado finalmente al analizar el tiempo y los sucesos durante el Sitio a la ciudad lacustre de TENOCHTITLAN.

Las dolorosas tribulaciones sufridas por la población mexicatl durante el sitio han tratado de pasarlas por alto. Enterado Cortés de que algunos habitantes lograban salir por las noches a buscar leña y raíces y yerbas, según registra Gómara su “héroe” hizo gran matanza de ellos, “como los que más eran mujeres y muchachos y los hombres iban casi desarmados”. Dice el mismo Gómara que después de la derrota, los españoles “andando por la ciudad hallaron montones de cuerpos muertos en las casas, calles y en el agua y muchas cortezas y raíces de arboles roídos y los hombres tan flacos y amarillos que hicieron lastima a nuestros españoles”.

En el libro XII de Sahagún sus informantes los confirman:

“y todo el pueblo estaba completamente angustiado, padecía hambre, desfallecía. No bebían agua potable, agua limpia, sino que bebían agua de salitre. Muchos murieron de la disentería. Todo lo que comían eran lagartijas, golondrinas, la envoltura de las masoras, la grama salitrosa. Andaban masticando semillas de colorín y lirios acuáticos y el relleno de las paredes, el cuero y la piel de venado, lo asaban, lo requemaban, lo tostaban, lo chamuscaban, y lo comían. Algunas yerbas ásperas y aún el barro. Nada hay como ese tormento, tremendo es estar sitiados. Nos domino totalmente el hambre. Golpeábamos los muros de adobe en nuestra ansiedad...” dice un texto Tlaltelolca en una forma patética.

Si los mexicanos hubieran sido antropófagos no hubieran padecido el hambre durante el sitio.

Ese prejuicio del que hemos venido tratando ha invertido en el caso de los sacrificios y de la antropofagia ritual el método académico, la falta de documentación comprobable no fue obstáculo para tomar como cierto lo que se presuponía como humano. La reputación de los aztecas como caníbales y sacrificadores en lugar de ser desechada por inconsistente, ha sido consolidada a través de los tiempos para desvirtuar las raíces culturales de nuestro pueblo, que ahora mas que nunca necesita afianzarse a su pasado para adquirir fuerza en el presente y podamos aspirar a un mejor porvenir.

I N V E S T I G A C I Ó N
Arturo Meza

C O L A B O R A C I Ó N
Jesús Gomez
Raúl Ramirez

B I B L I O G R A F I A

Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias.
Fr. Bartolome de las Casas

Cartas de Relación de Hernán Cortés

Diario del Primer Viaje y Cartas. Cristobal Colón

Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España.
Bernal Díaz del Castillo.

Historia de la Conquista de México.
Francisco López de Gómara.

El Mito del Canibalismo. W. Arens.

Historia General de las Casas de Nueva España.
Fr. Bernardino de Sahagún.

Historia de las Indias e Islas de Tierra Firme.
Fr. Diego Durán.

Teogonía de los Antiguos Mexicanos.
Dr. Ángel María Garibay K. — con Raùl Ramírez Jurado y 3 personas más.

Trabajo de: Arturo Meza y Grupo Atl chinolli de la Romero Rubio. En el año de 1984.

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