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¿CONQUISTA? LOS PUEBLOS ORIGINARIOS Y EL DEBATE INTERMINABLE

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¿CONQUISTA? LOS PUEBLOS ORIGINARIOS Y EL DEBATE INTERMINABLE

DANIEL MONTAÑEZ PICO
De la serie "Gitanos en Transilvania". Foto: Nadja Massün
Ojarasca, Periódico La Jornada
Aún suena el eco del mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador al rey de España, en el que le exigía pedir público perdón por las atrocidades acometidas en la conquista del territorio en el siglo XVI. Lejos de pedir perdón y profundamente ofendidos, desde el gobierno de España se ha realizado recientemente una inversión económica considerable para mejorar la imagen internacional del país a través de diversas agendas culturales destinadas a implementarse desde las embajadas. Entretanto, analistas y voces de diversa índole han expresado opiniones sobre la cuestión, donde podemos encontrar básicamente dos grandes ideas que no se excluyen. Por un lado están quienes denuncian el colonialismo latente en España, incapaces de pedir perdón de forma oficial, institucional y pública de la misma forma que otras naciones lo han hecho ante episodios similares. Por otro lado, quienes acusan de hipócrita a López Obrador y le aconsejan que, antes de exigir el perdón de los españoles, pida disculpas él mismo por las atrocidades cometidas por el Estado mexicano contra los pueblos indígenas desde la Independencia del país.

Explicar el sentir español en esta contienda es sencillo. España es un antiguo gran imperio ?donde no se ponía el sol?, que perdió en apenas un siglo la gran mayoría de sus posesiones coloniales, pasando a territorio periférico de otras potencias europeas. Hasta la actualidad. La dictadura franquista revitalizó la idea imperial mediante una educación nacional-catolicista-filofascista que hacía énfasis en el ?destino universal? de España para liderar el mundo, y aún queda mucha gente marcada por estas ideas. A raíz de la carta de López Obrador, líderes políticos conservadores y de extrema derecha que representan a millones de personas en España, hicieron nefastas declaraciones alabando la labor evangelizadora y ?civilizadora? de la conquista de América.

Pero encontramos también personas progresistas y de izquierdas, los numerosos investigadores que dedican su vida académica a demoler la llamada ?leyenda negra?, y tratan de demostrar que los españoles no fueron tan atroces en la conquista de América, o al menos lo fueron al mismo nivel que cualquier otra potencia europea de su tiempo. Ésta es la posición del actual gobierno ?supuestamente progresista? de España, que ha decidido destinar un suculento presupuesto público para divulgar los estudios que demostrarían que los españoles no fueron tan malos y que se han dicho muchas mentiras sobre su historia. Entonces, ya sea porque directamente consideran que no hubo atrocidades sino un ?proceso civilizatorio? (posición de la derecha), o porque argumentan que las atrocidades no fueron para tanto o al menos nada fuera de lo normal en su tiempo histórico (posición mayoritaria de la izquierda), es difícil encontrar en el Estado Español a gente con intención de pedir perdón alguno.

En cambio, es un reto mayor tratar de explicar el sentir mexicano en el asunto. De entre todas las atrocidades vividas en este país ¿por qué la Conquista sigue siendo una de las más recordadas? No hay respuesta única ni sencilla, aunque nos gustaría aportar un elemento al debate que quizás ha sido desdeñado: el problema del mestizaje. No existe país en todo el continente americano donde esta ideología haya arraigado con más fuerza que aquí. Es parte fundamental, si no la más, del sentir y la identidad nacional. Básicamente promueve la idea de que la conquista hispana generó un mestizaje físico y cultural del que son herederos la mayoría de mexicanos actuales, y la idea misma de lo mexicano. Tal posición presupone que había dos grandes identidades enfrentadas ?los hispanos y los indios?, y que finalmente la disputa se solucionó a través de una mezcla que se emancipó y dio origen a la Nación.

Esta ideología no ha de ser confundida con el hecho biológico o cultural del mestizaje, presente en todos los grupos humanos a lo largo de la Historia. En este caso se trata de una forma muy eficiente de esconder el racismo. Otorga un lugar privilegiado en la identidad nacional al grueso de la población, de clase obrera y piel morena, que ha sufrido históricamente el racismo y se ha visto abocada a ser mano de obra barata. La exaltación del mestizaje funciona como resarcimiento simbólico, que no cambia nada la vida de estas personas, pero sí su sentir vital, consiguiendo que sobrelleven mejor su superexplotación cotidiana. Esta ideología implica un resentimiento enquistado con la conquista hispana, en el origen de su identidad.

Es interesante analizarlo en relación al sentir de los verdaderos afectados por aquel episodio histórico, los pueblos indígenas, que casi no han participado en este debate ni han sido debidamente escuchados. Su baja participación se debe quizás a que están más preocupados con los problemas reales y cotidianos que afectan su existencia, como defender sus asediadas autonomías, territorios y derechos colectivos para no desaparecer como pueblos. Pero, además, podríamos afirmar que en términos generales es un sentir y un debate que parece afectarles menos emocionalmente. Para los pueblos indígenas, 1492 es una fecha siniestra que marca el comienzo de, en sus propias palabras, una ?larga noche? o un ?pachakuti? (?conmoción del universo? en lengua quechua). Pero no es menos siniestra que el resto de fechas en las que han atacado de diversas maneras sus formas de vida. Con todo, pese a conquistas y numerosos ataques históricos de diversas naciones, incluyendo las independientes, han conseguido resistir y persistir como pueblos, y no parece que la conquista de 1492 sea un episodio que les moleste muy por encima del resto de agravios. Esto puede deberse a que, efectivamente, fueron afectados por la conquista, pero no son producto de la misma, sino que la anteceden por muchos siglos. Esta conciencia de la ancestralidad dota a sus luchas de una fuerza inusitada que es ejemplo para numerosas luchas de los pueblos colonizados de todo el mundo.

Parecería entonces que el debate, que supuestamente gira en torno a las atrocidades hacia los pueblos indígenas, gira más bien en torno a otro tipo de problemáticas como la enquistada jerarquía socio-racial basada en la ideología del mestizaje que se vive cotidianamente en México, o sobre el remanente de soberbia imperial sin base real que pervive en un país cada vez más periférico como es España. Dando razones de uno y otro lado, parece que España y México debaten sobre la conquista de América tratando de exculparse del mal trato que les dieron y les siguen dando a los pueblos indígenas. Al no haber entrado de lleno a la discusión, los pueblos indígenas dan una gran lección al demostrar que el debate va sobre ellos, no con ellos. Españoles y mexicanos, más que hablar tanto de los pueblos indígenas, deberían escucharlos y aprender de sus lecciones de vida.




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