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Proteger a la infancia debe ser razón de Estado, señala experto de la UNAM

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Proteger a la infancia debe ser razón de Estado, señala experto de la UNAM
De la redacción
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de junio de 2019.
Ver como circunstancia normal que haya niños en las calles realizando malabarismos, mendigando o vendiendo dulces y aceptar la idea de que son propiedad de sus padres, son factores por los que la sociedad ha cerrado los ojos ante la explotación infantil. Debemos ir hacia una colectividad más integrada, en la que los infantes sean responsabilidad de todos, señaló Christian Amaury Ascensio Martínez, especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) .

En el contexto del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemora este 12 de junio, el académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) resaltó que los niños deben ser vistos como un interés superior social, ir más allá de las relaciones privadas, pues se da por sentado que los hijos pertenecen a los padres, y no es así. Protegerlos debería ser una razón de Estado.

La explotación, maltrato y trata de este sector de la población es un problema diverso y tiene que ver con contextos socioculturales, pero de ninguna manera se explica su normalización. El trabajo debe ser acorde con las condiciones físicas, sicológicas e incluso biológicas de las personas, por lo que los niños no deben realizar labores de adulto, destacó el experto en juventudes, seguridad y violencia.

Según el Módulo de Trabajo Infantil del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2017), 3.2 millones de niños y adolescentes (de cinco a 17 años) trabajaban en México en actividades no permitidas, no remuneradas y domésticas en condiciones inadecuadas.

En ese año la población infantil ascendía a 29.3 millones, de los cuales 11 por ciento trabajaba y 6.4 por ciento hacía labores subordinadas relacionadas con los sectores agropecuario, de servicios y comercio.

Si vemos a un niño trabajando en las calles debería cuestionarse por qué. Una cosa es contribuir a las labores del hogar y otra muy distinta ser propiedad de alguien. Nadie puede utilizar a sus hijos como un instrumento: debe prevalecer el interés superior de la sociedad sobre la niñez e (y debemos) indignarnos ante situaciones de esta índole, concluyó.

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