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EL PAVOROSO IMPERIO DEL BECERRO DE ORO

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Supuestamente el ser humano “que hoy somos”, vive en civilizaciones desde hace diez mil año. Según los expertos, el ser humano vivió en la prehistoria 30 mil años antes de inventar la agricultura y convertirse en pueblos sedentarios. Pues bien, de esos 10 mil años de vivir en comunidad y del cultivo de la tierra, en los últimos 500 se creó una forma diferente de entender, significar y vivir la vida. En efecto, a partir de 1492 (fecha simbólica) se termina “el mundo antiguo” y se inicia el mundo moderno o la concepción ideológica llamada “la modernidad”.

 


Con la invasión del continente americano y a través de las miles de toneladas de oro, plata y recursos robados al esclavizar a los pueblos originarios, los paupérrimos y salvajes reinos europeos se empezaron a “capitalizar” surgiendo el capitalismo. Este es el inicio, -abierto y declarado-, de “los Mercaderes” de arrebatarles el poder a los reyes y emperadores (autoridades en general), primero de Europa y después de todo el mundo. Durante 9500 años el “poder” había estado en manos de linajes, jerarquías, cofradías, etc., que de una u otra forma pretendía o asumían el poder “por designio divino”, por lo cual era sagrado, independientemente de la religión en donde se apoyara. Los Mercaderes, que son los adoradores del “becerro de oro”, por más riquezas que tuvieran no podían acceder al Poder, que era reservado solo a estos linajes.


Los Mercaderes eran mantenidos por medio de férreos controles con los que limitaban sus “posibilidades” de intervenir y encausar a los pueblos en sus ambiciones de poder y beneficios económicos. Razón por la cual, los Mercaderes, decidieron luchar por “sus derechos” y la bandera que enarbolaron fue la de “LA LIBERTAD” y la asumieron como el bien más importante del ser humano. Los Mercaderes pretendieron dese esos tiempos tener una patria propia donde ellos impusieran su ley y después al mundo a partir del pleno y total e irrestricto derecho a acceder al dominio sobre el mundo. Este derecho lo disfrazaron con la búsqueda de “la libertad”.


Libertad de comerciar, atesorar, comprar, explotar, someter por medio de sus riquezas los pueblos, a las personas y las estructuras de organización, tanto públicas como comunitarias. Los Mercaderes necesitaban cambiar las milenarias leyes de los pueblos para tener plena libertas de explotar y enriquecerse sin ninguna limitación.

Después del tsunami que representó la entrada de oro y plata a los comerciantes europeos, que primero se asentaron en Sevilla, pero posteriormente en toda Europa, especialmente los que se avecindaron en Ámsterdam y luego en Londres, comenzó una estrategia subterránea y silenciosa por “minar” las estructuras del sistema de gobierno de las monarquías.

Se empezó a preparar el nuevo orden social. Se financió y alentó a una nueva clase de gente,  “los intelectuales”, que empezaron a pensar en otro tipo de sociedad al formular un nuevo “contrato social” y crear los “derechos individuales”, quedando atrás los comunitarios. Se alentó la búsqueda de ideas y razones por las cuales los pueblos se temían que sacudir de las monarquías. Y se “inventó” la democracia supuestamente tomada de la cultura grecolatina.


Para ello, se creó a una plaga humana que ha medrado a los pueblos desde su origen en “La Asamblea”. Los políticos crearían el marco legal de la burguesía al poder. Los políticos son personas sin principios y valores que por el poder y el dinero ilegítimo (emanado de él), luchan entre sí, teniendo como objetivo partir, fragmentar y dividir a la sociedad, para debilitar el “bien común” en favor del “la iniciativa privada” de los Mercaderes.

Se crearon las logias masónicas para formar cuadros de “la sociedad civil”, especialmente de los pequeños comerciantes y aquellos que tenían un oficio o profesión reconocida, para que remplazaran a los cuadros administrativos de la monarquía y de la iglesia. Se le abrió las puertas al bajo clero para invitarlo al nuevo orden social donde el dinero sería el motor de la vida humana y la nueva religión “el culto al becerro de oro”.


Se financió con la gente más pobre de París un estallido social, que pomposamente llaman “Revolución Francesa”, que terminó en un golpe de Estado a la monarquía y posteriormente se utilizó a Napoleón para destruir los reinos y crear las nuevas repúblicas…en las cuales, el dinero y sus personeros (políticos) cabildearían por la libertad y los derechos de los Mercaderes. El argumento es que “¿el pueblo?” necesitaba un gobierno nacido de él y para él, que garantizara LA LIBERTAD, la propiedad privada y la iniciativa privada, el comercio y el uso de la fuerza para defender “la libertad” de los enemigos internos y externos. La verdad es que sucedió  exactamente todo lo contrario.




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