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EMPLEO, EDUCACIÓN, JUSTICIA Y PAZ.

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Los seres humanos en el mundo demandan lo mismo que  en Washington, donde decenas de miles de personas reclaman “empleo, educación, justicia y paz”. Los dueños del dinero, “los mercaderes”, han sumido a la humanidad en una nueva EDAD MEDIA, en donde la violencia, la ignorancia, la pobreza se extiende por todo el mundo como una pandemia.

 

 

Nunca antes, las fuerzas oscuras y perversas han tenido el poder global. El sueño de Hitler se ha convertido en una amarga y dolorosa pesadilla para miles de millones de habitantes de este planeta. No se exagera.

 

 

Lo que hace apenas cien años era algo inseparable de cualquier hombre, -el tener trabajo para darle de comer a su familia-, fuera en el campo o en la ciudad, hoy es un privilegio de muy pocos, porque los dueños del dinero, “los mercaderes”, se han apropiado de todo el dinero y la tecnología la usan para desplazar al trabajador, quitándole toda posibilidad de que posea su “propio conocimiento” para darle “plusvalía” a su mano de obra.

 

Hoy los obreros y los empleados, gracias a la perversidad y a la tecnología, no necesitan saber nada de nada, son totalmente reemplazables, no vale nada su fuerza de trabajo y su inteligencia. Hoy los seres humanos, comenzando por los de los países “ricos”, piden trabajo bien remunerado y con prestaciones. No hay trabajo porque las maquinas han substituido al ser humano en beneficio de los mercaderes.

 

 

Todos los gobiernos del mundo son enemigos de la Educación. Porque un pueblo educado no permite tener a la clase de gobernantes que hoy tiene el planeta. Serviles títeres de los mercaderes. Gobiernan en nombre del pueblo a favor de los intereses económicos y políticos de los consorcios trasnacionales que se están adueñando del planeta. Los mercaderes han logrado transformar la Ecuación en una limitada “instrucción” para que los más astutos y abusivos se encaramen en la cadena de explotación.

 

La “educación de los mercaderes” se ha convertido en un negocio para embrutecer y mantener en la ignorancia y la insensibilidad a las nuevas generaciones. La formación de valores, principios, actitudes y nobleza humana han sido erradicado de los nuevos “modelos educativos”. Vivimos una época oscurantista por la falta de Educación para el pueblo. Los medios ahora son los educadores de la sociedad y su objetivo es envilecerla, enajenarla y mantenerla sometida con las cadenas de la ignorancia.

 

 

La justicia ha sido erradicada de las sociedades modernas. La justicia es hecha por los mercaderes y sirve a sus intereses. Los grandes robos, desfalcos y traiciones al pueblo los hacen los sicarios de los mercaderes de manera “legal”. Por ello ahora la “legalidad es inmoral”. Desde invadir a un país para quitarle su petróleo hasta acabar con un mercado interno para favorecer a una trasnacional o cabildear para que las empresas trasnacionales sigan envenenando a la niñez con comida chatarra venida en las escuelas, todo se hace de manera “legal”. La cárcel, que no justicia, es solo para los pobres de todos los países del mundo.

 

La justicia se ha vuelto, en manos de los mercaderes un lucrativo negocio “legal”. El interés individual y de la “iniciativa privada” lesiona el bien común. La ley y la justicia están a favor de la “iniciativa privada trasnacional”. Vivimos un mundo sin verdadera justicia hundidos en la lacerante simulación e hipocresía pública y privada.

 

 

La guerra ha sido el medio por el cual los mercaderes se han apoderado del mundo. La guerra, que es la acción más denigrante de la especie humana, y que ha sido en ocasiones un “medio” necesario para obtener justicia, respeto y autodeterminación, hoy los mercaderes la han convertido en un “fin” en sí misma. Es decir, la guerra se ha convertido cínicamente en un lucrativo negocio que va en vías de privatizarse totalmente. En efecto, la guerra y el comercio, así como el dinero y el consumo, han sido las principales herramientas de los mercaderes para someter al mundo. Sin dejar de mencionar a la “multimedia” y la red global financiera.

 

 

Y todo esto lo han hecho los mercaderes a través del engaño a los pueblos. Se nos ha hecho creer que el imperio del Mercado es el estado más elevado de una sociedad. Que las ancestrales y milenarias formas de gobierno y organización social son primitivas, “inhumanas, que mantienen al ser humano en la esclavitud y que limitan “el desarrollo personal”. Desde que invadieron Europa los mercaderes en la Edad Media y fundaron sus dos polos de poder –Londres y Venecia-, creando un red comercial y bancaria para preparar la invasión del planeta a partir de 1492, así como la fundación del primer país del mundo –Estados Unidos en 1776-, hasta llegar a la “primera revolución burguesa del mundo” en 1789 con la “Revolución Francesa” que no fue más que el primero de muchos “golpes de Estado” que han dado los mercaderes en el mundo. Los mercaderes han impuesto el oscuro Imperio del Mercado.

 

La peor tiranía que jamás ha existido en la historia de la humanidad. Esta dictadura que es global y trasnacional y que posee la fuerza más grande de la historia en lo militar, económico, político, tecnológico y sobre todo, mediático, ha envenenado a la mayor parte de los habitantes del planeta que piensan que la democracia partidista, la libre empresa, el Mercado, el consumismo, el libertinaje sin límites, la modernidad, son los mayores avances humanos.

 

 

Los miles de millones de personas que no tienen trabajo, que tienen hambre, que no tienen acceso a la educación, a la salud, a la justicia y que viven –independientemente el país-, en un estado de guerra permanente. Sea de baja intensidad, fraticida, “contra el terrorismo”, “contra el narco”, contra los empleados, obreros, campesinos o indígenas insurrectos al sistema de los mercaderes. Todos ellos a nivel mundial están pidiendo lo mismo. Sea en Grecia, España, Estados Unidos o pequeños países pobres debido a la colonización, todos piden lo mismo: “empleo, educación, justicia y paz”.

 

 

Qué estamos ciego los habitantes de este planeta. Es que hemos perdido la inteligencia y el sentido común. Por qué no nos damos cuenta que todos tenemos en común al mismo enemigo.

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