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LA INCONCIENCIA EXISTENCIAL

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LA INCONCIENCIA EXISTENCIAL
Nunca antes en la historia de esta humanidad, el ser humano moderno había caído en un estado de inconciencia existencial tan peligroso, que ha perturbado al propio planeta, llegando a provocar graves distorsiones en la naturaleza, que afectan a los animales, insectos, plantas y al mismo planeta como ser vivo.

El ser humano moderno, producto de la civilización occidental está enajenado, es decir, se encuentra ?fuera de sí?. Ha perdido el instinto de conservación y el de preservación. Esta enajenación ha sido producida por los dueños del dinero, ese uno por ciento de la humanidad, que son los dueños de los grandes bancos, los poderosos fondos de inversión, las super empresas trasnacionales que operan en el planeta a través de holdings, de las empresas que producen noticias, contenidos multimedia y que poseen las mega empresas que operan como grandes imperios trasnacionales a través del Internet y las redes sociales.

Esto, que bien podríamos llamar ?El Imperio del Mal?, ha deshumanizado a casi todos los ciudadanos de todos los países, les ha ?comido el alma?, los ha dejado vacíos. Su obscuro poder arrastra y seduce a las personas a los abismos de la estupidez, la degradación y la autodestrucción. El mal se concentra y penetra en las mentes y los corazones de las personas diariamente, minuto a minuto, porque está presente en todo lo que es el ?mundo moderno?. Está en lo que comen, en lo que beben, en lo que ven en las pantallas, en los productos superfluos que compran y en sus diversiones.

En efecto, miles de millones de seres humanos desalmados, inconscientes, irresponsables e indolentes, que han perdido la esencia de lo humano. Modernos emprendedores, pequeñitos y grandotes. Entusiastas consumidores, de todas las porquerías y venenos que venden como alimentos procesados, bebidas azucaradas, golosinas de plástico sazonadas con químicos cancerígenos, comida rápida y comida chatarra. O también, objetos y artefactos inútiles, superfluos y hasta dañinos a la salud física, mental y espiritual. Plásticos multicolores, chips y circuitos que van a los basureros, al campo y al mar, basura en la que el ser humano moderno se ahoga en la cotidianidad.

LA INCONCIENCIA EXISTENCIAL



Desquiciados irresponsables, que muy bien saben que lo que ingieren produce indefectiblemente enfermedades costosas, dolorosas e incurables, que los destruyen lentamente, haciéndolos gastar en medicamentos caros e ineficaces, solo paliativos para sus adormecidas conciencias.

Estos millones y millones de zombis que contaminan el planeta, que tiran y tiran basura en todas partes. Que no tienen vergüenza, ni la mínima sensibilidad de transgredir, y contaminan a ese ser que les ha dado la vida. Seres sin conmiseración con los animales, que los usan como mercancías para generar riqueza, lo mismo para comer, que, para divertirse, que no sienten respeto y no tienen compasión y menos aún empatía con ellos.

Estos miserables seres, producto de la modernidad, el capitalismo, el consumismo, el individualismo, que han sido despojados de su humanidad, tienen al dinero como su dios, y al consumo como su religión, que la han convertido en la razón de su miserable existencia.

Porque, en medio de su inconsciencia existencial, ellos son seres que sufren mucho. Porque en su intimidad existencial, ellos se sienten solos, frágiles, vulnerables. Sufren mucho, porque entre más tienen, más pobres se sienten, entre más consumen se siente inmensamente desolados. Saben que la necesidad de comprar no puede nunca llenar ese vacío que les lacera la existencia. Se convierte en una dependencia, en una adicción, como una droga de la que dependen para vivir.

Paradójicamente, las personas más humildes, más sencillas, menos pretenciosas. Aquellas que son despreciadas por la sociedad moderna de consumo. Esos que no tienen nada y que viven en lugares apartados y lejanos de las grandes urbes, sin infraestructura urbana y sin servicios, casi en la naturaleza, sea en las montañas o los desiertos, en esos sitios desolados en donde el dinero no ha encontrado la forma de explotar a la tierra y crear riqueza de los recursos naturales, esa gente, vive en medio de sus limitaciones materiales, pero aferrados a sus culturas ancestrales, a sus saberes comunitarios y familiares, que por siglos les han permitido sobrevivir en ese mundo de limitaciones. Esa gente, tal vez usted, amable lector, no me lo va a creer, pero esa gente vive feliz.

No crea usted que trato de hacer una apología de la pobreza. No, de ninguna manera, porque, en general, a esa gente se le ha excluido y quitado todo cuanto tienen, menos la vida y la sabiduría de vivir. Y es ahí, justamente, donde reside su riqueza y su fuerza. En efecto, la cultura nos humaniza, nos permite disfrutar las cosas de la vida, esas que no están en la bolsa de valores, ni en los aparadores y menos en las tiendas departamentales.

Saber vivir con las menores necesidades materiales y los mayores valores humanos, da como resultado, ?el buen vivir?. La búsqueda de la plenitud armónica, como principio de vida, fue lo que llevó a nuestros ancestros, a nuestros Viejos Abuelos, a crear una de las civilizaciones más antiguas, con origen autónomo y la que alcanzó el más alto grado de calidad de vida para todos sus pueblos.

Amable lector, cuando se sienta que está agobiado por las presiones del mundo moderno, aquí en la Ciudad de Oaxaca. Alce la vista y el espíritu, voltee a ver los cerros en donde está Monte Albán, y piense que nuestros antepasados crearon ese portento a la gloria del espíritu humano, sin dinero, con tequio, con un gran esfuerzo a lo largo de 1350 años.

Ahí está nuestra fuerza y nuestro potencial.

Educayotl AC. ?Educar para el futuro con la sabiduría del pasado?. www.toltecayotl.org

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