UNAM Instituto de investigaciones históricas.
En este capítulo analizaré la accidentada historia de la fundación del altépetlmexica, desde el primer intento fallido en Chapultépec hasta las exitosas fundaciones de Mexico-Tenochtitlan y Mexico-Tlatelolco. Para comprender más cabalmente estos eventos tan conocidos y discutidos será muy útil compararlos con los largos y complejos procesos de constitución de los otros altépetldel valle de México que hemos analizado antes con el fin de desmontar uno de los prejuicios que han impedido una comprensión más íntegra de la historia mexica: la idea de la ?singularidad? o del carácter excepcional de ese pueblo. Más allá de esta falsa imagen, veremos que el altépetl mexica se constituyó de manera paralela y simultánea con los demás altépetl del valle de México y compartió con ellos los siguientes rasgos esenciales.
En primer lugar construyó una identidad étnica propia y original producto de su origen particular, de su historia de migración y de la relación privilegiada con su deidad patrona, así como con el entorno natural y ecológico donde se estableció el pueblo. Esta identidad combinaba bienes culturales de origen chi-chimeca y de origen tolteca. En segundo lugar construyó un centro urbano, político y religioso organizado alrededor de un altar o santuario debidamente consagrado, de acuerdo con los patrones urbanísticos toltecas. Para servir como un eje cósmico que reuniera los elementos de agua y cerro, definitorios del altépetl, este centro debía ser fundado por medio de una serie de rituales que culminaran en una hierofanía milagrosa. En tercer lugar obtuvo un territorio sobre el que reivindicaba derechos de propiedad exclusivos, basados en un merecimiento; es decir, un otorgamiento de origen divino, con el cual construyó vínculos identitarios, productivos y políticos de manera que se convirtió en parte inseparable de la entidad política. En cuarto lugar consiguió una dinastía legítima de tlatoque que combinaba la raigambre chichimeca con un linaje tolteca derivado de Quetzalcóatl. Finalmente, recibió el reconocimiento de los demás altépetl de la región y pasó a formar parte del sistema de relaciones políticas que éstos conformaban.
Como vimos en los capítulos anteriores ninguno de los altépetl del valle de México adquirió estas características de una manera lineal o acumulativa, exenta de contradicciones y conflictos; la constitución de sus entidades políticas implicó siempre una compleja interacción con los demás altépetlde la región y una profunda modificación de su cultura y su identidad, así como conflictos internos entre los grupos beneficiarios de este proceso de consolidación del dominio estatal y aquellos que se resistían a él. Lo mismo puede decirse de los mexicas. Desde la perspectiva de este análisis comparativo los rasgos que distinguen a los mexicas de los otros altépetl del valle de México no son los que tradicional-mente se han aducido al hablar del carácter excepcional de este pueblo: su llegada tardía al valle de México, idea que ya fue refutada antes; el carácter excepcional de su relación con su dios patrono Huitzilopochtli, pues, como ya vimos, también otros pueblos fueron conducidos por sus respectivos dioses patronos hasta su patria definitiva, y finalmente, su ?milagrosa? transformación de un primitivo pueblo de cazadores-recolectores a un pueblo plenamente civilizado, pues los chichimecas del valle de México no eran en realidad cazadores-recolectores, sino agricultores aldeanos que no practicaban cultivos intensivos, y no hay nada que nos permita pensar que los mexicas sí lo fueran. De hecho, puede decirse que uno de los rasgos que distinguía a los mexicas de sus vecinos era el carácter ambiguo de su identificación con las identidades chichimeca y tolteca pues, al contrario de los cuauhtitlancalques y los tetzcocanos, no reivindicaban tan explícitamente la primera y tuvieron, desde su origen y a lo largo de su estancia en el valle de México, muchos más vínculos con el ámbito ecológico, geográfico y cultural tolteca, pues siempre vivieron en un medio lacustre y practicaron la agricultura chinampera. Sin embargo, tampoco reivindicaban explícitamente una identidad tolteca y carecían de forma notoria del bien cultural más importante de los pueblos de esta tradición: un linaje reconocido de gobernantes descendientes de Quetzalcóatl. En las tradiciones históricas mexicas los intercambios de bienes culturales chichimecas y toltecas jugaron un papel mucho menos importante que en las de los otros altépetl, aunque los mexicas recibieron bienes culturales clave de sus vecinos. El único rasgo que distingue con claridad a los mexicas de los demás grupos del valle de México es precisamente su carencia, hasta muy tarde, de un linaje propio de tlatoque legítimos. En efecto, las historias mexicas dejan siempre claro que a lo largo de su migración este pueblo nunca tuvo un linaje de tlatoque, fuera de origen chichimeca o tolteca, y que uno de sus principales objetivos políticos y la fuente de muchas dificultades fue hacerse de uno para así poder fundar su altépetl.
Tomado de:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/origenes/origen008.pdf