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LA ENTREGA DEL IMPERIO MEXICA A HERNÁN CORTÉS

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La historia de la Conquista y Colonia del Anáhuac es en general, un cúmulo de mentiras e interpretaciones mal intencionadas, hechas por gente no preparada para el estudio de la historia y menos aún, incapaz de interpretar una civilización totalmente diferente a la suya, además de contar con los lastres de la Edad Media y la Santa Inquisición.

 

Toda esta gente, incluyendo al propio Fray Bernardino de Sahagún, nunca escribieron para exaltar y reconocer los logros culturales y científicos de los pueblos invadidos. El oscurantismo, así como el fanatismo –culturalmente- se los impedía. Sin dejar de mencionar que los textos de los conquistadores y misioneros están llenos de exageraciones maliciosas, que pretendían exaltar su “valiente y valiosa” contribución en la “conquista y cristianización”, y por otra parte, pretendían presentar a los invadidos como salvajes demoníacos, primitivos y sanguinarios, caníbales y feroces guerreros, motivo por el cual siempre pidieron reconocimiento y recompensa a la corona y las autoridades religiosas.

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Tomar los textos de los conquistadores y misioneros como “FUENTES HISTÓRICAS” para entender la Historia del Anáhuac, es tanto como asumir por válidas las razones que tomó Estados Unidos para invadir Irak y Afganistán, como “fuentes históricas”, para el siglo XXV.

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El problema, no es que no se pueda acercarse a una “verdad más lógica”, para saber lo que en verdad sucedió en la invasión y posterior colonización. El problema es que a los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas, no nos ha interesado investigarlas; lo que implica mucho trabajo, esfuerzo y disciplina. Hemos preferido, –cómodamente- alimentar nuestra mente y nuestro corazón con las mentiras del colonizador, sean las de Hernán Cortés o las del Elba Esther, para seguir impotentes y en el permanente auto desprecio e ignorancia de nosotros mismos. Repitiendo una y otra vez en el aula y leyendo en libro de texto, de generación en generación, que cuando los invadidos (o sea nosotros), derrotaron a los invasores, a esa victoria se le conoce oficialmente como…”la batalla de la noche triste”.

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Bastaría leer las mismas “fuentes” pero con una visión CRÍTICA Y ANÁLITICA, que nos libere de la colonización mental y espiritual en la que hemos vivido cómodamente estos casi cinco siglos. Por lo cual, a continuación, transcribimos una mínima parte de la Segunda Relación escrita de “puño y letra” de Cortés.

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Con una atenta lectura descubriremos como Cortés le relata al rey de España, como el propio Moctezuma le ENTREGA el “imperio mexica”, (en su calidad de embajador de Quetzalcóatl, según las mentiras del filibustero, dado que Cortés no venía en nombre del rey, ni lo conocía, en cambio, llegaba prófugo de la ley de Cuba, por haber traicionado a su gobernador).

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Moctezuma le da el mando del imperio a Cortés, sin que los invasores derramen una gota de sangre. Moctezuma se asumió súbito de la Corona Española (engañado creyendo que Quetzalcóatl reinaba en España) y esta dispuesto a obedecer a Cortés, cosa que también les pide que hagan a todos sus Señores tributarios reunidos en ese salón del palacio de Moctezuma.

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¿Entonces, por qué tanta sangre derramada?

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Fue la cultura de la barbarie y la mente criminal de los filibusteros (que no del pueblo español), la que produjo los hechos de sangre. Los historiadores “hispanistas” han escrito ríos de tinta poniendo a los invasores como “valientes héroes”, cuando en verdad eran consumados ladrones, criminales y psicópatas desalmados, que españoles como Fray Bartolomé de las Casas denunciaron valientemente en su día ante el mismo rey de España.

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Mientras no se estudie, analice y reinterprete la historia de la conquista, el síndrome del conquistador, sea Hernán Cortés o Carlos Slim, seguirá vivo y vigente entre nosotros los invadidos y auto esclavizados. Los que han detentado el poder ilegalmente en el Anáhuac, desde Hernán Cortés hasta Felipe Calderón, seguirán impunemente usando “EL BIEN COMÚN” más valioso de la sociedad, -que es el gobierno-, para sus fines personales, de grupo y siempre al servicio servil de las empresas y los gobiernos extranjeros. Desde 1521 el gobierno en el Anáhuac ha sido botín de un puñado de delincuentes que actúan en contra de los pueblos y culturas del Anáhuac.

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Invitamos pues, al amable lector, a que conozca –desde otra perspectiva- lo que en verdad sucedió en la conquista del Anáhuac.

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CARTAS DE RELACIÓN

Segunda Relación

Hernán Cortés.

Segura de la Frontera, 30 de octubre de 1520

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…“Pasados algunos pocos días después de la presión deste Cacamacin, el dicho Muteeçuma fizo llamamiento y congregación de todos los señores de las cibdades y tierras allí comarcanas.

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Y juntos, me invió a decir que subiese adonde él estaba con ellos. Y llegado yo, les habló en esta manera: "Hermanos y amigos míos, ya sabéis que de mucho tiempo acá vosotros y vuestros padres y abuelos habéis sido y sois súbditos y vasallos de mis antecesores y míos. Y siempre dellos habéis sido muy bien tratados y honrados, y vosotros ansimismo habéis hecho lo que buenos y leales vasallos son obligados a sus naturales señores.

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Y también creo que de vuestros antecesores ternéis memoria cómo nosotros no somos naturales desta tierra, y que vinieron a ella de muy lejos tierra y los trajo un señor que en ella los dejó cuyos vasallos todos eran. El cual volvió dende a mucho tiempo y halló que nuestros abuelos estaban ya poblados y asentados en esta tierra y casados con las mujeres desta tierra y tenían mucha multiplicación de fijos, por manera que no quisieron volverse con él ni menos lo quisieron rescebir por señor de la tierra, y se volvió y dejó dicho que tornaría o inviaría con tal poder que los pudiese costriñir y atraer a su servicio.

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Y bien sabéis que siempre lo hemos esperado, y segúnd las cosas que el capitán nos ha dicho de aquel rey y señor que le invió acá y segúnd la parte de donde él dice que viene, tengo por cierto, y ansí lo debéis vosotros tener, que aquéste es el señor que esperábamos, en especial que nos dice que allá tenía noticia de nosotros.

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Y pues nuestros predecesores no hicieron lo que a su señor eran obligados, hagámoslo nosotros y demos gracias a nuestros dioses, porque en nuestros tiempos vino lo que tanto aquéllos esperaban. Y mucho os ruego, pues a todos os es notorio todo esto, que así como hasta aquí a mí me habéis tenido y obedescido por señor vuestro, de aquí adelante tengáis y obedezcáis a este grand rey pues él es vuestro natural señor, y en su lugar tengáis a éste su capitán.

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Y todos los atributos y servicios que fasta aquí a mí me hacíades los haced y dad a él, porque yo ansimismo tengo de contribuir y servir con todo lo que me mandare, y demás de facer lo que debéis y sois obligados, a mí me haréis en ello mucho placer".

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Lo cual todo les dijo llorando con las mayores lágrimas y sospiros que un hombre podía magnifestar, y ansimismo todos aquellos señores que le estaban oyendo lloraban tanto que en grand rato no le pudieron responder.

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Y certifico a Vuestra Sacra Majestad que no había tal de los españoles que oyesen el razonamiento que no hobiese mucha compasión. Y después de algo sosegadas sus lágrimas, respondieron que ellos lo tenían por su señor y habían prometido de hacer todo lo que les mandase, y que por esto y por la razón que para ello les daba, que eran muy contentos de lo hacer, y que desde entonces para siempre ellos se daban por vasallos de Vuestra Alteza.

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Y desde allí todos juntos y cada uno por sí prometían y prometieron de hacer y cumplir todo aquello que con el real nombre de Vuestra Majestad les fuese mandado, como buenos y leales vasallos lo deben facer, y de acudir con todos los tributos y servicios que antes al dicho Muteeçuma hacían y eran obligados y con todo lo demás que les fuese mandado en nombre de Vuestra Alteza.

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Lo cual todo pasó ante un escribano público y lo asentó por abto en forma y yo lo pedí ansí por testimonio en presencia de muchos españoles.

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Pasado este abto y ofrecimiento que estos señores hicieron al real servicio de Vuestra Majestad, hablé un día al dicho Muteeçuma y le dije que Vuestra Alteza tenía nescesidad de oro para ciertas obras que mandaba hacer, que le rogaba que inviase algunas personas de los suyos y que yo inviaría asimismo algunos españoles por las tierras y casas de aquellos señores que allí se habían ofrescido a les rogar que de lo que ellos tenían serviesen a Vuestra Majestad con alguna parte, porque demás de la nescesidad que Vuestra Alteza tenía, parescería que ellos comenzaban a servir y Vuestra Alteza temía más conceto de las voluntades que a su servicio mostraban, y que él ansimesmo me diese de lo que tenía porque lo quería inviar como el oro y como las otras cosas que había inviado a Vuestra Majestad con los pasajeros.

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Y luego mandó que le diese los españoles que quería inviar, y de dos en dos y de cinco en cinco los repartió para muchas provincias y cibdades cuyos nombres por se haber perdido las escripturas no me acuerdo, porque son muchos y diversos, más de que algunas dellas están a ochenta y a cient leguas de la dicha grand cibdad de Temixtitán.

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Y con ellos invió de los suyos y les mandó que fuesen a los señores de aquellas provincias y cibdades y les dijesen cómo yo mandaba que cada uno dellos diese cierta medida de oro que les dio. Y así se hizo, que todos aquellos señores a que él invió dieron muy complidamente lo que se les pidió, ansí en joyas como en tejuelos y hojas de oro y plata y otras cosas de las que ellos tenían, que fundido todo lo que era para fundir cupo a Vuestra Majestad del quinto treinta y dos mill y cuatrocientos y tantos pesos de oro sin todas las joyas de oro y plata y plumaje y piedras y otras muchas cosas de valor que para Vuestra Sacra Majestad…”

 

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