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Nos enganron para cerrar el caso, acusa hija de Ernestina Ascension La fiscalia de Veracruz no informo a la familia que tenia derecho a impugnar

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Nos enganron para cerrar el caso, acusa hija de Ernestina Ascension
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Amenazaron a los familiares con meterlos a la c?rcel
Foto? Francisco In?s muestra una fotograf?a de su mam?, v?ctima de soldados destacados en Veracruz.Foto La Jornada
Blanche Petrich
Peri?dico La Jornada
Domingo 2 de febrero de 2025, p. 10
Marta In?s Ascensi?n, hija de Ernestina, la ind?gena de la sierra de Zongolica que muri? tras un ataque sexual por parte de soldados del 63 Batall?n de Infanter?a, el 23 de febrero de 2007, asegur? frente a los jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coridh) que su familia quer?a que la investigaci?n sobre este crimen continuara hasta el final, que los soldados paguen por lo que le hicieron a mi mam?.

Pero que tuvieron que callar despu?s de que la Fiscal?a General de Justicia de Veracruz cerr? el caso y determin? el no ejercicio de la acci?n penal sin informarles que ten?an derecho a apelar, porque nos enga?aron y amenazaron con meterlos a la c?rcel a ellos, los hijos de la v?ctima.

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Un operador pol?tico del gobernador veracruzano Fidel Herrera, Ren? Huerta, fue el portador de los enga?os y amenazas que, a final de cuentas, amordazaron a la familia In?s Ascensi?n durante 18 a?os.

Ren? Huerta en esa ?poca era l?der de la Coordinadora Regional de Organizaciones Ind?genas de la Sierra de Zongolica, y a?os m?s tarde, ya repudiado por la comunidad de Tetlalzinga y expulsado de la CROISZ, AC, lleg? a ser presidente municipal del PRI de Ciudad Mendoza. Fue citado m?ltiples veces durante la audiencia en su rol de intermediario de las v?ctimas, que una de las juezas tuvo que suplicar: Que alguien me explique qui?n es ese se?or Ren?.

No hay nada que vincule al Estado

Y el detalle tiene importancia, ya que, seg?n dijo el consultor jur?dico de la canciller?a, Pablo Arrocha, no hay nada que vincule al Estado con el gestor de los enga?os y amenazas que impidieron el acceso a la justicia. Excepto que este hombre manejaba recursos ilimitados para operar la maniobra, mientras el titiritero, presumiblemente el gobernador, ocultaba la mano. Y toda la gesti?n condujo a validar la verdad oficial inducida por el gobierno federal, el Ej?rcito y los fiscales de Veracruz: que no existi? un ataque sexual; que la anciana muri? por gastritis, por anemia aguda, de muerte natural.

Esto dijo Marta In?s: Fue el se?or Ren? que nos dijo mejor que se quedara ah? porque ese se?or Calder?n (el presidente en ese momento) nos estaba poniendo en evidencia. Que mejor ya no fu?ramos m?s all?.

Con esa amenaza, indefensos y aislados en su remoto pueblo, los familiares, todos ind?genas nahuas monoling?es, callaron, no reclamaron m?s. Ese silencio perdur? hasta el pasado jueves 29 de enero, cuando sesion? la audiencia p?blica de la Coridh y, por primera vez en 18 a?os, se escuch? su palabra.

Gracias por sus o?dos

Marta In?s viaj? hasta Costa Rica, se par? ante el tribunal y habl? en n?huatl. Nunca pens? llegar hasta aqu?. Gracias que nos escuchan, gracias por sus o?dos. Mis palabras no son fingidas, dijo. Dos int?rpretes tradujeron.

La versi?n traducida se subi? apenas el viernes en la sesi?n que qued? grabada en Internet. Aqu? parte de lo que ella respondi? a las preguntas de su representaci?n legal y de los jueces de la Corte. La delegaci?n del Estado mexicano se abstuvo de hacer preguntas.

Durante su exposici?n y respondiendo a diversas preguntas, la hija de do?a Ernestina explic? c?mo fue el enga?o al que recurrieron las autoridades para impedir que la familia comprendiera los pormenores del proceso judicial y buscara una defensa adecuada. Toda la averiguaci?n se desarroll? en espa?ol, lengua que les es ajena.

??Sabe por qu? se cerr? el caso?

?A nosotros no nos dijeron nada. Nada m?s que ah? se terminaba todo. Nunca nos dijeron por qu? se cerraba.

??Qui?n les dijo?

?El se?or Ren?. Nos dijeron que nos iban a llevar a M?xico a visitar a la Virgen de Guadalupe; que s?lo por dos d?as. Nos enga?aron. Y s? fuimos. Yo con mi se?or y mis hijos? otras personas m?s.

??Les dijeron cu?nto tiempo durar?a el viaje?

?Nos dijeron que dos d?as. Y fueron 12 d?as. En todo ese tiempo no nos cambiamos de ropa, no nos ba??bamos, no com?amos a gusto. Nos tuvieron para ac?, para all?. No descansamos adecuadamente. Esos d?as estuvimos sufriendo.

??Les preguntaban si estaban de acuerdo con ese viaje?

?Nos dec?an que nos conform?ramos. Y nosotros tristes, tristes por lo de nuestra mam?. No nos preguntaron si quer?amos estar. Pero s?lo mis hermanos se comunicaban con el se?or Ren?. Nosotros somos mujeres. No nos tomaban en cuenta.

El juez Diego Moreno quiso saber si de regreso a la comunidad recibieron amenaza o intimidaci?n.

?Ren? dijo que ah? termine todo porque si no nos pod?an llevar a encerrarnos o tomar represalias porque est?bamos desobedeciendo. Que nos di?ramos por pagados con el beneficio de ese viaje. Y ya entonces nos quedamos callados.

La petici?n de Marta

En un momento de su testimonio, que dur? cerca de 45 minutos, Marta manifest?: Quiero pedirles algo: que se haga justicia. Ya no quiero estar sufriendo, no quiero estar padeciendo. Que no le pase esto a ninguna mujer, que nos respeten, por eso estoy aqu? rindiendo mis palabras. En donde quiera hay mujeres que salen por necesidad de sus pueblos. Pero necesitamos que nos respeten, que no nos lastimen.

As? narr? c?mo fue ella testigo de los hechos: ?Ese d?a 25 mi mam? sali? con sus borregos como todos los d?as. Cuando llegu? a su casa vi que los borregos estaban regresando solos. Los met? al corral y esper? un rato, pero como mi mam? no llegaba, sal? a buscarla. La encontr? tirada boca abajo. Alz? la mirada y me pidi? agua: Tengo mucha sed, quiero agua, me dijo. Estaba conmigo mi hijo. Ve por agua, le dije. Le segu?a preguntando qu? le hab?a pasado. Los soldados me violaron, los soldados jugaron con mi honra de mujer. Me taparon la boca. Lo dijo varias veces.

Mi hijo tambi?n lo escuch?. Mientras alzaban a mi mam? fueron a buscar a Ren? Huerta y al presidente municipal. Se la llevaron. A m? no me dijeron a d?nde.

Al d?a siguiente regres? Ren? y nos dijo: H?ganse fuertes porque la se?ora ya falleci?. Nos fuimos todos al Hospital de R?o Blanco (a 37 kil?metros monta?a abajo). Nadie nos daba raz?n de nada. Nadie nos habl? en la lengua n?huatl. Despu?s nos dijeron que muri? de enfermedad del est?mago.

Ante los m?ltiples informes m?dicos que daban cuenta de las lesiones en v?a anal y vaginal que causaron su muerte y el hallazgo de l?quido seminal en la ropa y el cuerpo de la mujer, la CNDH orden? a los pocos d?as una exhumaci?n para una nueva necropsia que contradijo todos los hallazgos m?dicos y de la primera necropsia.

Levantamiento de la cruz

La exhumaci?n se hizo antes de que pasaran los 90 d?as que dictan los rituales funerarios ind?genas para el llamado levantamiento de la cruz.

??C?mo se sintieron cuando les dijeron que iban a exhumar el cuerpo?

?Ren? fue el que nos dijo a mis hermanos que los doctores iban a volver a sacar el cuerpo. Nos espantamos. Nos quedamos muy tristes. No entendemos esa mala costumbre que tienen. Yo me qued? llorando.

Sobre las secuelas del hecho indag? el juez P?rez Manrique. Pregunt? si a su regreso sintieron temor de los militares que siguieron acampando en la comunidad.

?S? viv?amos espantados. Yo no sal?a porque ten?a miedo de que si me los encontraba en el camino no me fueran a decir algo. Las mujeres ya no sal?an a trabajar. El pueblo estaba muy enojado. Nunca antes hab?a pasado algo as?. Que alguien llegara a hacer tanto da?o.

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