Por otra parte, gente que venía de un colapso civilizatorio que se dio a mediados del siglo IX, en donde sus maestros y sabios desparecieron misteriosamente, creando un vacío de dirección, organización y conocimiento. En esos seis siglos y fracción de orfandad, la inercia de la materia empezó a generar distorsiones en la sabiduría comunitaria de vivir en equilibrio, se crearon señoríos, se trasmitió el poder por linajes familiares y empezaron a existir guerras, no como las europeas de exterminio y explotación. Esto fue, especialmente con los mexicas en su breve tiempo de existencia.
Aquí debemos de hacer una aclaración necesaria para seguir con el ejercicio. La historia oficial del Estado mexicano, ha pretendido hacer creer que la cultura mexica es la representativa y heredera de miles de años de desarrollo humano en el Anáhuac, lo cual es falso, y, por el contrario, los mexicas en sus apenas 196 años de existencia, trasgredieron las normas de la filosofía ancestral llamada Toltecayotl, e hicieron una versión materialista y militarista, llamada Mexicayotl, tomando las bases de esta milenaria forma de vivir, pero tergiversándola. Así que debemos de hacer a un lado el mito de los mexicas y la gran Tenochtitlán, que aún, en el periodo Postclásico y en la misma llegada de los invasores, no eran la cultura más importante del Anáhuac. Ahí estaban los mayas, que lucharon militarmente en contra de los invasores hasta 1697, o los purépechas, que derrotaron a los mexicas en dos ocasiones, en 1476 y 1477. Además de que el discurso neocolonial pretende hacernos creer que la cultura mexica es la cultura nahua. Los mexicas son el último pueblo que baja del Norte y aprende a hablar náhuatl y se civiliza con la Toltecayotl.
La idea del choque violento de la espada de acero contra el cántaro de barro, puede ser una metáfora para entender lo que sucedió en la invasión al Cem Anáhuac. Pero más allá de objetos materiales, debemos de pensar en dos concepciones de vida, valores y principios, que cada cultura tenía. Los seres humanos originarios de una región que siempre fue de pueblos primitivos, salvajes y guerreros, como los teutones, normandos y sajones. Pueblos belicosos que el Imperio Romano no pudo civilizar y que, desde esos remotos tiempos hasta la actualidad, siempre han vivido en guerras e invasiones, como base esencial de su cultura.
Pero también, una cultura producto de la Edad Media, del derecho del Señor Feudal y la nobleza, de la Santa Inquisición, de la condición de ser siervo, del estado de ignorancia y pobreza. Contra la concepción del mundo de los anahuacas, sustentada en miles de años de sabiduría perenne, de espiritualidad, vinculación con la naturaleza, el sentido de comunalidad y el respeto a las instituciones.
No se trata de idealizar a unos y calumniar a otros. No sería inteligente y le quitaría solvencia a la reflexión. Porque dentro de los europeos podemos encontrar personajes como Antonio de Montesinos, Gonzalo Guerrero o Bartolomé de las Casas. Y, por otra parte, del otro lado podemos encontrar personajes tan cuestionados como Malinche, Ixtlilxóchitl o Xicoténcatl. No se trata de buenos y malos, sino de analizar las culturas, los valores, los principios que formaban la visión del mundo y la vida de esas personas en el hecho histórico que analizamos. Pero, sobre todo, la forma en la que se ha tratado de ver el proceso histórico, solo desde una cara de la moneda, es decir, la visión de los vencedores.
Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado. No se puede salir del calabozo de la colonización con los valores y la narrativa de los carceleros. Descolonizar es dignificar.