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LOS SAGRADOS MANUSCRITOS
DEL JAGUAR BLANCO 3/3
La semilla de la nacion
Novela
(fragmento)

?Nuestra fuerza es el esp?ritu. Acaso; en el mundo de hoy, alguien considere que es una fuerza peque?a. Pero es la ?nica fuerza nuestra, y tenemos que usarla.?
Rub?n Bonifaz Nu?o.

Todo indicaba en el interior que hab?a sido una casa muy bella y elegante, pero estaba totalmente abandonada, sin el m?nimo mantenimiento. Las paredes hab?an perdido sus colores originales que la humedad hab?a cambiado por otros que iban, desde los muy claros, hasta el casi negro caracter?stico de la humedad. Los techos eran muy altos y los plafones hab?an tenido decoraciones que debieron ser muy bellas. Los muebles todos en madera de caoba eran antiguos y se encontraban bien conservados. Me sent? impresionado al ver los pisos de mosaicos con dise?os muy complicados en m?ltiples colores. La casa era fresca y bien ventilada.




Con mucha parsimonia, mi gu?a me dijo al abrir la puerta de una habitaci?n:

Esta es la habitaci?n que se le ha asignado. Mi nombre es Caralampio Pech y estoy a sus ?rdenes en todo lo que usted necesite. Cuando escuche la campana, sus alimentos estar?n servidos en el comedor. Don Anatolio lo recibir? a partir de las siete de la noche en la biblioteca, mientras dure su estancia en esta casa.

La rec?mara era muy amplia, ten?a un ba?o con tina. Los techos eran muy altos, al centro del techo colgaba un ventilador. Contaba con un inmenso ropero, un perchero y una mesa con l?mpara para escribir, una escupidera y una anacr?nica bacinica. La cama estaba cubierta por un mosquitero, se ve?a muy antigua. Un peque?o balc?n con un ventanal con puerta clausurada por el tiempo, dejaba entrar la luz.

Todo sucedi? como Caralampio lo indic?. Com? en un comedor con una mesa para doce comensales; en medio, una ara?a de cristal colgaba del techo. A las siete de la noche tocaron a mi puerta y Caralampio me condujo a un extremo de la casa donde estaba la puerta de la biblioteca.
Al abrir la puerta, lo primero que percib? fue el tufo de libros viejos y una atm?sfera viciada, con muy poca luz. Sentado en un gran sill?n estaba un anciano de tez blanca, casi calvo, de manos largas y finos dedos. Usaba gruesos lentes con estructura de carey.

- Disculpe que no me levante a recibirlo, dijo el se?or Rivadeneira, pero hay muchas cosas que a esta edad ya no puedo hacer. Tome asiento por favor. Est? usted en su casa, por favor, p?ngase c?modo.

-Le agradezco profundamente que haya respondido a mi invitaci?n. Si la raz?n de mi llamado no fuera tan importante, no lo habr?a molestado. No tengo tiempo, ni mucho menos energ?a para contestarle muchas preguntas que usted, con justa raz?n debe tener y que merecen una respuesta. No podremos detenernos en minucias intrascendentes, lo importante es que el destino nos haya puesto frente a frente. Lo que s? le puedo decir, es que no se arrepentir? y que su vida cambiar? totalmente. Tendremos diez entrevistas y al final usted ser? el poseedor de ?Los Sagrados Manuscritos del Jaguar Blanco?.

Primero debe usted saber que soy el ?ltimo descendiente de un linaje centenario. Mi familia ha sido depositaria de un tesoro cultural muy importante para la naci?n mexicana. De generaci?n en generaci?n, hemos guardado celosamente unos antiguos manuscritos que datan del inicio de la Colonia. Existe una ?se?al?; seg?n la profec?a, que dice que los manuscritos deber?n ser dados a conocer a la luz p?blica, ?cuando el sol agote su largo camino?. Como la profec?a se trasmiti? de manera oral, sufri?; creo yo, algunas deformaciones o imprecisiones. Se hizo de esta manera porque a finales del siglo XVIII, los manuscritos casi se deshac?an por el clima y el tiempo. El punto es que, en m?, se acaba el linaje de la familia Rivadeneira, y no acertamos a saber cu?l era la se?al precisa de la met?fora. Por otra parte, presiento que estoy a punto de morir y ya no hay tiempo. Seguramente mi abuelo ten?a raz?n cuando dec?a que los manuscritos se deber?an revelar cuando finalizara ?La Cuenta Larga? del antiguo calendario maya. Eso fue hace dos a?os, dud? y no me atrev?; ahora, no tengo opci?n, me estoy muriendo.

-En este punto Fernando, ?Puedo llamarlo as?, ?verdad?; - Asent? sin abrir la boca-. No importa s? fue la se?al el fin de la Cuenta Larga, por razones que no le puedo explicar ahora, usted ha sido el elegido para recibir los manuscritos. En este momento, no le servir?a de nada el preguntarse ?por qu? usted y qui?n y por qu? se le escogi?? En la vida no se puede estar dudando si se es o no se es, la cuesti?n verdadera es que en la vida; se es, o no se fue? nunca jam?s.

Me voy a permitir darle algunas instrucciones; que de no haber inconveniente, le agradecer? siga al pie de la letra. Tendremos diez entrevistas. Iniciaremos a las siete de la noche; la noche es mi compa?era y me da m?s fuerzas, terminaremos cuando tengamos que terminar. Le relatar? lo que conten?an los manuscritos, porque por el tiempo y la humedad los papeles se deshicieron poco a poco y mi familia los aprendi? de memoria para transmitirlos de generaci?n en generaci?n. Por esta raz?n le tengo que contar la historia, porque yo soy el manuscrito y est? a punto de ?desintegrarse?, no hay tiempo-.

Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabidur?a del pasado. No se puede salir del calabozo de la colonizaci?n, con las ideas, valores y la narrativa de los carceleros. Descolonizar es dignificar la vida, la cultura y a la Matria.

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