El racismo NO es un fenómeno cultural de gustos y preferencias. Es en esencia, la base del capitalismo, es decir, la explotación deshumanizada de los pueblos invadidos desde 1492 por los europeos. En efecto, desde que Cristóbal Colón, el judío catalán, -personaje que exterminó a todos los indígenas de las Antillas-, decretó que los descubiertos no tenían alma y religión, pasaron a la categoría de animales, que según las tesis griegas, podían ser utilizados para servicio de los seres humanos que los hubieran dominado/domesticado.
Así, los pueblos originarios del continente pasaron a ser animales para la explotación de la naturaleza y servidumbre de la gente de razón. Como los burros, vacas o caballos, no se les necesitaba pagar un salario y menos tenerles consideraciones o trato como seres humanos. Esta estupidez liberaba las conciencias de sus explotadores y asesinos. Todo esto, por supuesto abalado por la Santa Iglesia Católica Romana, mediante el riguroso diezmo producido por la explotación y depredación.
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