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El Toque del Espíritu

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El Toque del Espíritu
En este conglomerado de energía que es el universo, movida por fuerzas invisibles y más allá de nuestro alcance, el ser humano también se vuelve un pequeño Dios en su dimensión, en su planeta?

Hemos aprendido a través de los recuperadores del conocimiento como Laurette Sejourné (arqueóloga, 1911-2003) y hoy en día Guillermo Marín (escritor y profesor) ?entre otros más- que la vida de aquél que toma la Toltecáyotl como su filosofía, debía regirse a través de la acción consciente; es decir, de la obra. Y que cada escultura, libro pintado, grabado, vasija, y las obras insólitas como las pirámides, simbolizaban transformar cada átomo en obra consciente, que evoque nuestro intento por conciliar la materia y el espíritu (Quetzalcóatl- la serpiente y el Quetzal), y así librarse de la dualidad en otro plano o dimensión. -Este otro plano es inimaginable, y esta aceptación del misterio, nos muestra la humildad de nuestra cultura-.

El Toque del EspírituHemos visto en otras culturas que su filosofía llevaba solo energía al plano mental o de la reflexión, y en otros casos al rito y a la religión. Los Toltecas (artífices) plegaban la reflexión y el sentimiento para convertirlo en su obra. Un paso más allá de la acumulación de símbolos y conceptos. Un estadio en donde se unificaban las experiencias fundamentales del ser humano: Sentimiento, Pensamiento y Acción.

En este conglomerado de energía que es el universo, movida por fuerzas invisibles y más allá de nuestro alcance, el ser humano también se vuelve un pequeño Dios en su dimensión, en su planeta. Y es por eso que al reconocer a este espíritu creador (Tloque Nahuaque o Hunab Ku) como impulso que da vida al ser y a todo lo manifestado, nos dejamos verdaderamente tocar por él y tomar su poder, cuando lo traducimos a una acción, a nuestra Obra. De lo contrario sería un desperdicio o una negación del mismo.

Al realizar esas proezas artísticas llenas de belleza, pero también de conocimiento y ciencia, estamos viendo las manifestaciones del espíritu de aquél grandioso momento de nuestra cultura. Y no es que hoy en día el espíritu ya no nos dé su toque a todos con tal intensidad, simplemente nuestros antepasados se percataron de él, y lo manifestaron de esa manera. Es por eso que la obra de nuestros antepasados está impregnada del espíritu, y ni el tiempo, ni las invasiones, ni nuestra actual voracidad, la ha podido borrar, trascendiendo los siglos y los milenios.

Entonces, el mensaje de nuestros ancestros es: poco importan los pensamientos y sentimientos si no se pliegan y se traducen a una acción. Y ya hemos visto épocas regidas por la mente, y nuestro momento se rige por la materia, que se nos vuelve solo acción automática, egoísta, y sin fondo, que nos conduce a la desconexión interna, a la desconexión con nuestros semejantes, con nuestro planeta y a su vez, con el universo.

Hoy, a nosotros los modernos, nos toca dar el primer paso, y éste es el más difícil, en medio de las circunstancias que nos hemos generado: percatarnos de que a cada uno de nosotros el espíritu nos da su toque. Sin ambición escuchar el llamado y traducirlo en actos; en nuestra Obra.



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