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Una cuenca hidrográfica muy contaminada

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Una cuenca hidrográfica muy contaminada
Iván Restrepo
Periódico La Jornada
9 septeimbre 2019.
Desde hace cuatro décadas, los medios de comunicación de Jalisco y la Ciudad de México dan cuenta de la elevada contaminación que registra el río Santiago; de los problemas sanitarios que padecen poblaciones cercanas al lecho de esa corriente hídrica, especialmente las ubicadas en el corredor industrial de El Salto, Juanacatlán, Paso de Guadalupe, La Barca, Ocotlán y Atequiza. También informan de las promesas de las instancias oficiales para resolver tan grave problema.

Pasa el tiempo y todo sigue igual y hasta peor en la cuenca hidrográfica Lerma-Chapala-Santiago, que atraviesa los estados de México, Querétaro, Michoacán, Guanajuato y Jalisco. Cada uno aporta contaminación proveniente de la industria, los centros urbanos y las actividades agropecuarias. Los daños a la salud de la gente han sido suficientemente documentados por diversos centros de investigación. Nadie, hasta hoy, ha pagado por esos daños. Y menos se pone fin a tan irregular situación.

Es verdad que el problema no se origina sólo en Jalisco, como en ocasiones han señalado las agrupaciones industriales de esa entidad. También culpan de lo que sucede a los estados de México, Michoacán y Guanajuato, con sus industrias, las aguas negras de las poblaciones y los residuos agroquímicos utilizados en las siembras agrícolas, la ganadería y la porcicultura. Pero es innegable que las factorías establecidas en el polo industrial más importante de Jalisco son el último y muy importante eslabón de la cadena contaminante de la deteriorada cuenca hidrográfica. Ese polo industrial ha sido, desde siempre, foco de enfermedades ocasionadas por unas 200 empresas, de las cuales no todas disponen de, por ejemplo, plantas de tratamiento de aguas residuales.

Así lo prueban los estudios de especialistas de la Universidad de Guadalajara, en los que se describen la presencia de metales pesados y otras sustancias tóxicas además de bacterias en las aguas del Santiago y en el ambiente y el suelo de las poblaciones ribereñas, lo que expone a miles de personas a sufrir enfermedades diversas. Entre ellas destacan insuficiencia renal, cáncer hepático y las de tipo estomacal y respiratorio. De manera notable esto ocurre en la zona de El Salto y Juanacatlán. Se calcula que son más de 200 las personas fallecidas por dicho motivo.

A esos contaminantes están expuestos quienes viven especialmente en el viejo barrio de El Llanito, de acuerdo con un estudio de Graciela González Torres y Felipe Lozano Kasten, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara. Igualmente en las colonias Obrera e Infonavit-La Mesa. No escapan quienes asisten a las escuelas de la cabecera municipal de Juanaca­tlán. Aquí y en El Salto localizaron al menos 25 sitios con presencia de arsénico, mercurio, plomo, cadmio, níquel y zinc. En cuanto a bacterias, hallaron estafilococo áureo, Streptococcus pneumoniae, Klebsiella pneumoniae y Pseudomonas aeruginosa, que producen enfermedades como faringitis y neumonía, además de afecciones en la piel y conjuntivitis.

El gobernador de Jalisco prometió sanear el río Santiago controlando los desechos urbanos, industriales y agropecuarios. Aunque existen dos plantas de tratamiento de aguas residuales, no todas las zonas de Guadalajara y su área conurbada están conectadas a ellas y no trabajan al 100 por ciento. Los industriales aseguran que la mayoría de sus empresas cumple con la laxa legislación federal vigente sobre el tratamiento de sus desechos, pero se duda que sea verdad.

En cambio no lo hace en absoluto el sector agropecuario. Basta medir los niveles de residuos agroquímicos y biológicos en los ríos Zula y Turbio (tributarios del Santiago) para probar que son el basurero de la principal área porcícola y avícola de México. Arrojan sus desechos impunemente. Para acabar con esta irregular situación es necesaria la acción coordinada y efectiva de las instancias oficiales federales, estatales y municipales involucradas en resolver el problema. Si no es así, ni el Santiago ni el Lerma ni el Chapala recuperarán su salud ambiental.

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