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El éxodo oaxaqueño en “Tiempo de lluvia”

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Tiempo de lluvia. Detrás de las cámaras. Foto: Especial
Ciudad de México, 27 de octubre de 2018 (Proceso).- Una odisea cotidiana para los campesinos de la montaña oaxaqueña quienes dejan su terruño para hallar mejores condiciones de vida en el infierno de la capital, es la piedra de toque para el largometraje de bajo presupuesto Tiempo de lluvia, rodado en Santiago Apoala y dirigido por Itandehui Jansen, hija de madre mixteca y padre holandés.
Educada en los Países Bajos, ella asegura que vivimos días oscuros, al existir mucha hostilidad y discriminación hacia migrantes, “particularmente si provienen de comunidades rurales, no sólo en la Ciudad de México, sino también en Estados Unidos y Europa”.

Con la finalidad de ofrecer una historia que mostrase la complejidad y el costo emocional de la migración desde comunidades rurales a la megalópolis capitalina, surge el largometraje mexicano Tiempo de lluvia.
Dirigido por Itandehui Jansen con guión de Armando Bautista García, premio a Mejor Película Emergente en Oaxaca FilmFest, y parte del ciclo Semana de Cine Mexicano en Tu Ciudad.
Jansen, cineasta y académica oaxaqueña, manifiesta en entrevista que el filme de 89 minutos plantea preguntas “sobre cómo continuar los lazos comunitarios en la distancia y cómo futuras generaciones van a relacionarse y dar continuidad a su herencia cultural en los procesos de migración”.

Así, Tiempo de lluvia se enfoca en el éxodo del campo a la Ciudad de México. La realizadora, de madre mixteca y padre holandés, agrega:
“Pero puede entenderse como una relación entre un ámbito rural y urbano.”
El relato fílmico muestra a Soledad, una curandera indígena que vive con su nieto en su comunidad, mientras su hija Adela (mamá del pequeño) los deja para irse a trabajar a la Ciudad de México, donde es maltratada por su pareja.
Los actores son: Baltimore Beltrán, Myríam Bravo, Ángeles Cruz, Alejandra Herrera, Nu Kahnu, Noé Hernández, Pedro Hernández, Mariana Villegas y Harold Torres.
“El relato fue motivado por experiencias propias del guionista Bautista García. Cuando él contaba con diez años tuvo que migrar de su comunidad mixteca hacia la Ciudad de México y no vio a sus padres durante cinco años.

De manera similar, mi madre partió de su pueblo también mixteco a los diecisiete años, y para ella fue una experiencia muy fuerte, ya que enfrentó mucha discriminación”.
Platica Jansen, quien estudió en la Netherlands Film Academy de los Países Bajos y obtuvo un posgrado en la Academia de Artes Creativas y Escénicas de la Universidad Leiden, Holanda.
“En general vivimos tiempos en que hay mucha hostilidad y discriminación hacia migrantes, particularmente si provienen de comunidades rurales, no sólo en la Ciudad de México, sino también en Estados Unidos y Europa”.

Manifiesta la también realizadora del cortometraje The Last Council (reconocido con preseas internacionales), y explica que desde el comienzo Bautista García ubicó el relato en Santiago Apoala, Oaxaca (“pueblo vecino de su lugar natal y desde una fase muy inicial estrechamos lazos con miembros de esta comunidad para realizar la filmación”).
Oaxaca FilmFest, donde fue reconocido el largometraje, se efectuó del 4 al 10 de este mes. El 12 de octubre se presentó en el Seattle Latino Film Festival y el 18 de octubre se proyectó en el Imagine Native Film de Toronto.
Se podrá ver en Semana de Cine Mexicano en Tu Ciudad, de la capital oaxaqueña, entre el 19 y el 26 de octubre. Para noviembre llegará a Australia, durante el Festival Cine Vivo en Perth, y al Festival Lakino (mezcla de “latino” y “cine” en alemán) de Berlín.
<>Los caminos de la vida.

Para Ángeles Cruz, Tiempo de lluvia significa reencontrarse con sus raíces: “Es un proyecto muy importante, porque refleja el tiempo de cómo vemos la vida y los cambios de una comunidad indígena con estas transformaciones de realidades contemporáneas, donde los movimientos de migración son buscar nuevos horizontes.
Siento que la película es un viaje hacia nosotros mismos, de lo que somos y cómo nos vemos como pueblo mixteco.”
A Bravo le hizo descubrir la solidaridad que existe en esas comunidades mixtecas, aunque “mi personaje no pertenece a la comunidad mixteca.
Ella viene de la zapoteca y gracias a encontrarse en este espacio con el apoyo de estos personajes es que vuelve a ver un poco la luz, a perdonarse, y poder estar libre para recibir una nueva vida”.

Hernández considera a esta historia “un canto a la tierra, a la raíz que nos vio nacer”. Enseguida agrega el actor: “Es como volver a rescatar la identidad.
Una gran parte de la sociedad mexicana está acostumbrada a pensar que lo que proviene de la ciudad o del extranjero es mucho mejor que nuestra tierra, que nuestra raíz, y en ese sentido estamos equivocados.

Tenemos que empezar a creer más en nosotros como país, como entidad, como campesinado; desde tu origen, desde donde naces, para de ahí crear hacia afuera y no al revés”.
Cruz, quien también forma parte de la película Tamara y la Catarina, de Lucía Carreras (Proceso, 2091), a estrenarse el 26 del mes en curso en México, recrea en Tiempo de lluvia a una sanadora, y así habla de su personaje:
“Soledad encarna la sabiduría ancestral de nuestras comunidades: la curación a través de los elementos naturales, hierbas y la sanación del espíritu. Es revalorar la medicina tradicional y escuchar al otro. De cómo curarnos de una manera integral.

No el cómo atendemos al hecho de su estar deprimida, sino de dónde viene el origen, de dónde surge… Tiempo de lluvia resume que somos seres integrales, nos vamos desintegrando en la medida que nos vamos alejando de lo que somos como raíz, de lo que somos como pueblo de México, con orígenes fuertísimos.”

Bravo dice sobre su papel, María, que este personaje le atrae por haber podido trabajar la profundidad del dolor que siente una madre al perder un hijo “y a partir de la sanación tradicional es que María va purificándose a modo de poder disfrutar una nueva vida”.

Cruz rememora que con Bravo y Hernández ya había coincidido en el filme Espiral, de Jorge Pérez Solano, también oaxaqueño:
“Seguimos laborando en proyectos juntos. Hemos realizado tres cortos y de una u otra manera hemos concordado en películas que nos han enseñado que no son un trabajo cualquiera. Son una entrega y son una construcción que efectuamos a partir del corazón.
Entonces, en este camino que recorremos como artistas, uno se encuentra otras almas similares. Por ejemplo, recuerdo a la señora que nos daba de comer en Santiago Apoala. Ella era una artista de la cocina.

Era muy bueno empezar el día de llamado con ella y Santiago Apoala me dejó reencontrarme con mi cultura, sus paisajes hermosísimos, y el cuidado de su naturaleza, que no se contaminen el río ni las cascadas, es una comunidad donde la mayoría habla mixteco”. Interviene Bravo:
“Haber estado en Santiago Apoala fue muy gozoso. Ahí se desconecta uno del internet y se disfruta más de la naturaleza y se convive con los compañeros en lugar de estar uno con la mirada pegada al celular. Fue hermoso poder enfocarnos a nuestro trabajo sin ningún tipo de distracción.

Los habitantes de esa región nos apoyaron todo el tiempo, igual el equipo de la filmación, donde la mayoría eran súper jovencitos con mucha energía e ímpetu para salir adelante con este largometraje. Baltimore, Harold, Cruz, Noé y yo estuvimos en Espiral. Son personas que admiro muchísimo.”

Hernández enfatiza que Tiempo de lluvia fue una enseñanza: “Tuve un suceso muy fuerte durante el rodaje, estuve enfermo como mi personaje, casi a punto de morir. En esas circunstancias lo que uno busca es estar con la gente que amas para decirle:
‘A lo mejor me voy a morir, pero te amo, te quiero, te adoro’. Es buscar el perdón que mi personaje buscaba, es decir, cerrar cosas que uno trae dentro, por un lado; y por el otro, es una película que me lleva a creer en nuestras raíces, en nuestro pueblo, en nuestra gente.”

El actor de Tenemos la carne, de Emiliano Rocha, y Miss Bala, de Gerardo Naranjo, recuerda que salió de su pueblo natal odiando la campiña:
“Es que el trabajo en el campo es muy pesado; pero después de recorrer el mundo y a pesar de los sueños que he cumplido, regresar a mi tierra a cultivar, a meter los pies en la tierra, al lodo, en fin, es algo que uno no puede comprar en el camino… A veces salimos buscando caminos al exterior, cuando los caminos están dentro.”

Este texto se publicó el 21 de octubre de 2018 en la edición 2190 de la revista Proceso.
https://www.proceso.com.mx/557026/el-exodo-oaxaqueno-en-tiempo-de-lluvia

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