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TLÁLLOC, EL CERRO, LA OLLA Y EL CHALCHIHUITL. José Contel

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UNA INTERPRETACIÓN DE LA LÁMINA 25 DEL CÓDICE BORBÓNICO (Fragmento)

Resumen:

Resumen: El objetivo del presente artículo es proponer, sin pretensiones de exhaustividad, una interpretación de la escena representada en la lámina 25 del Códice Borbónico. Después de la descripción de la pintura y de un breve estudio de las glosas, se propone un análisis de su simbolismo. Dicha lámina representa la procesión que se dirige hacia el cerro-templo de Tlálloc durante la fi esta del mes Huey Tozoztli o cuarta veintena del xiuhpoalli.

 

Aunque se solía dedicar aquella fiesta a los dioses del maíz, aquí se trata obviamente de un ritual en honor del dios de la lluvia azteca. La “lectura” de la pintura nos permite establecer correspondencias con unas ofrendas del Templo Mayor de México-Tenochtitlan. Relacionándolo, además, con ciertas metáforas de la lengua náhuatl así como con representaciones iconográficas (en otras láminas del Códice Borbónico pero también con otros manuscritos pictográfi cos mexicas precolombinos o de la época colonial) y recipientes con efi gie de Tlálloc procedentes del Huey Teocalli de la capital azteca, se pone de realce el vínculo estrecho entre el dios de la lluvia, el cerro, la olla y el chalchihuitl.

Palabras clave: Códice Borbónico, manuscritos pictográfi cos mexica, religión del Centro de México, Templo Mayor, Tlálloc

Title: Tlalloc, the Mountain, the vessel and the Chalchihuitl. An Interpretation of Codex Borbonicus folio 25

Abstract: Th e objective of this article is to propose by no means exhaustive, interpretation of the scene painted in the Codex Borbonicus folio 25. Aft er a description of the painting and a brief study of the glosses, we propose an analysis of its symbolism, by establishing a link with certain off erings of the Great Temple of Mexico-Tenochtitlan. It represents the procession which goes to the mountain-temple of Tlalloc during the feast of the month Huey Tozoztli, the fourth period of xiuhpoalli. Although this feast is usually dedicated to the god or goddess of maize, it is here apparently about a rite in honour of the Rain God. Th e “reading” of the painting allows us to establish correspondences with certain off erings of the Huey teocalli of Mexico-Tenochtitlan.

Relying in addition on certain metaphors of the language nahuatl as well as on iconographic representations (in the other folios of the Codex Borbonicus but also in the other pre-Columbian or colonial Mexican pictographic manuscripts) and vessels with effi gy of Tlalloc proceeding from the Huey Teocalli of the Aztec capital, it puts of embossment on the narrow link between the god of the rain, the hill, the vessel and the chalchihuitl.

Key words: Codex Borbonicus, Mexican pictorial manuscripts, Central Mexico religion, Great Temple, Tlalloc 154 José Contel

En la lámina 25 del Códice Borbónico (Fig. 1), que ilustra una ceremonia ritual de Huey Tozoztli, cuarta veintena del xiuhpoalli, se ve a la derecha un cerro acostado, y en su base una doble banda roja y ocre, imagen que se repite en las láminas 24, 32 y 35 pero recogiendo en la falda del monte una ofrenda de papel. En la cumbre de la montaña verde reticulada está Tlálloc, sentado dentro de un santuario, un ayauhcalli, “casa de nieblas” (Paso y Troncoso 1985: 267) y no Tezcatlipoca, como lo indica equivocadamente la glosa (Fig. 2):

El gran dios y principal llamado / tezcatepoca en mexico tenia gran / cu y su[n]tuoso (El gran dios y principal llamado Tezcatlipoca, en México tenía gran cu y suntuoso).

 

Fig. 1 Códice Borbónico (original), lám. 25 © Bibliothèque de l’Assemblée nationale – 2008 – Foto de Irène Andréani. Cortesía de la Bilbioteca de la Asamblea Nacional de París.

En efecto, no cabe la menor duda de que aquí se trata de Tlálloc (Fig. 3) (Paso y Troncoso 1985: 111; Contel 1999: 73, 84-85; Broda 2001: 298), ya que lleva los atavíos característicos del dios: la cara pintada de negro (mixtlilcamaticac1) con el anillo ocular azul, boca, labio, bigote y nariz en forma de voluta azul, los colmillos blancos, los pómulos salpicados de granos de salvia (mozaticac tliltica in inacayo), el cuerpo también embadurnado de negro (mozaticac tliltica in inacayo), el tradicional vestido de papel con gotas de ulli y con un predominio del color azul, el tocado en forma de corona, rematado con plumas de garza (yyazaztatzon icpac contlaliticac) y la espiga de quetzal (quetzalmihuayo), el abanico de papel plegado (tlaquechpanyotl) en el cogote, el tilmatl y una estola de papel en la espalda y el cetro o bastón azul ondulado o serpentiforme (coatopilli) en la mano derecha.

1 La terminología en náhuatl procede mayoritariamente del f. 262r del Códice Matritense del Real Palacio (PM 1993).

Fig. 2 El cerro-templo de Tlálloc. Códice Borbónico (original), lám. 25, detalle. © Bibliothèque de l’Assemblée nationale – 2008 – Foto de Irène Andréani. Cortesía de la Bilbioteca de la Asamblea Nacional de París.

Hacia el cerro-templo se dirigen dos grupos de personas. Los tres personajes de arriba participan en una procesión y van hacia la boca del cerro (Figs. 1, 4). A propósito del cerro, es interesante la descripción de Broda:

El cerro se representa cubierto con la piel del lagarto, es decir, del lagarto terrestre que tiene las fauces abiertas con filosos colmillos propios del monstruo de la tierra.

Es la entrada al inframundo, repleto de agua y riquezas; también es la representación del prototipo de la cueva como la entrada a este reino subterráneo sumergido en el agua. (Broda 2001: 298)

En efecto, la piel verde reticulada del cerro es parecida a la del monstruo terrestre cipactli, la cual simboliza la costra terrestre, la naturaleza terrosa del cerro, más aún, la naturaleza misma de Tlálloc-Tlallocan, como se verá más adelante. Aunque aquí no se ven “los filosos colmillos del monstruo de la tierra”, sí se sugiere que se trata de “la boca” del cerro como lo veremos a continuación.

La escena está compuesta por un hombre a la izquierda vestido con un tilmatl blanco y con características de los sacerdotes de Tlálloc: el pelo largo, el cuerpo teñido de negro, una cinta en la cabeza y el tlaquechpanyotl, portando una bandera de papel (amapanitl).

Delante de él, otro hombre vestido con un simple maxtlatl, con el oztopilin (bastón de junco), con unas tiras de papel salpicadas de ulli, el amateteuitl. Además, lleva a cuestas,

Fig. 3 Tlálloc sentado en el ayauhcalli. Códice Borbónico (original), lám. 25, detalle. © Bibliothèque de l’Assemblée nationale – 2008 – Foto de Irène Andréani. Cortesía de la Biblioteca de la Asamblea Nacional de París.

 “a modo de tlameme”2, a un niño con la cara y el cuerpo pintados de negro, una cinta en la cabeza parecida a la del sacerdote, y atuendos habituales de Tlálloc tales como los ya citados tlaquechpanyotl y quetzalmihuayo que solían llevar los tlacateteuitl, los niños sacrificados como ofrenda al dios de la lluvia según la descripción del Códice Matritense del Real Palacio (1906: f. 55r). La glosa correspondiente a la escena que acabamos de describir también parece errónea: a dar las gra[cia]s por este hijo q[ue] le nascio (a dar las gracias por este hijo que le nació). Desde luego, aquí sí se trata de agradecerle algo al dios, pagarle la deuda, pero dándole el niño en sacrificio. Por lo tanto, si dicha glosa correspondiera a la procesión que se dirige hacia el cerro, habría de leerse: “a dar las gracias con este hijo que le nasció” (cursivas mías). Efectivamente, como escribe Broda, “los sacrificios de niños se concebían como un contrato entre los dioses de la lluvia y los hombres: por medio de él los Mexicas obtenían la lluvia necesaria para el crecimiento del maíz. Por eso se llamaban nextlahualli, «la deuda pagada»” (2001: 299; cf. Broda 1971: 276).

Otra hipótesis sería que la glosa pertenece a la escena de abajo (Fig. 5). Allí vemos a un macehualtin, un hombre con un manojo de antorchas, una mujer con tamales, cargando a un niño pero que aquí no parece ser destinado al sacrifi cio ya que no lleva los 2 Como apunta Paso y Troncoso (1985: 114) “carga la criatura, no en litera y cubierta como los autores dicen, sino descubierta y a modo de tlameme”.

Fig. 4 Procesión. Grupo 1 dirigiéndose hacia la boca del cerro. Códice Borbónico (original), lám. 25, detalle.

© Bibliothèque de l’Assemblée nationale – 2008 – Foto de Irène Andréani. Cortesía de la Bilbioteca de la Asamblea Nacional de París. 158 José Contel atuendos correspondientes. Éstos llevan ofrendas, como lo sugiere la glosa: ofresçimi[ent]o promessa (ofrecimiento de promesa). Johanna Broda (2001: 298) escribe respecto a la lámina 25 del Borbónico: “… muestra la procesión, con los niños…, que se dirige al santuario de Tlaloc sobre el cerro.”

Añade después: “la procesión con el niño se dirige directamente hacia las fauces abiertas del cerro…”. No se entiende si considera que los dos niños se destinan al sacrificio o sólo uno3. A mi parecer, aquí sólo el de arriba se destina al sacrificio. El de abajo participa de otro ritual.

En el Códice Magliabechiano (1970: f. 31v) el texto relativo a la fi esta Huey Tozoztli puntualiza que y en esta fi esta ofrecían mucho mahiz y tamales con frisoles (en esta fi esta ofrecían mucho maíz y tamales…), lo que se corresponde a la escena del Códice Borbónico aquí descrita.

¿HUEY TOZOZTLI: UNA FIESTA DEDICADA A TLÁLLOC?

El Códice Magliabechiano, al que acabo de referirme, asevera que dicha fiesta se hacía en honor de Cintéotl, dato que viene confirmado por Sahagún: “En este mes hacían fiesta al dios de las mieses, llamado Cintéutl, y a la diosa de los mantenimientos, llamado Cintéutl, llamada Chicomecóatl” (1989 II: 113).

 

Fig. 5 Ofrendas. Grupo 2. Códice Borbónico (original), lám. 25, detalle. © Bibliothèque de l’Assemblée nationale– 2008 – Foto de Irène Andréani. Cortesía de la Bilbioteca de la Asamblea Nacional de París.

Según Michel Graulich (1999: 328), las ceremonias se hacían en honor del maíz maduro bajo los nombres de Chicomecóatl y Cintéotl. Puntualiza en otro lado que “Tozoztontli y Huey Tozoztli eran las fi estas de las cosechas y de la abundancia”. En aquella ocasión “se ofrecían presentes y alimentos de todo tipo, primero a las «madres», el maíz, la tierra, Chicomecóatl y el agua, luego al maíz propiamente dicho”. Añade por fi n que “se purificaban los campos y las mujeres que habían dado a luz. Al mismo tiempo, la cosecha y los niños recién nacidos están consagrados a los dioses” (Graulich 1999: 337).

Por lo tanto, esto vendría ejemplifi cado en la pintura y con las ya citadas glosas 2 y 3 de la lámina 25 del Códice Borbónico.

Sin embargo, si se puede considerar que el segundo grupo sí participa en una ceremonia en honor de los dioses del maíz, reitero mis dudas en cuanto al primero. En efecto, siguiendo a Broda (Broda 1971: 277-281), me consta que aquí se trata de una procesión en honor de Tlálloc, ya que en numerosas fuentes se señala que en este mes también sacrificaban niños al dios de la lluvia.

Como ya escribió repetidas veces Johanna Broda (1971: 268-269, 2001: 298), los sacrificios de niños continuaban hasta el cuarto mes del xiuhpoalli, Huey tozoztli, cuando se celebraba la fi esta de la siembra que precedía a la caída de las primeras lluvias.

En efecto, Sahagún puntualiza que empezaban los sacrificios de niños en honor del dios de la lluvia en Atlcahualo/Cuauitlehua4, primer mes del año, y seguían sacrificando hasta Huey Tozoztli, hasta que empezaban las lluvias:

Según relación de algunos, los niños que mataban juntabánlos en el primer mes, comprándolos a sus madres, y ibánlos matando en todas las fi estas siguientes hasta que las aguas comenzaban de veras. Y ansí mataban algunos en el primero mes, llamado cuahuitlehua, y otros en el segundo, llamado tlacaxipehualiztli, y otros en el tercero, llamado tozoztontli, y otros en el cuarto, llamado huey tozoztli, de manera hasta que comenzaban las aguas abundosamente, en todas las fi estas sacrifi caban niños… (Sahagún 1989 II: 84)

Así se entiende también en los Primeros Memoriales (PM 1993: f. 250v), ya que en el extremo superior izquierdo de la pintura que ilustra la fi esta Huey Tozoztli vemos dentro de un cuadrete dos pequeñas cabezas humanas que llevan el clásico vestido de papel, amatlaquémitl (Fig. 6), y que representan los tlalloque o tepictoton, visibles también en las pinturas relativas a Cuahuitlehua (PM 1993: f. 250r), a Tepeilhuitl, la fi esta de los cerros (PM 1993: f. 252r), y a Atamalcualiztli (PM 1993: f. 254r).

Además, por si esto no fuera sufi ciente, otras fuentes aluden a ceremonias con sacrificios de niños en honor de Tlálloc en Huey Tozoztli. El Códice Magliabechiano (1970) en la página 31v: “ofrecían los padres a los niños de teta al demonio..” y el Vaticano A (1996)

4 Johanna Broda (1971: 268-269) asevera que los sacrificios de niños empezaban más bien en Atemoztli, décimo sexto mes.

en la página 44r5: “En este mes volvían a adornar los templos y las imágenes, como en el anterior, y al fi nal de los 20 días sacrifi caban un niño al dios del agua…”.

De todas las fuentes, la de fray Diego Durán (1984 I: 83-86), me parece la más llamativa.

Según el dominico, la fi esta Huey Tozoztli, “la gran vigilia”, se dedicaba al dios de la lluvia. En ella se sacrifi caba a un niño, lo cual coincide con el Vaticano A (1996) y el Códice Borbónico, con un matiz, sin embargo, el dominico puntualiza que en aquella ceremonia participaban los soberanos de la Triple Alianza y de Xochimilco. Estaban presentes Motecuhzoma Xocoyotzin (Tenochtitlan), Nezahualpilli (Tetzcoco) así como los reyes de Tlacopan y Xochimilco. En el santuario de Tlálloc, situado en la cumbre del Cerro del mismo

nombre (Tlalocan en el texto de Durán), al amanecer, acudían todos al patio donde se encontraba la estatua de Tlálloc, Tetzacualco, “el lugar de los buenos prodigios”. Los sacerdotes de Tlálloc eran los que se encargaban de sacrificar al niño y, después, los reyes con sus propias manos eran los que vestían la estatua del dios y de los idolillos que se encontraban alrededor con las joyas y los atuendos más ricos y costosos. Les llevaban en ofrenda también las comidas más sofi sticadas en gran abundancia, e insiste Durán (1984 I: 83-86), en que ¡el tlatoani servía él mismo de “maestresala”! , aspecto que no aparece en el Códice Borbónico y que contrasta con la índole minimalista de la lámina que estamos analizando.

Tomado de:

http://iberystyka.uw.edu.pl/pdf/Itinerarios/vol-8/07_contel.pdf

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