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El virreinato mexicano hacia 1810: sociedad y economía. Jesús Ruiz de Gordejuela

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El virreinato de Nueva España a principios de 1800 comprendía un enorme territorio que se extendía desde la actual California estadounidense hasta Guatemala, con una geografía, población y recursos desiguales. La población total del virreinato en 1810 ascendía a poco más de 6 millones de habitantes, distribuidos de forma irregular a lo largo y ancho del territorio; el centro del país era el área más poblada, en concreto las intendencias de México, Puebla, Oaxaca, Guadalajara, Michoacán, Zacatecas y Guanajuato, además de Yucatán, representaban a de la cinco sextas partes de la población mexicana. En cambio, la de Veracruz. Con las extensísimas intendencias o gobiernos del norte mexicano (Arizpe, Durango, San Luis Potosí, California y nuevo México) estaban semidesiertas. Ciudad de México era, con sus 168.811 habitantes en 1811, la urbe más poblada del continente.

Los habitantes de Nueva España estaban integrados en tres grandes grupos raciales –blancos, castas e indios- que se diferenciaba por el estatus legal y por derechos civiles y económicos distintos y excluyentes. Los indios representaban el 60% (cerca de 3 millones y medio), las castas el 22%, y entre los blancos, los criollos el 17. 8% y los españoles europeos tan sólo el 0.2 %, no superando la cantidad de 15.000. Este volumen de población descendió algo en las dos primeras décadas del siglo, debido en gran parte al freno migratorio, a las epidemias que sufrió el país en ese periodo y al elevado número de víctimas de la guerra de independencia.

 

La cifra de españoles peninsulares hacia 1810 se ha estimado, de un modo general, en unos 15.000 individuos y, sin duda, a pesar de ser una comunidad pequeña, disfrutaban de una posición de privilegio, en la cúspide de la sociedad virreinal. Constituía la élite administrativa de la colonia, ocupando gran parte de los más importantes cargos gubernativos y militares. De la jerarquía eclesiástica novohispana sólo el obispo de Puebla de los Ángeles era nacido en el continente americano, aunque la mayoría del alto y bajo clero eran criollos. La administración de justicia también estaba dirigida por los peninsulares, que acaparaban los cargos más importantes, principalmente los puestos de oidores en las Audiencias.

En el ejército, la mayoría de los generales y jefes de los regimientos y batallones siguen siendo peninsulares llegados muchos de ellos a América en busca de rápidos ascensos. También es un hecho conocido que los españoles peninsulares, junto a una serie de familias criollas del recién origen peninsular, dominaba la economía nuevo hispana en el siglo XVIII. Venían grandes intereses en la agricultura, a la minería y la producción manufacturera pero, sobre todo, controlaban una gran parte del comercio interior y exterior colonial y, desde esa actividad, bastantes de ellos se convirtieron en los auténticos banqueros de la economía colonial mexicana.

Por otro lado, los criollos formaban un conjunto minoritario pero significativo, pero sólo incluía a la élite natural de la colonia sino también a otros –en número mucho mayor, lógicamente-que ocupaban lo que podría calificarse de un sector intermedio y, entre ellos, muchos con escasos recursos. En la ciudad este grupo se encontraban los ricos propietarios de minas, grandes hacendados y dueños de prósperos negocios. Por debajo de éstos se hallaban los criollos con formación académica, sobre todo juristas, ocupaban empleos gubernamentales iniciáticos, generalmente de segundo orden. En la base del grupo criollo se encontraba un heterogéneo y elevado número de blancos y mestizos ocupados en el desempeño de oficios manuales. Los criollos, como los peninsulares, preferían las ciudades y villas del centro del país como lugar de residencia.

Los indios, que estaban bajo la protección de la corona, constituían una aplastante mayoría en provincias como Oaxaca, Puebla, Yucatán, Tlaxcala y México, viviendo, en su mayor parte, en pueblos y comunidades que habían preservado el sistema comunal de las tierras.

El mosaico social, determinado por el color de la piel y la ocupación se complementaba con las castas que, junto a los indios, estaban desde su nacimiento marginados social y económicamente. Conformaban el sector marginal de servicios en el mundo urbano y la mano de obra básica de obrajes, minas y explotaciones agrícolas.+

El virreinato novohispanos se convirtió, especialmente en la segunda mitad del siglo XVIII, en la región que más plata producía y exportaba del mundo (el 76% del total) y fue el principal elemento dinamizador de toda la economía colonial, no sólo del virreinato sino, en buena medida, de todo el imperio español en América, durante el siglo XVIII principalmente. La producción de plata del virreinato alcanzó sus cotas más altas entre 1770-1780 y la primera década del siglo siguiente; a partir del estallido de la insurgencia en 1810 esa producción experimentó un rápido descenso: de un valor medio de 30 millones de pesos anuales hacia 1800 descendió en 1821 a escasos 6 millones.

Para Humboldt y Ortiz de Ayala, la agricultura y la ganadería de los primeros años del siglo XIX ERAN el motor de la economía de la colonia “la primera fuente de vida nacional”. Sin embargo la casi permanente situación de guerra con Inglaterra desde 1796 provocó una situación de progresivo deterioro del comercio y de la economía novohispana en general. Las urgencias financieras de la guerra llevaron al gobierno de Gody a exigir de la Iglesia de Nueva España el depósito en la Real Casa de Amortización de sus capitales puestos a crédito. Como consecuencia, los tenedores de esos capitales –agricultores, comerciantes y mineros- se vieron obligados a liquidar los préstamos impagos periódicos en un plazo máximo de 10 años. Esta necesidad imperial provocó la descapitalización del agro mexicano, situación que afectó gravemente tanto a propietarios como a campesinos. A esas dificultades se añadieron ciclos cortos pero sucesivos de sequía, todo lo cual provocó situaciones de grave escasez y de hambre…

Tomado del libro: "La expulsión de los españoles de México y su destino incierto, 1821-1836". Escrito por Jesús Ruiz de Gordejuela Irquijo. Consejo Superior de Investigaciones Cinetíficas. Escuela de Estudios Hispano-Americanos. Universidad de Sevilla. Diputación de Sevilla, España 2006.

 

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