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PRIMERA CARTA DE REALACIÓN DE HERNÁN CORTÉS Análisis de Eulalia Guzmán

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PRIMERA CARTA DE REALACIÓN DE HERNÁN CORTÉS
<br>Análisis de Eulalia Guzmán
RELACIONES DE HERNÁN CORTÉS A CARLOS V SOBVRE LA INVASIÓN DE ANÁHUAC Aclaraciones y rectificaciones por la profesora Eulalia Guzmán. Tomo 1

Primera carta
La que existe en el Códice de Viena como primera carta de relación no es de Cortés; es la escrita por el Ayuntamiento de la recién fundada Villa Rica de la Vera Cruz, el 10 de julio de 1519.
Como se dijo al principio, la enviada por Cortés a Carlos V al mismo tiempo que la del Ayuntamiento, hasta hoy está perdida.

Dan una idea de su contenido, Bernal Díaz del Castillo en el capítulo III de su Historia..., López de Gómara en su Historia de la Conquista de México, las referencias que con ella hace el mismo Hernán Cortés al comenzar su segunda carta; y el contenido de un memorial que Martín Cortés presenta al rey y a su consejo en favor de su hijo Hernando, en que a petición de éste repite el contenido esencial de su carta, cuya copia le debe haber enviado Cortés al mismo tiempo que la original a Carlos V; de esas cuatro fuentes se deduce lo siguiente: debió coincidir en general con el contenido de la carta que al mismo tiempo que él, escribió al rey el Ayuntamiento de la recién fundada Villa Rica de la Veracruz.

PRIMERA CARTA DE REALACIÓN DE HERNÁN CORTÉS
<br>Análisis de Eulalia Guzmán



La de Cortés acentúa determinados pasajes, o miente sencillamente. En efecto, trata a su conveniencia ?de las pasiones y diferencias entre él (Cortés) y Diego Velázquez (Góm.)?, pasa en silencio los descubrimientos de Hernández de Córdova y Juan de Grijalva en las costas mexicanas ?atribuyéndose él sólo la honra e honor de todo? (B. D. C.); tampoco menciona el rico rescate que este último obtuvo principalmente en las playas de Veracruz frente a San Juan de Ulúa; y las noticias que obtuvo acerca de México, de su señor y de sus riquezas; calla lo que se refiere al quinto del oro que para sí exigió a sus compañeros (B. D. C.); le informa al rey (no sabemos en qué sentido, pero en su provecho y sosteniendo falsamente el hecho de que él había sido el primer descubridor) de lo sucedido desde su salida de Cuba hasta su llegada a San Juan de Ulúa (Góm. y M. C.) de que él ha hecho el descubrimiento a costa suya y no de Diego Velázquez (Góm. y M. C.) de los disgustos que hay en el real (Gómara no explica más); de la riqueza y grandeza de la tierra; de la esperanza que tiene de conquistarla para la Corona de España y se ofrece a ir a México a haber a las manos a Motecuhzoma, preso o muerto o súbdito de España (H. C.); y le suplica le haga mercedes en los cargos que ha de enviar a esta tierra descubierta, es decir Anáhuac, para remuneración de sus trabajos y gastos (Góm. y M. C.). Por lo que dice Bernal Díaz del Castillo, de que Cortés leyó la carta escrita por el Ayuntamiento y la de algunos de sus capitanes (capítulo liii), aunque no permitió que leyeran la suya, quizá por lo que en ella decía, se deja entender que la carta se escribió de acuerdo y a satisfacción de Cortés, quien trató de persuadir a los miembros del Ayuntamiento, para que no mencionaran, como en efecto no lo hicieron, lo del quinto que él cobraba como rey, y aún más, que no hablaran de Hernández de Córdova ni de Juan de Grijalva. Si esto último al fin y al cabo no lo logró, fue quizá porque así se hubiera mermado la fama de algunos de ellos, quienes, como Bernal Díaz del Castillo y Bernardino Vázquez de Tapia, habían venido desde antes con aquellos capitanes.


De la lectura de la mencionada carta del Ayuntamiento y de lo que dicen Bernal Díaz del Castillo, Gómara y M. C. se desprende el hecho de que Cortés en su carta se cuidó de decir nada de su traición para con Diego Velázquez, como tampoco lo dice la carta del Ayuntamiento, sino que debió haber pintado las cosas con más fuertes colores en contra de Velázquez, de como lo hizo el ayuntamiento citado y M.C.; ni de las maniobras que él y sus adictos realizaron para nombrar ayuntamiento de entre ellos mismos, acaparando Cortés los dos poderes supremos, de gobernador general y justicia mayor, maniobras de que nos dan algunos indicios Bernal Díaz del Castillo y Cervantes de Salazar para nulificar con rigor la protesta de quienes se oponían a traicionar al gobernador de Cuba y a violar las reglas establecidas por la Corona española, para poblar y conquistar; la carta del Ayuntamiento tampoco dice nada a este respecto, antes al contrario, trata de disimular esas maniobras en forma casi infantil. En este asunto estaban tan interesados en alterar las cosas Cortés como sus cómplices, porque unos y otros, al desconocer al gobernador Velázquez y erigirse de motu proprio en autoridad real, se habían hecho reos del mismo delito y acreedores a la horca o la decapitación, según lo señalaban las Leyes de las Siete Partidas, vigentes en España, y según entonces lo establecían las ordenanzas españolas referentes a poblar y conquistar. Contrariamente a las versiones dadas por el ayuntamiento citado y por Gómara, las instrucciones que Diego Velázquez entregó a Cortés al nombrarlo jefe de la Armada, el 23 de octubre de 1518, en Santiago de Cuba, dicen en la parte respectiva: ?acordé de enviar como envío, otra armada tal e tan bien bastecida e aparejada, ansi de navíos y mantenimientos como de gente e todo lo demás para semejante negocio necesario... e para ello he acordado de la encomendar a vos, Fernando Cortés, e os enviar por Capitán della?.


Entre las muchas cosas que le encomendaba, le encargaba que yendo por la costa de Yucatán trabajara ?por todas las vías e maneras e mañas que ser pudiere?, que no significaran daño para unos o para otros, a fin de rescatar a seis cristianos que estaban allí en poder de ciertos caciques... e redimirlos sería grandísimo servicio de Dios Nro. señor y de SS. AA.?.


La carta del Ayuntamiento, al referirse a este asunto, dice que estando Cortés en Cozumel, ?En este medio tiempo supo el Capitán que unos españoles estaban siete años había, cativos en el Yucatán en poder de ciertos caciques?, ?le pareció que haría mucho servicio a Dios (y) a Vuestra Majestad en trabajar que saliesen de la prisión e cautiverio en que estaban?.


Este último punto, tan poco importante como parece, nos da idea de la forma sutil en que fueron tramándose versiones de las cosas alejadas de la realidad. Qué diferente resultaría la narración si simplemente se hubiera dicho: ?Y en cumplimiento de lo recomendado por Diego Velázquez en sus instrucciones, de que trabajara por todos los medios posibles?, etcétera, Cortés ?proveyó luego con ciertos indios?, etcétera.


De los demás pasajes de la carta del Ayuntamiento, como el relativo a los encuentros con los de Tabasco, nada puede decirse pues no se conocen otras versiones que las de los compañeros de Cortés y la de Gómara (que es la voz de Cortés); todo lo que conocemos va encaminado a hacer resaltar las virtudes de Cortés y los grandes deseos de él y de sus compañeros, de servir a sus majestades, por las cuales se han sacrificado llevando al cabo esta empresa, y de cuyos afanes envían prueba tan convincente que hace vacilar al rey mismo entre castigar a aquellos traidores a las leyes y a los oficiales reales, o dejarles que continúen recogiendo tan pingües cosechas para la Corona española; esa prueba era el riquísimo presente de oro y joyas, que le enviaban. Más adelante volveremos sobre este punto.


Respecto a la forma en que adquirieron aquellas tan grandes riquezas, no dice la carta que habían sido en su mayoría presentes de la Confederación del Valle de México, Tenochtitlan-Tezcoco-Tlacopan, ni siquiera de Motecuhzoma, señor de México, sino que deja entender que se obtuvieron por rescate; así, cuando narra el obsequio que un señor de aquella provincia le hizo de ciertas joyas de oro, dice: ?de las cuales, e de otras que después se hubieron...? y al final, la carta dice: ?el oro y joyas y piedras y plumajes que se han habido en estas partes?.


En cuanto el problema religioso, se ignoran los términos en que Cortés haya tratado en su carta este asunto. Los del Ayuntamiento empiezan en la suya, a lanzar las primeras acusaciones infundadas y deprimentes en contra de los habitantes del país, al tratar el sacrificio humano en antropofagia; y el de la homosexualidad, cuando dicen: ?hemos [...] sido informados que todos son sodomitas?. Estos eran dos de los argumentos que entonces se esgrimían para obtener y para dar licencia de esclavizar a los habitantes de América.


Por último, es de notar en esta carta la forma apasionada en que se defiende la causa de Cortés, que es la de todos, y se acusa a Diego Velázquez de maldades que, salvo excepciones, eran comunes a los españoles que venían a América, inclusive los firmantes de esa carta.


La carta del Ayuntamiento de la Vera Cruz y la Historia de Gómara presentan a Cortés predicando la ?fe de Jesucristo? a los pobladores de Cozumel, a los señores de Tabasco, y a los habitantes de las playas que quedan frente a la isla de San Juan de Ulúa, en forma poco creíble.
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Tomado de:
https://inehrm.gob.mx/recursos/Libros/Eulalia.pdf

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