?insistimos en la necesidad de humildad, que en la sociedad dominante no engendrado muchos seguidores. Se alaba a los vencedores en todas las ramas sociales: en los deportes, en la economía, en la política electoral, en la educación, también en la educación que imparten los colegios religiosos. Son los vencedores los que ganan los premios y alabanzas, las mejores clasificaciones, el dinero y el poder. Por ello pocos son los alumnos deseosos de aprender de los indios empujados hacia la periferia de la sociedad. ¿Quién va a aprender de aquellos que todo el mundo considera desaparecidos, ignorantes y vencidos?
Los indios mismos saben que por experiencia cuán poco se les respeta; no ven que se reconozca su dignidad humana; tampoco que se respete a la Madre Tierra, que nos alberga a todos. Les parece que la sociedad dominante está ciega a la problemática de los indios de todos los habitantes de la tierra.
La falta de respeto dar testimonio de la ignorancia, que es productora de sufrimientos y muerte innecesarios entre los hermanos autóctonos, y productora también de rebeliones periódicas. ¿Es deveras inevitable que se repitan estos acontecimientos amargos para todos? ¿Es tan difícil aprender de los indios, nuestros hermanos? Pág. 21.