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LA VOZ DE LA TIERRA parte I

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Entrevista con el Tlamatinime Ángel Xochimaplicti Texcocano

Por el periodista Fernando de Ita.

 

Prologo:

 

La casa de la cultura de Oaxaca a través de su colección “Siete Venado” presenta esta entrevista del periodista Fernando de Ita al Talmatinime Ángel Xochimaplitic Texcocano, que apareció en el periódico Uno más Uno los días 19 y 20 de Marzo de 1979.

 

La calidad técnica de la entrevista y el valor intrínseco de las respuestas del entrevistado quedan sin comentario. El tema es abordado y desarrollado en tal forma que la entrevista resulta reveladora y brillante.

 

Es importante subrayar, que una excelente entrevista puede llegar a ser punto de referencia substancial de una extensa y profunda obra como la de Carlos Castaneda. Fernado de Ita y don Ángel Xochimapictli desmitifican la presencia en el mundo Occidental de un hombre de conocimiento. Nos enseñan que existen y abundan los don Juanes, los don Ángeles, los don Genaros, en cualquier ángulo marginal de nuestra cotidiana visión occidental del mundo; porque los indígenas, poseedores de un pensamiento filosófico milenario, perfectamente estructurado, que los occidentales desde la conquista no han podido o no han querido ver; porque es imposible pensar que pueda existir una cultura milenaria en Mesoamérica y que dejando impresionantes vestigios materiales, no hayan podido estructurar un pensamiento filosófico y un sistema de conocimiento de sí mismos y del mundo que los rodeaba.

 

Reducir a simples mitologías, cuentos leyendas y una desfigurada religión, el pensamiento filosófico de Mesoamérica, sólo puede ser producto del pensamiento eurocéntrico, que ha menospreciado sistemáticamente las culturas que se han desarrollado en África, Asia y América, para imponer su concepción filosófica del mundo y de la vida.

 

En México existe la Toltecáyotl, sistema de pensamiento filosófico originado en Mesoamérica hace miles de años, que como dijo don Juan Matus, al preguntarle Carlos Castaneda acerca de su conocimiento, ya que él se consideraba un Tolteca: “que los españoles destruyeron todo lo que vieron y tocaron ... pero hay cosas que nuca vieron y tocaron”. Esas cosas siguen vigentes y presentes en el mundo indígena y subyacen a flor de piel en la cultura popular.

 

Los mexicanos de 1985 tratamos a los indígenas igual que los españoles de mil quinientos, o como conquistadores encomenderos para despojarlos o como misioneros para “protegerlos” e integrarlos; pero lo que no hemos hecho es aprender de ellos, aprender de nosotros mismos.

 

Guillermo Marín.

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Entrevista

 

A unos cuantos kilómetros de Tollantazingo, rebautizada por los españoles como Tulancingo, y traducida del náhuatl como la pequeña Tula, en honor a la gran Tula de los toltecas, el tlamatinime (sabio) Ángel Xochimapictli Texcocano, descendiente directo de la rama femenina de Nezahualpilli, hijo de Nezahualcóyotl, manifestó que los movimientos telúricos que ponen en zozobra a los habitantes de esta parte del planeta, se debe a que “la tierra es un ser completamente vivo y mueve su corazón”.

 

En un despoblado que, salvo la presencia del sabio, no guarda nada de la antigua grandeza de la cultura indígena que floreció junto con los Atalantes de Tula, el talmatinime comentó que el sabio y el brujo indígenas son los encargados de mantener viva “la visión del mundo de nuestros antepasados”, diferenciando ambas actividades con éstas palabras: “El Teixtlamachtiani” –quién hace a los otros tomar una cara, una personalidad-, tiene la misión de acumular, conservar, transmitir el antiguo conocimiento de nuestros padres para nuestros hijos, mientras el tetezcauiani el brujo, quien pone un espejo delante de los otros, tiene el deber de conservar el secreto eterno de la vida”

 

LA VOZ DE LA

Parte II

Entrevista a un tlamatinime por Frenado de Ita.

 

Angel Xochimapictli –de 89 años de edad, sordo del oído dercho, cojo del pie izquierdo, pero “fuera de ahí” en una envidiable salud-, tuvo elogiosos conceptos para “los talamatinime Garibay y Portilla, por el estudio, la comprensión e interpretación que han dado sobre el pensamiento indígena, y condenó la versión histórica de Fernando de Alva Ixtlilxochitl porque “está escrita con la mirada de un extranjero”.

 

El sabio texcocano lee perfectamente el español, pero prefiere que se lo lean “para conocer la naturaleza de las palabras”, y no escribe sus enseñanzas porque “ya un día los que vinieron quemaron nuestros códices, y desde entonces nuestros libros están escritos en la lengua y guardados en la memoria, para que sólo acabando a todos los hombres antiguos se pueda terminar con sus creencias”.

 

Por otra parte, el sabio le comentó al reportero que lo esperaba para curarlo de la garganta, pero no para ser puesto en el “mismo lugar de Omotchitzin Chichimecatecuhtli”, el cacique de Texcoco quien, según Miguel León-Portilla, fue quemado por la Inquisición bajo los cargos de “apóstata, idólatra, libertino y predicador de las antiguas creencias” hacia 1539.

 

- ¿Quiere usted decir que el pensamiento indígena es perseguido, exterminado?- “No te enseñaron la historia de la conquista de México en la escuela?”, respondió el sabio, socarronamente.- “Van quinientos años tratando de destruir los cimientos del pensamiento antiguo. Han quitado piedra sobre piedra, nos han despojado de todas nuestras pertenencias, nos han destruido los templos, la tierra, la condición de hombres. Nos han vuelto reservados”, dijo el viejo, dándole una entonación especial a la última palabra.- “Ser indio – expresó el sabio en otra parte de su charla- , en la tierra de nuestros padres es vivir desheredado. Ya nada nos pertenece y, sin embargo, todavía conservamos todo lo que era nuestro”.- ¿Podría usted explicarme más ampliamente este concepto, interrogó el reportero, al tiempo que “doña Esmeralda”, nieta del tlamtinime llegaba con una jarra rebosante de pulque.- “Existen dos maneras de ser indio que se han conservado a través de los tiempos – comenzó a explicar el sabio después de paladear las delicias del neutle, la del brujo y la del sabio”, añadiendo, para que el reportero apreciara la diferencia de actitudes, que el segundo era “como una biblioteca”, mientras que el primero era el encargado de “averiguar lo que no está escrito en los libros”.- ¿El brujo es el hombre que conoce lo desconocido?.- “Así es el brujo”, asintió el sabio.- ¿Y cómo se llega a ser brujo? “estudiando, contestó con mucha calma el interrogado.

 

- ¿Cualquiera puede llegar a ser brujo? “cualquiera que resista lo irresistible”, dijo en franco son de broma el anciano, quien agregó que el brujo era como un investigador “científico” de la realidad, que nada tenía que ver con la magia negra, ni el uso de artes fantásticas sino “del pensamiento oculto de nuestros padres”.

 

Comentó el sabio que el talamtinime y el brujo eran los dos extremos del pensamiento indígena y que ambos sabían “por diferentes medios” que la tierra era un ser vivo que se extrémese periódicamente porque “entra en conflicto consigo misma o con las fuerzas del universo”.

 

“aquí –entró a decir doña Esmeralda- nunca hemos tenido un muerto por los temblores, porque siempre sabemos con anticipación cuando la tierra va a darse de sacudidas”.

 

-¿Cómo saben que sucederá eso? “los elementos nos lo dicen – afirmó el sabio vaciando por completo la jícara del pulque, el viento lo dice muy claro, la tierra se calienta y, por si fuera poco, las cotorras se ponen frenéticas con varios días de anticipación”.-¿Y si usted puede saber cuándo temblará, porque no le dice a la gente para evitar tanto susto y tanto accidente? “porque el indio es un péndelo y nadie le hace caso” respondió doña Esmeralda, provocando la risa explosiva de todo la concurrencia y la leve sonrisa de su sabio abuelo.-Don Ángel, ¿usted ha oído hablar de don Juan Matus, un indio yaqui quien, según un escritor llamado Carlos Castaneda, es maestro de brujería y el nahual en persona?

 

“ni una palabra”, dijo el talamtinime, volviendo a provocar la risa de todos los presentes.

 

LA VOZ DE LA TIERRA

Parte III

Entrevista a un tlamatinime por Frenado de Ita.

 

En el México actual, “el indio que tu vez sobre la superficie de la tierra es el despojo del indio, su apariencia. El verdadero indio está escondido en el interior del mundo, pero no en una cueva, que es donde vive el tigre, sino en el corazón mismo de la tierra, nuestra madre querida”.

 

De acuerdo al sabio texcocano Ángel Xochimacptli – según sus parientes, descendiente directo de la rama femenina de Nezahualpilli, de quien se dice tuvo dos mil mujeres-, la brutalidad de la conquista y exterminación de los pueblos indígenas desde entonces, convirtió al indio en una sombra de sí mismo y obligó a los más “entendidos”, a “vivir en secreto”.

 

“Ya lo único que tenemos que perder es nuestra vida, pero esa no es nuestra, de manera que tenemos que cuidarla para que nuestros hijos recuerden la grandeza de sus padres y obren en consecuencia”, dijo el talmatinime, que nos dio cita en un despoblado cercano a Tulancingo, pero que no tiene residencia fija porque “mi verdadera casa está en todas partes”.

 

Bajo la sombra de un árbol y al calor del riquísimo neutle que no faltó a lo largo de la conversación, el Netlacaneco – quién humaniza el querer-, expresó que actualmente el indio ya no vive con la esperanza de recobrar la tierra de sus antepasados, pero que no podría existir sin la vinculación directa que sostiene con ella.

 

Para el sabio indígena, su conocimiento es la parte más insignificante de la sabiduría que “se esconde en el interior del mundo”, pero es gracias a su entendimiento y al quehacer del brujo que “el indio ha podido sobrevivir a su muerte histórica”.

 

Disculpe don Ángel, pero ¿qué quiere decir exactamente cuándo menciona que el indio vive no en la superficie sino en el interior de la tierra?

 

El sabio – dañado de la pierna izquierda-, pidió su bastón y se levanto con el impulso de su pierna sana, poniendo los dos pies muy firmes sobre la tierra.“Mira –explicó en seguida-, aquí sobre el mundo no soy para tus ojos más que un indio viejo y tullido que de un momento a otro será comida para los zopilotes. Sí yo no fuera más que eso, hace muchos años que estaría muerto, pero gracias al entendimiento de nuestros padres he podido vivir plenamente en el interior del fuego, del aire, de las plantas, de los animales. El indio que queda afuera, en la superficie del mundo, vive como esclavo y su vida vale tanto como la de un perro. Tu puedes ver a tanto indio acabado, el que perdió sus costumbres y con ellas el único refugio que tenían, como si fuera u trapo sucio, no vale nada”.

 

¿Quiere usted decir que vivir en el interior del mundo es conservar los ritos, las costumbres, las tradiciones de sus antepasados?

 

“No solo eso – sentenció el anciano-, volviendo a tomar su asiento y su jícara de pulque. Hay muchos indios que son fieles a las tradiciones y ya están más muertos que vivos”.

 

¿Entonces? Los niños y los adultos que hacían un círculo en torno al sabio, parecían tan expectantes como el reportero por conocer la respuesta.

 

“lo importante es que el rito este vivo en el corazón del indio. Aunque sus altares hayan sido destruidos, sus sacerdotes quemados, sus costumbres cubiertas con las cenizas de sus muertos, la Tierra existe y está abierta para quién es capaz de encontrar la rendija, el sendero de su corazón”.¿Y qué hay que hacer para encontrar ese camino?

 

“Ser un indio de verdad”, respondió de inmediato el viejo para provocar el relajamiento y la risa instantánea de todos los presentes.

 

Lo que no entiendo, don Ángel, es qué debe hacer el indio para sacudirse tanta explotación y para oponerse a los continuos despojos de los que se les hace víctima. ¿Cómo debe luchar el indio contra la injusticia del blanco y de los mestizos?

 

Por primera vez, el tlamatinime se puso adusto y reflexionó un buen rato antes de responder.

 

“Hace muchos años que el indio perdió el derecho a ser dueño de la superficie de su tierra en el campo de batalla. Hoy, sería una estupidez pensar que puede recobrar ese derecho con el arco y con la flecha. Los que vinieron nos arrebataron, quizás para siempre, la superficie del mundo, pero esta derrota obligó al indio a penetrar en el interior de la Tierra, donde el blanco lo único que encuentra es petróleo”

 

La carcajada de los parientes estalló de inmediato, más que por la alusión al petróleo, porque Evaristo, uno de los bisnietos del sabio, trabaja en la refinería cercana, por lo que es objeto de burla de la mayoría de la concurrencia, quienes desean dedicarse de lleno a “ser indios verdaderos”.

 

Por cierto, don Ángel, ¿sigue habiendo escuelas para trasmitir los conocimientos de sus antepasados de una generación otra?

 

“ya le dije, se destruyeron todos nuestros edificios, se acabaron todas nuestras instituciones. Hoy ya no hay escuelas, hay hombres que saben y riegan su saber entre sus hijos, para que el hombre antiguo se conserve en ellos y no se pierda la memoria de nuestros padres sobre la tierra”.

 

¿Y actualmente sus costumbres son perseguidas, o estudiadas o sí quiera conocidas por los blancos, por los mestizos?

 

“Hay hombres sabios, como Ángel María Garibay y Miguel León-Portilla, que han entendido mejor que muchos que se dicen hijos de Netzhualcoyotl – se refería al historiador novo hispano Fernando de Alva Ixtlixochitl – el pensamiento de nuestros padres pero estos hombres se cuentan con los dedos. Para el resto, el indio no existe. Cuando más, es un estorbo para los que quieren adueñarse de sus tierras”.

 

¿Cuál es entonces el porvenir del indio? “Su pasado”, dijo el sabio dirigiendo su jícara hacia el rumbo en el que se levantan los Talantes de Tula, ahora rodeados de polvo y de silencio, de fabricas de cemento, refinerías de petróleo y carreteras. La tarde cae de pronto y el talmatinime, apoyado en su bastón de tule, se metió en la oscuridad de la noche.

 

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