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LA SOCIEDAD ENTRE LO QUE ES DEL INTERÉS DEL BIEN COMÚN O DEL INTERÉS PRIVADO

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Desde los tiempos más remotos, los seres humanos luchan en imponer dos visiones del mundo y de la vida, opuestas y antagónicas. Dos visiones que a lo largo de la historia de la humanidad han venido dándose a través de la ley del péndulo.  La visión individualista y la visión comunitaria, que se traduce en los espacios histórico-sociales como una acción que alienta a la sociedad a privatizar o a colectivizar lo que es del bien común.

Las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo (la base de la civilización humana), tomaron el camino del bien común como el fundamente de su desarrollo. En efecto, Egipto, Mesopotamia, China, India, México-Anáhuac y la Zona Andina fundamentaron su desarrollo en el bien común, sobre los derechos individuales.

Sin embargo, la cultura occidental a partir de la caída del Imperio Romano, fue invadida lentamente por “los mercaderes del Cercano Oriente”, quienes se fueron apropiando del Poder a partir de hacer del comercio y la usura, una forma “honesta” de vida. Debe de recordarse que en general, el comercio y la usura, fueron actividades de bajo nivel en las 6 civilizaciones antiguas, por ser actividades parásitas de la sociedad. Los comerciantes y los usureros no producen nada y el Estado, en todas éstas civilizaciones, los tenía muy controlados y no dejaban que la riqueza de unos cuantos, impusiera su voluntad sobre las mayorías.

Los “mercaderes” infiltrados en Europa finalmente desplazaron a las monarquías europeas, creando la “democracia”, que es la forma en que ellos gobiernan al pueblo en su nombre, a través de sus empalados y títeres, que son los políticos. Los E.U. son el primer país que los “mercaderes” constituyen en el mundo, después a través de un golpe de Estado a la corona siguió Francia y ahora van sobre Irak.

Las cañoneras y las andanadas de dinero han sido utilizadas para derrocar formas diferentes y ancestrales de gobiernos e imponer “la democracia”, con lo que queda el camino abierto y sin restricciones para “el libre comercio”, que es “la madre de todas las libertades” y el triunfo del Imperio del Becerro de Oro.

Antes de 1776 no existía ningún país, todos eran reinos, imperios, federaciones, sultanatos o señoríos, en donde de diversas maneras y muchos matices, el interés del bien público estaba sobre el interés privado.

Con el nacimiento de los países, la democracia, el libre mercado, la propiedad privada, la banca, la iniciativa privada, los derechos individuales y el consumo extralógico; “los mercaderes” se empiezan a apropiar de los pueblos y sus recursos naturales.

El interés privado sobre el interés del bien público es la base de la democracia, la libre empresa, el capitalismo, la globalización, pero fundamentalmente es “la iniciativa privada”, la que atenta contra el interés del bien público.

De esta manera, la iniciativa privada y el interés privado, han luchado por destruir las ancestrales culturas y formas de gobierno y organización social de los pueblos antiguos del mundo. Por la fuerza del dinero o de las armas, se derrocan gobiernos y se impone “la democracia”. Se arman gobiernos títeres y frágiles que impongan un “Estado de derecho” que garantice la privatización del bien común en favor del interés privado.

Lo primero que “los mercaderes” privatizaron y lo descontextualizaron del bien común fue precisamente el gobierno. En efecto, desde la creación de E.U., que fue “una iniciativa privada”, porque este país no es fruto de un proceso histórico y cultural, como casi la mayoría de los países.

Estados Unidos es un proyecto privado para crear una nueva forma de gobernar al mundo a través del dinero y por medio de las armas. De 1776 a nuestros días, los gobiernos cada vez han ido aumentando la prioridad de lo “económico” sobre lo humano y lo social.

Los gobiernos del “mundo libre” están más ocupados en alentar el bien privado de unos cuantos que poseen el dinero y los medios de producción, que en alentar el desarrollo, la justicia y el bienestar de los pueblos.

De esta manera se ha “privatizado” la tierra, la producción, la alimentación, la salud, la educación, la familia, el amor, la sabiduría, la información, el agua, los espacios comunitarios, la atmósfera, las playas y los océanos, la fauna y la flora, el arte, las fiestas, las tradiciones y las costumbres, las religiones, el Patrimonio Cultural, Histórico y Natural. Todo finalmente lo han logrado privatizar. El bien común cada día se ve reducido y es más simbólico y enunciativo que real.

Este es el problema de nuestros días. No solo en la Oaxaca convulsionada de nuestros días, sino en todo México y el mundo. Cada vez los individuos protestan frente a las medidas de los gobiernos que favorecen a los intereses privados, de un pequeño grupo de 500 personas, familias o empresas que poseen la mayor parte de la riqueza en “el mundo libre”.

Lo mismo se ven las protestas de los trabajadores y campesinos de Europa, Asia o América latina, en contra del interés privado de las grandes corporaciones trasnacionales, que verdaderamente explotan y depredan sin compasión.

En los países de estirpe colonial, como el caso de México, el problema se recrudece. El injusto sistema colonial, que desde hace 5 siglos se sustenta en la privación de las instituciones, leyes y autoridades de los “vencidos-invadidos”, encuentra campo fértil para instaurar el interés privado sobre el interés del bien público.

Lo que ha sucedido en nuestro país, es que los “criollos” han entregado al país, al pueblo y a sus recursos naturales, al interés privado transnacional. La destrucción del PRI, el abandono del nacionalismo, la suspensión de los aranceles, la implantación del neoliberalismo, la firma del TLC, que han venido haciendo la cúpula de criollos que detentan el poder económico y político ha afectado de manera directa los espacios del bien común de los pueblos de México.

La lucha que se lleva a cabo en Oaxaca en contra de un gobierno torpe y abusivo, es la punta de un inmenso iceberg social. A final de cuentas, se está enfrentando el interés privado contra el interés del bien público.

El gobierno ha sido “secuestrado” por un puñado de personas que han “privatizado”, la justicia, los recursos, el patrimonio cultural, el patrimonio natural, los medios masivos, etc.

Tenía que ser el pueblo de Oaxaca, con una herencia comunitaria ancestral, el que diera el primer paso en esta lucha. No es casual que sean los oaxaqueños los que estén tratando de convocar a la milenaria experiencia de organización social. La creación de una iniciativa ciudadana que retome LA ASAMABLE POPULAR, como un medio que vigile y limite a un gobierno, que hace muchos siglos ha dejado de velar por el interés del bien común, es una clara respuesta de la cultura oaxaqueña a un mal de nuestros tiempos. No cabe duda que a pesar de sus contradicciones, la democracia comunitaria que se vive en las comunidades indígenas de Oaxaca, es el espacio de mayor justicia que vive el país.

En efecto, La Asamblea en los pueblos, es el órgano que regula el interés del bien público sobre el interés privado. En la comunidad es más importante “el nosotros” que el yo individual. El individuo pierde sus derechos frente al interés comunitario. Tal vez esto le suene incorrecto a muchas mentes colonizadas, que se han dejado engatusar por el discurso panfletario de “la democracia, los derechos humanos, la libertad, las barras y las estrellas, etc.”. Pero a final de cuentas, en la realidad más cruda de la democracia, resulta ser un totalitarismo del mercado y un fundamentalismo del dinero.

La democracia occidental de “los mercaderes” ha comprobado que explota más a los seres humanos, que las tiranías de los imperios del pasado, como el romano en Europa, el mongol en Asia o el mexica en el Anáhuac.

Los pueblos del mundo se están rebelando en contra del fundamentalismo de “los mercaderes”. Pero si usted observa, amable lector, en nuestro continente, son los países de estirpe indígena, los que están en base a su milenaria sabiduría de organización comunitaria enfrentando con mayor éxito al poder de “la democracia de los mercaderes” y su parcialidad hacia el interés privado.

El intento de desenajenar al gobierno, de regresarlo a ser un bien común a través de La Asamblea, es una acción “reformadora” del sistema colonial de explotación. El intento de “ciudadanizar” la toma de decisiones y la rendición de cuentas a través de La Asamblea… desde nuestro punto de vista, es un intento condenado al fracaso.

El sistema tiene muchas armas e instrumentos para mantener el poder… y la corrupción es el arma más potente que han tenido siempre “los mercaderes”.

La verdadera disyuntiva ante el resquebrajamiento del sistema colonial es: o RE-PARCHAR o RE-FUNDAR ESTE PAÍS.

 

 

 

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