Los mercaderes para modificar el viejo orden mundial, crearon a los Estados Unidos, los estados nación o países, la democracia, la iniciativa privada, la libertad como el supuesto valor más importante, el nuevo mundo y con todo esto, el NUEVO ORDEN MUNDIAL. Con ello viene la imposición de la globalización económica, el neoliberalismo y el control planetario a través del poder financiero/comercial, tecnológico/científico y mediático/informativo. Nunca antes en la historia de la humanidad un puñado de personas, familias y empresas, habían concentrado tanto poder para dominar y explotar a miles de millones de seres humanos al mismo tiempo en todo el mundo.
Durante miles de años los mercaderes vivieron entre los Ríos Tigris, Eufrates y Nilo. A pesar de su riqueza, ellos no tenían el poder en aquellas milenarias civilizaciones y por ello decidieron mudarse a una península fría y salvaje llamada Europ, en el poniente del continente Euroasiáticoafricano. Para el siglo VI d.C. iniciaron la invasión y el apoderamiento de los reinos de los bárbaros y primitivos pueblos europeos. Desde la caída del Imperio Romano hasta el inicio del Renacimiento la península europea fue el asiento de pueblos bárbaros, incultos y con un pobre desarrollo.
Del revelador libro EL ORIGEN JUDÍO DE LAS MONARQUÍAS EUROPEAS, EL MAYOR SECRETO DE LA HISTORIA de Joaquín Javaloys. Editorial Edad. S.A. España 2000. Citamos un párrafo: En el próximo capítulo se verá detalladamente cómo los Carolingios establecieron una alianza permanente con los descendientes de David, en función de la cual un anterior exilarca o jefe de los judíos de Babilionia (Bagdad), Makhir, principie y heredero de la Casa Real de David, se estableció en el año de 768 en Francia y se casó con Auda Martel, la hermana del rey de los francos, Pepín (el breve), padre de Carlomagno, siendo Makhir el rey del Principado judío de Septimania, cuya capital era Narbona.
Para el siglo XII los mercaderes controlaban Europa desde Venecia y Londres, donde tenían sus centros comerciales y de poder financiero. Este poder fue creciendo y permitió infiltrar, corromper y doblegar a las belicosas monarquías de la Europa de la Edad Media, imponiendo a las monarquías el Parlamento y forzando a que los mercaderes tuvieran mayor participación en la toma de decisiones, que por milenios se les había vedado. Es decir, que los reyes europeos tuvieron que compartir el poder con los señores feudales y con los comunes, que no eran tan comunes, pues eran los mercaderes que incursionaban en el poder directamente a través de su poder económico.
Este fue el inicio del plan de los mercaderes para, primero llevar a crédito a los más pobres y perseguidos de Inglaterra, Holanda y Alemania a colonizar las tierras invadidas. Y después decretar su independencia de Inglaterra, para por fin, crear un nuevo mundo, donde no existieran las monarquías, los reyes, los imperios, las iglesias, las tradiciones y costumbres ancestrales. Una tierra de libertad total, sin pasado y sin memoria, sin barreras y tradiciones de gobierno, sociedad y ancestrales culturas. Un espacio libre para darle patria a los mercaderes y crear el mercado libre, la libre empresa, las sociedades anónimas, las grandes corporaciones. Una tierra prometida para todos los miserables adoradores del Becerro de Oro.
Para ello crearon el primer país del mundo. Hasta antes de 1776 no existió en el planeta ningún otro país, todos eran reinos, imperios y federaciones, con milenarias tradiciones, en donde el comercio y los mercaderes, eran tolerados como un mal necesario y siempre estaban controlados por mecanismos sociales, culturales y jurídicos.
Los mercaderes para suplir a los monarcas y a los nobles, crearon la democracia y a los políticos. La democracia es la forma en la que los mercaderes gobiernan a través de los políticos a nombre de los pueblos. Su dinero y su influencia es lo que mueve este pernicioso sistema democrático. Su objetivo es enfrentar a la sociedad, dividirla usando la ambición de los políticos. En cuanto más se dividan los pueblos a través de partidos políticos, habrá mayor enfrentamiento y menor fuerza del Estado y la sociedad, y por consiguiente, mayor poder de los que poseen el dinero. A mayor democracia mayor poder del Mercado y menor poder del Estado.
Los mercaderes declararán la muerte de Dios a través de sus filósofos y crearán una nueva religión a través de la ciencia. Los científicos serán los nuevos poseedores de la verdad del mundo y la vida. La ciencia por cierto estará al servicio de los mercaderes y sus nefastos negocios, siendo la guerra el más rentable de todos.
Se adueñarán de los ejércitos más poderosos que jamás han existido en la tierra y se dedicarán desde el siglo XVI a invadir y someter a los reinos, imperios y federaciones. Primero para comerciar con sus cañones por delante y luego para derrocar sus formas milenarias de gobierno, de organización y de cultura, para liberarlos e implantar la democracia y la modernización, que no es más que la imposición violenta o subliminal del consumismo. La modernidad se reduce a consumir irracionalmente lo que los mercaderes producen. Así mismo tratarán de destruir las antiguas creencias religiosas e impondrán a sangre y fuego las religiones judeocristianas.
En dos cientos años, primero exterminarán a los indígenas y luego despojarán a los ingleses, mexicanos, españoles y franceses de las tierras para hacer su país. Se apoderarán, no sólo del continente, sino del nombre de América para ellos. Seducirán e invitarán a los más rapaces y ambiciosos seres humanos del planeta para crear el sueño americano. Un mundo libre para adorar sin medida al Becerro de Oro. De todas partes llegarán los muertos de hambre, los sin alma, sin historia. Un mundo sin un Dios verdadero, pero con muchos y diversos, al gusto de la gente. Una tierra sin tradiciones, usos y costumbres milenarias, para implantar la forma de vida americana, practica, pragmática y eficazmente deshumanizada. El único valor será el crédito comercial. Vivir solo para trabajar, comprar y pagar. Comida rápida, sin hogar, sin hijos, sin parientes, sin amigos, sin vecinos. Encerrados en sí mismos y temerosos de que les quiten su rapiña. Los mercaderes han hecho de sus súbditos, seres belicosos y al mismo tiempo mantenidos en el terror de ser invadidos y atacados por poderosos enemigos que, supuestamente, envidian su riqueza, sus posesiones, su forma de vida y su libertad. Ingleses, indígenas, mexicanos, alemanes, japoneses, comunistas y terroristas. Feroces y perversos enemigos que intentan destruir su paraíso de libertad al culto del Becerro de Oro.
Pero el sueño americano es un sueño imposible. Además que esa forma de vida es antihumana. No puede ser posible que el 5% de la población del mundo consuman casi el 50% de los recursos del planeta. Para mantener el nivel y ritmo de este consumo, la Tierra y la explotación de los seres humanos, solo alcanzarían a que otro 5% de la población mundial accediera al sueño americano. Se necesitaría que los terrícolas descubriéramos, invadiéramos y colonizáramos, por lo menos 10 planetas parecidos a la Tierra y que esos planetas enviaran sus recursos naturales a la Tierra y los seres humanos que en ellos vivieran en calidad de subdesarrollados, requerirían comprar todo lo que los terrícolas les vendiéramos. Pero aun así, no podría mantenerse este modelo de desarrollo indefinidamente, pues no es auto sustentable. Se acabarían a los planetas.
No solo es inviable el sueño americano, sino es inmoral, antinatural e inhumano. Los súbditos de los mercaderes, a pesar de su nivel de riqueza y consumo viven desolados, en íntima zozobra y en un inconmensurable vacío existencial que nada lo puede llenar o alegrar. La gente que vive el sueño americano, en general es gente triste, solitaria y temerosa. En el fondo, el Espíritu les hace saber de muchas formas que viven equivocados.