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Luis Pérez Ixoneztli: Maestro de los sonidos del Anáhuac. Primera parte.

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Mario Monreal, Educayotl, A.C. 06 de Mayo de  2018.      Hoy contamos con la honrosa presencia  de un invitado especial, a quien agradecemos infinitamente su colaboración y que nos haya permitido escuchar sus sabias palabras para hacerlas extensivas al público. Les presentamos a Luis Pérez Ixoneztli quien ha sido y será una figura emblemática de la “música fusión” en México, con raíces tan profundas que se pierden en la noche de los tiempos del Anáhuac. Ixoneztli (intermediario entre lo sagrado y lo terrenal) es un músico y compositor de origen mexicano, creador de diferentes estilos musicales como rock y etnorock (música de fusión) principalmente de sonidos vanguardistas de nuestra época.

Sus muestras de arte han impresionado enormemente a nuestros sentidos, sin duda, el uso de instrumentos antiguos del Anáhuac (como teponaztli, huehuetl, tlapizalli, etc.) reflejan toda una gama de sonoridades acústicas sin precedentes; la música rítmica y cadenciosa interpretada por Ixoneztli con excelente maestría, nos impulsa a creer aún en nuestra estírpe, en nuestra sangre que corre por las venas de origen tolteca y que se encuentra presente, a pesar de que a veces, lo que nos invadió, siga perturbando nuestro ser, queriendo imitar lo que no somos.

En ese sentido creemos firmemente con convicción, sin temor a equivocarnos, que la importancia del trabajo de Luis Pérez en la escena musical actual, radica en la visión que nos ofrece del arte de las sonoridades en el antiguo Anáhuac, en el que, se utilizaba a la música como elemento básico para el desarrollo de la Identidad y toma de la conciencia del ser, pieza fundamental en la formación inequívoca de la sacralidad en el Anáhuac.

Ixoneztli se mostró disponible a contestar nuestras preguntas con gran franqueza y precisión, comenzó relatando su primer encuentro con los sonidos del Anáhuac, al respecto comentó: “…En el año 1971, a raíz de la ruptura del grupo “La verdad desnuda”, al que pertenecía, decidí hacer un viaje con un amigo a una ruta que comprendía Oaxaca, Chiapas y Yucatán. Yo nunca había hecho una expedición de esta índole y lo único que llevábamos era una cobija y una bolsa de arroz; pedíamos aventón para transportarnos, estuvimos en Oaxaca un día, después fuimos a un lugar llamado “La ventosa” y continuamos a Palenque, ahí conocimos a un joven y le solicitamos a nuestro “amigo guía” que nos llevara a conocer la zona arqueológica, él nos informo que existía una forma de ascenso sin tener que pagar la entrada y como no teníamos dinero por supuesto que aceptamos…”

Ixoneztli guarda silencio y continua relatando su experiencia “…Ascendimos de madrugada entre la selva detrás de la pirámide de las inscripciones, había un arroyo y cascadas donde las raíces de las ceibas se petrificaban con los minerales del agua y formaban unas grutas pequeñas entre las cascadas, eran como pozas sin duda un lugar… precioso. Al llegar a la cúspide tuve mi primer encuentro con la cultura Maya, cuando vi las edificaciones pensé que eran intocables me preguntaba a mi mismo ¿Y esto que es?, entonces le pregunte a nuestro “amigo guía” -¿Y esto se puede tocar? y me contestó -¡Claro que se puede tocar! poco a poco fui tocando los muros con mucho respeto y devoción, estaba muy emocionado y asombrado, conforme avanzábamos se comenzaron a revelar las estructuras. Llego un momento en que nos separamos y subí a lo que se conoce como “El palacio” que es una torre y arriba había un altar de piedra, en ese tiempo yo practicaba yoga y cargaba siempre mi flauta transversa que tocaba con los grupos de rock, me senté en ese altar en flor de loto y puse mi flauta a un lado, empecé a meditar, cerré mis ojos y de pronto escuché unos tambores a la distancia y cuando escuché eso, saque mi flauta y comencé a tocar al ritmo de ellos…”.

Con una sonrisa cálida y un carisma único Ixoneztli siguió recordando y relatándonos su historia: “…La música se fue intensificando cada vez más, los tambores se escuchaban cada vez más cerca, yo continué tocando; llego un momento en que se unieron voces primero algunas, luego otras y después eso era una multitud, hablaban en una lengua extraña que yo desconocía eran como “murmullos”, de pronto ese lugar estaba vivo, era como un tipo de celebración yo continuaba tocando la flauta, no pensaba en ese momento, simplemente estaba metido en la experiencia hasta que sentí que algo tocó mi brazo, muy suavemente como si fuese una pluma, abrí los ojos para ver quién era, y en ese momento todo desapareció. Me quedé en silencio por un momento y después escuche aplausos, me asomé por la torre hacia abajo y había un grupo de turistas en el centro ceremonial ellos estaban sentados sobre el pasto escuchando la música, pensaban que era un espectáculo de la “zona arqueológica”, después de los aplausos yo bajé, me felicitaron mis amigos y les pregunté -¿Escucharon los tambores? a lo que ellos contestaron -¿Cuáles tambores? y respondí -¡Los tambores que estaban tocando, yo estaba tocando con ellos! pero mis amigos me aseguraron que lo único que habían escuchado era mi flauta, me quedé anonadado de su respuesta por lo que fui a preguntarle al encargado de la zona y me dijo que cerca de ese lugar no había tambores. Fue de esta manera que encontré el lenguaje musical y comprendí la revelación de lo que quería hacer: integrar los instrumentos nativos del Anáhuac al rock, esa fue mi primera intención…”.

En ese tiempo Ixoneztli buscaba crear una propuesta original que se identificara consigo mismo y sus raíces culturales “…En esa época todos copiábamos música británica y norteamericana -señala- y a mí me interesaba integrar algo al rock que lo hiciera distinto, al principio me pareció fácil la idea, yo pensaba: meto unas flautas, sonajas, tambores y hago rock diferente, pero no fue así, requerí muchos años más de investigación sobre los sonidos e instrumentos del pasado…”.

 

 “…Lo que viví en palenque -comenta- lo he interpretado como una oportunidad que me fue permitida para cruzar una de las multi-dimensiones que corren paralelamente a esta realidad…”. Fue precisamente esta experiencia lo que motivó a Ixoneztli a introducirse en la investigación y conocimiento de los instrumentos nativos del Anáhuac, no solamente pre-colombinos, si no también los de origen etnográfico que siguen actualmente en uso en las comunidades a lo largo y ancho del país.

 

Ixoneztli cuenta con una colección de aproximadamente 200 instrumentos tanto de origen precolombino y etnográfico además de artefactos arqueológicos originales en barro, hueso y piedra de todas las latitudes del Anáhuac, desde los olmecas hasta los aztecas. “…En el antiguo Anáhuac -señala- existían dos tipos de instrumentos: las percusiones y alientos aunque recientemente se han localizado instrumentos de cuerda con los mayas y en guerrero compuestos principalmente por una cámara acústica,  una membrana y una cuerda. Actualmente en las comunidades hay tres tipos de instrumentos: de cuerda, percusiones y alientos dentro de estos últimos se han añadido alientos más occidentales como las orquestas de bandas y clarinetes…”.

Ixoneztli viajó a varias partes de la República Mexicana investigando la música, cánticos e instrumentos antiguos, tuvo contacto con músicos en cada una de las comunidades que visitaba, al respecto Luis comentó: “…La experiencia que tuve con músicos de comunidades fue maravillosa por que me dieron la oportunidad de aprender directamente de ellos a través de la observación profunda de cómo ejecutan sus instrumentos, como generan las voces, como emiten sus cánticos y sus rezos; todo ello ha influido en mi conocimiento…”.

También nos cuenta la experiencia que vivió junto a la gran “mujer espíritu” mejor conocida como María Sabina: “…Conocí a María Sabina un año antes de su muerte, no he conocido a otra persona con ese poder y con esas capacidades curativas, ella me introdujo a un “nuevo mundo” y a raíz de eso me di cuenta, que no solo estaba siguiendo el camino de la música, la danza o la poesía, descubrí que todo esta conectado, por ejemplo, las plantas están conectadas con la música, uno puede conversar con ellas y éstas sienten y reaccionan al impulso de los sonidos y de nuestro amor. Esa fue la enseñanza más importante, aprendí que de alguna forma todo está relacionado e interconectado con el universo…”.

Para mantener la unificación por más de siete mil años los hombres antiguos del Anáhuac tuvieron que alcanzar una amplia conciencia de la energía universal, concibiendo en su pensamiento; de donde venían, quienes eran y hacía donde iban, creando así los ejes principales para su desarrollo. Consideramos que uno de los medios para mantener su consciencia fue la construcción de la música, el arte del canto y la danza dónde se plasmaba la gran riqueza de sonidos y movimientos emanados de la energía del universo de cosas que les rodeaba. Bajo este contexto, le preguntamos a Ixoneztli como fue utilizada la música en el pasado ancestral, al respecto él nos comentó: “…La música fue utilizada como una forma de integración del hombre con su entorno, para estimular a la naturaleza, a los elementos y proyectarlo hacia el cosmos. Al mismo tiempo los sonidos fueron utilizados para curar males físicos, psicológicos y no solamente de un individuo si no de la comunidad entera. El sonido tiene las propiedades de que nunca se pierde solo se transforma como la energía; el sonido, la música en el pasado ancestral, originalmente fue visto como una divinidad, una fuerza divina con poderes creativos y destructivos…”.

Luis Pérez Ixoneztli es considerado el pionero y creador del “etnorock” en México sin embargo él considera que la música que crea abarca muchos estilos “…No me limito con respecto a que estilo abordar -comenta- puedo componer desde música clásica de distintos períodos: barroco, romántico y renacentista hasta música más ortodoxa con instrumentos nativos mexicanos y que se asemeje a algún tipo de lenguaje musical de algún grupo étnico de nuestro país.  La base de mi trabajo continúa siendo la fusión del instrumental nativo del Anáhuac con lenguajes musicales diversos, entre ellos, las orquestas sinfónicas hasta los instrumentos electrónicos más sofisticados…..”.

Existen estudios que demuestran la influencia de los sonidos en la toma de conciencia de los seres humanos, a un nivel de aproximadamente 100 Hertz se produce una activación en zonas específicas del cerebro, por lo que, creemos fielmente que los sonidos son una de las formas más puras para tener conciencia de nuestro ser. En específico le preguntamos a Ixoneztli, si el estilo de música que él crea podría desempeñar un papel importante en la toma de conciencia e identidad cultural en el México contemporáneo y con la humildad que lo caracteriza nos contestó: “…..Creo que los resultados de cada hacedor de música radica en la forma en que aborda la música misma. Tiene que existir una preparación, un estímulo (espiritual, natural o humano) pero sobre todo una devoción, es decir, considerar y acercarse el sonido cómo fue visto en el pasado: como una divinidad. Al crear música se le canta a una fuerza que existe en el cosmos, misma que es originaria de todo lo que conocemos junto con la energía, la vibración, y el sonido que continúan vigentes. De esta manera, considero que se pueden crear formas y estilos musicales que puedan traer un beneficio al entorno y que estimulen de alguna forma la conciencia humana para su continuo desarrollo y evolución espiritual. La música absolutamente es una forma de energía que nos puede permitir viajar con ella, tanto al pasado como al futuro y principalmente a los niveles internos de la conciencia….”.

Luis Pérez Ixoneztli cuenta con siete obras artísticas publicadas: “En el ombligo de la luna”, “Tales and astral travels”, “La neza”, “In situ”, “Santuario de mariposas”, “Suspended spheres” y “Mare nostrum” estas forman la primera fase musical de su carrera.  “The Mountains Of Madness” es una obra que da comienzo a una segunda fase y consiste en sonidos más experimentales y elaborados. El trabajo del maestro Ixoneztli ha evolucionando a través de los años, cada obra es un concepto, en el que, se percibe el resultado de largos años de investigación y perfección en los sonidos. Muchos son los que recuerdan a Luis Pérez por su obra “En el ombligo de la luna” y aunque esta es una obra de culto inédita, Ixoneztli continuó con la creación de más obras auténticas y maravillosas que lo hacen acreedor a ser uno de los portadores de la basta riqueza musical del Anáhuac.

Estimado lector te invitamos a seguir leyendo los siguientes artículos que serán publicados con más información sobre el afortunado encuentro que tuvimos con el maestro Ixoneztli.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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